Uruguay conmemora aniversario 182 de juramento de la Constitución
Escrito por Wilfredo Alayon Perez
18 de julio de 2012, 00:09Montevideo, 18 jul (PL) El presidente de Uruguay, José Mujica, participará hoy en el acto solemne de celebración del aniversario 182 del Juramento de la Constitución, que tendrá lugar en el Cabildo de Montevideo.
Hablará en la ceremonia el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, y asistirán autoridades nacionales y departamentales, informó la web de la presidencia.
La Carta Magna de 1830, inicial de la actual República Oriental del Uruguay, entonces Estado Oriental del Uruguay, fue promulgada por la Asamblea General Constituyente el 28 de junio de ese año y jurada por el pueblo el 18 de julio.
El texto sufrió varias reformas y su letra vigente es básicamente la de 1967 que, a su vez, tuvo varias enmiendas posteriores, en particular, la reforma de 1997.
A pesar de ser este miércoles día feriado, se espera que numeroso público presencie la conmemoración en el Cabildo, construido entre 1804 y 1869, en la llamada Ciudad Vieja de esta capital.
El edificio fue sede del primer Poder Legislativo, desde 1959 acoge el Museo Histórico Municipal y en 1975 recibió la categoría de Monumento Histórico Nacional.
Con motivo de la efemérides 181, el pasado año el inmueble recibió un amplio remozamiento incluida la aledaña Plaza Matriz, que cuenta con la primera fuente pública de agua corriente del país desde hace más de 140 años.
www.youtube.com/watch?v=ckT_E4kGG3U2 Feb 2010 - 2 min - Subido por ricardodanielfmas VIDEOCLIP EDUCATIVO SOBRE EL JURAMENTO DE LA CONSTITUCION DE 1830 EN LA REPUBLICA ...
Methol Ferré cuando en su libro de geopolítica “El Uruguay como problema”, nos explica que “no hay uruguayo que no sepa, en el fondo del corazón, que el Uruguay nació a la historia como “Estado Tapón”. Antes de descifrar que implicaría ser un “Estado tapón” es menester exponer la génesis histórica de este país.
Para comenzar, es dable citar a Vicente Rodríguez Casado cuando nos explica que “la del virreinato bonaerense es, principalmente, un capítulo más de la historia del Pacífico americano… se hizo pensando en convertir al Río de la Plata en el antemural indispensable para la defensa de la parte del continente, más rica y más poderosamente organizada: el Alto y bajo Perú y su prolongación meridional, el reino de Chile”. Sin embargo, al igual que como acontecía en , existía tensiones con la Corona española por el impedimento que existía para la libre venta de cueros al Portugal e Inglaterra.
No obstante, a diferencia de Buenos Aires, para que la Banda Oriental lograra su independencia necesitó emanciparse de tres países: primero España, segundo Argentina y por último Portugal/Imperio Brasileño
Al principio, como todos sabemos, desde la revolución en 1810, al principio se acató la autoridad de la Junta de Mayo en Buenos Aires. De este modo, en 1813 el Congreso de Abril proclamó las bases de la Revolución independiente: • Organización de un vasto Estado, confederado primero y federal después. • Con todas las regiones del ex- virreinato. • Democracia y república. • La capital debía estar fuera de Buenos Aires.
Es así, que desde 1811 y 1814 los orientales lucharon contra las tropas realistas. No obstante, Artigas pensaba que el propósito de la revolución no podía ser “separarse del despotismo español” para luego subyugarse al “despotismo bonaerense”. Entonces comenzó la segunda independencia decidiendo dejar las tropas de Buenos Aires frente a Montevideo, que cayó ese mismo año. Fue el comienzo de la guerra entre orientales (ayudados por Paraná, Entre Ríos y Corrientes) y porteños, entre federalistas y unitarios. El triunfo en Guayabos determinó que los porteños tuviesen que devolver Montevideo a la Banda Oriental.
En septiembre del año siguiente, Artigas dicta un Reglamento cuyo fin era la repartición de las posesiones de quienes eran considerados enemigos de la Revolución, repartición que fue truncada en parte a raíz de las invasiones europeas de 1816. En la distribución eran privilegiados los indios, negros libres y criollos pobres. Ellos a cambio, debían construir un rancho, dos corrales y sujetar el ganado de Rodeo.
De 1816 a 1820 el territorio hoy conocido como Uruguay sufrió una nueva invasión por parte de la corona lusitana con base en Río de Janeiro. Los portugueses, al contar con el apoyo de Buenos Aires, ciñeron su victoria derrotando a Artigas en 1820. Es así como de 1820 hasta 1822 el territorio pasó a formar parte primero del Imperio Lusitano y después (desde 1822 hasta 1825) al Imperio Brasileño.
En 1825 comenzaría la tercera independencia uruguaya cuando se llevó a cabo la revolución por parte de 33 orientales que desembarcaron y sublevaron todo el medio rural contra los brasileños. Esta última revolución fue dirigida por Juan A. Lavalleja y luego también por Fructuoso Rivera. Finalmente después de las batallas de Rincón y Sarandí, los porteños entran en la guerra contra el Brasil, apoyando a la Banda Oriental y en Agosto del mismo año la Sala de Representantes de la Provincia Oriental declaró la independencia del país (aunque recién pudo ser materializada en 1828). Sin embargo, la guerra contra el Brasil culminó recién 1827 con la batalla de Ituzaingó.
Es así como el Uruguay fue Banda Oriental y Provincia Cisplatina, dos opciones que ya estaban en pugna constituyente de la Colonia del Sacramento y Montevideo. Pero, Alberdi señaló que ha había una tercera opción: “Pero una tercera entidad más importante que los dos beligerantes se interpuso en la lucha y reclamó Montevideo como necesario también a la integridad de sus dominios. Esa entidad era la civilización. Ella también tuvo necesidad de que Montevideo fuera libre e independiente para campear en sus nobles dominios, que se extienden en todo el fondo de América. Habló naturalmente por sus órganos naturales, la Inglaterra y Francia” .
Ahora que hemos hecho una breve reseña histórica del surgimiento del Uruguay como país tenemos que explicar a qué se refería Methol Ferré cuando hablaba de “Estado tapón”. Para comenzar es necesario señalar que la guerra contra el Brasil había sido seguida atentamente por el enviado inglés Lord Pomsomby por dos razones: la primera era que el bloqueo brasileño del puerto de Buenos Aires perjudicaba el comercio con Inglaterra. La segunda (que es la que más nos interesa ahora) era que a Gran Bretaña le interesaba fomentar la independencia de un pequeño estado sobre el Río de la Plata que impidiera que las dos orillas fueran argentinas. De tal modo ese río, puerta de entrada al principal sistema hidrográfico navegable de América del Sur, se internacionalizaría y el comercio inglés no podría ser obstaculizado por una Argentina fuerte.
Existe además otro significado aún más profundo de lo que significa ser un “Estado tapón”. Noción que fue rescatada de por Herrera en “Antes y Después del a Triple Alianza” cuando trae a colación las notas del agente confidencial ante Buenos Aires, Andrés Lamas intercambiadas con el canciller porteño Elizalde, como resultado de la invasión de Venancio Flores en 1863. A causa de su importancia la cancillería uruguaya las aprobó como “doctrina política nacional”. Estas notas sintéticamente expresaban que “(Argentina y Brasil) ligaron no sólo su honor, sino también los más serios intereses de esta parte del continente americano, porque esa base es la paz continental. Inútil decir que esa base no existirá realmente sino por la independencia real y absoluta de la República Oriental del Uruguay.” Esto no indicaba otra cosa que del destino del Uruguay dependía la “paz continental” y que el principio básico de su política internacional era el de la No Intervención.
Retomando ahora a los hechos históricos es necesario señalar que a partir de 1830 el país ya dicta una constitución que estará en vigencia hasta 1919. Como aspectos relevantes de la misma se puede indicar que era republicana inspirada en modelos europeos y norteamericano y que el voto estaba interdicto para vagos, analfabetos, peones y sirvientes que al final de cuentas constituían la mayor parte de la población. A pesar de gozar con una constitución comienza un periodo de anarquía marcado por las constantes guerras civiles. Entonces, aunque el primer presidente electo haya sido Fructuoso Rivera (1830-1834), el mismo sufrió tres alzamientos de otro caudillo: Juan A. Lavalleja.
Fue el mismo Fructuoso Rivera que bajo el estandarte de la europeización del Uruguay (pero también para quedarse con sus tierras) expulsó a uno de los pueblos sobrevivientes conocido como “charruas”. De este modo, se dieron una serie de batallas en contra de los pueblos originarios, siendo la más importante la de Salsipuedes.
Rivera fue sucedido por Manuel Oribe (1835-1838). Éste tuvo que combatir contra dos alzamientos del ex-presidente Rivera. Este fue el comienzo de los dos partidos más importantes de la historia del Uruguay, debido a que los seguidores de Oribe debía usar una divisa “blanca” y los de Rivera una cinta “colorada” (aunque primero había optado por una celeste.
Los colorados constituían un partido de extracción urbana e ideas liberales que contaba con el apoyo de los exiliados argentinos de la época de Rosas y de las potencias extranjeras como Francia, Gran Bretaña y Brasil. Los blancos eran defensores de la autoridad y la tradición y contaban con el apoyo de los estancieros y de Rosas. Entonces se pude afirmar que los colorados se identificaron con el Montevideo sitiado, los inmigrantes y la apertura a lo europeo; los blancos, asentados en la campaña sitiadora, se identificaron con el medio rural, sus grandes terratenientes y lo americano-criollo.
Esta etapa llena de guerras civiles, que va desde 1828 hasta 1855, es conocida como la Guerra Grande. El levantamiento de Montevideo, la caída Rosas y la necesidad de una urgente recuperación económica diluyó la rivalidad entre ambas facciones. Es así como el 11 de noviembre de 1855 se firma entre Oribe y Venancio Flores, el Pacto de la Unión. Anteriormente, ya se había firmado la Paz de los Orientales, que decretaba que no había “ni vencedores ni vencidos”.
La Guerra Grande devastó la situación económica del Uruguay, especialmente a lo que respecta la ganadería. Además diezmó la población y subordinó las decisiones políticas y económicas a las necesidades de sus dos vecinos más poderosos. Debido al desplazamiento de terratenientes a la capital, los brasileños que avanzaban desde Río Grande do Sul adquirieron a precios irrisorios una gran cantidad de estancias. Por último, el Estado, que tenía todos sus recursos hipotecados, era deudor de capitalistas privados y de gobiernos de otros países como Franca y Brasil. .
Gracias al Pacto de la Unión, que otorgó estabilidad política al país se pudo comenzar la recuperación económica. Esta recuperación fue ayudada por la demanda creciente de productos ganaderos por parte de Europa que los pagaba a un buen precio. Desde 1860 la producción se orientó especialmente a la cría de ovejas. A pesa de esta recuperación, el Estado no contaba con demasiado margen de decisión ya que dependía económicamente. Por esta razón fue necesario aplicar algunas medidas que gravaron la tierra y el ganado. Como era de esperarse, éstas no fueron aceptadas por los sectores más pudientes, especialmente por los estancieros provenientes del Brasil
En 1860 asume hasta 1864 el presidente Bernardo Berro tras las presidencias del blanco Juan F. Giró (1852-1853, derribado por el ejército colorado y substituido por Flores) y Gabriel A. Pereira (1856-1860). Berro decide firmó un tratado de amistado comercio y navegación con Paraguay, ya que temía que el expansionismo argentino y brasileño pusieran en peligro la independencia de ambos países. El mismo Berro además había comenzado una política pacificación y de unión tendiente a terminar con las guerras civiles.
A pesar de sus esfuerzos, Flores, apoyado por Mitre y Brasil, invade Uruguay. El conflicto termina con la dictadura de Flores (1865-1868) y la participación de Uruguay en la triple Alianza. Finalmente, el asesinato de Flores y Berro en 1968 abrió al país a una nueva anarquía que duró hasta 1876, año en que asumió el coronel colorado Lorenzo Latorre.
Funcionamiento económico y sociales del período.
A diferencia de la mayoría de los demás países de América Latina, los tres pilares del orden conservador (la Iglesia Católica, el ejército y la gran propiedad) eran débiles.
En el caso de la Iglesia, recién tuvo su primer obispado en 1878. Por otra parte, el ejército era pequeño y carecía del monopolio de la fuerza. Por último, la gran propiedad no estaba asentada. En este sentido, se puede decir que el lugar social dependió del Estado más que el Estado de la clase terrateniente.
En aquella época las comunicaciones eran muy deficientes. Únicamente la región del Litoral tuvo comunicaciones aceptables dado que líneas de vapor recorrían la distancia de Salto a Montevideo en tres días navegando sobre el río Uruguay. Esto produjo que el control de la campaña sea muy difícil de mantener. El Nacimiento del Uruguay Moderno a partir la segunda mitad del s. XIX.
Desde 1876 hasta 1890 se dieron sucesivos gobiernos militares que fueron los encargados de asentar el poder central y dominaron los caudillos. Pero antes de comenzar a detallar el período que comprende en proceso de modernización del Uruguay vamos a rescatar una reflexión hecha por el historiador uruguayo Carlos Real de Azúa cuando expuso “Otro factor (…) fue el de la frontal y compulsiva marginalización a la que el grueso del Partido Nacional estuvo sometido para una efectiva competencia por el poder político. Desde 1865 hasta bien entrado nuestro siglo una especie de gran principio supraconstitucional, no es escrito pero aceptado por todos presidió la contienda política nacional. Uno de los dos partidos ya tradicionale , el Blanco o Nacional, que expresaba a medio país e incluso a algo más, si se entiende a testimonio extranjeros imparciales, tenía derecho a representación en los cuerpos legislativos y en la administración departamental pero no a la puja por la decisión decisiva por la Presidencia de la República. Se implantó por casi medio siglo una estructura de las llamadas de “partido dominante””.
Hecha esta aclaración que era muy necesaria para comprender mejor la historia uruguaya proseguimos con el análisis de esta etapa. Para comenzar es necesario hacer una comparación entre Latorre y Julio A. Roca. Ambos tenían como principales metas la organización nacional, el orden y la paz. Sin Embargo Latorre, no contó con el mismo apoyo que gozó Roca de las clases dominantes.
Haciendo un racconto de los principales rasgos sociales y económicos del período estudiado podríamos decir que: • El Estado y el Ejército gozaron de la coacción física. • Afianzamiento del sentimiento nacional que no permitiría más intromisiones en la política interna del país. • El Uruguay que apenas poseía 70.000 habitantes en 1830, logró alcanzar el millón para el 1900. • De 1840 a 1890 el 50% de la población era europea. • Las olas de inmigración fueron más tempranas que en la Argentina. • A partir de 1860 comenzaron a arribar las inversiones extranjeras, siendo las más importantes de origen británico. • En 1905 el kilometraje de los ferrocarriles llegaba a los 2000 Km. • En 1888 se funda el primer banco del Estado: “El Banco de la República Oriental del Uruguay. • En 1877 durante el gobierno de Latorre se decreta que la enseñanza debía ser obligatoria y gratuita.
Don José Batlle y Ordoñez y el Estado de Bienestar
A principios del siglo XX, existía una aguda crisis de poder en la que ninguna fracción lograba consolidarse políticamente de forma estable. Una manifestación de esta situación era la permanente ruptura del orden constitucional y la implantación continua del Estado de excepción.
En este contexto, la elección de José Batlle y Ordoñez para la presidencia (1903-1907) fue crucial para el devenir histórico del país. Respaldado por la óptima situación de la demanda internacional de carnes y lanas, pudo establecer una alianza social de base amplia que atendía a las necesidades tanto del sector agropecuario como de los emergentes sectores del comercio y la industria vinculados con el mercado interno.
Entonces, el Uruguay fue moldado por la obra de Batlle y se podría decir que algunas de las características de sus presidencias parecieron muy próximas al Estado de Bienestar. De ese modo, se dibujó una sociedad de tono igualitario, regida por un Estado distributista, cuyas agencias regenteaba una previsora, benévola y siempre presente burocracia. La existencia de un vasto sector público: bancos, ferrocarriles, puertos, energía eléctrica, combustibles, al que se agregaron más tarde la actividad pesquera, el transporte urbano, la red ferroviaria completa, la navegación aérea comercial; un ambicioso sistema educativo, laico y gratuito a los tres niveles; un considerable número de leyes sobre las condiciones de trabajo y del salario y, correlativamente, una organización de retiros que se iría haciendo general; una política económica y fiscal de fomento a la agricultura e industria. Además también fue sancionada la ley de divorcio vincular.
Otros dos elementos sustanciales del modelo es el de un ejército sujeto a la autoridad civil y la más profunda y completa acción de secularización que se cumpliera en América Latina antes de la Revolución Mexicana.
Durante su segundo mandato (1911-1915), Batlle produjo una reforma constitucional que impulsó un extraño poder ejecutivo bicéfalo: un presidente con poderes limitados a la administración, la defensa nacional y las relaciones exteriores, y un Consejo de Estado colegiado compuesto por nueve miembros, responsable de la salud, la educación, la economía y las finanzas.
Methol Ferré indicaba: “Con Batlle e Yrigoyen se trataba de la democratización de la renta diferencial. No se intentaba un cambio de estructura, sino de una mejor distribución de la renta agraria. Había que hacer al pueblo partícipe de ella.”
De la crisis del 30’ a la Suiza de América
La crisis económica mundial iniciada en 1929 en Estados Unidos, repercutió en el Uruguay a partir de 1930-31. El descenso del precio de las materias primas y alimentos que el Uruguay exportaba, y las restricciones del comercio internacional, generaron aumento de la desocupación y caída del ingreso. La lucha por la distribución del mismo se acentuó entre los grupos sociales y el reformismo social batllista fue enjuiciado duramente por ineficaz y populista por las gremiales de estancieros y comerciantes que criticaban el peso impositivo de un Estado que no controlaban. El Presidente de la República electo en 1931, Gabriel Terra, oyó estas demandas de las clases altas y con el apoyo de algunas fracciones de los dos partidos tradicionales dio un golpe de Estado el 31 de marzo de 1933, disolviendo el Poder Legislativo y la parte colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo Nacional de Administración. Este golpe y el gobierno resultante, de Terra, hasta 1938, aunque represor del movimiento obrero y los partidos de izquierda y "progresistas", y desconocedor en muchos planos, de los derechos individuales, demostró también la originalidad de la historia uruguaya. El golpe había sido protagonizado por un presidente civil y dado con la aprobación del ejército pero sin su intervención directa, había contado con el apoyo de arte de los partidos políticos tradicionales y además, procurado la legitimación inmediata de las urnas convocando a elecciones ya en 1933.
La lenta recuperación de la economía mundial, el peso en la sociedad toda de las tradiciones democráticas, y el alineamiento del Uruguay con los Aliados enemigos del nazi-fascismo en la II Guerra Mundial (1939-45), determinaron la recuperación plena de la vida institucional democrática con las elecciones de noviembre de 1942 en las que fue electo presidente Juan José de Amézaga (1943-1947). Haciendo referencia a la segunda guerra mundial, las medidas concretas tomadas fueron al principio modestas. El 5 de setiembre de 1939 el Presidente Baldomir y el canciller Guani dictaron el decreto de neutralidad del país. En 1940 hubo medidas de adhesión respecto a la administración estadounidense de colonias americanas de los países europeos invadidos.
En 1940 se descubre una compleja confabulación alemana que consistía convertir al Uruguay en una colonia campesina alemana. La República rompe sus relaciones diplomáticas, comerciales y financiera con el Eje el 25 de enero de 1942. El 12 de febrero de 1945 y para facilitar la concurrencia a la Conferencia de San Francisco, fundadora de las Naciones Unidas, se declara el “estado de guerra” con las naciones del eje. Bajo el gobierno de Luis Batlle Berres (1947-1951), la prosperidad económica se consolidó por los crecientes beneficios que deparó a las exportaciones uruguayas la guerra de Corea (1950-1953). En 1952 se adoptó una nueva Constitución que implantó una estructura colegiada de nueve miembros para el Poder Ejecutivo, seis de ellos para el partido mayoritario y tres para el que le siguiera en votos. La intervención del Estado en la economía recibió un nuevo impulso con la nacionalización de las empresas británicas (ferrocarriles y aguas corrientes, 1949). En realidad, Gran Bretaña pagó de esa manera al Uruguay la deuda que había contraído por el suministro de carnes uruguayas durante la II Guerra Mundial. La prosperidad económica y el impulso del gobierno de este segundo batllismo consolidaron un vigoroso crecimiento de la industria de sustitución de importaciones y el número de obreros aumento con espectacularidad. Otra vez, el país de los años 50 parecía recordar al país de los años 20. El desarrollo cultural era muy importante y el analfabetismo tendía a desaparecer. Desde el gobierno se insistía en que el Uruguay era la Suiza de América, tanto por la continuidad de su democracia, como por la fuerza de su clase media y hasta por el Ejecutivo Colegiado que lo regía.
El estancamiento económico y la dictadura militar.
El periodo que va entre los años 1959- 1985, estuvo caracterizada por la crisis y el estancamiento económico y, en sus años finales (1973-1985), por la caída de las instituciones democráticas y la instalación de una dictadura militar.
Desde mediados de la década del 50’, se percibe en Uruguay un fenómeno inexistente en los años setenta el siglo anterior: el estancamiento de la economía en todos sus rubros fundamentales, ya que al sector agropecuario se agregan el de la industria y los servicios. La producción agrícola y ganadera se mantenía estacionaria dad la inexistencia de modernización, mientras que el empleo y la producción industrial apenas crecían un 1% anual, y las inversiones descendían brutalmente. Las modificaciones de la economía mundial, en especial la formación del Mercado Común Europeo (1957) y la sustitución de la hegemonía británica por la estadounidense en América Latina, dejó a las producciones exportables uruguayas a la deriva. El país, por ejemplo, dependía financieramente de una nación (EEUU.) con una economía competitiva y no complementaria de la suya, mientras su tradicional mercado europeo se cerraba a sus carnes.
Las tensiones políticas y sociales no tardaron en aparecer, ya que las protestas de la clase obrera y la pequeña burguesía urbana se manifestaban abiertamente, lo que llevaría a desatar una intensa lucha en el interior del bloque de poder. En las elecciones de 1958, la presidencia pasó a manos del Partido Nacional, reforzando las posiciones de los agroexportadoras y otros sectores monopólicos vinculados con el capital externo, que llevaron al gobierno a formular un programa destinado a liquidar el papa el Estado como promotor del desarrollo económico y orientaron al país en función de la política recomendada por los organismo internacionales como el FMI, que se tradujo en una invasión de inversiones externas. Durante esta etapa apreció en el Uruguay la inflación con recesión quince años antes que en el resto del mundo.
El proceso desplazó a los sectores dominantes tanto urbanos como rurales, sin embargo no logro traducirse adecuadamente en la escena política hasta 1968. Esto produjo un impasse que agravó aún más la situación económica y creó el espacio para que la clase obrera pudiera por primera vez organizar sindicatos autónomos, independientes de los tradiciones partidos blanco y colorado, proceso que se extendió a la burocracia estatal, e incluso de amplios sectores de clase media, cuyas crecientes presiones de protesta y formas organizativas generaron mayor endurecimiento represivo por parte de los organismos estatales.
Lasa clases asalariadas reaccionaron ante el reajuste económico y social en forma cada vez más enérgica y unificada, culminando con la creación del a Convención Nacional del Trabajo que tuvo un papel protagónico en los acontecimientos políticos, por lo menos hasta 1973.
Por otro lado, en 1962 apareció el Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) que adoptó desde el comienzo de sus actividades el método de guerrilla urbana y cuyo impacto creciente sobre la sociedad hizo que desde 1968 se lo considere como uno de los actores presentes en el juego político uruguayo.
En 1967 se aprobó una reforma constitucional de tipo presidencialista con la que el presidente Jorge Pacheco Areco inició un ciclo de de consolidación paulatina de una dictadura de facto, concentrando poderes en manos de la institución presidencial. Consciente de la desintegración de los partidos tradiciones, intentó la consolidación de un movimiento político propio, usando a discreción los recursos de Estado y una dura represión contra los militantes políticos y sindicales de izquierda, al tiempo que se intensificaba la represión a la guerrilla.
En el terreno económico logró paralizar los mecanismos de negociación salarial, eliminando los consejos de salarios y las convenciones colectivas de trabajo. Tras más de diez años de estancamiento económico, la ruptura del pacto social implícito en el modelo anterior hacía cada vez más difícil la supervivencia del “estado de compromiso”, que la seguridad social establecida desde principios de siglo que había instituido en el país, habiendo consolidado una amplia clase media urbana que servía de base social de sustentación para el control del partido colorado.
En las elecciones de 1971, ganadas por el candidato oficialista Juan María Bordaberry, apareció el Frente Amplio que introdujo en la política uruguaya la presencia de un tercer partido. A partir de ese momento, la situación acelera su marcha hacia la dictadura militar, ya que continúa el ascenso la movilización sindical, al tiempo que la guerrilla se lanza en ofensiva. Todo ello no hace más que agudizar la crisis económica.
Ante la situación, a principios de 1973, el Parlamento suspendió las garantías individuales y votó el estado de guerra interno catapultando a las FF.AA al primer plano de la escena política. A partir de ese momento, la represión se hace más dura y sistemática, logrando desarticular la capacidad operativa de la guerrilla y extendiéndose poco a poco a todas las formas de expresión política y sindical opositora, a la par que crecía la manifestación de los miembros de las FF.AA en cuanto a asumir tareas políticas generales, imponiendo su participación en el gobierno. Para mediados de ese año disuelven el parlamento por sedición.
Desde el punto de vista económico, el gobierno militar, asesorado por técnicos de ideas neoliberales, procedió a cierta apertura de la economía al exterior, procurando atraer al capital extranjero y limitar la intervención del Estado. El deterioro del salario real tuvo consecuencias imprevistas en un gobierno conservador ya que forzó la entrada masiva de la mujer al mercado del trabajo fuera del hogar, estrategia familiar de sobrevivencia que adoptaron los sectores populares y la clase media.