Como si se tratase de un nefasto designio hasta el infinito, los uniformados del régimen dictatorial, han hecho gala de toda una panoplia de procederes para infligir un castigo sostenido e inhumano al pueblo colombiano, por orden del poder civil pero también para beneficio propio y algo jamás visto en otras latitudes.
Con un comportamiento de verdadero ejército de ocupación, las Fuerzas Armadas, incluida la Policía, no han vacilado en bombardear, masacrar, torturar y desaparecer a colombianos y colombianas, quienes también han sido violadas, durante todo el siglo XX y en lo que va de recorrido del siglo XXI. Sin que sus actuaciones tengan viso de detenerse. Lo anterior sin contar con las atrocidades cometidas impunemente contra combatientes revolucionarios en armas vencidos o fuera de combate.
Estos criminales en uniforme no contentos con sus sanguinarias andanzas, han optado también por emplearse a fondo en el oscuro mundo del crimen y de la corrupción, haciendo grandes negociados al interior de las diferentes dependencias de la institución armada, robando enormes sumas de dinero del presupuesto, participando en la venta y trafico de armas y destinando otras tantas a oscuros negocios con sus familiares y amigos, sin descontar que una gran mayoría de estos indignos uniformados son cómplices de la mafia, es decir hacen parte del trafico de cocaína.
Pero otro de los hechos miserables de estos hombre y mujeres de las Fuerzas Armadas y de Policía es el de estar a las ordenes o ser empleaduchos del imperio estadounidense, al cual obedecen al dedillo y al cual responden como amo principal. Sino pregúntenle al inamovible director de la Policía Oscar Naranjo (apodado cocaína Naranjo) y quien, entre otras cositas, tiene a su hermano David condenado en Alemania por narcotráfico.
Cumpliendo a cabalidad con esta deslealtad y sumisión, rinden cuentas diarias a oficiales y funcionarios del imperio, y cuando uno de estos asoma la nariz se cuadran firmes ignorando mismo la inferioridad de rango del funcionario o soldado de esta potencia extranjera. Y no es una broma, si decimos que antes de ir a sus puestos de trabajo, se les ha aconsejado pasar primero por la embajada yanqui. Quien manda, manda!
¡Una marcada inferioridad reina en las filas castrenses del régimen y que contrasta con la grosería, la violencia y el abuso de todo orden contra el pueblo colombiano!
Muchos de estos uniformados apátridas se vanaglorian de ganar mucho más dinero, estando al servicio y a las órdenes de los funcionarios imperialistas, que el que devengan del erario público en tanto que funcionarios consentidos del régimen. A esto le añadimos el enriquecimiento ilícito, producto de su complicidad o participación directa con el narcotráfico.
Militares empapados en el crimen, la mafia, el robo y la corrupción se cuentan por centenares de miles en estos últimos cien años, y quienes a la vez por su ‘gloriosa’ misión han logrado los honores que otorga la disciplina castrense y la apestosa oligarquía.
Nombres como el sargento Vargas elevado a general después de la masacre de las bananeras; Gustavo Rojas Pinilla, valiente general que aterrorizo al país después del golpe de Estado con la anuencia de una parte de la podrida clase oligárquica; Álvaro Valencia Tovar, héroe de militares después de su venida de la guerra en Corea al servicio de los yanquis y su participación en masacres de campesinos; Luis C. Camacho Leyva, asesino y torturador de estudiantes y elevado al grado de Ministro de guerra; Fernando Landazabal Reyes, otro asesino y torturador de inocentes colombianos, acérrimo opositor de diálogos de paz con la insurgencia y catalogado por la fascista oligarquía como gran ministro de guerra, Rito Alejo del Río, el protegido general del narcotraficante n° 82 y gran protector y amigo de los narco- paramilitares, participo en varias masacres de campesinos. Y para no extendernos, pues nos ocuparía miles de páginas, terminemos por nombrar al general Mario Montoya, excelente soldado al servicio del crimen y la mafia y con decenas de cadáveres en su haber.
Esta institución llamada Fuerzas Armadas de Colombia se convirtió pues, en una verdadera maquina de muerte al servicio de una minoría mafiosa y garante de los intereses de las trasnacionales a las cuales hoy en día protege como quien cuida la niña de sus ojos, como dice el dicho.
Esta maquina de muerte, es una de las más grandes empleadoras del país, por la cual entra un inocente joven, hombre o mujer, y sale un verdadero guerrero (perro rabioso) dispuesto a eliminar a su propia familia si su ‘patria’ o el imperio se lo ordenan. El desbarajuste sicológico para estos pobres y desventurados, es inimaginable y su degradación moral aterradora. Los militares y policías en su mayoría, pierden todo contacto con la realidad y solo obran de acuerdo al lavado de cerebro que reciben en los curso de adoctrinamiento en los cuales participan funcionarios yanquis.
El noventa y cinco por ciento del medio millón de militares y policías que componen la institución armada del régimen, pertenece a las mayorías mas pobre de la Nación. Son ellos y ellas los encargados de reprimir el descontento popular, las manifestaciones y huelgas de indígenas, obreros y campesinos y son ellos y ellas los mandatados a combatir a sangre y fuego a las guerrillas compuestas por ex-campesinos, ex-obreros, ex-empleados, desempleados e intelectuales del país. En una palabra a compatriotas de su mismo origen.
Pues para estos pobres desorientados, la culpa de los males de la Nación y la pobreza y el atraso generalizado es culpa del comunismo y de las guerrillas, sin poner en ningún momento en tela de juicio la labor de la minoría en el poder desde hace mas de un siglo y medio y sus nocivas actuaciones, abusos y practicas antidemocráticas.
Es inconcebible, es inaudito e irracional constatar que estos uniformados tengan un comportamiento tan bárbaro y persistente. Es algo que raya con la siquiatría que estos hombres en uniforme puedan cometer crímenes atroces sin que un asomo de remordimiento o toma de conciencia se de abiertamente, pues por el contrario niegan hechos corroborados y apoyados por la institución se vuelven mas agresivos y prepotentes. Para colmo son ellos los perseguidos y por lo tanto necesitan fuero especial, que en términos jurídicos y humanos se denomina IMPUNIDAD a sus horribles actos.
Nota: Los regimenes colombiano y estadounidense se mandaron lanza en ristre contra el general del ejército y recién nombrado ministros de la defensa venezolano Henry Rangel Silva, acusándolo sin pruebas de tener relación y amistad con las FARC y el narcotráfico. Aunque este falso señalamiento no tenga importancia ellos y sus ministerios de la propaganda siguen cotorreando. En cambio yo llamo la atención sobre el hecho de que en el gobierno de Santos si hay varios ministros pertenecientes a la mafia. Y con pruebas en la mano le pregunto a Santos: ¿qué hace el peligroso narco-paramilitar Sergio DIAZ GRANADOS en su gabinete? ¿Por qué el policía Naranjo sigue de director?
Sergio Camargo, es autor entre otros libros: Democracia Real Universal y El Narcotraficante N° 82 Álvaro Uribe Vélez. Ha sido director de la revista Universo Latino y autor de numerosos artículos sobre la realidad latinoamericana y mundial.