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General: Niños aún , nuevos astros del olimpismo mundial :
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 30/07/2012 13:47 |
Una entre 1.300 millones
La china Ye Shiwen, de 16 años, nadó un largo de 400 estilos más rápido que Lochte
Ye Shiwen es una muchacha de ojos inexpresivos, de 16 años, pelo corto y piel trasparente. Mide poco más de 1,70 y trasluce cierta delicadeza en relación a la mayoría de las nadadoras, más corpulentas. Nada hacía pensar que derribaría una barrera que parecía infranqueable desde que hombres y mujeres comenzaron a nadar pruebas olímpicas hace un siglo. El sábado en Londres, Ye traspasó el muro del género cuando nadó más rápido que el musculoso Ryan Lochte, de 27 años, el hombre más fuerte de los Juegos en su prueba respectiva. Hizo el último largo de los 400 estilos femeninos, 50 metros, en 28,93 segundos, 17 centésimas menos que el rey de la categoría masculina.
La marca de Ye, récord mundial de 400 estilos, conmocionó al cuartel de Estados Unidos, la superpotencia de la natación. Desde la Villa no tardaron en circular rumores de dopaje, cada vez más difíciles de respaldar, teniendo en cuenta la reciente sofisticación de los controles. A Lochte, la aparición de una adversaria china le hizo gracia: “Lo comentamos en la cena. Si hubiera nadado junto a mí igual me ganaba”.
Ye Shiwen, una china entre 1.300 millones, es el producto asombroso del esfuerzo que viene haciendo el populoso país asiático por impulsar su natación de elite desde que el COI asignó los Juegos de 2008 a Pekín, hace más de una década. La estrategia parece deducirse de una alianza geopolítica con otro país de la cuenca del Pacífico. Puestos a buscar especialistas en un deporte en el que carecían de experiencia, los chinos acudieron a Australia. Más concretamente, al círculo de Denis Cotterell, el legendario entrenador de los fondistas australianos de las últimas tres décadas, desde Perkins hasta Hackett. Allí, en las piscinas climatizadas de Gold Coast, pusieron su pie los chinos para aprender técnicas de entrenamiento. El grupo más importante en desembarcar fue el que dirige Zhu Zhigen en la ciudad de Hangzhou, en la costa oriental de China. Allí estaban el mariposista Wu Peng, el primer hombre en derrotar a Michael Phelps en los 200 mariposa desde 2000, Sun Yang, actual récordman mundial de los 1.500 metros, y, posteriormente, Ye Shiwen.
El Estado chino prohíbe las entrevistas a técnicos y nadadores, que viven recluidos entre Australia y el centro de alto rendimiento de China, cerca del Himalaya
En China la detección de talentos tiene un origen sencillo y eficaz. Los entrenadores, todos funcionarios estatales, recorren periódicamente las escuelas en busca de chicos con caracteres físicos concretos. Los que son altos, o los que tienen grandes manos y pies, son reclutados para la natación y enviados a centros de tecnificación. El ojo clínico no precisa ser tan agudo cuando hay tanto material seleccionable. A Ye la eligieron por sus grandes manos, y por sus pies, notables en relación a la estatura (ahora calza un 41, y todavía no pega el estirón).
Reunido el grupo de elite, se emprende una criba darwiniana. El que resiste, sigue. El que no, se vuelve a casa. Dicen que Ye nada seis horas al día, seis días a la semana y que sus volúmenes son exorbitantes. Pero la prensa china no maneja información fiable. El Estado chino prohíbe las entrevistas a técnicos y nadadores, que viven recluidos entre Australia y el centro de alto rendimiento que China ha construido en las faldas del Himalaya, en la villa de Duoba, en la provincia de Yunan, limítrofe con el Tíbet. El Estado paga grandes cantidades para alquilar las instalaciones del Miami Aquatic Center, en Gold Coast, durante todo el año. Los nadadores van y vienen, concentrados durante meses. Hay 11 entrenadores y 49 nadadores chinos en Londres, 27 de ellos nacidos después de 1990. El equipo tiene futuro.
El mito del niño chino que obedece como un autómata fue desmontado enérgicamente ayer por la propia Ye, que se revolvió cuando le preguntaron si no se sentía “un robot”. Dijo: “¡Por supuesto que no! Creo que lo que nos hace diferentes es que tenemos un método de entrenamiento muy científico”.
La natación china dio un salto de gigante en Pekín. El oro olímpico de Liu Zige en los 200 mariposa femenino señaló lo que parece un ascenso definitivo. Tres medallas de plata y dos de bronce, dos de ellas en finales de relevos, fueron el primer paso. Los Mundiales de Shanghai engordaron la cosecha y alumbraron la aparición de Sun y Ye, cuyo estatuto en su país es ahora el de superestrellas. Les esperan patrocinios de más de 10 millones de euros al año a cada uno y esto solo acaba de comenzar. Como dijo Ye: “¡Claro que me merecía ganar el oro! Me he entrenado muchísimo. Pero me queda margen de mejora porque no sé nadar bien la braza, ni hago los virajes correctamente, ni soy tan buena en mi crol”.
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NATACIÓN
Un héroe de 20 años que cita a Montesquieu
Yannick Agnel se entrena con Fabrice Pellerin, un técnico que busca la sensibilidad del deportista en los entrenamientos
Se llama Yannick porque su padre jugaba al tenis y admiraba al ganador de Roland Garros en 1983 y leyenda del tenis francés Yannick Noah. Entre sus libros preferidos está Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez, y Las flores del mal, de Baudelaire. En Facebook, antes de la competición de Londres, cuelga poemas de la condesa Anna de Noailles. El intelectual de la natación francesa se convirtió en héroe tras batir en el relevo 4x100 libre a Estados Unidos. El francés, de 20 años, voló y dio el título al equipo tricolor por delante de Estados Unidos y de Rusia. Horas antes de la carrera histórica, los bleus anunciaban que Yannick Agnel sustituía a Alain Bernard en la prueba. Junto a Amaury Leveaux, Fabien Gilot y Clément Lefert, realizó un relevo de ensueño -hizo la última posta en 1m 34,60 s frente a los 1m 35,35s de Lochte-, y consiguió que Francia se colgase la medalla de oro en esa prueba por primera vez en la historia.
Yannick Agnel es de Niza, allí se entrena y comparte técnico con la campeona olímpica Camille Muffat. En la costa azul francesa confesaba antes de viajar a Londres en el periódico Nice Matin que le gustaba mucho nadar, que lo hacía por placer. Y hablaba maravillas de su entrenador Fabrice Pellerin, el técnico que llevó a Alain Bernard al oro olímpico en 100 libre en Pekín 2008. Pellerin ha revolucionado los entrenamientos de los campeones franceses. Melómano y aficionado a la guitarra, enchufa a los nadadores un mp3 antes de saltar a la piscina. Y les pide que al escuchar la melodía naden inspirados por el ritmo. “Les pido que naden andante y vivace, me importa poco que sepan lo que es, ellos interpretan lo que escuchan y se mueven de una forma u otra en la piscina”, explica en Le Monde.
Su entrenador, melómano y aficionado a la guitarra, le cuelga un mp3 antes de saltar a la piscina
Un método que también mezcla juego y mucho humor y que gusta mucho al especialista de 200 metros libre, que así no se aburre en las cinco horas diarias de entrenamiento en la piscina Jean Bouin, nombre que llevan muchos centros deportivos en Francia en honor al atleta olímpico y medalla de plata en los 5.000 en los Juegos de 1912, y que perdió la vida en la primera guerra mundial en la batalla del Marne. Agnel, flaco, largo – mide 2,02m-, declara que se divierte mucho en los entrenamientos. Ayer, tras volar en al piscina londinense -poco antes había conseguido la clasificación para la final de 200m libre-, señaló que nadar sin la presión de los favoritos les había beneficiado. “Ha sido mágico, no teníamos ninguna presión, hemos hecho lo que sabemos hacer y ya está, somos campeones olímpicos”. Antes de viajar a Londres, también ponía las cosas en su sitio. “La gravedad es el escudo de los tontos”, declaraba citando a Montesquieu; “Londres es una experiencia apasionante aunque no hay que perder la cabeza
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Meilutyte, CAMPEONA OLÍMPICA CON SÓLO 15 AÑOS!
La niña Ruta Meilutyte gana el oro y el corazón de LondresLa sensación en el Centro Acuático de Londres fue la niña Ruta Meilutyte, de 15 años, lituana, que ganó el oro en los 100 braza y sus lágrimas conmovieron a los presentes.El mayor silencio de los tres días de competición en el Centro Acuático de Londres se vivió ayer, cuando el himno lituano retumbó por segunda vez en la historia en un escenario olímpico. El mayor aplauso, justo después, mientras la niña Ruta Meilutyte arrojaba sus lágrimas sobre el podio. A sus 15 años, esta rubia lituana, con cuerpo y cara de niña, se había proclamado campeona olímpica de los 100 braza, después de superar a la todopoderosa Rebeca Soni, oro en Pekín 08 y dominadora de este estilo desde hace años. Su irrupción es sorprendente. Hace dos meses, había nadado la distancia dos segundos por debajo de la marca de ayer y su técnico, el inglés Jon Rudd, afirmaba que con suerte podría entrar en la final. Pero Ruta, de 1,62 de altura, es eléctrica en el nado, no se cansó nunca: llegó primera en el 50 y aguantó hasta el final, con los gritos del público de fondo, porque esta niña se ganó el corazón de Londres.Ruta se entrena, además, en Plymouth Leander (Inglaterra), donde decidió acudir recientemente para mejorar su carrera. Allí, conjugan natación y formación con grandes técnicos británicos, expertos, y sólo aceptan nadadores de entre 11 y 18 años de todos los países (ahora mismo tienen 20) -ahí deberían enviar a algún español/a-. Ruta nunca pudo imaginar este resultado. Es la primera vez desde 1972 que una nadadora de esta edad gana una medalla de oro en natación. La únicaNi los estadounidenses Michael Phelps y Ryan Lochte, ni el francés Yannick Agnel, ni la china Shiwen Ye han logrado en tres días de competición el silencio absoluto en el Centro Acuático de Londres que consiguió la lituana Ruta Meilutyte, de 15 años, en la ceremonia de entrega de medallas de los 100 metros braza de esta tarde.
La nadadora báltica se ha convertido en la sorpresa de la competición olímpica junto a la china Shiwen Ye, de 16 años.Hoy puso un nudo en la garganta de las miles de personas que se encontraban en la piscina principal mientras pugnaba consigo misma por no llorar en el podio de la capital británica secundada por la doble campeona mundial y campeona olímpica en Pekín 2008, la estadounidense Rebecca Soni, y la japonesa Satomi Suzuki, medalla de plata y bronce, respectivamente. Ruta, finalmente, no pudo evitar una lágrima en su ojo izquierdo mientras sonaba el himno de su país y se llevaba la mano al corazón, poco antes de que sus rivales la consolaran y felicitaran. En 2010, el padre de Ruta decidió mudarse de Lituania a Inglaterra convencido de que su hija mejoraría su rendimiento en Plymouth. |
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Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 pretenden inspirar a una nueva generación. Durante la ceremonia inaugural, deportistas de renombre cedieron el protagonismo y el honor a siete jóvenes atletas de entre 16 y 19 años que fueron los responsables de encender la llama del pebetero olímpico. Inspirados por el espíritu de esos chavales, anteponiendo talento a experiencia, los benjamines de Londres 2012 se están forjando un nombre propio en la cita universal del deporte.
De la piscina del centro acuático de Stratford ha emergido una nueva remesa de jóvenes nadadores que no sobrepasan los 20. Los «yogurines» de los equipos olímpicos son los que se están colgando las medallas, ante la mirada resignada de sus contrincantes más maduros.
Con solo 15 años, la nadadora lituana Ruta Meilutyte deslumbró al mundo proclamándose campeona olímpica de los 100 metros braza. Desde 1972 no se veía a una nadadora de esta edad ganando una medalla de oro en natación. La báltica, nacida en Kaunas el 19 de marzo de 1997, superó a la estadounidense Rebecca Soni, diez años mayor que ella y la auténtica favorita. La americana fue campeona olímpica en Pekín hace cuatro años en los 200 braza. Durante la ceremonia de entrega de medallas, a la propia Meiluyte le costaba creerse su triunfo mientras pugnaba por contener las lágrimas. «No sé qué hago aquí», acertó a decir tímidamente la rubia lituana, de rostro inocente y cuerpo de niña.
No todo son desilusiones en el equipo estadounidense. Para contrarrestar el revés de Soni, está la nadadora de 17 años, Missy Franklin. Consagrada como la nueva reina de la piscina, ganó la medalla olímpica de oro en los 100 espalda y el bronce en el relevo 4×100. En EE.UU. ya venden a Franklin como la transición de Michael Phelps.
Poderío chino
La nueva generación de nadadores viene pisando tan fuerte que incluso comienzan a despertarse las suspicacias de dopaje. Cada vez que la nadadora china, Shiwen Ye, de 16 años se zambulle en la piscina del centro acuático de Stratford es para romper los límites. En la modalidad 200 estilos pulverizó el récord olímpico dejando por el camino a Mireia Belmonte y Beatriz Gómez. El pasado sábado firmó los últimos 100 metros de la final del 400 estilos de una manera más propia de un hombre que de una mujer, nadando los 50 finales más rápido que el fenómeno estadounidense Ryan Lochte en la misma disciplina. El presidente de la Asociación Mundial de Entrenadores de Natación, el estadounidense John Leonard, declaró que el récord mundial de Ye Shiwen en los 400 estilos le pareció inquietante. «No hablo de dopaje, pero la historia de nuestro deporte nos previene que siempre que se han producido resultados increíbles, a la larga se ha sabido que había relación con el dopaje».
Otro de los valores emergente de la natación china es el joven Yang Sun, de 20 años y casi dos metros de altura. Se alzó con su primer oro en los 400 metros libres y rompió el récord olímpico, superando a Ian Thorpe quien sostenía el anterior mejor tiempo. La gran promesa china, que ya había deslumbrado en el Mundial de Shanghái donde se colgó cuatro medallas, sumó el pasado lunes una plata a su palmarés en la final de 200 metros libres. Sun nació con cuatro kilos y medio, y a los siete años de edad una prueba ósea pronosticó que su estatura sería de 1,93 metros. Lo que nadie podía predecir es su imparable proyección deportiva dentro de la natación y su pericia para batir a todo aquel que se ponga en su camino bajo el agua.
abc.es
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'Missy' Franklin, la nueva maravilla de la natación estadounidense 18 de julio de 2012 • 11h2418 de julio de 2012 • 09h54 • actualizado a las 11h23
Melissa Franklin, la nueva figura de la natación femenina. Foto: Getty Images
Con apenas 17 años, Melissa "Missy" Franklin es la nueva maravilla que la natación estadounidense lleva a Londres-2012, donde podría convertirse en la versión femenina de su multimedallista compatriota Michael Phelps.
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Oriunda de Pasadena, California (oeste de Estados Unidos), la esbelta Missy (1,86 metros de altura) es hija de canadienses y aprendió a nadar desde pequeña ya que su madre, temorosa del agua, no quiso que la experiencia se repitiese.
"Todo lo que recuerdo es que nadar me gustaba más que nada. Me gustaba estar en el aguar más que en tierra porque estaba más cómoda ahí. Dios me ha bendecido con un cuerpo de excelente nadadora", dice la adolescente.
Desde el inicio de su carrera, Franklin tuvo que tomar una difícil decisión: competir para Canadá o Estados Unidos.
Si bien su madre pensaba que le sería más sencillo hacerse un lugar en el equipo canadiense, la joven optó por Estados Unidos, país al que siente su patria.
"Estoy muy conectada con Estados Unidos. Cuando salgo a competir y escuchó a la gente cantar '¡USA!', es una de las mejores sensaciones en el mundo", confiesa.
Con apenas 13 años, Missy participó en las eliminatorias estadounidenses para los Juegos de Pekín-2008 pero no logró clasificarse para ninguna prueba.
Sin embargo, la niña tenía un futuro prometedor y su esperada explosión llegó en el Mundial de Shanghai-2011, donde ganó tres medallas de oro, una de plata y una de bronce.
Esa actuación le valió ser elegida la mejor nadadora del año por la revista de la Federación Internacional de Natación (FINA).
Las expectativas eran altas para las eliminatorias estadounidenses a Londres-2012 celebradas a fines de junio pasado en Omaha (Nebraska, centro de EEUU) y Missy no defraudó.
Franklin estará en nada más ni nada menos que siete pruebas de la cita olímpica londinense: 100 y 200 metros libres, 100 y 200m espalda, 4x100 y 4x200m libres y 4x100m estilos.
"Cuando pienso en mi sueño más grande, sería competir en los Juegos Olímpicos en tantas pruebas como me fuese posible. Creo que esta semana lo he alcanzado. Cumplir ese gran sueño a esta edad es tan excitante", dijo tras su proeza.
Aunque ella no habla al respecto, son muchos los que piensan que puede batir el récord de medallas doradas olímpicas para una mujer, en manos de Kristen Otto (de la por entonces Alemania Oriental) que ganó seis en los Juegos de Seul-1988.
En caso de quebrar ese récord, "Missy" superará además a su ídola Natalie Coughlin, la primera estadounidense en lograr seis medallas en unos Juegos en Pekín-2008 (un oro, dos platas y tres bronces).
El destino hace que "Missy" y Coughlin (de 29 años) compartan en Londres el revelo 4x100m estilos, con el que ya triunfaron en Shanghai-2011.
Olimpiadas en vivo por Terra Terra, la mayor empresa de internet en América Latina, transmitirá en vivo y en alta definición (HD) todas las modalidades de los Juegos Olímpicos de Londres, que se disputan entre el 27 de julio y el 12 de agosto de 2012. Con producciones especiales y el seguimiento diario de los atletas, la cobertura cuenta con notas, videos, fotos, debates, participación del internauta y repercusión en las redes sociales.
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Las niñas de oro de la piscina
Meilutyte, de 15 años, Shiwen, de 16, y Franklin, de 17, emergen ya como grandes campeonas
El agua de las piscinas británicas parece ser un buen lugar para que eclosionen campeonas precoces. Una nueva generación de nadadoras adolescentes se ha hecho con el Centro Acuático de Londres para poner en entredicho que quizás las atletas acuáticas no tengan que esperar a cumplir los 20 para madurar y alcanzar su punto álgido de rendimiento.
La primera fue Ye Shiwen, de 16 años, que dejó a todos atónitos al batir el récord mundial en los 400 estilos y nadar el último largo en 28,93 segundos, 17 centésimas menos que Ryan Lochte, el especialista masculino. Esta adolescente de 1,70 y pies grandes conmocionó al mundo al volar 50 metros por el agua más rápido que el campeón estadounidense, de 27 años y 1,88 de estatura. Con una expresión impasible, Shiwen cruzó la barrera. Luego la joven volvió a demostrar su poderío en el agua al pulverizar el récord olímpico de 200 estilos con un tiempo de 2m08,39s.
Missy Franklin es una de las grandes aspirantes a llevarse un metal en las siete pruebas en las que participa
Ruta Meilutyte parece una muñeca de porcelana. Su cuerpo aún por formarse y su cara redonda delatan los 15 años. Su corta edad le da margen para superar su 1,62m de estatura. Después de tocar primera la pared en los 100m braza, la joven lituana, incrédula, se tapó la boca con la mano que lucía unas coloridas uñas e intentó reprimir el llanto al ver su marca 1m05,47s en los 100m braza, ocho centésimas menos que la estadounidense Rebecca Soni, de 25 años, ganadora del oro en los 200m braza y la plata en los 100m braza en Pekín 2008. “En el podio me temblaban las piernas y tenía miedo de bajar, solo quería irme rápido”, declaró tras recibir la medalla. Esta niña rubia de 15 años se subió al podio entre lágrimas, consciente -o tal vez inconsciente- de que era la primera deportista que lograba una medalla para su país.
Cuando murió su madre, su padre se fue a vivir a Inglaterra con ella y sus hermanos y desde hace dos años, Meilutyte se entrena en Plymouth Leander, un centro especializado en natación y formación con reputados técnicos británicos, donde solo aceptan nadadores entre 11 y 18 años. Su entrenador, John Rudd, dijo: “Cuando llegó aquí en 2010 solo nadaba libres, yo pensaba que podía ser mas fuerte en braza y así ha sido”. La joven nadadora también va a participar en las pruebas de 50 y 100m libre, con el oro reluciendo en su pecho dice tímidamente: “En Lituania no me conocen mucho, ahora quizás me vuelva más popular”.
“¿No es preciosa?”, preguntó Missy Franklin enseñando a los medios la medalla de oro que acababa de ganar en la prueba de los 100m espalda. Cuando alguien le dijo que al fin tenía una medalla, la nadadora estadounidense contestó: “Sí, al fin… después de 17 años”. Esa es exactamente su edad. Al contrario que sus dos colegas anteriores, Missy Franklin es una de las grandes aspirantes a llevarse un metal en las siete pruebas en las que participa. La estadounidense, de 1,85 de estatura, tiene un físico más formado que no deja adivinar fácilmente que ni siquiera ha cumplido los 18. Solo sus comentarios en los que compara el participar en unos Juegos Olímpicos con “ir a un concierto de Justin Bieber”, al que adora, delatan su corta edad. El oro de Missy no fue tan sorprendente como los de Ruta y Ye, porque Franklin es una gran promesa de la natación estadounidense, y algunos la llaman la Phelps femenina. Su debut en los Juegos con récord de participación en siete pruebas justifica esta comparación.
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Inolvidable Agnel
El francés se consagra como una figura de los Juegos y fuerza a Lochte a cometer errores tácticos que lo hunden
No sólo será recordada como una carrera magnífica. La final del 200 libre fue la parábola de unos campeonatos oscilantes, que responden a un guion impredecible, despiadados con gigantes como Ryan Lochte. El estadounidense llegó a Londres convencido de que, superada la hegemonía de Michael Phelps, se convertiría en el rey de la natación mundial. Su optimismo se amparó en resultados y fue secundado por la delegación estadounidense. Esta convicción se afirmó en la primera jornada, cuando Lochte se colgó la medalla de los 400 estilos, la prueba más exigente del programa. Los Juegos le abrieron la puerta grande al chico de Florida, y al día siguiente comenzaron a someterlo a una tortura especial. ¿Qué calamidad mayor para un componente del relevo estadounidense de 4x100 que nadar la posta del anclaje y acabar entregando el oro a Francia en los últimos cinco metros, cuando parecía asegurado? La pesadilla de Lochte se repitió ayer con igual verdugo. Yannick Agnel, francés de 20 años que le arrebató la gloria del relevo, rompió la final de 200 libre en los últimos 50 metros para concluir majestuosamente convertido en campeón olímpico de una distancia que suele premiar a los ejecutantes con clase.
“Lo que ocurrió en el relevo fue muy extraño”, dijo Agnel, pálido y sereno. “Nos presentamos sin ninguna presión. Dijimos: ‘¡Vamos a probar, a ver qué pasa!’. Los 200 libre son una carrera que adoro y la piscina estaba tan llena de nadadores extraordinarios. Me parece la final más dura de los Juegos”.
Yannick emprendía una batería de brazadas que movían olas. Marcaba el ritmo con convicción
Lochte, que logró mantenerse pegado a Agnel hasta los últimos 150 metros, acabó con la tercera mejor marca –segundo y tercero llegaron al mismo instante, tiempo-, pero en una cuarta posición que le sacó del podio. Sus últimos 20 metros recordaron a la culminación del relevo del domingo. Su análisis indicó que le faltó energía porque planificó mal la táctica: “Creo que salí demasiado rápido. Pensé que para estar en la carrera debería entrar con todo”. La evolución de sus largos fue decreciente: 24,72s, 26,47s, 26,70s y 27,25s. Al estadounidense le falló la tracción, como a esos coches que patinan en el hielo, mientras se aproximaba a la última pared. Taehwan Park y Yang Sun, los duques de la natación asiática, le sobrepasaron en ese punto de angustia, mientras Agnel tocaba la placa en solitario. El francés hizo el cuarto mejor tiempo de la historia, 1m43,14s. Park y Sun clavaron el cronómetro a la vez: 1m44,93s. Lochte alcanzó la meta en 1m45,04s. Fuera del podio.
Durante un par de minutos interminables Lochte se quedó mirando el panel luminoso que se alza en la cabecera de la piscina para exhibir los resultados. Sumergido en el agua, cogido a la corchera como para evitar zozobrar, desconcertado, repasaba la lista de nombres una y otra vez. Daba la impresión de ser un hombre en un profundo estado de perplejidad. Todos sus esfuerzos habían sido inútiles.
Lochte salió el primero. Nadie tuvo mejor tiempo de reacción. Entonces Park y Agnel le fueron comiendo el terreno en los largos. El estadounidense recuperaba en los virajes, pero no lo suficiente. Daba una patada más que Agnel, cuatro contra tres. Nadaba más rápido por debajo del agua procurando ganar centímetros perdidos. Pero esa fabulosa habilidad que le ha servido en tantas hazañas tampoco le funcionó ayer. El francés emergía antes pero lo hacía con una vitalidad superior antes de ponerse a dar paladas. La emprendía con una batería de brazadas que movían olas. Marcaba el ritmo de la carrera con convicción.
Durante un par de minutos Lochte se quedó mirando el panel luminoso de los resultados. Desconcertado, repasaba la lista de nombres una y otra vez. No estaba
La envergadura de Agnel supera los dos metros. La de Lochte no llega a tanto. El francés no es tan eficaz pero es potente. Sus largos brazos le impulsaron lejos porque se movieron con acierto y a una frecuencia superior. Dio 37 brazadas en el último largo por 33 de su adversario. Algo le falló a Lochte y su asombro al acabar la prueba parecía revelar una ausencia de respuestas. Su tiempo (1m45,04s) fue más lento que en la final de 200 libre que conquistó el año pasado en los Mundiales de Shanghai (1m44,44s).
La final convocó a seis de los ocho nadadores más rápidos de todos los tiempos en esta distancia. Agnel estuvo a la altura. Nadó el 200 más veloz de su vida y obligó a Lochte a superarse a sí mismo. Le puso en la necesidad de bajar de 1,44 por primera vez. Con 28 años un avance de un segundo es un universo. Un espacio inexplorado en un deporte en el que los 25 años son la frontera del esplendor. Ningún hombre se ha atrevido a incursionar en estos desafíos a esa edad.
“He leído que la edad óptima de un nadador está entre los 24 y los 25”, dijo el francés, gesticulando con su mano de dedos de pianista. “A partir de ahí se hace más difícil resistir los entrenamientos necesarios para mantenerse y prosperar”.
El hundimiento del nadador llamado a ser la gran figura en Londres marca un punto de crisis en el campeonato. Abundan las preguntas. Las respuestas continuarán emitiéndose en los próximos días. La última quedó grabada a fuego en el marcador, en la mente de Lochte, y en todos los asistentes al centro acuático: Yannick es un nadador inolvidable.
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