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General: Caso Garzón : regreso de la España negra .-
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من: Ruben1919 (الرسالة الأصلية) |
مبعوث: 11/02/2012 00:36 |
Por: Javier Valenzuela
 Una de las Españas vuelve a helar el corazón de los demócratas del planeta. Desde 2010, la persecución judicial contra el magistrado Baltasar Garzón ha sido una de las noticias españolas recurrentes en los medios internacionales; desde ayer, jueves 9 de febrero, cuando a Garzón le cayó la primera condena, la rectitud de la justicia española se incorpora a la lista de interrogantes razonables sobre este país suscitados en los últimos años. Otros serían la solvencia de su economía, la calidad de su democracia y la incorruptibilidad de su élite.
Las primeras reacciones a la primera condena a Garzón son de perplejidad. En un artículo publicado en la edición online de la revista Time, Lisa Abend concluye con esta verdad: “De todos los implicados en el escándalo de corrupción masiva (Gürtel), sólo el juez que lo investigó ha sido condenado”. La información de Time califica a Garzón de “uno de los más célebres magistrados del mundo”, lo identifica con la defensa universal de los derechos humanos y recuerda su actuación contra el dictador chileno Pinochet. La cascada de acusaciones contra él aceptadas por el Tribunal Supremo, señala, “ha convencido a muchos de que Garzón es víctima de una caza de brujas (witch hunt)”.
En un editorial ampliamente difundido en España, The New York Times analizó el pasado 5 de febrero el juicio de Garzón por intentar investigar los crímenes del franquismo. Decía: “Crímenes terribles ocurrieron durante y después de la Guerra Civil española de 1936-1939 sin que ningún tribunal los haya aún examinado o juzgado. Nadie sabe cuánta gente fue secuestrada, torturada y asesinada. Ahora, uno de los principales magistrados investigadores de España, Baltasar Garzón, se sienta en el banquillo por atreverse a abrir un sumario sobre esas atrocidades”. El diario neoyorquino le daba la razón: “Él observa acertadamente que, bajo el derecho internacional, no puede haber amnistía para los crímenes contra la humanidad y que las desapariciones no resueltas –miles de tumbas masivas no han sido abiertas- constituyen un delito continuado”. Este juicio a Garzón, concluye, es “un eco turbador del pensamiento totalitario de la era de Franco” y “una ofensa contra la justicia y la historia”.
Una de las habilidades de la actual España había sido la de hacer olvidar ante sí misma y ante el resto del mundo la negrura (Inquisición, expulsión de judíos y moriscos, Torquemada, integrismo católico, Fernando VII, Franco...) de la que procede… y la persistencia de esa negrura. Cuando Garzón empezó a ser linchado por osar investigar los crímenes del franquismo, ese disfraz empezó a rasgarse.
El 15 de mayo de 2010, un editorial de Le Monde decía: “El caso Garzón levanta dos cuestiones embarazosas para la España actual. El ensañamiento evidente de una parte de la magistratura para desembarazarse de un incómodo electrón libre traduce un inquietante disfuncionamiento institucional. (…) La España democrática ha alumbrado instituciones enfermas por su politización, y en primer lugar la justicia. Y sobre todo, la estrategia del olvido no ha funcionado. Mas que la defensa de un magistrado de personalidad y métodos controvertidos, la movilización de decenas de millares de personas en Madrid estas últimas semanas se dirigía contra “la impunidad del franquismo”. Los manifestantes reclamaban “verdad, justicia, reparación y solidaridad con las víctimas”, exhibiendo fotos en blanco y negro de un abuelo o un tío abuelo enterrando en alguno de los numerosos osarios de la guerra civil. Estos españoles viven mal que se quiera castigar al único magistrado que, contra viento y marea, ha intentado ayudarles.”
PS. Durante la Guerra Civil española, Dashiell Hammett (1894-1961), el padre de la novela negra, militó activamente a favor de la causa republicana. Proclamándose neutral, el presidente Roosevelt prohibió el suministro de armas norteamericanas a las tropas leales a la Segunda República. Hammett, entre otras muchas cosas, firmó una petición de los Amigos Americanos de la Democracia Española dirigida a Roosevelt que decía: “En nombre de la decencia y la humanidad, usted debe revocar la no intervención norteamericana a fin de que aquellos que no aceptan el fascismo y el nazismo tengan una oportunidad de luchar por sus vidas”.
Años después, en 1951, Hammett se sentaría en el banquillo de los acusados por negarse a colaborar con la caza de brujas del senador McCarthy. Como allí también se negó a responder a las preguntas del juez, fue enviado seis meses a la cárcel por “desacato”. Según contó Lillian Hellman, le dedicaron a limpiar las letrinas. En 2011 la editorial Errata Naturae publicó un libro, Interrogatorios, que recrea ese episodio.
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caso garzón, afrenta universal
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[Aberrante sentencia. Juez Garzón ya fue absuelto por la historia.]
[Mario Wainfeld] El condenado es español, andaluz para más señas. Se le nota al hablar, en el modo de resolver ciertas consonantes o cuando nombra a la “libertáz” o a la “dignidáz”. Le gusta el fútbol (arquero fue en su juventud y a veces reincide) y también los toros. Es un referente de la Justicia universal, un faro de conciencia en muchos países, por ejemplo en estas pampas. ¿Hubiera llegado la reivindicación de los derechos humanos en Argentina al punto que llegó sin la irrupción hidalga de Baltasar Garzón? Este cronista supone que no, asumiendo que cualquier ejercicio contrafáctico es incorroborable. Lo que es indiscutible es que Garzón forma parte de la historia de la búsqueda de justicia frente del terrorismo de Estado, que merece un capítulo o algo más. Que es un modelo para las más nobles militancias de nuestra historia. En lo jurídico, un hacedor de jurisprudencia notable que recogieron jueces de estos lares.
La década del ’90 no sólo fue oscura por la entrega del patrimonio nacional y el desmantelamiento del Estado benefactor. También redondeó un retroceso fenomenal en la odisea en pos de memoria, verdad y justicia. La aparición del magistrado que reabrió las causas cerradas acá por estulticia, obediencia debida e indultos, dinamizó los movimientos de derechos humanos. Les dio de nuevo voz a las víctimas, las acostumbró a un peregrinar por tribunales de varios parajes del globo. Fue el pionero, el más decidido. Cada quien resolverá si fue el mejor, está entre ellos. Sucesivos gobiernos argentinos le dieron la espalda con argumentos banales y cobardes. El menemismo, por razones evidentes. Lo copió la Alianza, aunque se suponía que venía para purificar y para luchar contra la corrupción. El señor Juez pidió extradiciones, le fueron negadas. La Argentina ya no era sólo custodio de la impunidad de los genocidas: devino el aguantadero del que éstos no podían salir si no querían ser llevados al banquillo. El dictador Augusto Pinochet fue menos prevenido.
No bien supo que Pinochet “paraba” en suelo británico, Garzón se mandó a su despacho y comenzó a escribir un pedido de extradición. Corría contrarreloj, debía actuar con sigilo. Comidió a uno solo de los empleados de su juzgado, comenzó febrilmente a dictarle el exhorto en cuestión. Le cabía ser veloz y riguroso, no buscaba repercusión fácil sino la aprehensión del criminal. En un momento, ya de madrugada su colaborador, impresionado, le preguntó: “Señor ¿ese hombre que estamos requiriendo es el que yo estoy pensando?”. El cronista le escuchó esta anécdota al mismísimo Juez que la contó riendo, porque tiene su sentido del humor y ama lo que hace o hacía. El Parlamento británico admitió la extradición. La sesión de los Lores se vio por la tevé argentina, el cronista la miró, se emocionó, pensó el fallo en clave local: en las víctimas, en los compañeros que ya no están, en las Madres y las Abuelas. Esa tarde, en la reunión de edición de este diario, se brindó con champagne. Créame, lector, que no lo hacemos ni todas las semanas, ni todos los meses ni todos los años. Un juez español con cojones y saber que persigue (en buena ley) a un dictador chileno, la autoridad política de otro país interviniendo, la repercusión en la Argentina… el ejemplo es para este escriba una buena viñeta de lo que es la Justicia universal.
En 2003, con (muy) otro gobierno en la Argentina, Garzón volvió a la carga. La reacción del presidente Néstor Kirchner no fue un nacionalismo de opereta ni un cajoneo aduciendo cuestiones de competencia judicial. Fue acelerar lo que ya tenía en miras: la revocación de las leyes de la impunidad, la restauración de la Justicia. Las víctimas sobrevivientes pudieron replicar sus testimonios en los tribunales cabalmente competentes, donde debía ser. Habían pasado menos de dos años desde la caída de Fernando de la Rúa. El cambio nada tuvo que ver con el viento de cola o el precio de las commodities. Fue política pura: otra posición ideológica, otro compromiso con las instituciones y las leyes. Cada cual evaluará cuánto incidió el obrar de Garzón, nadie puede negar que mucho.
Se metió con criminales de toda laya: los terroristas de Estado sudamericanos, la ETA, los parapoliciales GAL de su país. Cuando quiso explorar los crímenes del franquismo traspuso una raya, no se lo perdonaron. Lo asediaron con causas amañadas ante tribunales parciales, que lo odian. Ayer recayó la condena en una de ellas. La escena de un Tribunal desdoroso, muy inferior a la persona que condena, es un clásico de la historia universal. La nómina de los acusados es interminable, mencionemos un puñado: Sócrates, Galileo Galilei, Nelson Mandela. No son casos idénticos pero hay un patrón común. La pena impuesta a Garzón es tremenda, una afrenta universal: le troncharon la carrera como magistrado, nada menos. Cuando Fidel Castro era un joven revolucionario, alzado en armas contra la dictadura de Fulgencio Batista, fue apresado y llevado ante un tribunal. Su alegato célebre terminaba con frases indelebles: “Me apiado de vuestras honras y compadezco la mancha sin precedentes que recaerá sobre el Poder Judicial. (…) Condenadme, no importa, la historia me absolverá”. A Garzón la historia ya lo absolvió, refutando a los jueces que lo sancionaron, dignos émulos de la Santa Inquisición. Ese hombre digno es un ejemplo, una referencia luminosa mucho más allá de España. Un ciudadano del mundo, que suma a otros méritos ser un importante protagonista de la mejor historia argentina. 10 de febrero de 2012 ©página 12
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“Un día muy triste para la justicia”
Los funcionarios del Juzgado de Instrucción Número 5 de la Audiencia Nacional salieron ayer en defensa de su antiguo jefe, “uno de los nuestros” y “un modelo” que “ha sido golpeado muy duro”. Este es un resumen de lo que dicen en su comunicado:
“Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sufrido cómo de repente una ilusión o una esperanza que se han mantenido durante algún tiempo se ven absolutamente truncadas por la más cruda realidad”.
“Baltasar Garzón ha sido, es y será para nosotros ese referente y la cabeza visible de una forma de hacer justicia, pero JUSTICIA con mayúsculas. Nadie como él ha sabido sintetizar con su trabajo y dedicación lo que para nosotros, y entendemos para la mayoría de los españoles, debe ser la función de un juez”.
“Su trabajo ha marcado una impronta y ha desarrollado a lo largo de sus 23 años en la Audiencia Nacional una manera de trabajar que ya están presentes para siempre en aquellos que hemos tenido el privilegio y el orgullo de trabajar con él y que seguramente nos acompañará toda la vida”.
“Debemos considerarnos verdaderamente unos privilegiados, ya que hemos tenido la suerte de haber contribuido con nuestra pequeña colaboración a hacer la vida de los españoles, e incluso de otros ciudadanos del mundo, un poco más llena de confianza y de fe en el Estado de derecho y en la justicia”.
“Creemos firmemente que la sociedad española ha perdido a uno de los más grandes defensores de ese Estado de derecho, y hemos comprobado con verdadero estupor cómo esa persona ha sido arrojada hacia la más grande de las miserias”.
“Parece como si nos faltase algo. Lo peor de todo es que desgraciadamente ese algo ya nunca volverá. Fue un día muy triste para la justicia”.
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Copio uno de los mensajes de El Pais ya que me parece esclarecedor y estoy completamente de acuerdo con él:( incluyo aquí al medicucho rural de Sevilla ... el maricón iñaki que está que brinca en una sola pata y no entiende que quienes la verán dura van a ser los prevaricadores jueces del supremo ante la opinión mundial y ante la Justicia internacional ... "Los que brindan hoy con champán, debido a la sentencia prevaricadora del "Tribunal Supremo" son tipos de la ralea siguiente: Etarras encarcelados que han atentado y asesinado a personas. Narcotraficantes que ven así consumada su venganza. Dictadores y familiares que se alegran de tal sentencia. Instigadores del GAL, que se están riendo en estos momentos. Jueces vengativos y holgazanes que no trabajaron lo que debieron. Tramas corruptas, tipo Gürtel, y otras de raleas parecidas que benefician a un partido de derechas. Ultraderechistas y franquistas en general que ven con alegría que no se van remover ciertas tumbas que llevarían a la vergüenza de este país. Que les sienten mal esas copas que se tomen". |
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Política
Baltasar Garzón seguirá apoyando al Gobierno a través de la OEA
Por: REDACCIÓN POLÍTICA | 2:58 p.m. | 14 de Febrero del 2012
Baltasar Garzón, a su llegada al Tribunal Supremo, en Madrid.
Foto: EFE
La Presidencia destacó el "importante papel" del juez español, sancionado en su país.
El presidente Juan Manuel Santos se reunió en la noche de este lunes con Garzón para analizar el avance de la colaboración del juez al Gobierno Nacional a través de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la OEA.
Garzón, determinó el Gobierno, seguirá en su labor. El juez "seguirá al frente de dichas tareas hasta tanto hayan finalizado".
"Una vez finalizado el trabajo, en el marco de la cooperación de la MAPP-OEA, el Gobierno estudiará, conjuntamente con Baltasar Garzón, otros frentes de trabajo en los que pueda seguir contando con su valiosa colaboración", dice el comunicado del Gobierno.
El siguiente es el texto completo de la comunicación:
Bogotá, 14 feb (SIG). La Presidencia de la República la República se permite informar que:
El señor Baltasar Garzón viene desempeñando un importante papel de apoyo al Gobierno Nacional a través de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz ¿ OEA (MAPP-OEA). El señor Garzón seguirá al frente de dichas tareas hasta tanto hayan finalizado.
El Presidente de la República expresa su especial agradecimiento y reitera su confianza en Baltasar Garzón.
Una vez finalizado el trabajo, en el marco de la cooperación de la MAPP-OEA, el Gobierno estudiará, conjuntamente con Baltasar Garzón, otros frentes de trabajo en los que pueda seguir contando con su valiosa colaboración.
REDACCIÓN POLÍTICA
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El Supremo español apuntala la impunidad del franquismo
Aunque absuelve al exjuez Garzón de «prevaricación», remarca en su sentencia que los crímenes del franquismo no pueden ser investigados judicialmente ni condenados. Alega que no cabe la «justicia universal» en el Estado español y que un juzgado no puede saltarse la Ley de Amnistía.
Como se preveía y como planteó la Fiscalía, el Tribunal Supremo español ha evitado un gran escándalo internacional absolviendo al juez Baltasar Garzón de «prevaricación». Sin embargo, el mismo fallo da la razón a quienes le llevaron al banquillo al sentenciar, y con abundantes argumentos, que los crímenes del franquismo no pueden ser perseguidos debido entre otras cosas a las decisiones adoptadas en la llamada «transición», hacia la que se deshace en elogios.
Curiosamente, casi todas las reacciones se quedaron mirando al dedo que apuntaba a la luna; destacaron la exculpación del juez mientras obviaban la evidencia de que los tribunales españoles confirman la impunidad del franquismo. Así, asociaciones que trabajan en este terreno acusaron al Supremo de haber hecho perder tiempo en la lucha por purgar el franquismo. Sin embargo, la lectura de la sentencia resulta demoledora al respecto: el Supremo no deja opción legal alguna de perseguir penalmente aquellos crímenes y añade que, a partir de ahí, el trabajo de recuperar la verdad de los hechos correspondería en todo caso a los historiadores y no a los jueces.
La absolución de Garzón se dicta únicamente porque el Supremo no ve elementos suficientes para determinar que hubiera prevaricado, es decir, tomado decisiones injustas de modo consciente. La salomónica decisión consiste en concluir que su acción «es errónea, pero no prevaricadora». Seis de los siete jueces de la Sala suscribieron el veredicto y solo uno apostó por la condena.
La «justicia universal» no vale
En 61 folios, el Supremo se esfuerza en cerrar todas las rendijas y blindar así la impunidad del franquismo. De entrada, incide en que la llamada «justicia universal» no puede ser invocada en este caso.
El intento de Garzón se basó en tipificar las desapariciones franquistas como «crímenes contra la Humanidad», lo que conlleva que no prescriben. Es lo que hizo en su día para actuar contra Adolfo Scilingo. El Supremo, que fue precisamente quien condenó al represor argentino, alega que esa fórmula valía para la dictadura argentina pero no para la española, porque en 1936 no estaban vigentes los tratados internacionales que permiten perseguir esos delitos, que no se incorporaron al ordenamiento español (franquista evidentemente) hasta 1952.
En paralelo, el Alto Tribunal añade que para que «el derecho internacional tenga vigencia» en el Estado español «debe ser incorporado a nuestro ordenamiento interno en la forma dispuesta en la Constitución».
En su esfuerzo por tapar todos los resquicios, el Supremo admite que efectivamente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos validó una condena contra «acusados de nacionalidad rusa participantes en delitos contra la Humanidad durante la ocupación soviética» (en los años del inicio del franquismo), pero matiza que este precedente no sirve porque aquella tipificación se hizo «partiendo de la participación rusa en la elaboración de los principios de Nuremberg, como potencia vencedora, y de su pertenencia a las Naciones Unidas, que los aprobaron». El Gobierno español (evidentemente también franquista) no dio luz verde a la entrada en la ONU hasta 1955.
Una vez decretado que los crímenes franquistas no pueden calificarse así, el Supremo ya no tiene dificultades para remarcar que han prescrito. Destaca que las primeras denuncias tramitadas por Garzón se recibieron en 2006, entre 54 y 70 años después de ocurridos los hechos. Niega que se pueda considerar que el delito de detención ilegal que se investigaba tuviera carácter permanente, lo que hubiera interrumpido el plazo de prescripción. Y apostilla que, por si ello fuera poco, los responsables de las matanzas de 1936 serían «más que centenarios» en 2008.
En este punto, el Supremo introduce una concesión de cara a la galería (en este caso, la comunidad internacional) al reconocer la evidencia de que la guerra comenzó «tras un golpe de Estado» y que hubo «episodios de gran violencia», entre los que cita «`sacas', `paseos', fusilamientos sin juicios previos, represiones de los oponentes políticos, ejecuciones desconectadas de los frentes de guerra, etcétera. Hay episodios que constituyen verdaderas masacres, como, entre otros, los sucesos de Granada, Belchite, Málaga, Paracuellos del Jarama, Gernika, Badajoz en sus sucesivas ocupaciones, que son vergonzosos para la condición humana». Y el tribunal cierra este inciso con una equiparación: «Es obvio que en ambos bandos de la guerra civil se produjeron atrocidades, y que los dos bandos, al menos sus responsables políticos y militares, no observaron las denominadas leyes de la guerra».
«Impunidad absoluta»
El segundo gran argumento del Supremo para blindar la impunidad franquista es la Ley de Amnistía de 1977. La sentencia recuerda que aquella norma «fue promulgada con el consenso total de las fuerzas políticas» y no tiene reparos en situarla como una concesión a los sectores más reaccionarios: «Conseguir una `transición' pacífica no era tarea fácil -dice-, y qué duda cabe que la Ley de Amnistía también supuso un importante indicador a los distintos sectores sociales para que aceptaran determinados pasos que habrían de darse en la instauración del nuevo régimen de forma pacífica, evitando una revolución violenta y una vuelta al enfrentamiento».
El siguiente párrafo no es menos elocuente: «En España, la doctrina que ha estudiado nuestra transición, además de destacar en términos generales su carácter modélico y las renuncias que tuvieron que realizarse para procurar la paz y la reconciliación, la ha clasificado como un proceso de `impunidad absoluta con indemnización a las víctimas'». Ubica aquí tanto la Ley de Amnistía -«que ningún juez puede cuestionar»- como las «más de 20 disposiciones a través de las que se han acometido importantes reparaciones económicas y de otro orden».
Amnistía Internacional y Human Rights Watch instaron a investigar y derogar la Ley de Amnistía, respectivamente. En el Estado español, las organizaciones de derechos humanos se limitaron a felicitar a Garzón.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20120228/324979/es/El-Supremo-espanol-apuntala-impunidad-franquismo/
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