"Gratitud siempre al favor es un deber justo y grato, y por eso el hombre ingrato es un monstruo que da horror"
Estos versos de José Joaquín de Olmedo son para la reflexión. Si, porque hablar de gratitud es también hablar de ingratitud.
Olmedo quiso con su poesía condenar a quienes acostumbran morder la mano que les alarga el pan.
Gratitud es correspondencia de lo bueno: si me das, mi deber es darte. Mi deber es ayudarte, si me ayudas. Salvarte, si me salvas.
No hagamos excepción con nadie, si de ser agradecidos se trata. Lo mismo que nuestros prójimos, merecen gratitud nuestros padres. Sin embargo, con frecuencia nos hartamos de los tesoros que estos nos ofrecen cada dia, y no solo que no les decimos "gracias", si no que asumimos una actitud insolente. A los padres ya no se les da: se les pide, y no como antes, respetuosa y amorosamente, si no con escopeta en mano.
Ellos, nuestros progenitores, por el colmo de ternura que nos ofrecen y por su amor que estalla en besos de pasión dulcísima, deben palpar, en cada uno de nuestros actos, la gratitud a la que estamos obligados. No abandonarlos, no negarlos, no atormentarlos con nuestra conducta desafiante o indiferente. Mirarlos con cariño, servirlos con solicitud. Levantarlos si caen. Coronarlos si triunfan. De rodillas besar sus manos. Mejor si con ellas nos castigaron con los ojos puestos en nuestra dicha futura!
Dicen que los maestros son los segundos padres. si esto es así, sobra decir a qué estamos obligados con respecto a ellos, a fin de que no vivan lamentándose de la ingratitud de sus discípulos.
Agradecer es recordar. Recordar no lo que dimos, si no lo que nos dieron. no lo que nos deben, si no lo que debemos. Los buenos cobradores suelen ser malos pagadores. Tengamos siempre en la memoria el mendrugo que mató nuestra hambre, el laurel que materializó la gloria en nuestra frente, el vaso de agua que mitigó nuestra sed de caminantes, el brazo que e ofreció espontáneo para que cruzáramos sin tropiezos por una senda escabrosa. Tengamos allí la mirada piadosa, el beso amoroso, la palabra lisonjera, el consejo sabio.
Si somos desmemoriados, olvidemos los malos actos de vuestros prójimos, que no es bueno ser coleccionista y conservador de las infamias y vilezas de los otros. Que todo se borre de nuestro cerebro, menos lo que hemos recibido de los demás para nuestra salud, para nuestra seguridad, para nuestra independencia, para nuestra ilustración, para nuestra comodidad, para nuestra honra. Y aceptemos como cierta esta proposición: "favores hay que no se pagan nunca".
Simón Bolivar recomendando al Mariscal Sucre que sirviese y complaciese a don Simón Rodriguez, su guía, mentor y maestro, representa el más certero ejemplo de la gratitud que los discípulos deben a sus modeladores, a aquellos sin los cuales el mármol no habría sido muy diferente de las otras piedras de la cantera, y el oro no se habría liberado de la escoria que lo rodea en la mina.
De todas las miserias que pueden atacar el corazón humano, ninguna me inspira más repugnancia que la ingratitud, en la cual no irrumpen ni los animales. De tiempos de los Césares romanos, se cuenta de un león que en la selva se quejaba con una gruesa espina clavada en una de sus patas. Con todas las seguridades hijas del temor, un aldeano compasivo se acercó a la bestia para extraerle aquel cuerpo extraño que le hacia sufrir. Años después, al ser llevados uno y otro al circo, el uno para devorar y el tro para ser devorado, la bestia que salió del cubil rugiendo se detuvo, estremecida de súbito, ante el infeliz condenado. Depuso su fiereza, le lamió los pies con sus rojos labios hambrientos y se retiró vencida. La gratitud del felino había salvado al sin ventura.
Decía Adolfo Hitler a su biógrafo Herman Rausching (en le libro "Hitler habla"):..."que a los hispanoamericanos suele conquistárselos fácilmente con dinero, mujeres o condecoraciones". Qué bien nos conocía el satánico Führer!...Más yo diré que hay una manera mucho más eficz que estas para encadenarme, para esclavizarme. Hacedme un servicio, así sea el más pequeño, y tendréis atadami gratitud para toda la vida.
Si un banco nos concede un préstamo por el cual pagamos anticipadamente un crecido interés, al margen de la garantía que se nos exige, nos da un servicio... no nos hace un favor. Pero, si al cabo de 3 meses, yo voy a la ventanilla y pago, no debo nada, pues el préstamos es una operación natural de las instituciones de crédito. Hemos hecho un negoicio mutuo, de beneficio mutuo!
En cambio, si váis a consolarme en la prisión y derramáis una lágrima sobre un muerto de mi familia, y defendéis mi nombre de la dentellada de los infames, de los envidiosos, de los frustrados, de aquellos que solamente usan su lengua para enlodar la honra ajena, me comprometéis en forma que nunca dejaré de atormentarme buscando la manera de llegar con mis frases y mis acciones limpias y nobles hasta el fondo del alma de mis espontáneos y sinceros benefactores.
Seamos agradecidos, aunque sea para impedir que se ciegue el manantial de donde brotan las obras de misericordia.
Original de Pedro Vincent Bowen para El Diario, de Portoviejo, Ecuador