Poco antes de que Paul-Henri Mathieu y John Isner convirtieran su duelo en una prueba de resistencia extrema, otro maratón concentrado se desarrolló en escasos metros, en la pista Suzanne Lenglen, entre el francés Richard Gasquet y el búlgaro Grigor Dimitrov, que acabó con ambos tenistas rendidos. El punto, de 36 golpes, se lo apuntó Gasquet, hasta entonces dominado por el joven talento. Pero Dimitrov, acalambrado, rígido, incapaz de ponerse en pie, ya no se recuperó del todo y perdió una gran oportunidad de sumar su primera gran victoria en un evento de Grand Slam. Al final, cayó derrotado por 5-7, 7-5, 6-2 y 6-3.
El punto se produjo con el marcador de 7-5, 5-4 y 30-40 favorable al tenista de Haskovo pero residente en París. Acariciaba una ventaja de dos sets ante una de las principales referencias locales cuando se produjo el calambrazo fatal. Apenas habían transcurrido dos horas de juego, lo que debe hacer recapacitar a este jugador con destellos de Federer pero que con 21 años debería contar ya con un físico mejor trabajado. Del otro lado, Gasquet, que tampoco es un portento de la naturaleza, acabó vomitando.