MEXICO (AP) — A cuatro días de la elección presidencial en México, gran parte de la atención del país está enfocada en un hombre que parece que perderá la contienda.
Andrés Manuel López Obrador, el izquierdista determinado y de fuerte temperamento que en las elecciones de hace seis años cerró el corazón de la capital del país en protesta tras haber perdido por un estrecho margen, lo cual aseguró fue un fraude electoral.
Las últimas encuestas publicadas el miércoles mostraban a López Obrador en un firme segundo lugar, mientras el candidato del ex partido gobernante Enrique Peña Nieto tiene ventajas de entre 8 y 17 puntos porcentuales.
Como resultado, pocos esperan algo diferente a la victoria de Peña Nieto, con la que regresará el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia después de 12 años fuera de ella.
La duda para millones de mexicanos es: ¿López Obrador aceptará tranquilamente la derrota? ¿Convocará a sus partidarios a regresar a las calles para repetir las acusaciones de fraude y protestas que en 2006 cerraron el corazón de la capital durante semanas e hicieron tambalear la fe de muchos, dentro y fuera del país, en la estabilidad de la joven democracia mexicana?
En las elecciones pasadas, López Obrador iba adelante en los sondeos hasta los últimos días, y sus seguidores no podían creer que los resultados oficiales mostraban que se había quedado a menos de un punto porcentual del ganador Felipe Calderón, aunque el tribunal electoral lo ratificó. López Obrador se declaró "presidente legítimo", nombró a un gabinete y recorrió el país para movilizar a sus seguidores.
Para su acto final de campaña, López Obrador convocó a un mitin para el miércoles que para muchos es un eco incómodo de la última batalla electoral. La marcha atrajo a cientos de miles seguidores que ondeando banderas amarillas del partido de López Obrador y vestidos con camisas a favor del candidato gritaban "¡Presidente!, ¡presidente!, Tú eres el ¡presidente!", mientras avanzaban por los cuatro carriles de la avenida Paseo de la Reforma, en la ciudad de México, rumbo al Zócalo, la centenaria plaza central del país y que fue la base de la masiva protesta de López Obrador hace seis años.
Algunos de sus seguidores llevaron a sus mascotas, entre ellas había un bull terrier con un mensaje escrito en su costado que decía: "No más vida de perro".
Había tanta gente tratando de acercarse a López Obrador que, en un momento del recorrido, su equipo de seguridad lo tuvo que sacar de entre la multitud por un hoyo que hicieron en una malla de construcción que está alrededor del parque Alameda.
En el Zócalo, más de 100.000 personas se congregaron para escucharlo. Miles que no alcanzaron un lugar en la plaza se reunieron alrededor de grandes pantallas elevadas por grúas en las calles aledañas.
"Voy a gobernar para todos, gobernaré para ricos y pobres, para la gente del campo y de la ciudad", dijo el candidato mientras la multitud lo escuchaba silenciosamente. "No buscamos venganza, queremos justicia".
López Obrador habló más de una hora describiendo su presidencia como si ya hubiera ganado. Describió un México donde destinaría más recursos al gasto social sin nuevos impuestos, reduciendo el derroche y la corrupción del gobierno.
Al final de su discurso, habló conmovido sobre el amor que sentía por sus seguidores, cuyo compromiso dijo que lo impulsó a buscar la victoria.
"No les voy a fallar. Yo no voy a traicionar al pueblo de México. Soy muy consiente de mi responsabilidad histórica", dijo mientras la multitud le gritaba "¡presidente!, ¡presidente!".
Conclyó su campaña gritando "Larga vida a la nueva República! ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!".
María Antonia Bedolla, ama de casa de 37 años, dijo que está lista para tomar las calles si López Obrador pierde otra vez. "El va a ganar si no nos roban como hace seis años". En caso de derrota, voy a "expresar mi descontento por el fraude", dijo.
López Obrador suavizó su retórica al comienzo de estos tres meses de campaña al indicar que quería construir una "República amorosa" marcada por la reconciliación y la paz. En días recientes prometió, después de ser presionado, respetar la voluntad del pueblo.
Pero el ex alcalde de la Ciudad de México también ha agudizado sus ataques contra Peña Nieto y el PRI, y frecuentemente expresa graves dudas sobre la validez del proceso electoral y el potencial de un fraude.
El martes llamó a sus seguidores a vigilar de cerca las casillas electorales.
"También les pido que en estos días nos preparemos para defender los votos, para que no se vaya a cometer un fraude electoral", dijo López Obrador a una multitud de seguidores.
"Durante semanas ha estado anticipando la posibilidad de un fraude. La idea de que hay un fraude todavía persiste en su retórica", opinó Luis Rubio, presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo, una institución independiente dedicada a la investigación. "López Obrador es López Obrador y no reconocerá el resultado, no importa lo que diga".
El Instituto Federal Electoral presionó a los candidatos a firmar un "pacto de civilidad" donde se comprometan a respetar la legitimidad y legalidad de las elecciones del 1 de julio, un documento que parecía enfocado directamente en López Obrador. El izquierdista ha prometido que él o su consejero de campaña firmarán el acuerdo en los próximos días.
"Apostamos a la madurez y al espíritu democrático de cada uno de los candidatos", dijo a The Associated Press Obdulio Avila, subsecretario de Gobernación (Interior). "No hay ningún elemento que nos permita vislumbrar un conflicto, nosotros apostamos a la madurez y al espíritu democrático de los candidatos".
Pedro Joaquín Coldwell, presidente del PRI, dijo a los reporteros que la promesa "es una garantía para evitar un conflicto poselectoral, el país no merece vivir la pesadilla de hace seis años".
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), una de las agrupaciones empresariales más importantes del país y que en el pasado respaldó anuncios electorales contra López Obrador, exhortó esta semana a "los candidatos que no resulten favorecidos por el voto, a demostrar su vocación de auténticos demócratas; que en el momento mismo en que se conozcan los resultados oficiales de los comicios, levanten la mano a quien nuestras instituciones hayan declarado como vencedor".
Rubio dijo que hay pocas posibilidades de que cualquier protesta se vuelva del tamaño de la de 2006. Muchos mexicanos no tolerarán que se repita, entre ellos el políticamente ambicioso alcalde de la capital Marcelo Ebrard, quien es visto por muchos como el futuro del Partido de la Revolución Democrática, el de López Obrador.
"Si hacen como hace seis años, me va a afectar", dijo Humberto Ruiz Gamino, un vendedor de fruta en la avenida Reforma. "Tengo muchos mangos y si hacen manifestaciones vamos a perder mucho".
Un amplio margen de derrota también mermaría la energía de cualquier protesta.
Los sondeos muestran que Peña Nieto tiene una ventaja de entre ocho y 17 puntos porcentuales, dependiendo de la encuesta. El priísta es favorecido por entre 32,2 y 41,2% de los electores, con sondeos con margen de error de 2,5 a 3 puntos porcentuales.
López Obrador tiene un apoyo que va de 23,8 a 25,4%. Josefina Vázquez Mota, del conservador y gobernante Partido Acción Nacional, está en tercero con de 18,8 a 20,8% de las preferencias electorales.
Rubio también dijo que López Obrador podría verse impulsado por un reciente aumento de la antipatía hacia el PRI, que gobernó México con un control tenaz durante siete décadas. Ese rechazo ha sido expresado por un pequeño movimiento estudiantil que comenzó con una protesta contra Peña Nieto en una universidad privada de la ciudad de México.
Colaboraron Mark Stevenson, E. Eduardo Castillo y Adriana Gómez Licón.