Un ejemplo son Manos, estudiante de 22 años, y su padre, Iosef, jubilado de 64 años. Ambos votaron con la esperanza de "un cambio para el país" en un colegio electoral de Kukaki, un céntrico barrio ateniense de clase media venida a menos. Un deseo común expresado de forma totalmente diferente: Iosef apostó por los conservadores de Nueva Democracia -"el único partido que puede cambiar la situación y mejorar la economía"- y su hijo por el minoritario Izquierda Anticapitalista -"los más dispuestos a cambiar este país, aunque no entren en el Parlamento"-.
Mucho tienen que decir también los medios de comunicación y los líderes europeos, que han convertido los comicios en una batalla por la permanencia de Grecia en el euro o su vuelta al dracma.
El mundo entero se muerde las uñas a la espera de que los colegios electorales griegos cierren hoy a las 19.00 horas (las 18.00 en España) y comience el recuento de las papeletas. Un total de 9,8 millones de ciudadanos están llamados a votar en unas elecciones generales en las que está en juego nada menos que el futuro de Grecia, de toda la eurozona y hasta de la economía mundial.
Se trata de los segundos comicios que el país heleno celebra en poco más de un mes, después de que los primeros arrojaran un resultado que hacía matemáticamente imposible formar un Gobierno.
El resultado es absolutamente incierto. Sobre todo, porque ayer mismo se calculaba que había unos 700.000 votantes que aún no habían decidido a quién apoyar: si a Nueva Democracia, el partido conservador que se presenta como pro europeísta, o a Syriza, la coalición de izquierda radical que aboga por hacer pedazos las medidas de austeridad acordadas por Grecia con la UE a cambio de los dos rescates recibidos.
Europa apremia
Antonis Samaras, el líder de Nueva Democracia, ya ha introducido su voto en la urna en Pilos, ciudad de la península del Peloponeso. Allí ha hablado con la prensa y ha pronosticado el "comienzo de una nueva era". Durante su campaña ha insistido en renegociar el pacto alcanzado con la UE.
Alexis Tsipras, el líder de Syriza que a sus 37 años se ha convertido en la nueva estrella de la política griega, defiende la permanencia de Grecia en el euro pero al mismo tiempo pretende tirar a la basura los dos acuerdos impuestos por la UE a Atenas a cambio de prestarle dinero. Tras ejercer su derecho al voto ha dicho: "Hemos derrotado al miedo. Hoy abrimos un camino de esperanza. Una Grecia que será un socio igualitario en una Europa que está cambiando".
La lucha por la victoria se presenta, según los sondeos, muy reñida. Las últimas encuestas dan a los dos partidos prácticamente empatados con entre el 25 y el 30% de los votos, lo que significa que gane quien gane para poder gobernar deberá recurrir impepinablemente a formar un Ejecutivo de coalición.
Pero el tiempo apremia. Según los acuerdos suscritos, antes del próximo día 30 el Parlamento griego debe aprobar nuevos recortes por valor de 11.000 millones de euros. Si no lo hace, Europa podría bloquear el pago a Atenas de una nueva entrega del préstamo, lo que significaría que el próximo mes de julio el país heleno podría quedarse sin dinero para pagar las pensiones y los sueldos de los funcionarios.
Incidentes
El caluroso domingo electoral heleno está siendo en general tranquilo en la mayor parte del país. Dos sucesos han marcado la jornada: el lanzamiento de dos granadas que no hicieron explosión sobre la sede de grupo de comunicación conservador y un incendio desatado en una zona vacacional del sur de Atenas
A las 5:15 de la mañana, una llamada telefónica alertaba a los miembros de la sede del grupo mediático Neo Faliro, donde están las redacciones del diario 'Kathimerin' y el canal 'Skai', para advertirles de que habría una explosión en un corto período de tiempo. La policía no encontró nada entonces. Sobre las 13.00 horas un empleado encontró una granada, avisó a la seguridad y se evacuó el edificio.
El atentado ha sido relacionado con miembros de la extrema izquierda, por ser este grupo de comunicación uno de sus objetivos predilectos. Inmediatamente propició una reacción de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) condenando el intento de atentado: "La granada lanzada contra 'Skai' es un acto muy peligroso contra la democracia y la libertad de información" dijo en un comunicado el partido.
"Ese acoso e intimidación en la jornada electoral, cuando se le está pidiendo a la gente que elija entre la esperanza y el miedo, está tratando de corromper el mensaje del día", añadió.
Por otro lado, el incendio desatado en Keratea, una zona del sur de Atenas, ha resultado en "una destrucción enorme", según las autoridades. Varios bomberos han resultado heridos en la extinción de un fuego que ya ha sido controlado. Syriza ha llamado a extender el horario de votación de los habitantes de la zona.
Apoyo a Samaras
Y mientras los griegos deciden qué hacer, el mundo contiene la respiración. De hecho, los bancos centrales de medio mundo están preparando ante la posibilidad de que se cumpla la peor de sus pesadillas y gane la izquierda radical.
Los líderes de Europa también se muestran aterrados ante la posibilidad de que Syriza se alce con la victoria. De hecho, tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el primer ministro italiano, Mario Monti, así como el presidente español Mariano Rajoy, el presidente de la comisión europea, José Manuel Barroso, o el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, hicieron llamamientos ayer a los griegos para que voten a partidos que se comprometen a respetar los acuerdos que Atenas ha adquirido.
Lo que equivale a pedir el voto puro y duro por Nueva Democracia y Antonis Samaras. Una exhortación que, sin embargo, puede provocar el efecto contrario ya que muchos griegos consideran que se trata de una intromisión intolerable en la política interna del país.
De todas maneras muchos analistas consideran que después de que en las elecciones del 6 de mayo la mayoría de los griegos (siete de cada diez) se dejaran llevar por la rabia, es probable que en esta ocasión se imponga el miedo. "Es posible que veamos como la gente, aún a su pesar, vuelve a votar al partido tradicional de Nueva Democracia, en la esperanza de que pueda dar estabilidad y normalidad al país y evitar una catástrofe", asegura Gerasimos Kouzelis, politólogo de la Universidad de Atenas