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General: CHINA ....ALGUNOS ASPECTOS EN RELACIÓN CON LA CRISIS MUNDIAL .-
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Resposta  Missatge 1 de 1 del tema 
De: Ruben1919  (Missatge original) Enviat: 14/06/2012 21:00
Partes de una entrevista a Rafael Poch de Feliu por Salvador López a.-
 

Pregunta: La crisis golpea con especial fuerza en países considerados hasta hace

relativamente muy poco tiempo «sociedades sólidas y fuertemente desarrolladas».

Usted que ha sido corresponsal en Rusia y China, ¿cree que estos dos países, que

forman parte de los BRICS, están también en crisis?

Respuesta:

 

 

Nº 117 2012, pp. 173-184

de relaciones ecosociales y cambio global

Entrevista

174

Los BRICS contienen realidades tan diferentes como las de Rusia y China. Rusia tiene

la enorme ventaja de su óptima relación entre población y recursos, de lo que se deriva un

gran potencial de autosuficiencia y autonomía. China lo tiene todo en contra desde ese

punto de vista: tiene la relación más crítica entre (mucha) población y (pocos) recursos. Una

gran exposición a los vaivenes de la economía global, una gran vulnerabilidad. Su situación

es crítica. Ningún país del mundo concentra como China los problemas de la crisis global.

Dicho esto, China es un país mucho mejor gobernado que Rusia. Sus dirigentes son, seguramente,

los más conscientes de la fragilidad que gobiernan. Tienen pensamiento estratégico,

planifican a largo plazo y tienen mayor capacidad de gobierno, de llevar al país en un

sentido o en otro, que los occidentales. En sus relaciones internacionales, incluido el ámbito

militar, son prudentes. Desde luego todo eso no es una garantía de éxito. Simplemente

matiza su crítica situación. Así, la paradoja para ambos países es que, hoy por hoy, estando

China objetivamente mucho más expuesta a la crisis, es Rusia la que tiene más probabilidades

de sufrir convulsiones sociales y políticas a corto y medio plazo.

Pregunta: Pero si me permite, en los ambientes de izquierda –hay excepciones

desde luego, pienso en Losurdo, por ejemplo–, aun admitiendo lo que acaba de señalar

sobre la política internacional de la República Popular de China, no se suele hablar

muy bien del desarrollo económico y político del país asiático. Se considera que en

China rige sin bridas un capitalismo salvaje que genera grandes desigualdades, nada

que ver con ninguna noción consistente de socialismo por demediada que esta sea,

y que el Partido Comunista que dirige el país se ha convertido –como ocurrió en otras

experiencias históricas– en una casta, densamente poblada de empresarios sin entrañas,

que tiene como finalidades centrales la acumulación de poder y beneficios particulares.

La situación social, la vida de las clases trabajadoras chinas importa muy

poco en su apuesta.

Respuesta:

 

 

mainstream

 

Entrevista

 

 

Entrevista a Rafael Poch-de-Feliu

Respecto al debate sobre el carácter malvado del capitalismo chino o de si queda algo

de “socialista” en China, como periodista me aburre un poco y me parece estéril. El sistema

chino, su economía, está inserto hasta el cuello en una economía global capitalista de la

que, como fabricante de productos baratos con poco valor añadido, es muy dependiente. Al

mismo tiempo, en China hay dos datos importantes muy poco “capitalistas”.

Pregunta: ¿Qué dos datos muy poco “capitalistas” son esos?

Respuesta:

 

 

Nº 117 2012, pp. 173-184

de relaciones ecosociales y cambio global

Entrevista

176

tabilidad nacieron la recuperación del concepto confucioniano de «pequeño bienestar»

(Xiakoang) y la retórica de la «sociedad armoniosa» que tienen una sonoridad socializante.

China se propone ahora crear un sistema de seguridad social para su enorme población,

una labor extraordinaria. Si en los noventa realizaba experimentos capitalistas en ciertas

regiones, ahora hay experimentos “sociales” como el de Chongqing, que recuperan cierto

discurso maoísta nivelador... Todo eso, unido a la supremacía de lo político, al control que

el partido tiene de las finanzas (el jefe del Banco central es nombrado por el partido y los

jefes de los principales bancos son miembros del comité central), permite al régimen un control

de la situación y una capacidad de juego mayor que la que existe en Occidente...

Insisto, China es un país que ha protagonizado enormes cambios de línea en su historia

reciente. Si fuera necesario, creo que podría volverse a poner el uniforme maoísta, no

para hacer la política de los años sesenta, pero sí para cambiar radicalmente de línea...

Dicho esto, regreso a lo que me parece más importante: que el país presenta las contradicciones

planetarias en su máxima concentración. Si el crecimiento se detiene, el país puede

inaugurar un nuevo «gran desorden»

 

(da luan), un concepto chino parecido al ruso de

que describe las etapas de caos que jalonan su historia. Que sus dirigentes sean conscientes

de la fragilidad que gobiernan, no significa que vayan a tener éxito. Y un último apunte…

Pregunta: Adelante con él.

Respuesta:

 

 

Wall Street Journal o el Financial Times

 

 

, subidas de salarios,

 

mayor margen de actividad sindical y mayor atención a los intereses campesinos. Pero

China es un mundo en el que conviven situaciones y procesos muy contradictorios. Una de las

preguntas del siglo es, sin duda, la de los movimientos sociales en China, especialmente el

movimiento de los obreros, la mayor clase obrera del mundo, y de los campesinos.

 

 

Contra lo que se cree, la sociedad china es enormemente rebelde. Hasta ahora

 

los movimientos sociales, obreros y campesinos, en China han sido algo esporádico y descentralizado,

no conectados entre sí. Cuando aparecen, el sistema intenta usar más la mano derecha

que la represión, aunque haya cuadros de represión muy crudos. En los últimos años ha

habido, además de la crónica de explotación y opresión a la que son tan sensibles medios de

comunicación tan “sociales” como el

 

 

smuta

 

En primer lugar el Estado chino no pertenece a los ricos ni a los capitalistas,

 

sino que estos son siervos del primero. No tiene nada que ver con “justicia”, con “mejor”

o “peor”, pero es diferente. El Estado no está subordinado a los capitalistas chinos, sino al

revés. Eso es un hecho.

En segundo lugar, la mayoría de la población, los campesinos, vive inserta en un sistema

cuyo centro es el acceso igualitario a la tierra, lo que contradice uno de los principios

esenciales del capitalismo: el de que los productores pierden por completo el control sobre

los medios de producción. Pero si en ese sentido China no es “capitalista”, eso no quiere

decir que sea “socialista”. Me parece que los “ismos” explican poco y mal el sistema chino.

Para comprenderlo es más recomendable atender a dos cosas: la propia tradición china y

la lógica de los países en desarrollo, su intento de salir del agujero.

El sistema chino tiene por objetivo afirmar una China próspera y estable en clave china.

En ese objetivo caben diferentes “ismos”. Eso lo hemos visto en la historia reciente, desde

el colectivismo maoísta hasta el neoliberalismo de Deng Xioping y Jiang Zemin, unos zigzags

incomprensibles pero que están claramente unidos por ese propósito pragmático. Si

nos metemos en él, veremos que China fue el único país que era consciente de su crítica

posición en la globalización antes de la aparición de la crisis. En 2002, cuando llegué a

Pekín, sus dirigentes ya pensaban en cambiar, o enmendar, el modelo neoliberal americanoide

de Jiang Zemin: en pasar de un modelo puramente exportador, muy dependiente del

mercado global y expuesto a sus vaivenes, a un tipo de desarrollo más endógeno y basado

en el consumo interno. Para ello era necesario invertir más en la población pobre, para que

ésta pudiera consumir y alimentar el nuevo esquema con su consumo y su gasto.

También había conciencia de que con la enorme desigualdad creada no habría estabilidad

a medio y largo plazo. Y la estabilidad es un norte del régimen chino, que yo defino

como un despotismo benevolente y como una dictadura que es a la vez un “sistema abierto”,

pues en su misma identidad esa dictadura incluye el reconocimiento de su profunda

imperfección, algo muy diferente no solo del sistema soviético anterior a Gorbachov, sino

también de nuestras democracias. Bien, en cualquier caso, de aquella conciencia de ines-

 

175

 

mediático. La expansión

 

desarrollista china evidencia, en última instancia, la inviabilidad de la economía mundial

inventada por Occidente. Los éxitos chinos de los últimos treinta años se han realizado

sobre modelos en crisis, lo que contiene más certezas que sospechas de que hay muchos

desastres incluidos en ellos. Lo que afirmo es que si los chinos logran salir de la crisis antropogénica,

de la crisis de civilización mundial, pese a su manifiesta desventaja en población,

recursos, etc., entonces quiere decir que todos los demás podemos salir de ella. Esa es la

gran «Actualidad de China», que da título a mi libro.

 

 

China contiene realidades que permiten pintarlo todo muy negro, pero también

 

tiene algunas virtudes muy importantes. Mi libro sobre China intenta presentar la realidad

compleja de un país que es paradigma de la crisis mundial, algo que me parece más

realista y adecuado que recrearse en las leyendas de la «nueva amenaza china» y la «próxima

superpotencia hegemónica», que nos vende el

 

Evidentemente de esa crisis planetaria, de civilización podríamos decir, no

 

escapa nadie, aunque no afecte a todos por igual. En un sentido más conciso, la “crisis” ha

sido el medio ambiente “natural” en el que han vivido centenares de millones de seres humanos

en el tercer mundo. Los pobres del mundo nunca tuvieron vida sin crisis. Tuvieron problemas

de alimentación, de escolarización, de sanidad, de trabajo y también son los que

más sufren el deterioro ambiental... Efectivamente, lo nuevo es que ahora algo de eso también

se nota en los países centrales que son sociedades de clases.



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