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General: homenaje a la victoria de Vietnam en el 37 aniversario .-
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 30/04/2012 23:44 |
Homenaje a Vietnam en el 37º aniversario
Una historia que merece ser recordada
La victoria de las fuerzas de liberación en Saigón, el 30 de abril de 1975, se produjo en un momento histórico caracterizado por la incapacidad de los Estados Unidos de mantener su política agresiva de “guerra fría” y de imponer un orden mundial basado en la supremacía estratégica-militar norteamericana.
Con la derrota de los Estados Unidos en Vietnam, el nuevo giro de la situación política internacional significó un duro revés para la política exterior de “vietnamización”, genocidio y terrorismo de Estado de la administración Nixon, como parte de la estrategia global norteamericana de la “Contención del Comunismo”, dirigida a hacer retroceder el proceso revolucionario mundial que tomó auge después de 1945 con la expansión del socialismo en Europa, Asia y América Latina, en esta última región con la Revolución cubana y la expansión del movimiento de liberación en las áreas coloniales del llamado Tercer Mundo.
Sin duda, la batalla de Saigón se libró en una época revolucionaria en las relaciones internacionales. Su trascendencia militar y política puso en crisis el gran diseño estratégico y hegemónico norteamericano en el marco de la confrontación entre los polos de poder del Este y el Oeste, pues ya el escenario político mundial estaba influido por la culminación del proceso de descolonización con su triunfo en la década de los años sesenta, la entrada de los Movimientos de Liberación Nacional en una nueva fase de consolidación de la independencia de los nuevos Estados y la reestructuración de las relaciones internacionales sobre bases más justas por la acción internacionalista de la URSS y el sistema socialista europeo.
El imperialismo retrocedió en los años posteriores, mientras el movimiento de las masas revolucionarias avanzaba en todos los continentes del planeta. Los Estados Unidos culminó su guerra de agresión en Vietnam en una posición de derrota. El poder político norteamericano estaba sumergido en una honda crisis moral, económica y militar que lo condujo a aceptar el proceso de distensión internacional resultante de los triunfos de las fuerzas progresistas y revolucionarias profundamente estimulados por la victoria vietnamita y el cambio indudable en la correlación internacional de fuerzas que representó el logro por la URSS de la paridad estratégica-militar general con los Estados Unidos, proceso que se materializó en la segunda mitad de la década de los años sesenta y principio de los setenta del siglo XX.
Desde ese momento, la URSS, en términos militares, equilibró el poderío norteamericano y devino una efectiva potencia militar global por el alcance de su fuerza naval y aérea. La paridad estratégica y militar de la URSS, anuló, en el terreno militar, la aspiración norteamericana a la supremacía absoluta en las relaciones internacionales de la época. En fin, la derrota norteamericana en Saigón fue el reflejo de la nueva correlación de fuerzas en el escenario internacional basada en la bipolaridad soviético-norteamericana. La presencia de otra potencia mundial, como un hecho objetivo y estructural del sistema internacional, impuso la necesidad del diálogo y la cooperación.
Como resultado, en 1975, se celebró en Helsinki, Finlandia, uno de los símbolos de la distensión: la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa. El Acta de Helsinki constituyó el reconocimiento de las fronteras y el estrechamiento de la cooperación económica y política en el ámbito europeo. Las pretensiones norteamericanas de diseñar, sin obstáculos, un esquema de dominación global liderado por los Estados Unidos recibieron un rotundo fracaso. Dada la capacidad de exterminio del moderno armamento estratégico nuclear, los Estados Unidos estuvieron obligados a reconocer el poderío soviético y negoció con la URSS un acuerdo para el control y la limitación de sus respectivas armas nucleares estratégicas (SALT, por sus siglas en inglés).
En el contexto de la victoria del pueblo vietnamita, se observó una tendencia hacia la globalización y la “multipolarización” de las relaciones económicas y políticas internacionales debido al fortalecimiento de otros actores internacionales: la Europa integrada, Japón y la influencia regional que adquiría China. Sin embargo, desde posiciones conservadoras, la diplomacia norteamericana percibió la emergente multipolaridad como un sistema de balance de poderes inspirado en la diplomacia clásica europea de los siglos XVIII y XIX, con el objetivo de disminuir la confrontación con la URSS, la pujanza de las fuerzas progresistas y limitar la creciente rivalidad económica con sus “aliados”: Europa y Japón. Resultó evidente que los Estados Unidos habían perdido capacidad para actuar en todas partes, globalmente, y buscaba repartir con otros polos de poder capitalista la carga de la lucha contra el avance de la revolución mundial.
Desde el ángulo económico, se acentuaba la crisis del sistema capitalista con la quiebra del Sistema Monetario Internacional basado en el dólar, el desempleo creciente en los países capitalistas industrializados, el alza de los precios del petróleo y sus consecuencias para el conjunto de las economías desarrolladas. Todos estos hechos fueron los síntomas de una profunda crisis estructural del sistema capitalista, la mayor desde la crisis de los años 1929- 1933, que amenazó, en su conjunto, a la estabilidad interna del sistema capitalista. Como parte de todo ese proceso de carácter socioeconómico emergieron peligrosas amenazas globales: la pobreza, el hambre en vastas zonas del llamado Tercer Mundo, agotamiento de los recursos energéticos, el inicio de la proliferación nuclear y la posibilidad de una guerra con esas armas de exterminio en masas.
Las genocidas acciones y el descalabro militar, político y diplomático de los Estados Unidos movilizaron a la opinión pública Internacional. Antes y después de 1975, los Estados Unidos recibieron la repulsa universal por la agresión y ocupación de Vietnam del Sur. Al interior de los Estados Unidos, se quebró el consenso de la sociedad y un amplio e influyente movimiento pacifista de signo progresista integrado por políticos, científicos e intelectuales protestaron enérgicamente contra la guerra tecnológica y las nefastas secuelas que dejó para el pueblo vietnamita. Es la época también de un amplio movimiento de solidaridad internacional con las causas justas, de la fortaleza del Movimiento de Países No Alineados, en defensa de los verdaderos intereses de los pueblos subdesarrollados y la creación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI).
La derrota de los Estados Unidos en Vietnam, en 1975, creó una dinámica global favorable para la expansión del socialismo y de los Movimientos de Liberación Nacional en todos los continentes. El panorama mundial al finalizar la década de los años setenta devino difícil para los Estados Unidos bajo el permanente “síndrome” de Vietnam en su política exterior, las estructuras gubernamentales y su sociedad. Pero, aun así, la elite del poder norteamericano nunca renunció a sus intereses hegemónicos y agudizó un nuevo período de tensiones internacionales conocido con el nombre de segunda “guerra fría”, por el objetivo de frenar el avance del socialismo y de las fuerzas revolucionarias en todo el planeta.
Sin embargo, en todo el período histórico posterior hasta la actualidad, los estrategas norteamericanos reconocieron que en Vietnam libraron una “guerra equivocada, en un lugar equivocado, en un momento equivocado y con un enemigo equivocado.”[1] Decir que las administraciones norteamericanas pusieron el éxito de una guerra en un sitio equivocado es decir poco: rara vez en la historia los logros de una potencia imperialista acabaron siendo diametralmente diferentes a los objetivos propuestos.
La victoria vietnamita expandió el ejemplo de sus raíces populares hacia todos los pueblos del planeta y abrió una coyuntura global favorable a la paz y la estabilidad internacional frente a la frustración hegemónica y militarista de los círculos de poder norteamericanos.
Nota:
1. Criterio de los Jefes del Estado Mayor Conjunto de los Estados U nidos citado por David Rees en “The age of containment”, Mac-millan, New York, 1968, p. 43. Véase también de John Lewis Gaddis, “Implementando la respuesta flexible: Vietnam como caso de prueba” en: “Estrategia de la Contención”, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1989, p. 261.
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Y honor a todos los caidos en tan terrible guerra, pero que dió una lección de lo que vale un pueblo cuando se decide a defender su soberanía. Esa ha sido una de las terribles derrotas de los "muchachos" marines ...salieron con las tablas en la cabeza.
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En el aniversario 37º de la operación Ho Chi Minh
La Gran Victoria de Primavera
En lugar de acatar los Acuerdos de Paris de 1973, Nixon, Ford, Kissinger y su mayordomo saigonés Thieu violaron sus compromisos. No era la primera vez. Tenían como antecedente los inocuos acuerdos de Ginebra de 1954. Pisoteando los Acuerdos de Paris, buscaron desde el primer día una solución de fuerza. La solución militar, reminiscencia de las grandes campañas militares del General Westmoreland, y refrito de todos los intentos fracasados que intentaban revivir desde la “vietnamización del conflicto”, aceleraría la solución pero en dirección opuesta. Contaban para sus fechorías con el silencio cómplice de Pekín (o Beijing como se dice ahora) comprado al precio de la realpolitik, o simplemente por razones de Estado. Muy a su pesar, les sobrevendrían grandes derrotas militares y políticas desde diciembre de 1974. El desastre se asomaba.
Ya desde diciembre de 1974 y, sobre todo de enero de 1975, las fuerzas del Gobierno Revolucionario Provisional (GRP) basadas en el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur (FNL), golpeaban con especial virulencia a todos los centros y bases militares desde donde el enemigo lanzaba sus operaciones. Eran momentos de gran audacia estratégica. Con elevado poder de fuego y pericia ganada en décadas de guerra, desataban grandes ofensivas simultaneas en varias provincias como la ofensiva de Phuoc Long, cabecera provincial de Phuoc Binh, al noroeste de Saigón, la de la carretera que conduce a los altiplanos, la del oeste del delta de Río Mekong, y las campañas militares de las provincias de Rach Gia, Can Tho y Binh Tuy. Transcurrieron pocas semanas, y las fuerzas militares regulares del GRP liquidaban, en esas provincias, las bases y obras fortificadas enemigas mientras los destacamentos guerrilleros atacaban a los centros administrativos y paramilitares.
Phuoc Long fue liberada el 6 de enero de 1975 con un saldo de sobre 3,000 soldados saigoneses aniquilados, y 650 hechos prisioneros. En cuanto al material de guerra, el desempeño de los revolucionarios no podía ser mejor: 12 piezas capturadas de artillería pesada y 10 aviones derribados. Ese 6 de enero los combates anunciaban el principio del fin: nunca antes había caído una provincia entera, con su cabecera, en manos de los revolucionarios.
Ya en marzo, las ofensivas se concentraban en el Altiplano de Tay Nguyen y en las provincias septentrionales de Vietnam del Sur: Quang Tri, Thua Thien, Quang Da, Quang Tin, Quang Ngai, Quang Duc. Entre el 5 y el 9 de ese mes, los ataques del campo revolucionario, se sucedían a lo largo de las principales carreteras que comunican a las cabeceras provinciales de Tay Nguyen, Quy Nhon , Pleiku, Ninh Hoa y Buon Me Thuot. El 10 de marzo, las fuerzas de liberación, haciendo despliegue de su maestría en los ataques combinados de artillería e infantería, cercaban a Buon Me Thuot, penetrando y aniquilando una a una sus defensas escalonadas, los puestos de mando y las instalaciones de comunicaciones. Rápidamente, la confusión y el desanimo cundieron entre las tropas saigonesas al ver caer en pocas horas el aeródromo y el depósito de municiones en manos de las fuerzas de liberación. Al día siguiente, la ciudad fue liberada. Aniquilada la 23ª. División de infantería, 2,000 prisioneros de guerra, un coronel muerto, un general malamente herido, 25 tanques, 200 vehículos y uno de los mayores depósitos de armas y municiones de la región capturados, encabezaban los números de la derrota.
La caída estrepitosa de Buon Me Thuot, gran centro del poder administrativo y militar del gobierno de Saigón, sorprendió amargamente a Thieu y sus mentores del Pentágono. Sus mejores unidades sucumbían ante el avance incontenible de las fuerzas de liberación del pueblo que combatían al amparo de las insurrecciones de los barrios y municipios de la provincia. Con el apoyo político y militar de esos levantamientos populares, las tropas regulares del ejército de liberación pudieron atacar inmediatamente y con un gran despliegue de fuerzas en otros centros de Tay Nguyen, particularmente en Kom Tum, Pleiku, y Phu Bon. Ante el avance victorioso del pueblo, la pérdida de Buon Me Thuot les arrastraba a nuevas derrotas en medio de retiradas desordenadas y en estado de pánico.
Ya el 23 de marzo los altiplanos de Tay Nguyen, de 48,000 Km², con una población de 800,000 habitantes e importantes recursos naturales eran territorios liberados.
Mientras tanto, la hábil combinación de grandes operaciones ofensivas de tropas regulares y guerrillas con sublevaciones populares se coronaba con el éxito, desde el 8 de marzo, en Quang Tri, cuya capital provincial sería liberada once días después. En esos mismos días y con igual estrategia, las fuerzas revolucionarias tomaban la provincia de Thua Thien, cuya cabecera, Hue, la antigua capital de los reyes Nguyen, quedaba aislada del gobierno fantoche de Saigón el 19 de ese mes. Desde esa fecha, la carretera de Da Nang a Hue quedaba cortada y el principal aeródromo militar (Tay Loc) de esa capital pasaba a manos rebeldes. Igual suerte correría la 1ª. División de Infantería, piedra angular en la defensa de Thua Thien y, especialmente de su capital, Hue. Entre el 22 y el 25 de marzo caía uno tras otro bastión del gobierno en Hue, entre estos el aeródromo militar de Phu Bai. Ya el 26, ondeaba victoriosa la bandera del GRP sobre Hue, otrora principal bastión militar y centro político y cultural del imperialismo yanqui en las proximidades con la frontera de Vietnam del Norte.
Con la batalla de Thua Thien y Hue, el gobierno neocolonial perdió su 1ª División de Infantería, la mayor derrota hasta el momento: 15, 000 soldados hechos prisioneros, entre ellos cientos de oficiales, 1,000 vehículos y 300 piezas de artillería capturados.
Otras regiones de Vietnam del Sur, en esos días de marzo, hacían lo propio para abonar a la gran victoria. El 20 de marzo, caía An Loc, a 70 km al noreste de Saigón, mientras toda la provincia de de Tay Binh pasaba al control del GRP. El día 25 de ese mes, Tam Ky, cabecera provincial de Quang Tin, como toda la provincia de Quang Ngai serían liberadas. Como trofeo de valor incalculable, el 27, la base de Chu Lai, una de las más importantes instalaciones militares del gobierno estadounidense, caía en poder de las fuerzas patrióticas. A ese ritmo vertiginoso caerían en pocos días las provincias Binh Dinh, Phu Yen, Khan Hoa, a todo lo largo de la costa de Trung Bo.
Las operaciones militares insurgentes de marzo y, particularmente, con la caída de Hue, al norte y Quang Nai al sur, provocarían el aislamiento de Da Nang, importante ciudad portuaria y base militar. Fue en la ciudad Da Nang que desembarcaron los primeros marines yanquis que invadieron a Vietnam en 1965, y a ese puerto se retiraban ahora las tropas derrotadas de otros frentes de batalla. Ya a finales de marzo, Da Nang era una ciudad sitiada. En esas horas finales, numerosas tropas gubernamentales se pasaron al bando de las fuerzas populares. El 30 de marzo tanto Da Nang como la provincia de Quang Nam en su totalidad quedaron liberadas. Tanto para las fuerzas insurgentes como para el enemigo, la victoria popular en Da Nang se convirtió en la antesala y el ensayo general de la batalla de Saigón.
La liberación de Da Nang aceleró la caída del régimen neocolonial ya agonizante. Por todas partes se sucedían sublevaciones populares imposibles de reprimir, situación favorable para las fuerzas patrióticas que aprovechaban, tanto el ejército regular revolucionario como las guerrillas, para aniquilar con mayor contundencia y efectividad, el aparato militar enemigo. Desde ese momento, todos los caminos de la lucha popular apuntaban en dirección de Saigón. En esos próximos días de abril caía, con igual virulencia y similar saldo la provincia Khan Hoa, con su ciudad capital Nha Trang. El balance de las acciones bélicas resaltaba con un espléndido saldo para el pueblo: seis divisiones aniquiladas, 300,000 soldados puestos fuera de combate entre muertos, heridos y prisioneros. Ya de entonces se organizaba, con las siete divisiones restantes del ejército saigonés y varias unidades de menor tamaño, la última defensa de la capital de Vietnam de Sur, el último reducto del régimen.
En pocos días todo se derrumbó como castillo de naipes. La caída estrepitosa de la base militar aérea de Cam Rhan, el 15 de abril, servía como antesala del asalto a la ciudad de Phan Rang a 140 km al noreste de Saigón. Un día después, las fuerzas populares tomaban Phan Rang con todos sus aeropuertos adscritos a la 6ª División Aérea. A partir del 19 de abril, el turno le llegaba a las ciudades de Phan Thiet y Xuan Loc. La ciudad fortificada de Xuan Loc, a 70 km al noreste de Saigón, defendida por la 18ª División, conocida también como "Los Superhombres", estaba sitiada desde el día 8 de ese mes. Las brigadas de paracaidistas y blindados, enviadas como refuerzos no pudieron romper el cerco sobre Xuan Loc. El apoyo aéreo, necesario para la defensa de la ciudad, fue insuficiente dado el bombardeo continuo de la artillería de las fuerzas populares sobre el aeródromo de Bien Hoa.
La batalla de Xuan Loc, culminada el 21 de abril con el triunfo de las fuerzas populares, era decisiva. Así lo entendía el alto mando militar conjunto estadounidense-saigonés. Era evidente que se estrechaba aún más el cerco sobre Saigón.
El barco hacía agua por todos los rincones. En el campo diplomático le quedaba muy poco aire al gobierno de Thieu: las embajadas en Saigón comenzaban a cerrar. Se incrementaban las presiones sobre la camarilla gobernante. El primer ministro Tran Thien Khiem era destituido. Todo el mundo exigía la dimisión de Nguyen Van Thieu, quien el 21 de abril, el mismo día en que el GRP tomó control de Xuan Loc, presentó, lleno de ira, su renuncia culpando al gobierno estadounidense por la derrota – al no cumplir sus promesas a Vietnam del Sur, según Thieu.
En ese entonces, EE.UU. recurrió a los gobiernos de París y Pekín para disuadir al GRP a detener los combates y sentarse a negociar. La respuesta del GRP era clara: los combates se detendrán sólo si cesa toda intervención militar y política de los EE. UU. Mientras tanto, las fuerzas revolucionarias continuaban con su avance arrollador en ruta hacia Saigón.
El 26 de abril, la camarilla gobernante comienza a desintegrarse huyendo despavoridos algunos de sus miembros a la vecina Formosa – como el efímero Presidente Tran Van Huong, el Primer Ministro Nguyen Ba Can, y el Jefe del Estado Mayor, Cao Van Vien. Sin perder tiempo, ese mismo día a las 5:00 PM se iniciaba la ofensiva final contra Saigón. Era la campaña Ho Chi Minh – u Operación Ho Chi Minh, nombrada así en honor del fundador de la patria socialista- y, consistía de un ataque masivo en cinco direcciones que debían converger en el centro de la capital sudvietnamita. En menos de 24 horas, la ofensiva del sureste liberaba a Ria, Long Than y Vung Tau cortando toda comunicación de Saigón con el mar. La ofensiva del Sur, ese mismo dia, se lanzaba contra Ben Luc, y al dia siguiente, el 28, ocupaba Phu Lam, a 9 km de Saigón y el barrio Hanh Thong Tay ya en los suburbios de la capital. Con las ofensivas del oeste y el noroeste, las unidades de tanques de las fuerzas de liberación atacaron el 27 a las antes inexpugnables bases de Cu Chi y Dong Du, capturando el cuartel de mando de la 25ª división de infantería. Al día siguiente, esas mismas fuerzas tomaban Hau Nghia, y Khiem Cuong a solo 25 km del centro de Saigón.
El fin se acercaba. El 29 de abril los aviones de las fuerzas patrióticas bombardeaban el aeropuerto de Tan Son Nhat, mientras por tierra, unidades combinadas de infantería, artillería y tanques atacaban la ciudad de Cholon. En ese mismo día, la ofensiva del este tomaba Thanh Tuy Ha en donde capturaron el mayor arsenal del ejército saigonés.
Con la caída de Bien Hoa -causada por la ofensiva del este el 28 de abril- ciudad que albergaba una gran base terrestre y aérea, y el bombardeo del aeropuerto de Tan Son Nhat, el gobierno de Gerard Ford entró en pánico y ordenó la evacuación de todos los ciudadanos estadounidenses. Pocas horas después, el 29 de abril a las 3:30 AM, Mr. Graham Martin, el embajador yanqui en Vietnam del Sur, puso pies en polvorosa, abandonando Saigón. Con el huirían los generales Nguyen Van Minh, comandante de las fuerzas de defensa de la ciudad capital, y Le Nguyen Khang, Jefe del Estado Mayor Adjunto. Pocas horas después también huiría Vinh Loc, nuevo Jefe del Estado Mayor Adjunto, organismo que quedó desierto ya al final del día 29. En esas horas de la noche del 29 de abril y la madrugada del 30, las fuerzas populares tomaban el aeropuerto militar de Tan Son Nhat, la base de paracaidistas ubicada en el centro de la capital, el Cuartel General del Ejército y el Ministerio de Defensa. Al unísono de estas últimas acciones bélicas, el pueblo insurreccionado tomaba control de los ministerios, y de toda la administración. El jaque mate esperado vendría a las 11:30 de la mañana cuando una columna de blindados irrumpía en los predios del Palacio Presidencial. De esos tanquistas saldría el portador de la bandera del GRP, izada por él sobre el edificio que antaño fungía como símbolo de esa farsa llamada República de Vietnam del Sur. En esa gloriosa bandera iba la victoria de su pueblo en Dien Bien Phu, optimizada 21 años después, y coronada con la Operación Ho Chi Minh, en la culminación de la campaña de primavera magistralmente planificada y comandada por el legendario camarada General Vo Nguyen Giap,
Con esta gran victoria, esta vez no serán frustrados, como en 1954, luego de los acuerdos de Ginebra - y como consecuencia de la derrota del colonialismo francés- la independencia del pueblo vietnamita, su indivisibilidad territorial, y su derecho a edificar, con el socialismo, una sociedad justa, sin explotadores, nacionales o foráneos, ni explotados.
A muy pocas cuadras del antiguo palacio, desde la azotea y el patio de la embajada yanqui, salen despavoridos y en amarga estampida los helicópteros de la derrota. En escena dantesca, los impotentes pájaros de acero levantan vuelo y cargan en sus vientres hinchados la flor y nata de la excrecencia imperial: personal diplomático yanqui, Estado Mayor conjunto norteamericano-saigonés, testaferros sudvietnamitas de sus aparatos de espionaje, y la carroña de politicastros coloniales. Al imperialismo derrotado, de nada les sirvió, en 30 años de guerra, directa e indirecta, los superbombarderos B-52, los comandos especiales de Boinas Verdes, y la política sistemática de tierra arrasada, de guerra química y bacteriológica... De nada les sirvieron sus campos de concentración y exterminio. A pesar del genocidio, Vietnam venció.
Con la victoria de la Operación Ho Chi Minh, finalizaba la guerra. El pueblo, liberado del neocolonialismo y la guerra, tenía mucho que celebrar con esta gran victoria. Como un regalo de la historia al pueblo heroico, en pocas horas era 1º de Mayo. El pueblo vietnamita entero, de norte a sur, de Hanoi a Saigón, celebraba en las calles y las plazas, por primera vez el día internacional de las y los trabajadores, en su país totalmente liberado. Con la gloriosa victoria de la campaña de primavera, la celebración de este Primero de Mayo tenía especial significado: era el resultado del poder conquistado pocas horas antes, el 30 de abril, con la culminación de la gloriosa operación Ho Chi Minh, la victoria total del pueblo trabajador vietnamita conquistada al costo de una infinidad de sacrificios. Celebraban su victoria sobre los bombardeos incesantes de los B-52, los escuadrones de la muerte, los campos de concentración y el agente naranja. Enarbolaban el triunfo sobre el exterminio de 4 millones de sus hermanas y hermanos, obreros y campesinos. Era un ambiente festivo pero combativo y, sobre todo, proletario y por ende internacionalista. ¿Qué mejor que celebrar la victoria, la gloriosa Victoria, el Primero de Mayo, ese Primero de Mayo de la victoria, entre banderas rojas, fusiles y tanques, con la alegría y el coraje de todas las multitudes de varias generaciones que por su dignidad supieron vencer? Miguel Cruz Santos. Partido Comunista de Puerto Rico |
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Mensaje a los pueblos del mundo a través de la tricontinental che guevara — Document Transcript
- 1. abril 1967 Crear dos, tres… muchos Vietnam, es la consigna. Che Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz. José Martí Ya se han cumplido veintiún años desde el fin de la última conflagraciónmundial y diversas publicaciones, en infinidad de lenguas, celebran elacontecimiento simbolizado en la derrota del Japón. Hay un clima de apa-rente optimismo en muchos sectores de los dispares campos en que elmundo se divide. Veintiún años sin guerra mundial, en estos tiempos de confrontacionesmáximas, de choques violentos y cambios repentinos, parecen una ciframuy alta. Pero, sin analizar los resultados prácticos de esa paz por la quetodos nos manifestamos dispuestos a luchar (la miseria, la degradación,la explotación cada vez mayor de enormes sectores del mundo) cabe pre-guntarse si ella es real. No es la intención de estas notas historiar los diversos conflictos de ca-rácter local que se han sucedido desde la rendición del Japón, no es tam-poco nuestra tarea hacer el recuento, numeroso y creciente, de luchasciviles ocurridas durante estos años de pretendida paz. Bástenos ponercomo ejemplos contra el desmedido optimismo las guerras de Corea yVietnam. En la primera, tras años de lucha feroz, la parte norte del país quedó su-mida en la más terrible devastación que figure en los anales de la guerramoderna; acribillada a bombas; sin fábricas, escuelas u hospitales; sinningún tipo de habitación para albergar a diez millones de habitantes.En esta guerra intervinieron, bajo la fementida bandera de las NacionesUnidas, decenas de países conducidos militarmente por los Estados Uni-dos, con la participación masiva de soldados de esa nacionalidad y el uso,como carne de cañón, de la población sudcoreana enrolada. En el otro bando, el ejército y el pueblo de Corea y los voluntarios de la pagina 3
- 2. República Popular China contaron con el abastecimiento y asesoría delaparato militar soviético. Por parte de los norteamericanos se hicieron todaclase de pruebas de armas de destrucción, excluyendo las termonuclea-res pero incluyendo las bacteriológicas y químicas, en escala limitada. EnVietnam, se han sucedido acciones bélicas, sostenidas por las fuerzas pa-trióticas de ese país casi ininterrumpidamente contra tres potencias im-perialistas: Japón, cuyo poderío sufriera una caída vertical a partir de lasbombas de Hiroshima y Nagasaki; Francia, que recupera de aquel paísvencido sus colonias indochinas e ignoraba las promesas hechas en mo-mentos difíciles; y los Estados Unidos, en esta última fase de la contienda.Hubieron confrontaciones limitadas en todos los continentes, aun cuandoen el americano, durante mucho tiempo, sólo se produjeron conatos delucha de liberación y cuartelazos, hasta que la Revolución cubana diera suclarinada de alerta sobre la importancia de esta región y atrajera las irasimperialistas, obligándola a la defensa de sus costas en Playa Girón, pri-mero, y durante la Crisis de Octubre, después. Este último incidente pudo haber provocado una guerra de incalculablesproporciones, al producirse, en torno a Cuba, el choque de norteamerica-nos y soviéticos. Pero, evidentemente, el foco de contradicciones, en este momento,está radicado en los territorios de la península indochina y los países ale-daños. Laos y Vietnam son sacudidos por guerras civiles, que dejan de sertales al hacerse presente, con todo su poderío, el imperialismo nortea-mericano, y toda la zona se convierte en una peligrosa espoleta presta adetonar. En Vietnam la confrontación ha adquirido características de una agu-deza extrema. Tampoco es nuestra intención historiar esta guerra. Sim-plemente, señalaremos algunos hitos de recuerdo. En 1954, tras la derrota aniquilante de Dien-Bien-Phu, se firmaron losacuerdos de Ginebra, que dividían al país en dos zonas y estipulaban larealización de elecciones en un plazo de 18 meses para determinar quié-nes debían gobernar a Vietnam y cómo se reunificaría el país. Los norte-americanos no firmaron dicho documento, comenzando las maniobraspara sustituir al emperador Bao Dai, títere francés, por un hombre ade-cuado a sus intenciones. Este resultó ser Ngo Din Diem, cuyo trágico fin-el de la naranja exprimida por el imperialismo- es conocido de todos. En los meses posteriores a la firma del acuerdo, reinó el optimismo enel campo de las fuerzas populares. Se desmantelaron reductos de luchaantifrancesa en el sur del país y se esperó el cumplimiento de lo pactado.Pero pronto comprendieron los patriotas que no habría elecciones a pagina 4
- 3. menos que los Estados Unidos se sintieran capaces de imponer su vo-luntad en las urnas, cosa que no podía ocurrir, aun utilizando todos losmétodos de fraude de ellos conocidos. Nuevamente se iniciaron las luchas en el sur del país y fueron adqui-riendo mayor intensidad hasta llegar al momento actual, en que el ejércitonorteamericano se compone de casi medio millón de invasores, mientraslas fuerzas títeres disminuyen su número, y sobre todo, han perdido to-talmente la combatividad. Hace cerca de dos años que los norteamericanos comenzaron el bom-bardeo sistemático de la República Democrática de Vietnam en un intentomás de frenar la combatividad del sur y obligar a una conferencia desdeposiciones de fuerza. Al principio, los bombardeos fueron más o menosaislados y se revestían de la máscara de represalias por supuestas pro-vocaciones del norte. Después aumentaron en intensidad y método, hastaconvertirse en una gigantesca batida llevada a cabo por las unidades aé-reas de los Estados Unidos, día a día, con el propósito de destruir todovestigio de civilización en la zona norte del país. Es un episodio de la tris-temente célebre escalada. Las aspiraciones materiales del mundo yanqui se han cumplido enbuena parte a pesar de la denodada defensa de las unidades antiaéreasvietnamitas, de los más de 1.700 aviones derribados y de la ayuda delcampo socialista en material de guerra. Hay una penosa realidad: Vietnam, esa nación que representa las as-piraciones, las esperanzas de victoria de todo un mundo preterido, estátrágicamente solo. Ese pueblo debe soportar los embates de la técnicanorteamericana, casi a mansalva en el sur, con algunas posibilidades dedefensa en el norte, pero siempre solo. La solidaridad del mundo progre-sista para con el pueblo de Vietnam semeja a la amarga ironía que signi-ficaba para los gladiadores del circo romano el estímulo de la plebe. No setrata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte; acom-pañarlo a la muerte o la victoria. Cuando analizamos la soledad vietnamita nos asalta la angustia de estemomento ilógico de la humanidad. El imperialismo norteamericano es cul-pable de agresión; sus crímenes son inmensos y repartidos por todo elorbe. ¡Ya lo sabemos, señores! Pero también son culpables los que en elmomento de definición vacilaron en hacer de Vietnam parte inviolable delterritorio socialista, corriendo, sí, los riesgos de una guerra de alcancemundial, pero también obligando a una decisión a los imperialistas norte-americanos. Y son culpables los que mantienen una guerra de denuestosy zancadillas comenzada hace ya buen tiempo por los representantes de pagina 5
- 4. las dos más grandes potencias del campo socialista. Preguntemos, para lograr una respuesta honrada: ¿Está o no aisladoel Vietnam, haciendo equilibrios peligrosos entre las dos potencias enpugna? Y ¡qué grandeza la de ese pueblo! ¡Qué estoicismo y valor, el de esepueblo! Y qué lección para el mundo entraña esa lucha. Hasta dentro de mucho tiempo no sabremos si el presidente Johnsonpensaba en serio iniciar algunas de las reformas necesarias a un pueblo-para limar aristas de las contradicciones de clase que asoman con fuerzaexplosiva y cada vez más frecuentemente. Lo cierto es que las mejorasanunciadas bajo el pomposo título de lucha por la gran sociedad han caídoen el sumidero de Vietnam. El más grande de los poderes imperialistas siente en sus entrañas eldesangramiento provocado por un país pobre y atrasado y su fabulosaeconomía se resiente del esfuerzo de guerra. Matar deja de ser el máscómodo negocio de los monopolios. Armas de contención, y no en nú-mero suficiente, es todo lo que tienen estos soldados maravillosos, ade-más del amor a su patria, a su sociedad y un valor a toda prueba. Pero elimperialismo se empantana en Vietnam, no halla camino de salida y buscadesesperadamente alguno que le permita sortear con dignidad este peli-groso trance en que se ve. Mas los «cuatro puntos» del norte y «los cinco»del sur lo atenazan, haciendo aún más decidida la confrontación. Todo parece indicar que la paz, esa paz precaria a la que se ha dadotal nombre, sólo porque no se ha producido ninguna conflagración de ca-rácter mundial, está otra vez en peligro de romperse ante cualquier pasoirreversible e inaceptable, dado por los norteamericanos. Y, a nosotros,explotados del mundo, ¿cuál es el papel que nos corresponde? Los pue-blos de tres continentes observan y aprenden su lección en Vietnam. Yaque, con la amenaza de guerra, los imperialistas ejercen su chantaje sobrela humanidad, no temer la guerra, es la respuesta justa. Atacar dura e in-interrumpidamente en cada punto de confrontación, debe ser la tácticageneral de los pueblos. Pero, en los lugares en que esta mísera paz que sufrimos no ha sidorota, ¿cuál será nuestra tarea? Liberarnos a cualquier precio. El panorama del mundo muestra una gran complejidad. La tarea de laliberación espera aún a países de la vieja Europa, suficientemente des-arrollados para sentir todas las contradicciones del capitalismo, pero tandébiles que no pueden ya seguir el rumbo del imperialismo o iniciar esa pagina 6
- 5. ruta. Allí las contradicciones alcanzarán en los próximos años carácter ex-plosivo, pero sus problemas y, por ende, la solución de los mismos son di-ferentes a la de nuestros pueblos dependientes y atrasadoseconómicamente. El campo fundamental de la explotación del imperialismo abarca lostres continentes atrasados, América, Asia y Africa. Cada país tiene carac-terísticas propias, pero los continentes, en su conjunto, también las pre-sentan. América constituye un conjunto más o menos homogéneo y en la casitotalidad de su territorio los capitales monopolistas norteamericanos man-tienen una primacía absoluta. Los gobiernos títeres o, en el mejor de loscasos, débiles y medrosos, no pueden oponerse a las órdenes del amoyanqui. Los norteamericanos han llegado casi al máximo de su domina-ción política y económica, poco más podrían avanzar ya; cualquier cam-bio de la situación podría convertirse en un retroceso en su primacía. Supolítica es mantener lo conquistado. La línea de acción se reduce en elmomento actual, al uso brutal de la fuerza para impedir movimientos de li-beración, de cualquier tipo que sean. Bajo el slogan, «no permitiremos otra Cuba», se encubre la posibilidadde agresiones a mansalva, como la perpretada contra Santo Domingo o,anteriormente, la masacre de Panamá, y la clara advertencia de que lastropas yanquis están dispuestas a intervenir en cualquier lugar de Américadonde el orden establecido sea alterado, poniendo en peligro sus intere-ses. Es política cuenta con una impunidad casi absoluta; la OEA es unamáscara cómoda, por desprestigiada que esté; la ONU es de una inefi-ciencia rayana en el ridículo o en lo trágico, los ejércitos de todos los pa-íses de América están listos a intervenir para aplastar a sus pueblos. Seha formado, de hecho, la internacional del crimen y la traición. Por otra parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capaci-dad de oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo formansu furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura derevolución. Asia es un continente de características diferentes. Las luchas de libe-ración contra una serie de poderes coloniales europeos, dieron por resul-tado el establecimiento de gobiernos más o menos progresistas, cuyaevolución posterior ha sido, en algunos casos, de profundización de losobjetivos primarios de la liberación nacional y en otros de reversión haciaposiciones proimperialistas. pagina 7
- 6. Desde el punto de vista económico, Estados Unidos tenía poco queperder y mucho que ganar en Asia. Los cambios le favorecen; se lucha pordesplazar a otros poderes neocoloniales, penetrar nuevas esferas de ac-ción en el campo económico, a veces directamente, otras utilizando alJapón. Pero existen condiciones políticas especiales, sobre todo en la penín-sula indochina, que le dan características de capital importancia al Asia yjuegan un papel importante en la estrategia militar global del imperialismonorteamericano. Este ejerce un cerco a China a través de Corea del Sur,Japón, Taiwan, Vietnam del Sur y Tailandia, por lo menos. Esa doble situación: un interés estratégico tan importante como el cercomilitar a la República Popular China y la ambición de sus capitales por pe-netrar esos grandes mercados que todavía no dominan, hacen que el Asiasea uno de los lugares más explosivos del mundo actual, a pesar de laaparente estabilidad fuera del área vietnamita. Perteneciendo geográficamente a este continente, pero con sus pro-pias contradicciones, el Oriente Medio está en plena ebullición, sin quese pueda prever hasta dónde llegará esa guerra fría entre Israel, respal-dada por los imperialistas, y los países progresistas de la zona. Es otro delos volcanes amenazadores del mundo. El Africa ofrece las características de ser un campo casi virgen para lainvasión neocolonial. Se han producido cambios que, en alguna medida,obligaron a los poderes neocoloniales a ceder sus antiguas prerrogativasde carácter absoluto. Pero, cuando los procesos se llevan a cabo ininte-rrumpidamente, al colonialismo sucede, sin violencia, un neocolonialismode iguales efectos en cuanto a la dominación económica se refiere. Esta-dos Unidos no tenía colonias en esta región y ahora lucha por penetrar enlos antiguos cotos cerrados de sus socios. Se puede asegurar que Africaconstituye, en los planes estratégicos del imperialismo norteamericano,su reservorio a largo plazo; sus inversiones actuales sólo tienen impor-tancia en la Unión Sudafricana y comienza su penetración en el Congo, Ni-geria y otros países, donde se inicia una violenta competencia (concarácter pacífico hasta ahora) con otros poderes imperialistas. No tiene todavía grandes intereses que defender salvo su pretendidoderecho a intervenir en cada lugar del globo en que sus monopolios olfa-teen buenas ganancias o la existencia de grandes reservas de materiasprimas. Todos estos antecedentes hacen lícito el planteamiento interro-gante sobre las posibilidades de liberación de los pueblos a corto o me-diano plazo. pagina 8
- 7. Si analizamos el Africa veremos que se lucha con alguna intensidad enlas colonias portuguesas de Guinea, Mozambique y Angola, con particu-lar éxito en la primera y con éxito variable en las dos restantes. Que to-davía se asiste a la lucha entre los sucesores de Lumumba y los viejoscómplices de Tshombe en el Congo, lucha que, en el momento actual, pa-rece inclinarse a favor de los últimos, los que han «pacificado» en su pro-pio provecho una gran parte del país, aunque la guerra se mantengalatente. En Rhodesia el problema es diferente: el imperialismo británico utilizótodos los mecanismos a su alcance para entregar el poder a la minoríablanca que lo detenta actualmente. El conflicto, desde el punto de vista deInglaterra, es absolutamente antioficial, sólo que esta potencia, con su ha-bitual habilidad diplomática -también llamada hipocresía en buen ro-mance- presenta una fachada de disgustos ante las medidas tomadas porel gobierno de Ian Smith, y es apoyada en su taimada actitud por algunosde los países del Commonwealth que la siguen, y atacada por una buenaparte de los países del Africa Negra, sean o no dóciles vasallos económi-cos del imperialismo inglés. En Rhodesia la situación puede tornarse sumamente explosiva si cris-talizaran los esfuerzos de los patriotas negros para alzarse en armas yeste movimiento fuera apoyado efectivamente por las naciones africanasvecinas. Pero por ahora todos los problemas se ventilan en organismostan inicuos como la ONU, el Commonwealth o la OUA. Sin embargo, la evolución política y social del Africa no hace prever unasituación revolucionaria continental. Las luchas de liberación contra losportugueses deben terminar victoriosamente, pero Portugal no significanada en la nómina imperialista. Las confrontaciones de importancia revo-lucionaria son las que ponen en jaque a todo el aparato imperialista, aun-que no por eso dejemos de luchar por la liberación de las tres coloniasportuguesas y por la profundización de sus revoluciones. Cuando las masas negras de Sudáfrica o Rhodesia inicien su auténticalucha revolucionaria, se habrá iniciado una nueva época en el Africa. O,cuando las masas empobrecidas de un país se lancen a rescatar su de-recho a una vida digna, de las manos de las oligarquías gobernantes. Hasta ahora se suceden los golpes cuartelarios en que un grupo de ofi-ciales reemplaza a otro o a un gobernante que ya no sirva a sus interesesde casta y a los de las potencias que los manejan solapadamente, pero nohay convulsiones populares. En el Congo se dieron fugazmente estas ca-racterísticas impulsadas por el recuerdo de Lumumba, pero han ido per-diendo fuerza en los últimos meses. pagina 9
- 8. En Asia, como vimos, la situación es explosiva, y no son sólo Vietnamy Laos, donde se lucha, los puntos de fricción. También lo es Cambodia,donde en cualquier momento puede iniciarse la agresión directa nortea-mericana, Tailandia, Malasia y, por supuesto, Indonesia, donde no pode-mos pensar que se haya dicho la última palabra pese al aniquilamientodel Partido Comunista de ese país, al ocupar el poder los reaccionarios.Y, por supuesto, el Oriente Medio. En América Latina se lucha con las armas en la mano en Guatemala,Colombia, Venezuela y Bolivia y despuntan ya los primeros brotes en Bra-sil. Hay otros focos de resistencia que aparecen y se extinguen. Pero casitodos los países de este continente están maduros para una lucha de tipotal, que para resultar triunfante, no puede conformarse con menos que lainstauración de un gobierno de corte socialista. En este continente se habla prácticamente una lengua, salvo el casoexcepcional del Brasil, con cuyo pueblo los de habla hispana pueden en-tenderse, dada la similitud de ambos idiomas. Hay una identidad tangrande entre las clases de estos países que logran una identificación detipo «internacional americano», mucho más completa que en otros conti-nentes. Lengua, costumbres, religión, amo común, los unen. El grado y lasformas de explotación son similares en sus efectos para explotadores yexplotados de una buena parte de los países de nuestra América. Y la re-belión está madurando aceleradamente en ella. Podemos preguntarnos: esta rebelión, ¿cómo fructificará?; ¿de qué tiposerá? Hemos sostenido desde hace tiempo, que dadas sus característicassimilares, la lucha en América adquirirá, en su momento, dimensiones con-tinentales. Será escenario de muchas grandes batallas dadas por la hu-manidad para su liberación. En el marco de esa lucha de alcance continental, las que actualmentese sostienen en forma activa son sólo episodios, pero ya han dado losmártires que figurarán en la historia americana como entregando su cuotade sangre necesaria en esta última etapa de la lucha por la libertad plenadel hombre. Allí figurarán los nombres del comandante Turcios Lima, delcura Camilo Torres, del comandante Fabricio Ojeda, de los comandantesLobatón y Luis de la Puente Uceda, figuras principalísimas en los movi-mientos revolucionarios de Guatemala, Colombia, Venezuela y Perú. Pero la movilización activa del pueblo crea sus nuevos dirigentes: CésarMontes y Yon Sosa levantan la bandera en Guatemala, Fabio Vázquez yMarulanda lo hacen en Colombia, Douglas Bravo en el occidente del paísy Américo Martín en El Bachiller, dirigen sus respectivos frentes en Vene-zuela. pagina 10
- 9. Nuevos brotes de guerra surgirán en estos y otros países americanos,como ya ha ocurrido en Bolivia, e irán creciendo, con todas las vicisitudesque entraña este peligroso oficio de revolucionario moderno. Muchos mo-rirán víctimas de sus errores, otros caerán en el duro combate que se ave-cina; nuevos luchadores y nuevos dirigentes surgirán al calor de la lucharevolucionaria. El pueblo irá formando sus combatientes y sus conducto-res en el marco selectivo de la guerra misma, y los agentes yanquis de re-presión aumentarán. Hoy hay asesores en todos los países donde la luchaarmada se mantiene y el ejército peruano realizó, al parecer, una exitosabatida contra los revolucionarios de ese país, también asesorado y entre-nado por los yanquis. Pero si los focos de guerra se llevan con suficientedestreza política y militar, se harán prácticamente imbatibles y exigiránnuevos envíos de los yanquis. En el propio Perú, con tenacidad y firmeza,nuevas figuras aún no completamente conocidas, reorganizan la luchaguerrillera. Poco a poco, las armas obsoletas que bastan para la represiónde pequeñas bandas armadas, irán convirtiéndose en armas modernas ylos grupos de asesores en combatientes norteamericanos, hasta que, enun momento dado, se vean obligados a enviar cantidades crecientes detropas regulares para asegurar la relativa estabilidad de un poder cuyoejército nacional títere se desintegra ante los combates de las guerrillas.Es el camino de Vietnam; es el camino que deben seguir los pueblos; esel camino que seguirá América, con la característica especial de que losgrupos en armas pudieran formar algo así como Juntas de Coordinaciónpara hacer más difícil la tarea represiva del imperialismo yanqui y facilitarla propia causa. América, continente olvidado por las últimas luchas políticas de libera-ción, que empieza a hacerse sentir a través de la Tricontinental en la vozde la vanguardia de sus pueblos, que es la Revolución cubana, tendráuna tarea de mucho mayor relieve: la de la creación del segundo o tercerVietnam o del segundo y tercer Vietnam del mundo. En definitiva, hay que tener en cuenta que el imperialismo es un sistemamundial, última etapa del capitalismo, y que hay que batirlo en una granconfrontación mundial. La finalidad estratégica de esa lucha debe ser ladestrucción del imperialismo. La participación que nos toca a nosotros,los explotados y atrasados del mundo, es la de eliminar las bases de sus-tentación del imperialismo: nuestros pueblos oprimidos, de donde extraencapitales, materias primas, técnicos y obreros baratos y a donde exportannuevos capitales -instrumentos de dominación-, armas y toda clase de ar-tículos, sumiéndonos en una dependencia absoluta. El elemento funda-mental de esa finalidad estratégica será, entonces, la liberación real delos pueblos; liberación que se producirá, a través de lucha armada, en lamayoría de los casos, y que tendrá, en América, casi indefectiblemente,la propiedad de convertirse en una revolución socialista. pagina 11
- 10. Al enfocar la destrucción del imperialismo, hay que identificar a su ca-beza, la que no es otra que los Estados Unidos de Norteamérica. Debemos realizar una tarea de tipo general que tenga como finalidadtáctica sacar al enemigo de su ambiente obligándolo a luchar en lugaresdonde sus hábitos de vida choquen con la realidad imperante. No se debedespreciar al adversario; el soldado norteamericano tiene capacidad téc-nica y está respaldado por medios de tal magnitud que lo hacen temible.Le falta esencialmente la motivación ideológica, que tienen en grado sumosus más enconados rivales de hoy: los soldados vietnamitas. Solamentepodremos triunfar sobre ese ejército en la medida en que logremos minarsu moral. Y ésta se mina infligiéndole derrotas y ocasionándole sufri-mientos repetidos. Pero este pequeño esquema de victorias encierra dentro de sí sacrifi-cios inmensos de los pueblos, sacrificios que debe exigirse desde hoy, ala luz del día, y que quizás sean menos dolorosos que los que debieronsoportar si rehuyéramos constantemente el combate, para tratar de queotros sean los que nos saquen las castañas del fuego. Claro que, el último país en liberarse, muy probablemente lo hará sinlucha armada, y los sufrimientos de una guerra larga y tan cruel como laque hacen los imperialistas, se le ahorrarán a ese pueblo. Pero tal vezsea imposible eludir esa lucha o sus efectos, en una contienda de carác-ter mundial y se sufra igual o más aún. No podemos predecir el futuro,pero jamás debemos ceder a la tentación claudicante de ser los abande-rados de un pueblo que anhela su libertad, pero reniega de la lucha queésta conlleva y la espera como un mendrugo de victoria. Es absolutamente justo evitar todo sacrificio inútil. Por eso es tan im-portante el esclarecimiento de las posibilidades efectivas que tiene la Amé-rica dependiente de liberarse en formas pacíficas. Para nosotros está clarala solución de este interrogante; podrá ser o no el momento actual el indi-cado para iniciar la lucha, pero no podemos hacernos ninguna ilusión, nitenemos derecho a ello de lograr la libertad sin combatir. Y los combatesno serán meras luchas callejeras de piedras contra gases lacrimógenos,ni de huelgas generales pacíficas; ni será la lucha de un pueblo enfurecidoque destruya en dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquíasgobernantes; será una lucha larga, cruenta, donde su frente estará en losrefugios guerrilleros, en las ciudades, en las casas de los combatientes -donde la represión irá buscando víctimas fáciles entre sus familiares- enla población campesina masacrada, en las aldeas o ciudades destruidaspor el bombardeo enemigo. Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que prepararla y deci- pagina 12
- 11. dirse a emprenderla. Los comienzos no serán fáciles; serán sumamente difíciles. Toda la ca-pacidad de represión, toda la capacidad de brutalidad y demagogia de lasoligarquías se pondrá al servicio de su causa. Nuestra misión, en la pri-mera hora, es sobrevivir, después actuará el ejemplo perenne de la gue-rrilla realizando la propaganda armada en la acepción vietnamita de lafrase, vale decir, la propaganda de los tiros, de los combates que se ganano se pierden, pero se dan, contra los enemigos. La gran enseñanza de la invencibilidad de la guerrilla prendiendo enlas masas de los desposeídos. La galvanización del espíritu nacional, lapreparación para tareas más duras, para resistir represiones más violen-tas. El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que im-pulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierteen una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros sol-dados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre unenemigo brutal. Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, asus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minutode tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aun den-tro de los mismos: atacarlo dondequiera que se encuentre; hacerlo sentiruna fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá de-cayendo. Se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos del decaimientoque asoma. Y que se desarrolle un verdadero internacionalismo proletario; con ejér-citos proletarios internacionales, donde la bandera bajo la que se luchesea la causa sagrada de la redención de la humanidad, de tal modo quemorir bajo las enseñas de Vietnam, de Venezuela, de Guatemala, de Laos,de Guinea, de Colombia, de Bolivia, de Brasil, para citar sólo los escena-rios actuales de la lucha armada sea igualmente glorioso y apetecible paraun americano, un asiático, un africano y, aun, un europeo. Cada gota de sangre derramada en un territorio bajo cuya bandera nose ha nacido, es experiencia que recoge quien sobrevive para aplicarlaluego en la lucha por la liberación de su lugar de origen. Y cada pueblo quese libere, es una fase de la batalla por la liberación del propio pueblo quese ha ganado. Es la hora de atemperar nuestras discrepancias y ponerlo todo al ser- pagina 13
- 12. vicio de la lucha. Que agitan grandes controversias al mundo que lucha por la libertad, losabemos todos y no lo podemos esconder. Que han adquirido un carác-ter y una agudeza tales que luce sumamente difícil, si no imposible, el diá-logo y la conciliación, también lo sabemos. Buscar métodos para iniciar undiálogo que los contendientes rehuyen es una tarea inútil. Pero el ene-migo está allí, golpea todos los días y amenaza con nuevos golpes y esosgolpes nos unirán, hoy, mañana o pasado. Quienes antes lo capten y sepreparen a esa unión necesaria tendrán el reconocimiento de los pueblos. Dadas las virulencias e intransigencias con que se defiende cadacausa, nosotros, los desposeídos, no podemos tomar partido por una uotra forma de manifestar las discrepancias, aun cuando coincidamos aveces con algunos planteamientos de una u otra parte, o en mayor medidacon los de una parte que con los de la otra. En el momento de la lucha, laforma en que se hacen visibles las actuales diferencias constituyen unadebilidad; pero en el estado en que se encuentran, querer arreglarlas me-diante palabras es una ilusión. La historia las irá borrando o dándoles suverdadera explicación. En nuestro mundo en lucha, todo lo que sea discrepancia en torno a latáctica, método de acción para la consecución de objetivos limitados, debeanalizarse con el respeto que merecen las apreciaciones ajenas. Encuanto al gran objetivo estratégico, la destrucción total del imperialismopor medio de la lucha, debemos ser intransigentes. Sinteticemos así nuestras aspiraciones de victoria: destrucción del im-perialismo mediante la eliminación de su baluarte más fuerte: el dominioimperialista de los Estados Unidos de Norteamérica. Tomar como funcióntáctica la liberación gradual de los pueblos, uno a uno o por grupos, lle-vando al enemigo a una lucha difícil fuera de su terreno; liquidándole susbases de sustentación, que son territorios dependientes. Eso significa una guerra larga. Y, lo repetimos una vez más, una gue-rra cruel. Que nadie se engañe cuando la vaya a iniciar y que nadie vacileen iniciarla por temor a los resultados que pueda traer para su pueblo. Escasi la única esperanza de victoria. No podemos eludir el llamado de la hora. Nos lo enseña Vietnam consu permanente lección de heroísmo, su trágica y cotidiana lección de luchay de muerte para lograr la victoria final. Allí, los soldados del imperialismo encuentran la incomodidad de quien,acostumbrado al nivel de vida que ostenta la nación norteamericana, tiene pagina 14
- 13. que enfrentarse con la tierra hostil; la inseguridad de quien no puede mo-verse sin sentir que pisa territorio enemigo; la muerte a los que avanzanmás allá de sus reductos fortificados, la hostilidad permanente de toda lapoblación. Todo eso va provocando la repercusión interior en los EstadosUnidos; va haciendo surgir un factor atenuado por el imperialismo en plenovigor, la lucha de clases aun dentro de su propio territorio. ¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si dos, tres,muchos Vietnam florecieran en la superficie del globo, con su cuota demuerte y sus tragedias inmensas, con su heroísmo cotidiano, con sus gol-pes repetidos al imperialismo, con la obligación que entraña para éste dedispersar sus fuerzas, bajo el embate del odio creciente de los pueblosdel mundo! Y si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nuestros golpes fue-ran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los pueblosen lucha fuera aún más efectiva, ¡qué grande sería el futuro, y qué cer-cano! Si a nosotros, los que en un pequeño punto del mapa del mundo cum-plimos el deber que preconizamos y ponemos a disposición de la luchaeste poco que nos es permitido dar: nuestras vidas, nuestro sacrificio, nostoca alguno de estos días lanzar el último suspiro sobre cualquier tierra,ya nuestra, regada con nuestra sangre, sépase que hemos medido el al-cance de nuestros actos y que no nos consideramos nada más que ele-mentos en el gran ejército del proletariado, pero nos sentimos orgullososde haber aprendido de la Revolución cubana y de su gran dirigente má-ximo la gran lección que emana de su actitud en esta parte del mundo:«qué importan los peligros o sacrificios de un hombre o de un pueblo,cuando está en juego el destino de la humanidad.» Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y unclamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del génerohumano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nossorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito deguerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda paraempuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los can-tos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra yde victoria. pagina 15
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