El actor, productor y ocasional director español Sancho Gracia, perdió este miércoles su particular guerra contra el cáncer, al que había ganado en el pasado importantes batallas. Tenía 75 años. Carismático, vehemente y afable, encontró su mayor momento de popularidad en los años 70 con la serie televisiva "Curro Giménez", pero hoy podemos recordarle también por importantes papeles en la gran pantalla, especialmente los de villano en su madurez, como los de "La caja 507", "Cachito", "800 balas", "La comunidad" o más recientemente en "Balada triste de trompeta". Residente durante años en Uruguay, tuvo una gran vinculación con América Latina, y estuvo tras la serie de TV-Movies "Libertadores".
Precisamente con ella pudo materializar uno de sus últimos sueños, al embarcar al productor José María Morales en la gestación de este ambicioso proyecto de "biopics" sobre los héroes de la Independencia latinoamericana. Para Gracia, el subcontinente era su infancia y adolescencia, ya que en 1947, con 11 años, había emigrado junto a su familia a Uruguay, y allí residió y se formó como actor, bajo la tutela de la gran figura del teatro español en el exilio Margarita Xirgú, hasta que volvió a su país natal a mediados de los años 60.
Su físico y su personalidad extrovertida (y hasta chulesca en ocasiones...) le hicieron ideal para películas de acción, aventura y espagueti-westerns, pero también se prodigó en televisión, con los más diversos personajes, muchos de ellos puramente alimenticios. Fue precisamente la pequeña pantalla la que le convirtió en uno de los actores más reconocibles y queridos por los españoles en los años 70, primero como D'Artagnan en la serie ("Novela", según la denominación de la época) "Los tres mosqueteros", en 1971, y luego en "Los camioneros" y sobre todo "Curro Jiménez", personaje que repitió en diversas ocasiones, tanto en series como en cine.
En la pequeña pantalla es también muy recordada su participación, a las órdenes de Juan Antonio Bardem, en la TV-Movie "Jarabo", donde daba vida a un personaje con evidentes concomitancias con su propia vida, ya que como él era noctámbulo, mujeriego y amigo de todos.
Sancho Gracia, propietario de una de las más contundentes y bien trimbradas voces de la actuación española, estaba especialmente feliz de trabajar a las órdenes de cineastas latinoamericanos, y él mismo impulsó proyectos como "Gallego" que tenían mucho que ver con la experiencia emigrante de su familia y su amor por el subcontinente americano. Así, trabajó a las órdenes del mexicano "Carlos Carrera en "El crimen del padre Amaro", del argentino Adolfo Aristarain en "Martín (Hache)", del cubano Manuel Herrera en "Bailando chachacha" o del también cubano Gerardo Chijona en "Perfecto amor equivocado".
Suya fue la idea de crear la colección de cintas para cine y TV "Libertadores", y contagió su entusiasmo a los hermanos José María y Miguel Morales (Wanda Films) y a TVE para que le apoyaran en un magno proyecto que ya ha generado cintas sobre los héroes revolucionarios de Argentina ("Revolución, el cruce de los Andes"), Uruguay ("Artigas, La Redota"), Cuba ("El ojo del canario") y México ("Hidalgo, la historia jamás contada").
Contagió su entusiasmo por la actuación a su hijo, Rodolfo Sancho, quien ha seguido sus pasos.