"Siempre amaré a Whitney. Siempre voy a odiar Bobby Brown". Mensajes como éste se suceden en las redes sociales desde que se conociera la muerte de Whitney Houston. Los fans de la cantante han convertido al ex marido de la artista en el blanco de su ira y le culpan del declive de su ídolo.
Lo cierto es que la historia de Brown y Houston parece una tragedia griega. Amor, drogas, odio... En una entrevista en el programa de Oprah Winfrey, dos años después de su ruptura, la cantante confesó públicamente su tormento personal.
"Bobby era mi droga", aseguraba y añadía: "Yo no podía hacer nada sin él. No me drogaba por mí misma, lo hacíamos juntos. Fuimos compañeros". Fue la propia Houston la que calificó su relación con Brown de "emocionalmente abusiva", donde su separación se produjo entre acusaciones de violencia doméstica.
La pareja se conoció en 1989 en los premio Soul Train. Tres años después se casaron y en 2007 se divorciaron. En esos 15 años Brown fue arrestado varias veces por consumo de drogas y alcohol y Whitney ingresada dos veces en rehabilitación.
No es de extrañar que amigos de la cantante aseguren que, pese a que Houston ya coqueteaba con las drogas antes de conocer a Bobby, fue al conocerle cuando comenzó su declive. "Creo que si nos fijamos en la carrera de Whitney los problemas empezaron a aparecer cuando entró en su vida Bobby Brown", asegura M. Tye Colmer, editor de Billboard.com.
"Si uno se para a analizarlo existe una conexión autodestructiva entre Whitney y Bobby. Incluso después de separarse ella no pudo escapar de los problemas que vivió con él", añade.
Lo cierto es que ya desde 'El Guardaespaldas', la droga formaba parte de la vida de la artista. Su pérdida de peso y la cancelación de actuaciones dispararon los rumores de que tanto ella como su marido consumían drogas.
No fue hasta 2002 cuando en una entrevista realizada por Diane Sawyer, la cantante confesaba que consumía crack. "El 'crack' es barato y ganó lo suficiente como para fumarlo", afirmó.
De nada sirvieron los tratamientos de desintoxicación a los que se sometió. Incluso después de dejar a Bobby, su adicción fue a peor, ya que había que sumarle que nunca superó la separación del cantante.
Las drogas se instalaron con fuerza en la familia Houston-Brown. A la adicción de la pareja, había que añadirle también la de su hija Bobbi Kristina. Ingresada en un psiquiátrico tras intentar agredir a Whitney con una navaja, era ésta la que confesaba su grave preocupación por la adicción de su hija a las drogas.