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General: NADAL APABULLA A DJOKOVIC EN MONTECARLO .-
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 22/04/2012 22:52 |
Nadal apabulla a Djokovic en Montecarlo
Tras siete derrotas consecutivas, el mallorquín tumba 6-3 y 6-1 en la final al número uno.- El español suma el récord de 20 masters 1000
Bajo el sol de Montecarlo y sobre la roja tierra, un viaje en el tiempo: Rafael Nadal, el titán de la arcilla, arrolla 6-3 y 6-1 al serbio Novak Djokovic, que no compite como el número uno, que juega como si no le hubiera ganado las siete últimas finales a su contrario, que parece impresionado por la leyenda del español, desde hoy ganador ocho veces seguidas en el Principado. Nole, el campeón inmisericorde, ese que había ganado todos sus duelos con el mallorquín desde 2010, llegó a encajar un 6-0. Nadal le castigó encerrándole sobre el revés para luego atacar sobre su derecha; mezcló estupendamente bolas altas y planas hasta confundir al serbio; y apretó el acelerador con saña, sin permitir nunca que su contrario soñara con la remontada: con 6-3 y 4-0, Nole le rompió el servicio. El mallorquín le devolvió la rotura inmediatamente y en blanco (6-3 y 5-1). El sello de los campeones.
El español se apunta su octavo título consecutivo en la arena monegasca
Nadal, que sumó su primer título desde Roland Garros 2011 y firmó el récord de trofeos de categoría masters 1000 (20), encontró un aliado sorprendente. En la primera manga, ganó el 88% de los puntos con el primer saque y solo cedió cuatro en sus juegos. En todo el encuentro se disparó hasta el 85% y la cifra de diez puntos cedidos. Todos sus saques tuvieron sentido. Alertado de que Djokovic es el mejor restador del mundo, abandonó su patrón tradicional, la búsqueda del porcentaje y la colocación, para apostar por la agresividad. Alternativamente, buscó las líneas y el cuerpo de su contrario. Nole sufrió esa circunstancia entre aspavientos, porque supuso un cambio radical de escenario.
Durante 2011 y 2012, el número uno vivió sus duelos con el número dos sabiendo que tenía campo abierto para atacar el saque del mallorquín, mientras que este pasaba las de Caín para olfatear alguna posibilidad. Así, durante la final del Abierto de Australia 2012, la más larga de la historia, 5h 53m para buscarse oportunidades, Nole se procuró 20 bolas de break y Nadal solo seis. En Montecarlo ocurrió lo contrario: una bola de break para el número uno, que solo ganó el 40% de puntos con su primer saque, por ocho a favor del número dos. El serbio solo vivió con tranquilidad el juego inaugural. A partir de ese momento, o perdió el saque, o levantó una bola de break o sintió que aquello iba por un mal camino. Fue un sufrimiento constante. Una exigencia continua. Una presión agobiante que fue fundiendo minuto a minuto la fe del serbio.
El marcador fue fiel reflejo de la pesadumbre del mejor jugador del mundo, que solo se apuntó cuatro juegos. No hubo descanso, fonda ni respiro para Nole. Desde el 1-1, Nadal ganó 12 de 16 puntos para hacer break, consolidarlo y adelantarse 1-3 y 0-15. Djokovic respetó demasiado a Nadal y su leyenda en Montecarlo. Le faltó paciencia, tranquilidad y ánimo para el sufrimiento. Quiso jugar demasiado rápido en lugar de madurar los puntos y plantear una batalla de resistencia que necesariamente debía favorecerle, puesto que habría reverdecido las dudas de un rival al que habían tumbado en los siete últimos partidos, todos finales.
Ese fue el gran mérito de Nadal. Tras quince días sin entrenarse por una tendinitis en la rodilla izquierda, el mallorquín fue capaz de defender el título ante su némesis. La lenta pista de tierra de Montecarlo, a nivel del mar, le permite taparse el revés con la derecha o tener más tiempo para golpearlo. El sol que calentó la final, además, impulsó sus efectos a la altura soñada. Hay un dato más importante aún en la victoria. Ante un pulso de leyenda que previsiblemente tendrá muchos más capítulos, este es un triunfo que vale para hoy y para mañana. Para el presente y para el futuro. Tras siete derrotas consecutivas, Nadal vuelve a tener razones para seguir creyendo.
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Nadal espanta fantasmas
El español gana su octavo título seguido en el Principado, el primero desde el torneo de Roland Garros 2011, al batir a Djokovic, que le había vencido en sus últimos siete duelos
Dos fantasmas y sus grilletes compiten en Montecarlo mientras Rafael Nadal abruma por 6-3 y 6-1 al serbio Novak Djokovic para lograr su octavo título seguido en el Principado, su primer trofeo desde el de Roland Garros 2011 y su 20º masters 1.000, el récord.
En la cabeza del tenista español debe de haber una danza macabra, el rock and roll de sus siete derrotas seguidas ante el serbio. Por el corazón de su contrario, el poderoso Nole, no puede dejar de sangrar la muerte de su abuelo. El duelo espera a que lo domine el que venza antes a sus miedos. La copa espera a un valiente, al que se atreva a coger al toro por los cuernos. Ese es Nadal, el titán de la arcilla, que encuentra un inesperado aliado en el saque, ruge liberado en la victoria —“¡vamos!”— y hace más que ganar un título: desde que huele la sangre, allá por el tercer juego, aprieta cada pelota para espantar con vistas al futuro al fantasma de las siete derrotas previas.
“Lo estás haciendo genial”, le dice entonces el mallorquín a su adversario, al que no ganaba desde 2010, antes de lanzarle un guiño: “Tras siete veces, gracias por [dejarme ganar] esta”. Luego, en la conferencia de prensa, añade: “Es muy importante romper esta mala racha y ganar un torneo importante de nuevo”.
El campeón encontró un arma inesperada: ganó el 85% de puntos con el primer saque
“No quiero quitar nada a la victoria de Rafa. Se la merece. Ha sido el mejor. Pero es un hecho que no me quedaba ninguna energía en el plano emocional”, le continúa Djokovic, que conoció la muerte de su abuelo el jueves y desde entonces fue capaz de ganar tres partidos, dos de ellos, además, tras perder la primera manga. “Para ganar a Rafa sobre tierra batida”, prosigue el número uno mundial, “necesito lanzar esa velocidad superior que no he encontrado. He cometido unos errores enormes. Emocionalmente, nunca había experimentado una situación así. Ha sido una semana muy difícil desde el punto de vista mental. Debo ordenar mi cabeza”.
Durante sus dos encuentros sobre tierra en 2011, las finales de Madrid y Roma, ambas ganadas por Nole, Nadal disparó solo un 6% de los peloteos por delante de la línea de fondo frente al 24% del serbio. Eso cambió radicalmente en Montecarlo, donde fue el manacorense quien dominó los intercambios. El número dos empujó de lado a lado al uno. Por sus 10 errores no forzados cosechó 26 de su contrario, una barbaridad. Todo, la posición más adelantada, los cambios de orientación y su dominio del juego, nació de un único golpe: el saque.
Fue el resultado de una derrota. “Novak tiene una virtud increíble en el resto. Cuanto más fuerte le sacas, más rápida te devuelve la pelota”, concluyó Toni Nadal, tío y entrenador del número dos al ver cómo su sobrino perdía la final del Abierto de Australia. El mallorquín aprendió ese día que Nole toma la iniciativa desde el resto si el saque no le exige. Actuó en consecuencia: desde entonces, gana un 6% más de juegos al saque que en 2011 y salva el 71% de las bolas de break por el 63% del curso previo. Ayer se disparó hasta el 85% de puntos ganados con el primer servicio. Todos sus saques tuvieron sentido. Alertado de que Djokovic es el mejor restador, abandonó su patrón tradicional, la búsqueda del porcentaje y la colocación, para apostar por la agresividad, buscando las líneas o el cuerpo.
“Mi servicio me ha dado puntos gratis y muchas oportunidades de empezar dominando con el drive, que es la oportunidad de jugar más agresivo”, valoró luego ante las cámaras de Teledeporte.
No me quedaba energía emocional”, dice el serbio tras la muerte de su abuelo
Nole sufrió esa circunstancia entre aspavientos, porque supuso un cambio radical de escenario. Soplaba el viento. Se levantaba la arena. Nadal pegaba duro. El serbio, que solo sumó el 40% de los puntos con su primer saque, no se cruzó con ninguno de los elementos en los que había basado su dominio. Se encontró también con un panorama impresionante.
Desde la grada observaba el sueco Bjorn Borg, el hombre de hielo. A poca distancia se sentaba el rumano Ilie Nastase, un artista. Sin embargo, ninguno de esos heráldicos espectadores se acerca a los éxitos del español en la pista de Montecarlo. Nole respetó demasiado la leyenda de Nadal, que con la de ayer ha ganado cuatro veces en el Principado sin ceder un set. Nole miró en su interior, midió el esfuerzo que demandaba la empresa, lo comparó con el hambre que en él habitaba y no le salió la resta. Finalmente, optó siempre por jugar una bola menos en vez de una bola más cuando estirar el debate y la tensión solo podía favorecerle ante un rival al que había dominado en las siete citas precedentes. Así, encajó un 6-0: de 4-3 a 6-3 y 4-0.
Fue un respiro para Nadal, que desde hoy compite en el Trofeo Godó, en Barcelona. Una victoria con presente y futuro: mata fantasmas y alimenta con esperanzas su magullado orgullo.
“Ganar el oro olímpico es una quimera”
MANEL SERRAS, Barcelona
En una multitudinaria conferencia de prensa en Barcelona, Rafael Nadal reconoció que su victoria ante Djokovic supuso una liberación y una inyección de moral. “Mental y tenísticamente fue importante”, dijo a su llegada al Open Banc Sabadell, Trofeo Godó, donde luchará por su séptima corona. “Llevaba una buena temporada, pero me faltaba ganar un torneo importante. Eso me da mucha confianza”. Nadal es el tenista que más Masters 1000 ha ganado: lleva 20, uno más que Federer.
“Sin embargo”, prosiguió Nadal, “fue más importante todavía ganar el torneo de Mónaco. Porque al final de mi carrera, lo que realmente va a contar serán los títulos. Más que las victorias sobre jugadores concretos”. Sobre la final que disputó contra Djokovic, explicó que algunas cosas habían cambiado en relación a sus partidos anteriores. “En Australia estuve a punto de ganarle y no lo logré. Pero en Montecarlo saqué mucho mejor y eso me permitió entrar a jugar y dominar los puntos con mi drive. Mi saque funcionó bien desde el principio. Sin embargo, es solo una victoria sobre Djokovic. Hay que tomarse las cosas con calma”.
Preguntado sobre la Copa Davis y los Juegos, Nadal comentó: “No suelo mirar tan lejos. Hablar de ganar el oro en los Juegos es una quimera, porque es un torneo que se juega al mejor de tres sets y en hierba. Un pequeño desliz y te vas fuera. Será muy difícil. Y en cuanto a la Copa Davis, no hago planes a cinco meses vista. En segunda ronda quise jugar, pero la rodilla me lo impidió”.
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“Entrar más en la pista y... forzar”
Nadal ganó a Djokovic con una posición táctica más agresiva e intentando cerrar las jugadas antes
“Al tocar fondo a nivel de presión, estás dispuesto a hacer cambios”. Al otro lado del teléfono, la voz de Toni Nadal describe un viaje vital, de Londres a Montecarlo pasando por Melbourne, que culmina en la final del Principado con la primera victoria en ocho partidos de Rafael Nadal, su pupilo y sobrino, sobre el serbio Novak Djokovic. Sus palabras resumen un cambio con tres aristas: la cabeza, que se recupera tras la desconexión de la final perdida ante Nole en Wimbledon 2011; el corazón, que apuesta por ser valiente, reforzado por el tremendo pulso de la final del Abierto de Australia, igualmente cedida, y las piernas, que impulsan su saque y ocupan la pista mejor que nunca a partir de unos recuerdos. Nadal repasa los duelos previos y asume que tirando desde detrás de la línea de fondo no desplaza a Nole.
“En Wimbledon, Rafael no estuvo a la altura mentalmente”, explica Toni. “Al tocar fondo a nivel de presión, estás dispuesto a hacer cambios. A poner más plomo en la raqueta, por ejemplo”, continúa sobre los tres gramos de peso que ha añadido su sobrino para ganar en contundencia. “Rafael golpeaba con los dos pies en el suelo, demasiado parado, sacando toda la fuerza del brazo”, añade. “De esa manera [sin usar el giro de todo el cuerpo] todo se vuelve mucho más difícil. Le falta tiro. Tiene que entrar más en la pista. En Australia empezó a hacerlo y por eso dio más golpes ganadores. Tiene que forzar más la jugada”, sigue tras ver que disparó 16 por 11 de su contrario en Montecarlo, todo un cambio de tendencia. “Procuro no engañar a Rafael más de la cuenta. Antes del partido, lo veía difícil por las derrotas previas. “Aunque creas que no puedes’, le dije, ‘haz una más. Aunque creas que no puedes, aguanta un poco más. Nunca sabes cómo está el otro”.
En Wimbledon, Rafael no estuvo a la altura mentalmente. Al tocar fondo a nivel de presión, estás dispuesto a hacer cambios. A poner más plomo en la raqueta, por ejemplo”, explica Toni Nadal
El otro, Djokovic, a decir de quienes le vieron durante la semana, no era el mismo de 2011, cuando dominó con puño de hierro. El otro había perdido a su abuelo y competía con aires melancólicos. Y el otro, por encima de cualquier otra cosa, se encontró a un Nadal distinto del que había visto en el último año. Solo hay que repasar el vídeo de la final de Montecarlo.
Nole sale en tromba y gana el primer juego en blanco. De tiro en tiro, se pone 0-1 y 15-30 sobre el saque del español, quien necesita de una hombrada para sumar ese mínimo punto (1-6 es la cuenta entonces a favor del serbio). ¿Qué hacer? Nadal pega un ace y dos saques ganadores. Resuelve con su peor golpe (1-1). Inmediatamente, rompe el saque a su rival. Sorprende ganando pista, subiendo a la red hasta en cinco ocasiones y construyendo el punto con su derecha gracias a la contundencia de su servicio.
“Lo hablamos antes”, detalla Toni. “Era cuestión de ser valiente, de que cerrara las jugadas antes, de que fuera activo y no diera sus golpes ganadores desde detrás de la línea de fondo”, analiza el técnico, que vio cómo su sobrino golpeaba el 94% de las bolas por detrás de la cal en las dos finales que enfrentaron a ambos tenistas sobre tierra en 2011. “Hablamos de que esos tiros había que darlos desde dentro porque, si no, a Djokovic no se le desplaza, ya que es un gran defensor. Comentamos la necesidad de tener un alto ritmo… Desde el principio, Rafael metió presión. Le hizo ver que estaba dispuesto a ir a la red, a atacar. Luego, en el segundo set, él se descentró. Rafael estuvo mucho mejor que él de cabeza. En 2011 iba aumentando la presión con los torneos y Djokovic subía con ella. Ahora la nota algo más”.
Ahora Nadal defiende su título en el Trofeo Godó, en Barcelona. ¿Cómo está su cuerpo tras el esfuerzo? “Bien”, contesta Toni; “cuando ganas, siempre llegas bien”.
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