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En un artículo del señor Gómez Barata publicado en ARGENPRESS el 28 de febrero el autor escribe:
….”De una parte, no hay en el Programa de la Revolución, cuya letra y espíritu constan en la Historia Me Absolverá, ni una palabra acerca de la estatización de la economía, de la colectivización de la tierra, de la supresión de las instituciones tradicionales del Estado; como tampoco ninguna alusión a los Estados Unidos, al imperialismo ni a un proyecto socialista de formato tradicional.
Aunque el hecho es interpretado de diversas maneras, lo cierto es que el poder revolucionario instaurado en 1959 no tuvo oportunidad de realizar sus metas y su programa, sino que fue empujado a una abrupta radicalización debido a la inesperada, brutal y desmesurada agresividad de los Estados Unidos que además de tratar de conseguir sus propio objetivos, amparó a la oligarquía, prohijó la actitud plattista de la burguesía nativa, apoyó materialmente y respaldó políticamente a la contrarrevolución interna y sus expresiones armadas”.
Las afirmaciones del señor Barata requieren el restablecimiento de la verdad histórica con relación al primer período de la Revolución en Cuba: el poder revolucionario no “fue empujado a una abrupta radicalización”, como afirma el señor Barata, sino que tuvo un programa revolucionario desde antes de llegar al poder y, contrariamente a lo que dice el autor del artículo, ya figuraba en “La historia me absolverá”.
En efecto, el programa del Moncada, contenido en el histórico alegato de Fidel "La Historia me Absolverá" postulaba, entre las más urgentes medidas a tomar por un gobierno revolucionario "conceder la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupen parcelas de cinco o menos caballerías de tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios a base de la renta que devengarían por dichas parcelas en un promedio de diez años."
Una vez iniciada la lucha armada en la Sierra Maestra, el campesinado brindó su apoyo incondicional al Ejército Rebelde en cuya Comandancia General, en La Plata, el 10 de octubre de 1958 fue firmada la Ley No. 3, Sobre el derecho de los campesinos a la tierra, de obligatoria aplicación en todos los territorios liberados por esa fuerza.
Conquistado el poder en enero de 1959, el 17 de mayo del mismo año se promulgó la ley de reforma agraria, cuyo artículo 1º decía: "Se prescribe el latifundio. El máximo de extensión de tierra que podrá poseer una persona natural o jurídica será treinta caballerías ( Una caballería = 13,42 hectáreas). Las tierras propiedad de una persona natural o jurídica que excedan de ese límite serán expropiadas para su distribución entre los campesinos y los obreros agrícolas sin tierras".
Su aplicación llevó a que más de 200 mil familias campesinas se convirtieran en propietarias de las tierras que cultivaban y las liberó del pago de rentas, así como de la explotación de intermediarios y usureros a otras 150 mil que las labraban en condición de arrendatarios, aparceros, precaristas y colonos, entre otras cosas.
A mediados de 1960 comenzaron las nacionalizaciones de las propiedades de personas naturales o jurídicas nacionales de los Estados Unidos de América. Cuba, como Estado independiente, ejerció así el derecho soberano a proceder a nacionalizaciones.
Estas medidas, profundamente revolucionarias, despertaron el entusiasmo y la admiración en todos los pueblos de América Latina y en otros pueblos del mundo.
Pero los Estados Unidos contragolpearon inmediatamente y poco después, en octubre de 1960, comenzaron las primeras medidas de embargo comercial, económico y financiero en contra de Cuba, en abril de 1961 armaron la invasión de Bahía Cochinos y en febrero de 1962 completaron lo que se conoce como bloqueo contra Cuba, que continúa hasta ahora.
De manera que el poder revolucionario no “fue empujado a una abrupta radicalización” sino que dirigió con toda lucidez al pueblo cubano en un proceso profundamente revolucionario, lo que provocó la agresiva réplica del imperialismo que perdura hasta hoy.