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General: VIDELA ...CINCUENTA AÑOS DE CÁRCEL POR ROBO DE NIÑOS
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 05/07/2012 23:41 |
El tribunal confirma la tesis de que la desaparición de bebés durante el régimen militar (1976-1983) fue sistemática. Hace 16 años las Abuelas de la Plaza de Mayo denunciaron los hechos
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Los testimonios más terribles del juicio por los niños robados en Argentina
Varios protagonistas del drama de la usurpación de menores relatan los traumas que aún intentan superar
Después de escuchar durante un año y medio más de 200 testimonios sobre el robo de menores en la dictadura, ¿qué historia sería la que más se quedó en la cabeza de quienes siguieron de cerca el caso? El abogado de las Abuelas de Plaza de Mayo, Alan Lud, cree que siempre recordará el momento en que en la sala se escuchó la voz de la desaparecida Cecilia Viñas. “Cecilia había desaparecido en 1977. De pronto, a fines de 1983, sus padres comenzaron a recibir llamados telefónicos. Evidentemente, Cecilia estaba secuestrada. Y algunas llamadas se realizaron en 1984, ya durante la democracia. La madre consiguió grabar dos de esas conversaciones. Y nunca se olvidará el día en que pasaron esos audios en la sala”. En la grabación, Cecilia preguntaba por el paradero de su hijo y se apresuraba a cortar la conversación por temor a sus posibles secuestradores. “La escuché muy angustiada, muy muy desesperada y me habló del hijo y me habló del marido y me pidió que le ayudáramos. Y ésa es la única grabación más o menos audible que quedó de ella. Por el que preguntaba era por el hijo, porque creía que lo teníamos nosotros”, relató la madre de Cecilia en una entrevista televisiva.
Para Alejandra Dandan, periodista de Página 12, uno de los momentos más estremecedores durante el juicio se produjo cuando declaró Victoria Montenegro, hija de desaparecidos. “Era la primera vez que declaraba contra su apropiador, el coronel Herman Tetzlaff. Él siempre le había dicho que no había que llorar. “Y ella se repensaba cada palabra y de pronto empezó a llorar y reía y lloraba al mismo tiempo”.
Tengo claro que yo tuve otra vida, otro nombre y una ideología totalmente opuesta a la que debería haber sido la mía. Ahora, con este juicio me queda una sensación de victoria"
Victoria Montenegro, 36 años, niña robada
Victoria Montenegro tiene 36 años y cree que el hecho de apoyar el proyecto oficialista del Gobierno le ha ayudado a superar su trauma. “Yo antes de ser de Victoria era María Sol. Y cuando me llamaba María Sol, todo lo que aporté a la justicia era para proteger a mi apropiador, únicamente. Puse muchísimas trabas. Y siempre tenés esa deuda interna con vos mismo, ese vacío de no haber aportado lo suficiente a la justicia. Cuando declaré como nieta el nueve de abril de 2011 fue como exorcizar todo lo malo que hice cuando era María Sol. Mi apropiador falleció en el 2003 y mi apropiadora en el 2007. Yo los amaba profundamente, nunca los odié. Pero tengo claro que yo tuve otra vida, otro nombre y una ideología totalmente opuesta a la que debería haber sido la mía. Ahora, con este juicio me queda una sensación de victoria, de saber que estas personas que nos apropiaron jamás, jamás, jamás… iban a pensar que un grupo de amas de casas, como eran entonces las abuelas, iban a llegar adonde han llegado. Todo ese abanico de avances científicos, de ciencia junto con amor, jamás se lo imaginaron. Yo te lo puedo decir porque me crió un cuadro del Ejército y sé que jamás pensaron que las abuelas llegarían adonde han llegado”.
Siempre fui criado con mucho amor y, pese a lo que ocurrió, no puedo ir en contra de lo que siento"
Carlos D’Elía, 34 años, niño robado
La vicepresidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit, de 92 años, relata cómo se vieron obligadas a cambiar sus estrategias de lucha conforme pasaban los años. “Yo salí a manifestarme a la calle el mismo día que se llevaron a mi hija, el 6 de octubre de 1978, que estaba embarazada de ocho meses. Entonces nadie hablaba de desaparición de personas, solo de detención. Lo que nunca me imaginé que mi nieto iba a nacer en el campo de concentración de la ESMA el 15 de noviembre de 1978. Y al cabo de mucho tiempo buscándolo me encontré con un nieto de 21 años. Ahora ya es un hombre mayor de edad, está casado, tiene dos bebés. Nuestras estrategias de las Abuelas tuvieron que ir cambiando a medida que cambian la edad de nuestros nietos. Al principio exigíamos que los nietos volvieran con la familia biológica. Después, tratábamos de acercarnos a ese nieto y hacerle entender. No era fácil para un chico de 16 años saber que esas personas son unos apropiadores. Y entonces recurrimos a un equipo de psicólogos. Después aparecieron nietos que eran ya adultos y casados. No se puede pretender que vivan con las abuelitas. A mi nieto le llevó un poco de tiempo asumir la realidad, pero finalmente él está orgulloso de ser mi nieto y a sus hijos le pone mi apellido, que no tendría por qué hacerlo. Y yo con eso me conformo”.
Yo salí a manifestarme a la calle el mismo día que se llevaron a mi hija, el 6 de octubre de 1978, que estaba embarazada de ocho meses"
Rosa Roisinblit, 92 años, vicepresidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo
Muchos nietos como Carlos D’Elía, 34 años, se vieron en su día entre las dos familia y decidieron no renunciar a ninguna. “Yo recuperé mi identidad en 1995, con 17 años. Siempre fui criado con mucho amor y, pese a lo que ocurrió, no puedo ir en contra de lo que siento. A Carlos y a Marta, las personas que me criaron, los quise y los quiero como padre y madre. Mucho de lo traumático tuvo que ver porque ellos estuvieron presos durante nueve meses cuando los juzgaron por apropiarse de mí. Yo iba a visitar a mis viejos todos los días de esos nueve meses. Y al mismo tiempo trataba de conocer a mi familia biológica. Carlos y Marta, por más que criaron con mucho amor, no habían hecho las cosas como correspondía y por eso estuvieron detenidos. Yo lo único que podía hacer en esos momentos es ser lo más auténtico posible, ser como soy y abrirme a mi familia biológica, a mi abuela, primos y tíos que tanto me habían buscado durante 17 años. Y en casi todos ellos encontré mucho amor y mucha compresión”.
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Los 11 acusados por el robo de bebés en la dictadura argentina
Argentina ajusta cuentas con dos dictadores, seis militares, un miembro de la prefectura naval, un agente de inteligencia y una civil
En el banquillo de los acusados por el caso de los niños robados durante la dictadura argentina se sientan dos dictadores, seis militares, un miembro de la prefectura naval o guardia marina, un agente de inteligencia y una civil, Susana Inés Colombo. Excepto Colombo, todos se encuentran en prisión o bajo arresto domiciliario. Ocho están procesados por organización o encubrimiento del aparato criminal de las apropiaciones de niños. Y tres (Juan Azic, Víctor Gallo y su antigua esposa, Susana Inés Colombo) son juzgados por haberse quedado con hijos de desaparecidos.
Jorge Rafael Videla, el dictador más cruel
Encabezó la dictadura más cruel de la historia argentina entre 1976 y 1981. Bajo su régimen desaparecieron 30.000 personas, según los organismos de derechos humanos. Buscó instaurar una cultura represora y un modelo económico neoliberal a ultranza. General del Ejército, durante el histórico juicio contra las Juntas Militares que asolaron Argentina fue condenado por primera vez en 1985 a reclusión perpetua por terrorismo de Estado. Pero en 1990 el entonces presidente Carlos Menem, lo indultó. No obstante, en aquel juicio no se juzgaron los robos de bebés y por esta causa Videla volvió a prisión en 1998. Permaneció tras las rejas solo 38 días hasta que consiguió el beneficio de la prisión domiciliaria, dado que era mayor de 70 años.
En 2008 regresó a la cárcel. Y en 2010, después de la anulación de las leyes del perdón y los indultos en el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), fue condenado por segunda vez en su vida a prisión perpetua por los delitos de lesa humanidad cometidos en la provincia de Córdoba. No ha reconocido la autoridad de los jueces y desmiente que haya habido nunca un plan sistemático por parte del Ejército para apropiarse de menores. En su alegato final declaró: “Lo que sí es cierto es que todas las parturientas aludidas por la querella, así como por la fiscalía, eran militantes activas de la maquinaria del terror. Y muchas de ellas usaron a sus hijos embrionarios como escudos humanos al momento de operar como combatientes”. Tiene 86 años.
Reynaldo Bignone, entre la represión y la transición
Fue el general que se hizo cargo del final de la última dictadura argentina (1976-1983). Asumió el poder en 1982 tras la derrota de Argentina en la Guerra de Malvinas, entre el malestar político y económico de la población. Convocó a las elecciones en octubre de 1983 y se retiró dos meses después. Pero antes ordenó la destrucción de todos los archivos sobre detenciones, torturas y asesinatos del régimen y dictó una amnistía, que poco tiempo después fue anulada durante la democracia. No fue juzgado en el juicio a las Juntas, pero había acusaciones contra él de que perpetró actos de terrorismo de Estado antes de asumir la presidencia de facto.
Las leyes del perdón del Gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) lo mantuvieron alejado de las rejas, pero en 1999 cayó bajo arresto domiciliario por la causa del robo de bebés. Durante el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) la Corte Suprema declaró la inconstitucionalidad de las normas del perdón y Bignone debió responder ante la justicia. En 2010 ingresó en prisión porque fue condenado a 25 años por delitos cometidos en el centro clandestino de detención de Campo de Mayo. Al año siguiente fue condenado a cadena perpetua por otros vejámenes cometidos en la zona norte del Gran Buenos Aires. Ahora se le acusa de encubrir las apropiaciones de niños. Tiene 84 años.
Eduardo Ruffo, acusado de abusar de una niña robada
Eduardo Ruffo, apodado Zapato, fue un agente de la Secretaría de Inteligencia y de la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Era el número dos en el centro clandestino de detención Automotores Orletti. Pese a las acusaciones por secuestros y torturas, siguió trabajando en Inteligencia tras la llegada de la democracia. Cuando su caso tomó estado público, dejó el cargo y se dedicó a vender información sobre los desaparecidos a familiares de las víctimas y periodistas. Fue detenido en 2006 por la causa Orletti y condenado en 2011 a 25 años de prisión. Ruffo fue imputado de apropiarse de una hija de desaparecidos, Carla Rutilo Artés, quien lo acusó también de abusos sexuales. La justicia ya lo condenó por la falsificación del documento de la niña.
Inés Colombo, esposa separada del militar maltratador
Era la esposa de Víctor Gallo, ex capitán del Ejército, hasta que se separaron en 1994, después de que su marido cayera preso por el asalto a una compañía financiera. Colombo declaró que un día su marido trajo a un bebé recién nacido a la casa diciendo que había sido abandonado en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Alegó ante el tribunal que fue Gallo quien lo había inscrito como hijo propio. El niño, ahora de 34 años, Francisco Madariaga, ha recuperado la identidad y afirma que su madre miente para victimizarse y que en aquel entonces sabía que era hijo de desaparecidos.
Colombo era maltratada por Gallo, quien recibió una condena judicial por ese motivo. Francisco cuenta que no cuajaba en esa familia violenta y en 2010 le preguntó a su supuesta madre por sus orígenes. “Era la primera vez que me lo preguntaba y yo le contesté que podía ser un hijo abandonado en el hospital, podía ser hijo de Gallo, porque era un mujeriego, o hijo de desaparecidos”, confesó Colombo ante los magistrados. Tiene 59 años.
Víctor Gallo, de represor a delincuente común
Era capitán del Ejército en tiempos de la dictadura y esposo de Inés Colombo. En aquel tiempo se apropió de un hijo de desaparecidos, Francisco Madariaga. Integró el movimiento de militares Carapintadas que se rebelaron contra el Gobierno de Raúl Alfonsín para exigirle las leyes del perdón. Fue condenado por maltrato a su mujer y estuvo preso por el robo a una compañía financiera en 1994. Después de recuperar la libertad fundó una empresa de seguridad privada, adonde contrató a su supuesto hijo. Francisco, cansado del maltrato de Gallo, le reclamó a Colombo que le contara la verdad sobre sus orígenes. “Fueron 32 años de angustia, de vivir mucha violencia y maltratos”, declaró Francisco después de someterse a análisis de ADN y recuperar su identidad. Gallo también está siendo investigado por presuntos crímenes en el centro clandestino de detención de Campo de Mayo.
Juan Antonio Azic, el oficial que se apropió de una futura diputada
Era oficial de inteligencia del grupo de secuestros de la Marina que encabezaba el propio almirante Emilio Massera, quien rivalizaba con Jorge Videla por dominar la junta militar imperante. Azic torturó en la Escuela Superior Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro clandestino de detención de esta fuerza militar. Incluso atormentó al bebé de 20 días de un detenido para que éste confesara. En 2003 fue imputado por crímenes de lesa humanidad en España y trató de suicidarse de un tiro en la boca. Fue ingresado entonces en un hospital psiquiátrico de Argentina.
Su hija adoptiva, la actual diputada progresista Victoria Donda, comenzó a investigar sus orígenes biológicos y en 2004 comprobó que era hija de desaparecidos y que había sido entregada por su tío, el jefe de la ESMA Adolfo Donda, a Azic. También se demostró que la otra supuesta hija de Azic también había nacido en la ESMA, Laura Ruiz Dameri. Laura se resistió a someterse a los análisis genéticos para comprobar su identidad, pero una juez tomó objetos personales de ella para contrastarla. Victoria Donda asume que su padre tiene que pagar por lo que hizo pero siempre reconoció que fue tratada con amor por Juan Antonio Azic. El año pasado, Azic consiguió permiso judicial para asistir a la boda de Laura Ruiz Dameri. Este oficial de la Armada había sido condenado a principios de 2011 a 18 años de prisión en la megacausa por los crímenes de la ESMA. Tiene 70 años.
Jorge Luis Magnacco, el obstetra de las desaparecidas
Era médico de la Armada y llegó al rango de capitán de navío. Fue obstetra en el centro clandestino de detención de la ESMA, donde se había montado una maternidad para atender a las secuestradas embarazadas y después entregar a los bebés a personas que no pertenecían a su familia sino, en general, a vinculados con las fuerzas de seguridad. Cuando regresó la democracia, trabajó en el Hospital Militar porteño y en una clínica privada, la Mitre, de la que lo despidieron después de sucesivos escraches (manifestaciones en su contra) del colectivo HIJOS, integrado por descendientes de desaparecidos. Por las investigaciones sobre robo de bebés quedó detenido en 2001 bajo arresto domiciliario, dado su edad avanzada. En 2005 fue condenado a 10 años de prisión por su participación en el secuestro del bebe Rodolfo Pérez, cuya madre parió en la ESMA. “Actuó con conocimiento y voluntad de prestar una ayuda indispensable en un parto que culminaría, ineludiblemente, con la sustracción del recién nacido y la desaparición forzada de su madre”, consideró el juez que lo sentenció. Ahora afronta las demandas por otros casos.
Santiago Riveros, el general tres veces condenado
En el régimen militar fue el general a cargo de la represión en Buenos Aires y su periferia, donde vive un tercio de la población argentina y donde fue sustraída la mayor parte de los hijos de desaparecidos. Estaba a su cargo el Hospital Militar de Campo de Mayo, el centro del Ejército donde parían muchas de las mujeres detenidas. Como era comandante del Ejército, fue procesado y detenido en 1985. En 1990 salió libre por el indulto de Carlos Menem. En Italia fue sentenciado por la desaparición de ciudadanos de ese país, pero ni él ni ningún otro represor argentino han sido jamás extraditados. En 2009 fue condenado a prisión perpetua en Argentina por el secuestro y la tortura de Floreal Avellaneda, militante comunista de 15 años, y su madre. Por su edad, cumple la condena bajo arresto domiciliario. En 2010 recibió otros 25 años por comandar la represión en el centro clandestino de detención de Campo de Mayo. Al año siguiente enfrentó la tercera sentencia de su vida: otra cadena perpetua por secuestros, torturas y homicidios en la zona norte del Gran Buenos Aires. Tiene 91 años.
Antonio Vañek, de la formación en EE UU al Plan Cóndor
Este marino había encabezado misiones a la Antártida y se había formado en Estados Unidos, donde fue agregado naval de Argentina, antes de regresar a su país para involucrarse en el terrorismo de Estado. Fue jefe de operaciones navales entre 1977 y 1978 y era el segundo responsable de la ESMA, solo por debajo del máximo responsable de la Marina, Emilio Massera. En 1985 fue procesado, pero se acogió a los indultos de Carlos Menem.
En 1999 se convirtió en el primer militar detenido por el robo de bebés: se le acusa de diez sustracciones. Permanece bajo arresto domiciliario dado que es mayor de 70 años. Ha recibido una condena en Italia por desaparecidos de ese país. Después del juicio por el robo de niños deberá enfrentar otro por el Plan Cóndor, la coordinación de las dictaduras militares sudamericanas en la represión ilegal de opositores. Tiene 87 años.
Jorge Acosta, el Tigre de la ESMA
Apodado El Tigre, Acosta fue capitán de fragata y perteneció al grupo especial de represión que comandaba el propio almirante Emilio Massera. Era uno de los hombres más poderosos de la ESMA y como tal ordenó que fueran arrojadas vivas al mar, en los llamados vuelos de la muerte, a varias secuestradas en la iglesia Santa Cruz en 1977: dos monjas francesas y tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo pertenecientes al primer grupo que empezó a reclamar por sus hijos.
En 1981 viajó a Sudáfrica para asesorar al Gobierno del apartheid en su lucha contra los insurgentes. Cuando regresó la democracia se benefició de las leyes del perdón del Gobierno de Raúl Alfonsín. En 1997, el juez Baltasar Garzón pidió la extradición de 46 argentinos, incluido Acosta, por la desaparición de ciudadanos de su país, pero el Gobierno de Carlos Menem las denegó.
En 1998 se había descubierto que Acosta contaba con una cuenta en Suiza. Finalmente fue detenido en 1999 en Argentina en la causa por el robo de bebés, tarea en la que estaba involucrado como jefe dentro de la ESMA. En 2003 se reabrieron otras causas contra él que habían sido paralizadas por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. El año pasado fue sentenciado a cadena perpetua en la megacausa ESMA por secuestros, torturas, asesinatos y robos a sus víctimas.
Igual que el resto de condenados, ante el tribunal ha negado la existencia de un plan sistemático. "Los procedimientos no hablaban de partos ni apropiación de niños, no he participado de ningún plan sistemático durante la guerra civil de la que se me ordenó participar. Hay casos particulares que sí existen y que como delitos que son deben ser analizados, pero no participé de ningún plan", declaró. Tiene 71 años.
Rubén Franco, de la dictadura a las acusaciones de contrabando
Este almirante de la Armada integró la última Junta Militar de la dictadura, entre 1982 y 1983. Es decir, participó de la transición hacia la democracia junto a Reynaldo Bignone. Franco tampoco fue juzgado en el juicio a las Juntas de 1985, aunque más tarde comenzaron investigaciones contra él por presunto encubrimiento, dada la orden de destrucción de archivos del régimen, y también por el robo de niños. En 1997, el juez Baltasar Garzón pidió su extradición. En 2006 quedó detenido en Argentina en la causa por los secuestros de bebés. También ha sido investigado por el presunto contrabando de armas a Croacia en la Guerra de la ex Yugoslavia, uno de los principales casos de corrupción del Gobierno de Carlos Menem (1989-1999). Tiene 84 años.
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El dictador Videla, condenado a 50 años de cárcel por el robo de niños
El tribunal confirma la tesis de que la desaparición de bebés no fueron hechos aislados, sino sistemáticos
Tardaron 16 años en lograrlo. Pero, finalmente, las Abuelas de la Plaza de Mayo han conseguido que los robos de menores practicados durante la dictadura militar de Argentina (1976-1983) sean considerado un delito de Estado que se practicó de forma sistemática. Bajo ese argumento, el Tribunal Oral número 6 de Argentina ha condenado al dictador Jorge Rafael Videla, de 86 años, a la pena máxima solicitada por el fiscal y las Abuelas de 50 años de cárcel. Videla, quien ya se encuentra en prisión por condenas anteriores, había solicitado la libertad condicional. Con esta sentencia será prácticamente imposible que se le conceda.
"Tiene que ser una condena ejemplar”, advierte Francisco Madariaga, un porteño de 35 años cuya madre, Silvia Mónica Quintela, fue secuestrada el 17 de enero de 1977, cuando ella tenía 28 años y estaba embarazada de cuatro meses. En julio de ese año nació Francisco en el hospital militar de la guarnición de Campo de Mayo, en la provincia de Buenos Aires. Pocas horas después del parto el bebé era trasladado a la casa de un militar y su madre, Silvia Mónica, desaparecía para siempre. El niño creció convencido de que el oficial Víctor Gallo y su esposa Susana Inés Colombo eran sus padres biológicos. Hace solo dos años y medio que descubrió la verdad. Hoy espera cargado de optimismo a que un tribunal de Buenos Aires dicte sentencia en el juicio por la apropiación sistemática de menores durante la dictadura (1976-1983).
Hay once acusados. Dos de ellos son los dictadores Jorge Rafael Videla, de 86 años y Reynaldo Bignone, de 84. El resto son militares, un guardia de Marina, un agente de inteligencia y… Víctor y Susana, los dos padres “de crianza” de Francisco Madariaga Quintela, a quien él prefiere llamar “apropiadores”.
Han pasado ya 16 años desde que las Abuelas de la Plaza de Mayo denunciaron la “apropiación sistemática” de los niños
“A mi mamá biológica se la llevaron al día siguiente de yo nacer para matarla en los vuelos de la muerte [las expediciones en las que se arrojaban a los presos de la dictadura desde los aviones al Río de la Plata]. Y él me robó como si yo fuese un juguete de guerra. Pero siempre me vio como a un enemigo. Desde los cinco años me violentaba y me golpeaba. Es un ser perverso. Y ella, mi apropiadora, fue su cómplice al ocultarme la verdad”. “Desde los 20 años yo venía teniendo dudas sobre mi identidad, por la violencia que él ejercía sobre mí”, relata Madariaga. “Además, en el colegio todos mis compañeros me decían que yo no era hijo de ella porque no me parecía en nada. Un día, ya muy seriamente, golpeando la mesa le pregunté a ella si yo era su hijo biológico. Y ella dio un paso atrás y por toda respuesta dijo no con la cabeza. Y ese fue el momento más feliz de mi vida. Era el 2 de febrero de 2010. Yo tenía 32 años. El 3 de febrero fui a la sede de Abuelas, el 4 salió la orden de extracción de sangre y entonces se comprobó que mi papá biológico era el secretario de Abuelas, Abel Madariaga. Y él me contó que a mi mamá era médica cirujana y estaba haciendo la residencia en un hospital de Tigre. Y que los pertenecían a la guerrilla de los Montoneros, en la zona Norte. Soy de los pocos casos de nietos desparecidos que tienen a su padre vivo. En total no seremos más de cinco”.
Han pasado ya 16 años desde que las Abuelas de la Plaza de Mayo decidieron denunciar ante la justicia la “apropiación sistemática” de los nietos desaparecidos durante la dictadura. Murieron varios de los acusados, como el dictador Emilio Eduardo Massera, fallecieron también algunas abuelas, se jubilaron los abogados que iniciaron la causa y el letrado que representa ahora a las Abuelas, Alan Lud, de 31 años, no había nacido cuando se perpetraron los robos de bebés. Desde entonces, 105 nietos recuperaron su identidad biológica. Y aún quedan 400 denuncias por resolver, según los cálculos de las Abuelas.
En este juicio se abordan los casos de 34 nietos, de los cuales solo 20 se prestaron a declarar
En este juicio se abordan los casos de 34 nietos, de los cuales solo 20 se prestaron a declarar. Y no fue nada fácil para muchos de ellos. No todo el mundo tenía las cosas tan claras como Francisco Madariaga. Una de las que prestó testimonio fue la diputada nacional del partido izquierdista Libres del Sur, Victoria Donda, de 31 años. Su padre adoptivo o “apropiador” es Juan Antonio Azic, de 70 años. Fue oficial de inteligencia del grupo de secuestros de la Marina y ahora espera sentencia junto a Videla y el resto. Durante una entrevista con el canal Todo Noticias, a Donda le preguntaron el año pasado qué sintió cuando fue a hacerse las pruebas de ADN. “Culpa, miedo…”, respondió. “Culpa porque si yo me hacía el ADN podía inculpar todavía más a las personas que me habían criado. Y la verdad es que yo tuve una buena relación y la sigo manteniendo, independientemente de que considero que es justo que sea condenado, que sea condenado por el pueblo, que lo que hizo está mal… Parece que por lo menos, en mi caso, a mí me ayuda a separar lo político y mis afectos personales… Y que además también fui engendrada para amar. Vos cuando querés no cerrás tus sentimientos como si fuera una canilla [un grifo]. Yo lo sigo queriendo, aunque sé lo que hizo y… bueno, está pagando su responsabilidad con la sociedad”.
Al preguntarle esta semana sobre sus sentimientos acerca de la sentencia, la diputada aún se sentía incómoda. “Personalmente me parece que estas cosas llevan un tiempo procesarlas y aún es muy pronto. Pero espero que con esto se cierre una etapa de mi vida importante. Lo fundamental es que con este juicio queda demostrado que la apropiación de niños fue un plan sistemático organizado desde el Estado”.
Este juicio es una validación de la democracia. Los hijos de los desaparecidos y las abuelas ya hemos dado un gran paso. Ahora, la justicia tiene que poner su parte”
Francisco Madariaga, hijo de una desaparecida
Ese punto precisamente es el que los acusados niegan. Y eso es lo que desean probar las Abuelas. Ya hubo en Argentina unas 25 sentencias contra “apropiadores” de bebés. Pero en ellas se abordaba el caso particular de cada uno. En este juicio, en el que han prestado testimonio unos 200 testigos y cuya vista oral se ha prolongado un año y medio, se pretende probar que había un plan premeditado. “No hemos encontrado una orden escrita que pruebe que hubo un plan. Pero la reconstrucción de varios elementos nos lleva a esa conclusión”, indica Alan Lud, abogado de las Abuelas. “A pesar de que Videla dijo que las apropiaciones solo se produjeron en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, en realidad se registraron también en otras provincias. Otra prueba es que había oficiales y médicos destinados al cuidado de las mujeres embarazadas, para que se garantizara que se produzca el parto… Eso tiene que decidirlo alguien”.
Alan Lud se muestra confiado en que la condena sea ejemplar, como desea Francisco Madariaga, y que también sirva para que Videla no pueda acogerse a la libertad condicional. “Videla cumple en la actualidad cadena perpetua tras una sentencia de 1985. Pero el Código Penal argentino establece que a partir de un número determinado de años en prisión se puede acceder a la condicional. Si la condena es de 25 años o inferior, podrá acceder a ella. Pero si es superior, dificultará sus pedidos de libertad condicional; pedidos que está realizando”, indica Lud.
“Muchos de ellos aún siguen dando misa”
F. PEREGIL
Victoria Montenegro, de 36 años, hija de padres desaparecidos, cree que el juicio contra el plan sistemático de robo de bebés ha dejado en evidencia la participación que tuvo la Iglesia en los hechos. “Todavía muchos de ellos siguen dando misa, y eso es lo que más perturba. Yo soy creyente y creo en la Iglesia, pero hay personas que han hecho muchísimo daño. En mi caso, mi apropiador me contó que a mí me retiraron de una comisaría de la provincia de Buenos Aires. Había varios bebés, todos hijos de desaparecidos, cuidados por monjas. De hecho, a mí me bautizó en el cuartel Campo de Mayo un cura, no castrense, sabiendo plenamente que mis apropiadores no eran mis papás”.
“La apropiación vino desde el Estado. Todos sabemos lo que es la cadena de mando y nadie en el Ejército se apropia de un bebé y lo cría porque tiene ganas. Pero además de eso, se produjo la colaboración de un montón de personas que también aportaron para que existiera ese manto de impunidad y para que 36 años después todavía estemos buscando nietos”, añade Montenegro. Colaboró desde el que tomaba la inscripción en silencio en el registro civil y todos los que callaron e ignoraron las denuncias de nuestros familiares. Colaboraron los curas que bendecían las armas y les daban fuerzas a los hombres antes de los vuelos de la muerte”.
“Cuando estábamos a tientas y no sabíamos a dónde acudir, la Iglesia católica no nos ayudó en nada; al contrario, estuvo en contra”, recuerda la vicepresidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit, de 92 años. “Pero otras iglesias cristianas sí que colaboraron”.
“Este juicio es una validación de la democracia”, concluye Francisco Madariaga. “Los hijos de los desaparecidos y las abuelas ya hemos dado un gran paso. Ahora, la justicia tiene que poner su parte”.
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Una lista para la esperanza: los 105 hijos de secuestradas recuperados en Argentina
Abandonados, apropiados por agentes de las fuerzas de seguridad... las historias de los niños que descubrieron que sus madres habían sido asesinadas
En más de tres décadas de lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo han conseguido ser identificados 105 niños que nacieron de mujeres secuestradas por la dictadura argentina y fueron separados de sus madres y entregados a familias adeptas al régimen militar. Estos son sus nombres y sus historias, que forman ya parte de la historia contemporánea de Argentina.
Anatole y Victoria Julien Grisonas, localizados por la Iglesia brasileña
Victoria y Mario militaban en el Partido por la Victoria del Pueblo en Uruguay. El primer hijo de la pareja, Anatole, nació en Montevideo en 1972. Su segunda hija, Victoria, nació en 1975 en Buenos Aires. El 26 de septiembre de 1976 la familia fue secuestrada por la última dictadura de Argentina (1976-1983). En 1979 los niños fueron localizados por Clamor, organización de derechos humanos de la Iglesia brasileña, en Chile, donde vivían junto a una familia de ese país que los había adoptado tras encontrarlos abandonados en una plaza de Valparaíso en 1977. Anatole y Victoria continuaron viviendo con su familia adoptiva pero en contacto con sus familiares biológicos.
Tatiana Ruarte Britos y Laura Jotar Britos, abandonadas en una plaza
Mirta y Oscar militaron en las Fuerzas Argentinas de Liberación 22 de Agosto (FAL-22) y en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)-Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). En 1973 tuvieron a Tatiana en Córdoba (Argentina). Después se separaron. En 1976 Oscar fue secuestrado. Mirta había formado pareja con Alberto, militante de las mismas guerrillas. En 1977 tuvieron a Laura. La pareja fue secuestrada y las niñas, abandonadas en una plaza. Vivieron en centros de menores hasta que fueron adoptadas de buena fe por el matrimonio Sfiligoy. En 1980 fueron localizadas por Abuelas de Plaza de Mayo y se reencontraron con su familia biológica, pese a que siguieron viviendo con los Sfiligoy.
Juan Pablo Moyano, con la democracia volvió a su familia
Elba y Edgardo militaban en la guerrilla peronista Montoneros. En 1976 nació su hijo Juan Pablo en la zona sur del Gran Buenos Aires. Edgardo desapareció en 1977 y Elba, en 1978, en un operativo en el que dejaron al niño con unos vecinos. Un juzgado otorgó la tenencia de Juan Pablo a una familia, pero en 1983, año del regreso de la democracia en Argentina, Abuelas de Plaza de Mayo lo localizó y en 1984 fue restituido a sus parientes biológicos.
Tamara Arze, con su madre en Suiza
Tamara nació en 1974. Primero secuestraron a su madre, Rosa, y después a la pareja que había quedado a su cargo. Los agentes dejaron a Tamara con unos vecinos. En 1981 Rosa fue puesta en libertad y se exilió. En 1983 la niña fue localizada en Guernica, provincia de Buenos Aires, y ahora ella y su madre viven en Suiza.
Martín Baamonde, sin rastros de su familia paterna
Clara y Miguel Ángel militaron en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y después en Montoneros. En 1974 nació su hijo Martín. Miguel Ángel desapareció en 1976 en Lanús, zona sur del Gran Buenos Aires. Martín y su madre, en 1978 en la capital. Un juez dio la guarda de Martín a una tía materna, que lo mantuvo en secreto con el argumento de que tenía miedo al clima de terror de Argentina, y así fue que hasta 1983 el niño no se reencontró con la rama paterna de su familia.
Humberto Colautti Fransicetti y Elena Ferri Fransicetti, cuidados por sus tíos
Elda militaba en el PRT-ERP. Formó pareja con Renato y tuvieron un hijo, Humberto. En 1975, en el Gobierno de Isabel Perón (1974-1976), Renato fue detenido como preso político. Elda formó una nueva pareja con Roberto, otro militante del PRT-ERP, y engendraron a Elena. En 1977 el domicilio de la pareja fue allanado. Los niños quedaron abandonados y fueron rescatados por unos vecinos. Un tío de Elda los cuidó hasta que en 1983 Renato fue liberado y se quedó con Humberto. Elena fue criada por sus tíos maternos.
Sebastián Rosenfeld Marcuzzo, uno de los nacidos en la ESMA
Patricia y Walter militaban en Montoneros. Fueron secuestrados en 1977 en Mar del Plata, cuando ella estaba embarazada de tres meses. En la Escuela Superior Mecánica de la Armada (ESMA), en Buenos Aires, Patricia dio a luz a Sebastián. El niño fue entregado a su abuela materna. Solo en 1983 recuperó contacto con su familia paterna.
Eduardo Garbarino Pico, el niño que acabó en México
Aurora militaba en el PRT-ERP. Formó pareja con Antonio y en 1969 nació Eduardo. En 1974 el niño fue secuestrado junto con su madre en Buenos Aires. Eduardo vivió desamparado durante dos años hasta que un matrimonio que ignoraba su identidad se lo llevó a México. En 1983 Antonio lo reencontró con ayuda de Abuelas de Plaza de Mayo.
Ana Laura Hisi, adoptada por desconocidos
Viviana y Carlos Alberto tuvieron una hija, Ana Laura, en 1976 en Santa Fe. Primero fue detenido por motivos políticos él. Después desapareció ella, que militaba en el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP) y en Montoneros. Carlos Alberto fue liberado en 1983 y junto con sus suegros hallaron a Ana Laura, que había sido adoptada por una familia desconocida.
Astrid Patiño Carabelli, su padre desapareció cuando la buscaba
María Gabriela, italiana, y Omar militaban en el PRT-ERP. En 1973 tuvieron a Astrid. En 1976 madre e hija fueron secuestrados en Córdoba. En 1977 desapareció Omar cuando hacía gestiones para encontrar a su hija. En 1984 Abuelas de Plaza de Mayo con la colaboración del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) localizaron a Astrid, que había sido adoptada.
Federico Spoturno, siempre conoció su identidad
Alicia y Luis eran del PRT-ERP. En 1975 nació su hijo Federico. Luis murió ese año en el intento de toma del cuartel de Monte Chingolo, provincia de Buenos Aires. En 1976 Alicia y Federico fueron secuestrados en Merlo, oeste del Gran Buenos Aires. El niño permaneció a cargo de una familia que nunca le negó su identidad y que lo cuidó hasta que en 1984 se reencontró con sus parientes biológicos.
Andrés La Blunda Fontana, entregado pese a las reclamaciones
Mabel y Pedro tuvieron en 1977 a Andrés. Ambos militaban en la Juventud Peronista (JP) y en Montoneros. La familia fue secuestrada aquel año en San Fernando, zona norte del Gran Buenos Aires. Andrés fue dado en adopción, pese a las reclamaciones de Abuelas de Plaza de Mayo y sus familiares. El niño fue localizado en 1984. Andrés continuó viviendo con su familia adoptiva pero en contacto con sus parientes biológicos.
Amaral García Hernández, uno de los hijos de uruguayos
Mirta y Floreal eran uruguayos. Militaban en el Movimiento Nacional de Liberación (MNL)-Tupamaros. En 1971 nació su hijo Amaral. En 1974 la familia fue secuestrada en Buenos Aires. En 1984 Abuelas de Plaza de Mayo halló a Amaral en poder de una pareja de policías, Liliana Calderón y José Antonio Moreno, quienes lo habían inscripto como hijo propio. Esta pareja falleció y el niño quedó al cuidado de los que figuraban como sus abuelos maternos. Ellos también murieron y Amaral quedó a cargo de un falso medio hermano que integraba la Secretaría de Inteligencia. En 1984, Abuelas de Plaza de Mayo pidió que cotejaran su ADN con los del Banco Nacional de Datos Genéticos, donde se hallan muestras de familiares de desaparecidos, y al año siguiente Amaral fue restituido a su familia biológica en Uruguay.
Diego Mendizábal Zermoglio, un régimen de visitas complicado
Sara y Horacio eran montoneros. Se exiliaron a Cuba y en 1979 nació su hijo Diego. Volvieron a Argentina ese año y Horacio fue asesinado. Sara desapareció después y Diego fue entregado a una ex cuñada de Horacio. El niño pasó después a manos de un matrimonio cercano, los Schoeffer, que lo adoptaron. En 1984 fue hallado por su familia biológica, que acordó con los Schoeffer un régimen de visitas de difícil cumplimiento, según Abuelas de Plaza de Mayo.
Paula Logares, el primer caso resuelto con el ADN
Mónica y Ernesto eran montoneros. En 1976 nació la primera hija de la pareja, Paula, en Buenos Aires. La familia fue secuestrada en 1978 en Montevideo, adonde se habían refugiado. Mónica estaba esperando otro bebé. La pareja fue trasladada a Argentina. En 1983 Abuelas de Plaza de Mayo halló a una niña que había sido inscripta como hija propia por el subcomisario de la policía bonaerense Rubén Lavallén y su esposa, Raquel Leiro. En 1984 las pericias genéticas confirmaron que se trataba de Paula. Fue el primer caso en el que la justicia usó como prueba de filiación los análisis de ADN. Paula fue criada desde entonces por su abuela materna.
Sebastián Juárez, entregado a la Casa de Belén
Lucinda militaba en el PRT-ERP. En 1974 tuvo a Sebastián en Córdoba. Ambos fueron secuestrados en 1977 en Claypole, provincia de Buenos Aires. Sebastián fue abandonado en la casa de unos vecinos. Una juez lo ingresó en un hogar de niños llamado Casa de Belén y en su expediente judicial omitió su foto y le cambió la identidad. Así que difícil que sus familiares y Abuelas de Plaza de Mayo lo encontraran. Finalmente lo hicieron en 1984.
Felipe y María Eugenia Gatica Caracoche, los que acabaron en Brasil
Ana María y Juan Oscar tuvieron dos hijos: María Eugenia, en febrero de 1976 y Felipe, en diciembre de ese año. En 1977 fuerzas de seguridad secuestraron a un matrimonio que tenía a cargo a María Eugenia. También aquel año Ana María y Felipe desaparecieron en Berisso, provincia de Buenos Aires. Tiempo después ella fue liberada. Los represores entregaron a Felipe a una vecina, que a su vez lo dio a una familia que lo inscribió como hijo propio. En 1984 sus padres lo recuperaron. Al año siguiente hallaron a María Eugenia, que también había sido anotada como propia por el comisario policial Rodolfo Silva y su esposa Armanda Colard. Toda la familia Gatica se marchó después a Brasil.
Carla Rutila Artes, apropiada y abusada
Graciela y Enrique, uruguayo y ex militante del MNL-Tupamaros, vivieron un tiempo en Bolivia y se incorporaron al Ejército de Liberación Nacional (ELN) del Che Guevara. En 1975 nació Carla en Perú. Graciela fue detenida junto a su hija en 1976 en Oruro (Bolivia). Ambas fueron entregadas al régimen argentino. Enrique fue asesinado meses más tarde en Cochabamba (Bolivia). En 1983 Abuelas de Plaza de Mayo encontró a Carla en poder de Eduardo Ruffo, integrante de la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), y su esposa Armanda Cordero. El matrimonio se mantuvo prófugo de la justicia hasta que en 1985 fue localizado. Eduardo Ruffo está siendo juzgado en el proceso por el robo de bebés y además ha sido acusada de abuso sexual por Carla.
Jorgelina Molina Planas, reencuentro con su media hermana
Cristina y José militaban en el PRT-ERP. Tuvieron a Jorgelina en 1973 en Rosario. José fue asesinado en 1974. En 1977 fue secuestrada Cristina en Lanús, sur del Gran Buenos Aires. Jorgelina quedó al cuidado de una vecina. Una juez la ingresó en un hogar. Allí comenzó a ser visitada por un miembro de la Fuerza Aérea de apellido Sala que consiguió adoptarla en 1979. En 1984, la familia biológica la encontró, pero acordó con los Sala que permaneciera con ellos. En 1996, Damián, hijo de una anterior pareja de Cristina, se reencontró con su media hermana Jorgelina.
María Fernanda Álvarez, una de las hijas de los militantes del ERP
Clara era del PRT-ERP. Fue secuestrada junto a su hija María Fernanda en 1978 en Laferrere, provincia de Buenos Aires. La niña fue localizada en 1985 por una comisión gubernamental y volvió con su familia.
Marina y Liliana Bau Delgado, hermanas recuperadas
Margarita y Horacio eran montoneros. Tuvieron dos hijas en Bahía Blanca: Marina Leonor en 1976 y Liliana en 1977. La familia desapareció este año en Ensenada, provincia de Buenos Aires. Las niñas fueron localizadas en 1985 por una comisión gubernamental.
Paula y Esteban Badell Acosta, el regreso al Chile materno
Maria Eliana, chilena, y Esteban militaban en el PRT-ERP. Tuvieron dos hijos en La Plata: Esteban en 1967 y Paula en 1969. La pareja fue secuestrada en 1976 cerca de allí, en City Bell. Los niños quedaron en poder de un tío policía de la provincia de Buenos Aires. En 1986 los jóvenes pudieron encontrarse con su abuelo materno, que vivía en Chile y que siempre había reclamado por ellos. Desde entonces Paula y Esteban viven junto a su familia materna.
Ramón Pintos, una vida corta
Lucía militaba en el PRT-ERP. En 1976 nació su hijo Ramón en Avellaneda, sur del Gran Buenos Aires. Fue secuestrada junto con su hijo en 1977 en Caseros, noreste de la periferia bonaerense. En 1984 Abuelas de Plaza de Mayo halló a Ramón en poder de un policía de la provincia de Buenos Aires que tramitaba su adopción. Dos años después regresó con su familia materna. Al poco tiempo el niño sufrió una parálisis muscular y murió de un paro cardíaco en 1990.
Laura Scaccheri Dorado, criada por los testigos del secuestro
Stella Maris y José militaron en la JP y en Montoneros. En 1977 nació su hija Laura. Ese año toda la familia desapareció en Lanús. En 1985 Laura fue localizada por Abuelas de Plaza de Mayo. Había sido inscripta como hija propia por un vecino de apellido Caccace que había presenciado el operativo de secuestro. En 1986 fue restituida a su verdadera familia.
Marcos Moscato y Paula Orlando Cancela, historias enredadas
Mirtha y Rosario tuvieron a Marcos en 1967 en La Plata. Ella militó en el MIP y en el PRT-ERP. Después de separarse de Rosario, formó pareja con José, que estuvo en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y en el PRT-ERP. José fue asesinado en 1975, el mismo año en que nació su hija Paula. Marcos se encontraba al cuidado de una pareja de compañeros de la madre, pero también cayeron muertos. El niño fue dejado a la abuela paterna de Paula. Mirtha y la niña desaparecieron aquel año. La beba también quedó en manos de su abuela paterna, que a su vez la entregó a una pareja amiga de José. La abuela materna de los niños desconocía su paradero hasta que los halló entre 1986 y 1987.
Elena Gallinari Abinet, apropiada por un policía bonaerense
María Leonor y Miguel Ángel eran Montoneros. Él fue detenido en 1976 en Morón, provincia de Buenos Aires. Después fue secuestrada ella, que estaba embarazada de siete meses. Abuelas de Plaza de Mayo localizó en 1986 a una niña inscripta como hija propia por un subcomisario de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Domingo Madrid, y su esposa, María Mercedes Elichalt. En 1987 dos jueces dispusieron su restitución.
Gabriela Gallardo, la falsa desaparecida
Gabriela nació en 1971. Abuelas de Plaza de Mayo recibió la denuncia de la familia por su desaparición en la dictadura. En 1987 se pudo comprobar que ni ella ni su madre habían estado desaparecidas por motivos políticos, sino por problemas familiares.
María José Lavalle Lemos, apropiada por una policía
Mónica era trotskista y Gustavo, montonero. En 1977 fueron secuestrados en José C. Paz, noroeste del Gran Buenos Aires. Ella estaba estaba embarazada de ocho meses de María José. A partir de 1985 Abuelas de Plaza de Mayo comenzó a recibir denuncias acerca de una policía bonaerense, Teresa González, que junto a su esposo, Nelson Rubén, tenían una niña inscripta como hija propia. En 1986 se inició una causa penal. El juez ordenó el allanamiento de la casa del matrimonio y la pericia genética de la niña. En 1987 María José pasó a vivir con su hermana mayor y su abuela materna.
Hugo Ducca, de vuelta en Santiago del Estero
María Rosa y Antonio militaban en el PRT-ERP. En 1975 tuvieron a Hugo. En 1976 Antonio fue secuestrado en San Fernando y más tarde le ocurrió lo mismo a María Rosa, que se encontraba junto a su hijo en General Pacheco, también en el norte del Gran Buenos Aires. Hugo quedó al cuidado de una vecina hasta que pudo ser recuperado por compañeros de sus padres. Después fue entregado a sus tíos maternos en Santiago del Estero. La familia paterna solo pudo encontrarlo en 1988.
María Victoria Moyano Artigas, el hermano de un uniformado
María Asunción, uruguaya, y Alfredo militaban en el MLN-Tupamaros. En 1977 desaparecieron en Berazategui, sur del Gran Buenos Aires. Ella estaba embarazada de dos meses y medio. Abuelas de Plaza de Mayo recibió denuncias que indicaban que el hermano de un comisario policial de apellido Penna tenía una niña inscripta como hija propia. Se iniciaron acciones judiciales y en 1988 los resultados de los análisis de ADN confirmaron que era hija de María Asunción y Alfredo. María Victoria fue restituida a su familia biológica.
Ximena Vicario, la primera nulidad de una adopción plena
Stella Maris y Juan Carlos eran del PRT-ERP. En 1976 nació su hija Ximena. Al año siguiente Stella Maris y su hija fueron secuestradas en Buenos Aires. A Juan Carlos le ocurrió lo mismo en Rosario. Ximena fue adoptada en forma irregular por una empleada del hospital porteño Casa Cuna, Susana Siciliano. En 1986 se hicieron los análisis de ADN. En 1989, la justicia le restituyó su identidad. Este caso se constituye como el primero en el que los tribunales anulan una adopción plena.
Gonzalo y Matías Reggiardo Tolosa, el escándalo en los medios
Su caso armó un gran revuelo público en su momento. María Rosa y Enrique eran montoneros. Ella fue secuestrada en 1977 en Florencio Varela, sur del Gran Buenos Aires, cuando estaba embarazada de seis meses y esperaba mellizos. Enrique fue secuestrado el mismo año en Lanús. Por denuncias de familiares de otra desaparecida, Abuelas de Plaza de Mayo comenzó a investigar la posibilidad de que los mellizos inscriptos como hijos propios por el subcomisario policial Samuel Miara fueran los hijos de aquel matrimonio. Cuando en 1986 el juez ordenó los análisis, Miara y su esposa se llevaron los niños a Paraguay. Cuando se consiguió la extradición y los pequeños volvieron al país, se hizo la pericia. En 1989 se confirmó que eran hijos de María Rosa y Enrique. En 1993 la justicia les restituyó su identidad. En su momento, algunos medios de comunicación hicieron campana a favor de que los niños se quedaran con el policía que los había criado e incluso los mellizos pidieron públicamente quedarse con Miara y su esposa. “Por intromisión de personas extrañas al caso y por la violenta campaña desatada en los medios contra la restitución de los niños apropiados, se entorpeció la relación que habían comenzado a entablar con la familia biológica materna”, opinan las Abuelas de Plaza de Mayo. Hasta alcanzar la mayoría de edad, los mellizos Gonzalo y Matías vivieron con una familia sustituta. En la actualidad mantienen contacto con sus parientes biológicos. Nunca dejaron de verse con Miara, que está preso por diversos delitos de lesa humanidad, y su esposa, pese a que Matías ha reconocido su satisfacción por haber recuperado la identidad.
Marcelo, María de las Victorias y Laura Ruiz Dameri, cada uno por separado
Silvia y Orlando eran montoneros. En 1976 nació su hijo Marcelo. En 1977 se exiliaron en Suiza y allí nació María de las Victorias en 1978. La familia regresó a Argentina y fue secuestrada en 1980. Silvia estaba embarazada de cinco meses y parió una hija en la ESMA. Marcelo fue abandonado en el hospital Casa Cuna de Córdoba con un cartel con su nombre, pero fue adoptado por la familia Heinzmann. En 1989 se hizo los análisis genéticos y en 1990 se confirmaron que se trataba de Marcelo Ruiz Dameri. El joven continuó viviendo con su familia adoptiva y en contacto con su familia biológica. En 1998 Abuelas de Plaza de Mayo recibió una denuncia anónima sobre una joven que había sido abandonada en 1980 en las puertas del Sanatorio de Niños de Rosario con un cartel que decía Victoria. La niña fue adoptada por el matrimonio Torres. En 1998 un periódico publicó las fotos de hijos desaparecidos junto con sus padres, Victoria vio esa foto y se reconoció. En 1999 la joven se hizo los análisis que confirmaron su identidad. Marcelo y Victoria se reencontraron. Las Abuelas tenían fuertes sospechas acerca de que el ex prefecto naval e integrante del grupo de tareas de la ESMA Antonio Azic tenía en su poder a la otra hija del matrimonio Ruiz Dameri. Ya se había comprobado que el represor se había apropiado de otra hija de desaparecidos, la ahora diputada progresista Victoria Donda, también nacida en la ESMA y que recuperó su identidad en 2004. La joven anotada como hija propia de Azic se negaba a someterse a las pruebas de ADN. Muchos como ella temían que las personas a las que consideraban sus padres acabaran en la cárcel. Una juez ordenó entonces un procedimiento judicial para obtenerlas a través de objetos personales de la joven. En 2008 se confirmó que se trataba de la otra hija de los Ruiz Dameri, Laura.
Emiliano Castro Tortrino, el caso que llegó a la Corte Interamericana
María del Carmen y Carlos militaban en la JP. Él entró después en Montoneros. En 1976 tuvieron a Emiliano. Carlos fue secuestrado ese año en Buenos Aires. En 1977 le tocó el turno a Martía del Carmen y su hijo. Los abuelos del niño lo localizaron en el hospital Casa Cuna, pero no pudieron impedir que fuera dado en adopción. El juez Jorge Müller consideró que el matrimonio Castro Tortrino había incurrido en "incumplimiento de asistencia familiar" y otorgó la guarda provisoria a un amigo suyo, el abogado Domingo Maggiotti. Desde el retorno de la democracia se ha pedido en reiteradas oportunidades que Emiliano se hiciera los análisis. En 1995 la Corte Suprema dio por prescripta la acción penal. Ese mismo año, Abuelas denunció al Estado argentino ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la violación de la Convención Internacional por los Derechos del Niño que consagra el derecho a la identidad.
Mariana Zaffaroni Islas, tras su hermano desaparecido
María Emilia y Jorge, uruguayos, militaban en la Asociación de Estudiantes de Magisterio de Montevideo (AEMM). Jorge también adhirió al PVP. En 1975 nació en Buenos Aires su hija Mariana. En 1976 toda la familia fue secuestrada. María Emilia estaba embarazada de tres meses. En 1983 Abuelas de Plaza de Mayo localizó a Mariana en manos del agente de inteligencia Miguel Ángel Furci y su esposa. Inmediatamente el matrimonio se fugó con la niña. En 1991 se los halló y se le hicieron los análisis a la niña. En 1993 la justicia le restituyó su identidad. Su hermana o hermano menor permanece desaparecido.
José Sabino Abdala Falabella, otro hijo de montoneros
Susana y José tuvieron en 1974 a José Sabino en La Plata. Ambos eran montoneros. En 1977 la familia desapareció el niño fue secuestrado junto con sus padres en su domicilio de la ciudad de La Plata. Junto con ellos fue secuestrada también otra nieta recuperada, María Eugenia Gatica Caracoche, hija de un matrimonio amigo de los Abdala Falabella. En 1992 José Sabino fue localizado en poder de un matrimonio que lo había inscripto como hijo propio. Su filiación fue confirmada en 1993 y la justicia le restituyó su identidad en 1998.
María Alejandra, Stella María y Raúl Fuente Alcober, desencontrados por su tío
José y María Rosa tuvieron tres hijos: María Alejandra en 1969, Stella Maris en 1970 y Raúl en 1972. José militaba en el PRT-ERP y desapareció en 1976 en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, donde vivía con su familia. Su hermano, que se encontraba detenido por aquel tiempo, perdió contacto con su cuñada y sus sobrinos y pensó erróneamente que también habían sido secuestrados. En 1994 Abuelas de Plaza de Mayo los localizó.
Carlos D’Elía Casco, en poder de un agente de inteligencia
Yolanda y Julio, uruguayos, militaban en los Grupos de Acción Unificadora (GAU), movimiento de izquierda de su país. Fueron secuestrados en San Fernando, norte del Gran Buenos Aires, en 1977. Yolanda se encontraba embarazada de ocho meses y medio y dio a luz en cautiverio a un varón al que llamó Martín. Abuelas de Plaza de Mayo halló una partida de nacimiento que correspondía a un niño inscripto como hijo propio por un miembro del Servicio de Inteligencia Nacional, Carlos De Luccia, y su esposa, Marta Leiro. En 1994 los análisis confirmaron la verdadera filiación del niño. La causa concluyó en el primer juicio oral que llevó adelante Abuelas de Plaza de Mayo. En el proceso Marta Leiro confesó que el joven no era su hijo biológico sino que había sido entregado en circunstancias poco claras. En 1998 la justicia le restituyó la identidad. El joven prefirió seguir llamándose Carlos, en lugar de recuperar el Martín original.
Laura Acosta, una confusión y una búsqueda
María Dolores, militante del PRT-ERP y Lidio tuvieron una hija, Laura, en 1974. Aquel año Lidio fue detenido. María Dolores y Laura desaparecieron en 1977. En 1995 Laura fue recuperada. Había sido entregada a la familia Molinas, que también buscaba a una niña desaparecida llamada Paula. Los Molina criaron a Laura como propia sin saber que la verdadera Paula Molinas había sido adoptada por un matrimonio de Córdoba cercano a su padre. Cuando Paula tomo conocimiento de su historia y localizó a la familia Molinas en la provincia de Santa Fe, éstos recurrieron a Abuelas de Plaza de Mayo para saber cuál era la verdadera identidad de Laura. En 1995 los análisis genéticos confirmaron que era de la familia Acosta. Laura se reencontró entonces con su padre, que había permanecido detenido hasta 1987. Las familias Acosta y Molinas permanecen en contacto. El padre de Paula continúa desaparecido y su madre fue asesinada en 1975.
Manuel Gonçalves Granada, el niño que se salvó en el armario
Ana María y Gastón militaban en la JP y después en Montoneros. En 1976 nació Manuel. Gastón desapareció en 1976 en Zárate, provincia de Buenos Aires. Ana María fue asesinada en San Nicolás en 1976. Junto a ella se encontraba Manuel, que salvó su vida gracias a que su madre lo ocultó en un armario. El niño fue llevado con graves problemas respiratorios al hospital de San Nicolás, donde permaneció ingresado durante tres meses con custodia policial. En 1977 un juez dio al niño en adopción al matrimonio Novoa. En 1997 Manuel se hizo los análisis que confirmaron su verdadera identidad. Pudo rencontrarse entonces con su familia biológica.
Javier Penino Viñas, cambió el apellido pero no el nombre
Cecilia militaba en el Frente Antiimperialista y por el Socialismo y eran sindicalista de la industria del motor. Ella y Hugo se sumaron al PRT-ERP. En 1977 la pareja fue secuestrada en Buenos Aires. Cecilia estaba embarazada de siete meses y pensaba llamar a su hijo Hugo Carlos. Lo dio a luz en la ESMA. En diciembre de 1983, el mes en que regresó la democracia a Argentina, la joven logró comunicarse telefónicamente con sus familiares y afirmó que esperaba ser liberada. En marzo de 1984 estableció el último contacto. Aquel año Abuelas de Plaza de Mayo inició una causa judicial contra el marino Jorge Vildoza, que se había desempeñado en la ESMA y tenía en su poder un niño llamado Javier que podía ser hijo de desaparecidos. Vildoza y su esposa, Ana María Grimaldos, se fugaron con el pequeño. En 1998 Javier, que sabía que los Vildoza estaban acusados en la justicia, se presentó ante una juez para hacerse los análisis. En 1999 la justicia le restituyó su identidad, recuperó los apellidos, pero mantuvo su nombre.
Paula Cortassa Zapata, la mentira del juez
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vIENE ... pAOLA cORTASSA ZAPATA ... LAMENTIRA DEL JUEZ
Blanca y Enrique comenzaron su militancia en el Partido Auténtico de Rosario. Después pasaron a la JP y Montoneros. En 1975 nació su hija Paula. En 1977 todos desaparecieron. Blanca estaba esperando su segundo bebe. Paula fue dada en adopción al matrimonio Guallane. El juez les mintió sobre el origen de la niña. Con el apoyo de su familia adoptiva buscó su verdadera historia. En Abuelas había denuncias desde 1986, pero no coincidían con su situación ya que ninguna de sus dos familias de origen había denunciado su desaparición. La joven comparó su ADN con los del Banco Nacional de Datos Genéticos, pero no coincidía con ninguna de las familias allí inscriptas. Paula hizo pública su búsqueda de identidad y entonces fue identificada por conocidos de sus padres. En 1998 logró recuperar sus orígenes. Su hermana o hermano menor permanece desaparecido.
Andrea Hernández Hobbas, una familia diezmada
Lourdes, uruguaya, y Nelson tuvieron cuatro hijos: Beatriz, Washington, Esteban y Andrea. Lourdes militaba en Montoneros y fue secuestrada en 1977 en Munro, norte del Gran Buenos Aires, cuando Nelson era preso político. La hija mayor, Beatriz, fue secuestrada poco después y Washington corrió la misma suerte. Unos compañeros de militancia de los Hernández Hobbas dejaron a Andrea a cargo de un matrimonio conocido en Beccar, también en el norte de la periferia de la capital. Si bien el hombre que la crió no le ocultó su verdadera historia, su esposa la había inscripto como hija propia. En 1998 Andrea se comunicó con Abuelas para buscar datos de su familia. Sus parientes biológicos también rastreaban sus huellas desde hace años. En 1999 los resultados de los análisis genéticos confirmaron su identidad. Su padre había fallecido, pero la joven pudo reencontrarse con uno de sus hermanos, Esteban. En cambio, Beatriz y Washington siguen desaparecidos.
Carmen Gallo Sanz, pruebas fallidas hasta que una acertó
Aída y Eduardo, uruguayos, militaban en el Frente Amplio 26 de Marzo y en el MNL-Tupamaros. Eduardo también había integrado la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas. Aída fue secuestrada en 1977 en San Antonio de Padua, oeste del Gran Buenos Aires. Estaba embarazada y dio a luz en cuativerio a una niña. Ese mismo año fue secuestrado Eduardo en Laferrere. En la década del 80 Abuelas de Plaza de Mayo localizó una partida de nacimiento de un médico policial acusado de crímenes de lesa humanidad, Jorge Bergés, en la que constaba que había nacido en su consultorio una niña de un matrimonio de civiles de apellido Fernández. La justicia ordenó un análisis de ADN, pero la familia con la cual se le comparó el material genético no era la propia. En 1999 otra hija de desaparecidos que buscaba a su hermana nacida en cautiverio fue a verla pensando que podría ser ella y le propuso hacerse nuevos análisis. Así fue que descubrió que era Carmen Gallo Sanz, la hija de Eduardo y Aída.
Claudia Poblete Hlaczik, una joven que aceptó el análisis
Gertrudis y José, chileno, tuvieron en 1978 a Claudia. En Chile, José había llegado a ser presidente del centro de estudiantes de su colegio secundario por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) e integró el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER). Migró a Argentina, donde militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Allí conoció a Gertrudis. Juntos participaron de Montoneros y del Frente de Lisiados Peronistas (FLP) porque él había perdida las piernas en un accidente. En 1978 toda la familia fue secuestrada. En 1999, una joven fue citada por un juez para que se sometiera a análisis genéticos. Había sido inscripta como hija propia por Ceferino Landa, integrante de la estructura de inteligencia del Ejército, y su esposa, Mercedes Moreira. La joven accedió a hacerse las pruebas y en 2000 recuperó su identidad.
Hilda Montenegro, en manos del coronel Tetzlaff
Hilda y Roque militaban en el PRT-ERP. En 1976 tuvieron a Hilda, porteña. La familia fue secuestrada ese año. En 1984 Abuelas de Plaza de Mayo recibió información acerca de un represor apodado El Gordo José, que podría tener en su poder a una hija de desaparecidos. Se trataba del coronel Herman Tetzlaff. Junto a su esposa, Carmen Eduartes, habían inscripto a la niña como hija propia. En 1988 se inició una acción judicial que se dilató por el permanente cambio de domicilio de los Tetzlaff. Finalmente, la joven se analizó y en 2000 confirmó que era hija de Hilda y Roque. En 2001 se reencontró con su familia biológica.
Macarena Gelman, la nieta del premio Cervantes
Marcelo Gelman, hijo del poeta y premio Cervantes Juan Gelman, militaba en el Movimiento al Socialismo (MAS). Después, con su pareja, María Claudia García Iruretagoyena, se enrolaron en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y en Montoneros. Ambos fueron secuestrados en 1976 en Buenos Aires. María Claudia estaba embarazada de siete meses de una niña a la que pensaban llamar Ana. A comienzos de 2000, a partir de gestiones personales de Juan Gelman ante el gobierno uruguayo, pudo avanzar la investigación y se supo que María Claudia había sido llevada por fuerzas de seguridad argentinas a Montevideo, donde dio a luz la beba en el Hospital Militar. La niña fue entregada al matrimonio Tauriño Vivian, integrado por un comisario policial uruguayo y su esposa, quienes la anotaron como hija propia bajo el nombre de Macarena. La joven fue localizada en marzo de 2000. Se hizo los análisis genéticos en Argentina y en junio de ese año se confirmó que era la nieta del escritor. El caso de Macarena Gelman llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que ordenó a Uruguay que investigara todos los crímenes de la dictadura más allá de lo permitido por ley de caducidad (amnistía) y que el Estado hiciera un acto formal de petición de perdón a Macarena. El Gobierno de José Mujica cumplió con la sentencia y organizó este año un acto para pedir disculpas a la joven, que sigue viviendo en Uruguay, y a las demás víctimas del régimen que asolo a ese país entre 1973 y 1985.
Guillermo Rodolfo Pérez Roisinblit, la visita de la hermana
Patricia comenzó su militancia en el PRT. José se inició en la JP y se enroló en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Después se encontraron en Montoneros. En 1977 nació su primera hija, Mariana. Al año siguiente fue secuestrada toda la familia. Mariana fue entregada a su familia paterna por personas que se identificaron como pertenecientes a la Coordinación Federal. Patricia estaba embarazada de ocho meses y dio a luz a un varón llamado Rodolfo. El obstetra del parto fue Jorge Luis Magnacco, acusado en el juicio del robo de bebés. En 2000, Abuelas de Plaza de Mayo recibió una denuncia anónima que afirmaba que el agente civil de la Fuerza Aérea Francisco Gómez y su esposa, Teodora Jofré, tenían un niño inscripto como hijo propio. Después de ser visitado por Mariana, el joven aceptó hacerse los análisis genéticos. Los resultados confirmaron que era su hermano. El joven sumó a su nombre de hasta entonces, Guillermo, el que le había puesto su madre, Rodolfo.
Martín Castro Rocchi, el hijo de un español
Rubén había nacido en Galicia en 1945. Migró a Argentina y allí conoció a su pareja, Isolina. Militaron en el PRT-ERP. En 1975 nació su hijo, Martín, en Buenos Aires. En 1977 Rubén e Isolina le pidieron a unos compañeros que cuidaran a Martín por una noche. Fue la misma noche en que ambos desaparecieron. Los amigos de Rubén e Isolina desconocían a la familia biológica de ambos y entregaron al niño a un matrimonio de apellido Mayta, que ya tenía tres hijos. Los Mayta lo adoptaron y desde un principio le contaron la verdad de sus orígenes. En 2000 recuperó la identidad tras hacerse unas pruebas genéticas.
Gabriel Cevasco, el que se reencontró con su padre
María Delia era del PRT-ERP. Formó pareja con Enrique y en 1976 nació Gabriel. En 1977 fueron secuestrados en San Martín, noroeste del Gran Buenos Aires. Gabriel fue entregado por la Policía de la Provincia de Buenos Aires a un matrimonio de Pergamino (a 223 kilómetros de Buenos Aires) compuesto por Roberto Duarte y Margarita Fernández, quienes lo inscribieron como hijo propio. Desde pequeño Gabriel tuvo dudas sobre su identidad y en 1999 decidió presentarse en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. Se hizo los análisis y en 2000 Gabriel se reencontró con su padre. Su madre sigue desaparecida.
Simón Gatti Méndez, recuperado por la madre
Sara y Mauricio, uruguayos, tuvieron en 1976 a Simón en Buenos Aires. Sara y Simón desaparecieron ese año. Ella fue trasladada a Uruguay, donde después de cuatro meses se la oficializó como presa política. Estuvo detenida hasta 1981. Inmediatamente después Sara y Mauricio se pusieron a buscar al niño. Él murió antes de encontrar a Simón. Ella lo halló en 2002.
María Eugenia Sampallo Barragán, hija de marxistas leninistas
Mirta y Leonardo militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). La pareja fue secuestrada en 1977 en Buenos Aires. Mirta estaba embarazada de seis meses. En 1989 Abuelas de Plaza de Mayo recibió las primeras denuncias sobre el caso. En 2000, María Eugenia se presentó ante la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y se hizo un análisis que confirmó que su identidad. La joven había sido inscripta como hija propia por Osvaldo Rivas y Cristina Gómez Pinto.
Susana Coloma Larrubia, la que cruzó la cordillera
Susana y Juan Adolfo, chileno, eran montoneros. En 1978 tuvieron a Susana. Luego todos fueron secuestrados La Plata. Diez días después, la niña fue devuelta a su abuelo materno con una carta de puño y letra de su madre. Una familia vecina del abuelo la cuidó. En 2002 Susana se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo para ubicar a su familia paterna. Gracias al trabajo conjunto de esta organización y de otras de Chile fue posible contactar a los parientes en ese país, que la habían buscado durante mucho tiempo. En 2003 Susana viajó a Chile a reencontrarse con la rama paterna de su familia.
Horacio Pietragalla Corti, criado por la asistenta del coronel
Liliana y Horacio eran montoneros. Horacio había estado antes en la JUP, la JP y el Frente Sindical de la Organización 17 de Octubre. En 1975 él fue detenido y asesinado, pero había engendrado con Liliana un hijo que nació en 1976. Su madre lo llamó también Horacio. Ella fue asesinada meses después en un operativo del régimen en su casa de Villa Adelina, norte del Gran Buenos Aires. El bebe fue llevado por personal policial a la Clínica Mayo y a la Brigada Femenina de San Martín. El teniente coronel Hernán Tefzlaff lo entregó a la asistenta de su casa. En 2002, el joven Horacio se acercó con dudas sobre su identidad a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. En 2003 conoció quiénes habían sido sus padres.
Gustavo Godoy Ferreyra, la confesión antes de la muerte
Oscar era sindicalista en la fábrica donde trabajaba. Con Olga tuvo cuatro hijos: Julio César en 1970, Cristián en 1972, Gustavo en 1973 y Javier en 1975. Fueron secuestrados en 1978 en General Pacheco. Olga estaba embarazada. En 2000 Abuelas de Plaza de Mayo recibió a un joven que sabía que era hijo de desaparecidos porque su apropiador le había confesado antes de morir que lo había ido a buscar al regimiento de Campo de Mayo. Gustavo había sido inscripto en Paraguay como hijo propio por el matrimonio de Gerardo Weil y Estela Flores Pujol. En 2003 los resultados de los análisis confirmaron que era hijo de Olga y Oscar.
Juan Cabandié, el ariete kirchnerista
Alicia y Damián fueron de la UES y la JP. Desaparecieron en 1977 en Buenos Aires. La joven estaba embarazada de cinco meses y dio a luz en la ESMA con asistencia del obstetra Jorge Luis Magnacco. A los pocos días, el niño fue entregado al matrimonio de Luis Antonio Falco, policía federal, y Teresa Perrone, que lo anotaron como hijo propio. En 2003 Abuelas de Plaza de Mayo recibió una denuncia sobre el matrimonio Falco. Ese mismo año el joven se acercó voluntariamente a Abuelas y a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad con dudas sobre su origen. En 2004 recuperó su identidad y desde entonces ha militado en el kirchnerismo. En la actualidad es uno de sus principales diputados en el Consistorio porteño. Cabandié ha declarado en el juicio contra Falco por su apropiación. Describió su casa como una “comisaría” policial. La hija natural de Falco apoyó a Cabandié. El agente fue condenado a 18 años de prisión.
Victoria Analía Donda, la diputada progresista
María Hilda y José pertenecían a Montoneros. En 1976 nació Eva, su primera hija. En 1977 la pareja fue secuestrada. La pequeña Eva se encontraba al cuidado de la abuela materna. María Hilda estaba embarazada de cinco meses y dio a luz en la ESMA a una niña a la que llamó Victoria. El parto fue asistido por el obstetra Jorge Luis Magnacco. En 2003 Abuelas de Plaza de Mayo recibió una denuncia sobre el caso de una niña que había sido anotada como hija propia por un miembro de las fuerzas de seguridad de apellido Azic, que había actuado en la ESMA. Juan Antonio Azic está siendo juzgado ahora por el robo de bebés y ya fue condenado por otros crímenes cometidos en la ESMA. Luego de varios meses la joven llamada Analía decidió hacerse los análisis genéticos. En 2004 descubrió que su nombre era Victoria y se lo añadió. Ya entonces era militante de izquierdas y se sumó entonces al kirchnerismo. En 2007 fue elegida diputada nacional y después se alejó del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y se integró en el Frente Amplio Progresista (FAP), que lidera el socialista Hermes Binner. Su juventud, sus propuestas rupturistas y su empuje la ha convertido en una de las figuras del FAP. Siempre ha preferido mantener en reserva su relación con Azic y su esposa. A diferencia de ella, la otra niña apropiada por Azic se resistió a hacer las pruebas de ADN. A su vez, su hermana Eva ha participado de actos con militantes de derechas que exigen reparación por los crímenes de las guerrillas en los 60 y 70, delitos que la justicia argentina considera prescriptos y diferentes, por tanto, de los del terrorismo de Estado.
Pedro Nadal García, criado por un policía
Hilda militaba en el PRT-ERP. Con Jorge tuvo dos hijos: Carlos en 1974 y Pedro en 1975. Jorge fue detenido por razones políticas en 1975. Hilda y Pedro desaparecieron en 1976 en Quilmes, provincia de Buenos Aires. Carlos se encontraba al cuidado de unos compañeros, que lo entregaron a sus abuelos maternos. En 1979 Jorge se exilió en París, donde se reencontró con su hijo mayor. El menor había sido inscripto como hijo propio por el policía Luis Alberto Ferian. En 2003 Abuelas de Plaza de Mayo presentó la denuncia ante un juez que ordenó la pericia genética. Pedro aceptó y en 2004 se confirmó su identidad. Se reencontró con su padre y su hermano.
Leonardo Fossati Ortega, entregado por el coronel
Inés era de la UES y Rubén, de la JUP. Ambos desaparecieron en 1977 en Quilmes. Ella estaba embarazada de siete meses. La joven pudo compartir con su hijo menos de cinco días hasta que los guardias le anunciaron que "El Coronel" quería conocerlo y que se lo entregaría a su familia biológica. En 2004 un joven con dudas sobre su identidad y datos que certificaban que no era hijo de quienes lo habían criado se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo. En 2004 se hizo los análisis y en 2005 los resultados confirmaron que era el hijo de Inés y Rubén.
Sebastián José Casado Tasca, una causa judicial lo mencionaba
Adriana, que había militado en la JUP, y Gaspar pertenecieron a Montoneros. Desaparecieron en 1977 en Buenos Aires o La Plata. Ella embarazada de cinco meses y dio a luz en cautiverio al bebe que planeaba llamar José. El niño fue entregado por un oficial de la Fuerzas Armadas a un matrimonio allegado de apellido Capitolino. Fue inscripto con una falsa partida de nacimiento. En 2005 el joven escribió a Abuelas de Plaza de Mayo consultando sobre una causa judicial que lo mencionaba como posible hijo de desaparecidos. Se hizo los estudios y en 2006 pudo confirmar que era hijo de Adriana y Gaspar. Sebastián se añadió el nombre José.
Natalia Suárez Nelson Corvalán, los objetos prueban la identidad
María Elena era de la JUP y Mario, de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN). Después se integraron a Montoneros. Secuestrados en 1977 en La Plata, la joven estaba embarazada de siete u ocho meses y pensaba llamar Lucía a la beba. En 1985 Abuelas inició una causa a partir de denuncias que aseguraban que un comerciante de La Plata tenía una niña anotada como propia que podía ser hija de desaparecidos. Cuando el matrimonio fue citado por la justicia dio un relato falso sobre el nacimiento de la joven y se opuso a las pericias científicas. En 1986 se fugaron con la niña a Paraguay. En 2005 la justicia ordenó análisis a partir de una petición de Abuelas. Ante la negativa de la joven, se recogieron objetos personales de su domicilio para extraer muestras de ADN. En 2006 se confirmó que era la hija de María Elena y Mario. Éste es el primer caso en el que se determina la identidad de una hija de desaparecidos por medio una medida judicial alternativa a la extracción de sangre.
Alejandro Pedro Sandoval Fontana, una búsqueda incansable
Liliana comenzó su militancia en un movimiento llamado MESEP y Pedro, en la Juventud Revolucionaria Peronista (JRP). Después se enrolaron en el FR-17. Fueron secuestrados en 1977 en Caseros, noroeste del Gran Buenos Aires. La joven estaba embarazada de dos meses y medio. Pensaban llamar Pedro al bebé. Sus familiares lo buscaron sin descansar. Abuelas de Plaza de Mayo impulsó denuncias judiciales que permitieron citar a un joven que podía llegar a ser el hijo de la pareja. Había sido inscripto como hijo propio del exagente de inteligencia de la Gendarmería Nacional Víctor Rei. El joven se negó a comparecer y la justicia ordenó recoger objetos personales de su domicilio para extraer muestras de ADN. En 2006, Alejandro pudo conocer su origen y a su familia biológica.
Marcos Suárez Vedoya, el hijo en busca del padre
María Teresa y Hugo eran de la JUP y después de Montoneros. Hugo había militado en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). En 1975 nació su hijo Marcos en La Plata. En 1976 los tres desaparecieron. La familia de Marcos comenzó a buscarlo en organismos del Estado, iglesias y hospitales. En 2006 se presentó en Abuelas de Plaza de Mayo un joven interesado en conocer su filiación paterna porque en el Registro Civil no figuraba ninguna información sobre su padre. Los resultados de los análisis de ADN confirmaron que se trataba del hijo de María Teresa y Hugo.
Pablo Casariego Tato, el hallazgo tras la fuga a Paraguay
Norma y Jorge militaban en la JTP. En 1977 fueron secuestrados en Buenos Aires. La joven estaba embarazada de cinco meses y dio a luz un varón en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Desde 1984 Abuelas recibió denuncias sobre dos niños presuntamente hijos de desaparecidos anotados como hijos propios por el matrimonio de un médico del Ejército, Norberto Bianco, y Nilda Wehrli. En 1985 las Abuelas iniciaron acciones legales y en 1986, ante el requerimiento judicial, se fugaron a Paraguay con los pequeños. En 2003 una hija de desaparecidos se acercó a Pablo, que aceptó hacerse los estudios de sangre y recuperó su identidad. En 2007 se oficializaron las pruebas.
Celina Manrique Terrera, una foto identificada por televisión
Laura y Alfredo tuvieron en 1976 a Celina. Ambos eran montoneros. En 1977 desaparecieron tras partir de San Juan hacia Mendoza. En 2006 la Red por el Derecho a la Identidad recibió un comunicado anónimo en el cual alguien decía reconocer a la niña cuya fotografía había aparecido en una escena de una serie televisiva sobre la apropiación de niños durante la dictadura. En 2007 se reactivó la causa ya iniciada en relación a la desaparición y apropiación de Rebeca. Frente a la evidencia presentada, el juez ordenó análisis genéticos a una joven que finalmente era la hija de Laura y Alfredo.
María Belén Altamiranda Taranto, entregada a un movimiento cristiano
Rosa y Horacio militaban en el PRT-ERP. Fueron secuestrados en 1977 en Florencio Varela. Ella estaba embarazada de siete meses y parió en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Le dijo a una de sus compañeras de cautiverio que había tenido una niña a la que pensaba llamar María Luján. La beba fue entregada al Movimiento Familiar Cristiano, que a su vez la dio en adopción. Su nueva familia la llamó María Belén. La joven siempre supo que era adoptada y en 2005 comenzó a buscar su origen. Se presentó en Abuelas de Plaza de Mayo y en 2007 descubrió que era la hija de Rosario y Horacio.
Evelin Bauer Pegoraro, anotada como hija de un marino
Susana fue de la JUP y la JP. Rubén, de la UES y la JTP. Ambos formaron parte de Montoneros. En 1977 desaparecieron en Buenos Aires y La Plata, respectivamente. Ella estaba embarazada de cinco meses. Dio a luz en la ESMA. La niña fue entregada al matrimonio del exmarino Luis Vázquez Policarpo y su esposa, Ana María Ferra, quienes la anotaron como hija propia. En 1999, Vázquez Policarpo reconoció que recibió a la niña mientras desempeñaba tareas en un edificio de la Armada. La joven se negó a someterse a análisis genéticos. En 2008 la justicia ordenó recoger objetos personales de su domicilio para extraer muestras de ADN y así se conoció su verdadera identidad.
Milagros Castelli Trotta, siempre buscada y un día encontrada
María Teresa y Roberto eran montoneros. Desaparecieron en 1977 en el oeste de la periferia bonaerense. La joven estaba embarazada de seis meses y medio y parió en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Sus familiares siempre la buscaron. En 2008, los resultados de los análisis genéticos confirmaron que una joven dada en adopción por el Movimiento Familiar Cristiano era la hija Roberto y María Teresa. Milagros pudo reencontrarse con sus parientes biológicos. Este caso confirmó que este movimiento entregaba irregularmente niños sin investigar el paradero de su familia de origen.
Jorge Goya Martínez Aranda, un niño nacido en España
Francisco militó en el Movimiento Nacionalista Tacuara, en la JP y en Montoneros. Se exilió en México y allí conoció a María Lourdes, afiliada al Partido Comunista de su país. En 1979 la pareja se fue a España y allí nació su hijo Jorge. Los tres fueron secuestrados en 1980 en Argentina. La búsqueda del niño cobró fuerza por una denuncia hecha ante el Equipo Argentino de Antropología Forense. Así se pudo hallar al joven, que en 2008 recuperó su identidad.
Alejandra Cugura Casado, en una familia escurridiza
Olga y Juan Oscar militaban en Montoneros. Ambos desaparecieron en 1977. Ella estaba embarazada de siete meses. Las familias de Olga y Juan Oscar dejaron sus muestras de sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos que se creó en la democracia. Entre 1985 y 2000, Abuelas recibió varias denuncias acerca de un matrimonio que tenía una niña anotada como hija propia y que podía ser hija de desaparecidos. La localización de la joven no fue fácil ya que la familia apropiadora solía mudarse con frecuencia. La filiación de la joven pudo establecerse luego de que un juez ordenara un allanamiento para extraer muestras de ADN. En 2008, Alejandra supo que era la hija de Juan Oscar y Olga.
Laura Catalina de Sanctis Ovando, una carta reveladora
Miryam estuvo en la JUP y en la JTP. Con su pareja, Raúl, se integró a Montoneros. Ambos desaparecieron en 1977. Miryam estaba embarazada de seis meses. Por una carta que recibió su familia se supo que la joven había dado a luz una niña a la que llamó Laura. La búsqueda de la niña comenzó en 1982. Abuelas comenzó a trabajar el caso a partir de denuncias que daban cuenta de una joven que había sido anotada como hija propia por un militar y podía ser hija de desaparecidos. Un juez ordenó que se tomaran las medidas necesarias para dar con el paradero de la joven y que se le extrajeran objetos personales para conocer su identidad. En 2008, la justicia confirmó que Catalina era la hija de Raúl y Miryam y había nacido en el Hospital Militar de Campo de Mayo. La joven incorporó el nombre de Laura.
Federico Cagnola Pereyra, los HIJOS lo encontraron
Liliana y Eduardo militaron en la JUP y Montoneros. En 1977 fueron secuestrados en Mar del Plata. Ella estaba embarazada de cinco meses y dio a luz en Buenos Aires, en la ESMA, a un niño llamado Federico. En 1981, las familias de Liliana y Eduardo denunciaron la desaparición de los dos, con ella embarazada. Años más tarde, llegaron a Abuelas denuncias sobre un matrimonio que tendría en su poder un posible hijo de desaparecidos. Esta asociación e HIJOS, el colectivo de descendientes de desaparecidos, dieron con el paradero de Federico. Un juez ordenó tomar muestras de ADN de las pertenencias del joven. En 2008 se obtuvieron los resultados.
Sabrina Valenzuela Negro, los mellizos separados al nacer
Raquel militó en la JP, en el Movimiento Villero Peronista (MVP), en la Agrupación Evita y en las FAR. Tulio, en la Juventud del Partido Bloquista de San Juan y en la organización ARP de la Facultad de Derecho. Después ambos confluyeron en Montoneros. En 1978 desaparecieron en Mar del Plata. Raquel estaba embarazada de siete meses de mellizos, una niña y un niño. Las fuerzas de seguridad abandonaron a la pequeña en la puerta de un convento y fue dada en adopción a la familia Gullino. Esta información pudo obtenerse a partir de una causa iniciada en 2005. En 2008, una joven que dudaba de su identidad se presentó en Abuelas y las pericias demostraron que era hija de Raquel y Tulio. Su hermano mellizo continúa desaparecido.
Bárbara García Recchia, del catolicismo a la guerrilla
Beatriz y Antonio pasaron de los grupos católicos a la militancia en los barrios y en Montoneros. Fueron secuestrados en Villa Adelina en 1977. Junto con ellos se encontraba su pequeña hija Juliana, que fue entregada a su abuela materna. Pero Beatriz estaba embarazada de cinco meses de otra niña. La beba nació en el centro clandestino de detención de Campo de Mayo. Sus familiares y Abuelas de Plaza de Mayo la buscaron siempre. La asociación inició una causa para conocer el origen de una joven que podía ser hija de desaparecidos. Una juez pidió análisis genéticos en 2009 y comprobó que era la hija de Beatriz y Antonio.
Martín Amarilla Molfino, la segunda es la vencida
Marcela y Guillermo comenzaron su militancia en el Peronismo de Base, después pasaron a la JP y finalmente, a Montoneros. Guillermo también había pertenecido al Integralismo de Resistencia, capital de la provincia norteña de Chaco. Tuvieron tres hijos: Mauricio en 1975, Joaquín en 1977 e Ignacio en 1978, en este caso durante el exilio de la pareja en Francia. Volvieron a Argentina en 1979 y toda la familia fue secuestrada. Marcel se encontraba embarazada de un mes. Los tres niños fueron devueltos a su abuela paterna en Resistencia. En el momento del secuestro, la familia desconocía que Marcela estaba embarazada. El cuarto hijo de la pareja comenzó su propia búsqueda en 2007 porque dudaba de su identidad. Se hizo los análisis en el Banco de Datos Genéticos, pero como el embarazo de su madre no había sido denunciado se le comunicó que su perfil genético no coincidía con ninguna de las familias registradas. En 2009 se presentó ante la Secretaría de Derechos Humanos una sobreviviente de Campo de Mayo que relató que Marcela había dado a luz un niño en ese centro clandestino de detención. Fue así que el Estado se comunicó con las familias Marcela y Guillermo para pedirles muestras de ADN. Fue así que se cruzaron pruebas y se descubrió que aquel joven que dudaba de su identidad era el hijo de aquella pareja. Martín pudo así encontrarse con sus hermanos.
Matías Espinosa Valenzuela, un encuentro en la clandestinidad
Tulio, el padre de Sabrina Valenzuela Negro, había tenido antes otro hijo con Norma, también militante de montonera. La pareja se separó cuando ella había quedado embarazada. Norma dejó la guerrilla y tuvo a su hijo Matías en 1976 en Lomas de Zamora, sur del Gran Buenos Aires. Cuando tenía seis meses organizó un encuentro con Tulio para que conociera a Matías. Como Tulio estaba en la clandestinidad, el niño no pudo ser inscripto con el apellido de su padre. Matías se crió con su madre y sus abuelos maternos. De adolescente se acercó por primera vez a Abuelas para conocer más de su padre y allí le facilitaron el contacto con sus tíos paternos en San Juan.
Francisco Madariaga Quintela, sus dos apropiadores en el banquillo
Silvia y Abel era montoneros. Ell fue detenida en Florida, zona norte del Gran Buenos Aires. Estaba embarazada y dio a luz en el Hospital de Campo de Mayo en 1977. Llamó Francisco a su bebe. Abel se exilió en Suecia y México, hasta que en 1983, con el regreso de la democracia, volvió a Argentina y se incorporó a Abuelas. Francisco se acercó a esta asociación en 2010 bajo el nombre de Alejandro Gallo. Desde hacía mucho tiempo tenía dudas sobre su identidad por lo que decidió preguntar a la mujer que decía ser su madre, Inés Colombo, si tenía información sobre su origen. Colombo, acusada en el actual juicio por el robo de bebes, le confesó que lo habían traído de Campo de Mayo y que había posibilidades de que fuera hijo de desaparecidos. El joven llevó a Colombo a Abuelas y allí ella manifestó que su exesposo, Víctor Gallo, era oficial de Inteligencia del Ejército. Francisco acudió al Banco Nacional de Datos Genéticos, descubrió su identidad y se reencontró con su padre. Víctor Gallo también está imputado por el robo de bebés.
Ezequiel Rochistein Tauro, de negarse a las pruebas a alegrarse por la verdad
María Graciela militó en la JUP y después, con Jorge, en Montoneros. Fueron secuestrados en 1977 en Hurlingham, zona oeste del Gran Buenos Aires. La joven estaba embarazada de cuatro meses y medio. En la ESMA dio a luz en 1977 a un varón bajo la asistencia del médico militar Jorge Luis Magnacco. La investigación que permitió encontrar al hijo de Graciela y Jorge comenzó hace varios años a partir de la denuncia de un represor. El niño había sido inscripto como hijo propio de un integrante de los grupos de tareas de la Fuerza Aérea. Abuelas de Plaza de Mayo inició las acciones judiciales para avanzar en la investigación. Ante la negativa del joven a someterse a pruebas, la asociación presentó el caso en la Corte Suprema, que se expidió en contra de la extracción obligatoria de sangre y a favor de medidas alternativas para obtener muestras de ADN. Un juez ordenó un allanamiento para recoger objetos personales del joven, pero se cometieron irregularidades en la toma de las muestras. Después pidió una requisa imprevista de ropa del joven. En 2010 se conoció su identidad. Ahora ha declarado que está satisfecho con haberla recuperado.
María Pía Klotzman Barral, entregada por un juez cuestionado
Cecilia y Ricardo militaban en el PRT-ERP. Fueron secuestrados en 1976 en Rosario. La joven estaba embarazada de nueve meses. La pequeña recién nacida fue entregada en adopción por el juez Luis Vera Candiotti, recientemente procesado por la supresión de identidad de otra joven. El caso de María Pía llevaba varios años en la justicia federal. Finalmente en 2011 comenzaron los estudios comparativos en el Banco de Datos Genéticos y se conocieron los resultados.
Laura Reinhold Siver, un abrazo tan esperado
Susana y Marcelo militaban en la JUP y en Montoneros. En1977 ambos fueron secuestrados. Susana estaba embarazada de cuatro meses. En el Hospital Naval nació su hija Laura. En 1982, la madre de Marcelo y suegra de Susana se acercó a Abuelas para denunciar la situación. En 2011 una joven que siempre había tenido dudas sobre su identidad hizo los análisis y así fue que pudo reencontrarse con su familia que la buscaba desde hace tanto tiempo. |
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Gran día para la memoria: Jorge Rafael Videla, el dictador argentino, condenado por robo de niños
"No sé en otros países, pero en la Argentina, tenemos memoria". Así, con un tono tan solemne como tranquilo, la periodista del canal argentino 360 TV que aparece al inicio de esta noticia, anunciaba un fallo histórico.
El ex dictador argentino Jorge Rafael Videla fue condenado este jueves (madrugada de este viernes en España) a 50 años de cárcel por un tribunal de Buenos Aires por el robo sistemático de bebés durante la última dictadura militar (1976-1983), tal como pedían la Fiscalía y las Abuelas de la Plaza de Mayo. Se trata de la tercera pena equivalente a la cadena perpetua que recae sobre el ex dictador.
La justicia consideró probado un delito de lesa humanidad "mediante la práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de niños menores de 10 años", en el contexto de un "plan general de aniquilación" contra parte de la población civil con el argumento de acabar con la "subversión" durante la dictadura militar.
Sentado en primera fila, Videla escuchó sin inmutarse la condena, que se suma a las pena de cadena perpetua que ya pesa en su contra por delitos de lesa humanidad cometidos durante el régimen de facto.
LO NEGÓ TODO
Recientemente, el dictador rechazó todo cargo, definiendo a las víctimas como "militantes activas de la maquinaria del terror" y "usaron a sus hijos embrionarios como escudos humanos a la hora de actuar como combatientes".
Junto a Videla se sentaron en el banquillo el ex dictador Reynaldo Bignone, condenado a 15 años, Antonio Vañek, ex-almirante, condenado a 40 años, el ex-capitán de fragata Jorge Eduardo Acosta, sentenciado a 30, y el exgeneral Omar Riveros, a 20, entre otros represores de la dictadura militar.
El proceso judicial comenzó en diciembre de 1996, con la denuncia de 35 casos de apropiación, que dieron lugar a la investigación de lo ocurrido en los centros de detención clandestina de La Cacha, la Comisaría Quinta de La Plata, el Pozo de Banfield, el Vesubio, el Olimpo, Automotores Orletti, Campo de Mayo y la ESMA.
Según han informado las Abuelas de la Plaza de Mayo en un comunicado, del total de casos denunciados, 26 nietos han recuperado su identidad, mientras que ocho siguen viviendo con una identidad falsa.
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SE LLAMAN SARA...
Entre las víctimas, Sara Méndez, detenida en 1976 en Buenos Aires por un comando que le arrebató a su hijo de 20 días.
Trasladada ilegalmente a Montevideo, estuvo presa cuatro años y medio y al recuperar la libertad se volcó en buscar a su hijo, a quien encontró en 2002 adoptado por un expolicía argentino.
... O MACARENA
El juicio se ocupó también del caso de Macarena, la nieta del poeta argentino Juan Gelman, que fue localizada en el año 2000 en Uruguay, donde nació mientras su madre estaba detenida, y que hoy se sumó a la celebración de las organizaciones humanitarias en Buenos Aires.
"Es una sentencia histórica que confirma el plan sistemático de robo de bebés y, en mi caso, se reafirman condenas de Videla y Bignone, es muy positivo. Empezar a ver las caras de los responsables es una señal de que la justicia avanza", dijo en declaraciones a Efe.
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El HuffPost/Agencias | Publicado: 06/07/2012 09:33 Actualizado: 06/07/2012 10:26