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La cacareada democracia en Europa y EEUU, en contraste con Latinoamérica, retrocede a velocidad de vértigo en lugar de avanzar. Gran parte de la culpa debe ser atribuida al llamado “terrorismo islámico”, según describieron con datos precisos, tanto Noam Chomsky como James Petras, Hugo Chávez y Fidel Castro. Todos sabemos que Al Qaeda se creó en el despacho Oval de la Casa Blanca.

Para el “vecino del Norte”, capaz de autoagredirse para lanzarse luego a la guerra total, es algo antiguo. El desastre del Maine no fue el primer acto terrorista que un presidente autorizaba contra su propia nación.

Para Europa, fiel criada de Wall Street, llegó el momento en que plegarse al poder del IV Reich si quiere que la banca privada y los miembros del grupo Bilderberg sobrevivan. Es una obligación económica, ante todo. El negocio de la invasión y la muerte proporciona muy pingües beneficios.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN AL SERVICIO DE LA MENTIRA Y EL TERROR (Juan Luis Cebrián, un ejemplo de payaso al servicio de los EEUU)

Los esfuerzos de sistemas y gobiernos revolucionarios o menos atrevidos en el nuevo continente, dando lecciones de organización y respeto a las normas electorales y leyes internacionales, defendiendo la paz y el diálogo como normas obligadas en un conflicto interno o externo, se topan de frente con la miseria de unos medios de comunicación al servicio de una verdad única, que ha de ser aceptada globalmente so pena de ser tildado de “antisistema”, mientras que Globovisión o Clarín son precisamente ejemplos del terror mediático más vomitivo,

Estados Unidos, que desde el siglo XIX animó, provocó y financió guerras e invasiones en todo el mundo, igualmente sometió a decenas de naciones soberanas protegiendo dictaduras criminales que aún se sostienen en Latinoamérica.

Mientras tanto, la vieja y emputecida Europa va sometiendo a sus pueblos a las reformas y recortes sociales más brutales, confirmando el carácter absolutamente antidemocrático de sus regímenes, participando en la manipulación mediática más descarada desde los tiempos de Goebbels y en las masacres y genocidios cometidos desde Yugoslavia a Irak, por medio de una máquina terrorista como la OTAN.

Europa ha imitado a su Tío Sam de forma patética. Se ha dedicado a abandonar los servicios energéticos, de transporte, sanitarios y educacionales, malvendiéndolos al monopolio privado.

UN AMANECER EN LATINOAMÉRICA Y UNA NOCHE LÓBREGA PARA EUROPA

El poder judicial se ha sometido al empresarial y al político. La Corte Penal de la Haya es un aquelarre de jueces sin el menor atisbo de deontología profesional, que pone al frente de la Fiscalia a un corrupto y miserable juez llamado Luís Moreno Ocampo, que se ha negado a procesar a criminales de guerra como Aznar, Blair, Sarkozy, Bush o Solana.

Los derechos del individuo son violentados diariamente.

Europa vive un trágico período de feroz neoliberalismo, en tanto los países que forman el Alba o Unasur, implementan sin descanso propuestas para derribar todas las injusticias y leyes instaladas durante las largas dictaduras que masacraron a sus pueblos con la ayuda militar y financiera de Washington.

La pobreza, una de las características más lamentables que azotó a los ciudadanos y ciudadanas del continente latinoamericano, desde México al estrecho de Magallanes, se ve reducida en determinadas áreas, gracias a los esfuerzos de gobiernos como los de Venezuela, Uruguay, Argentina, Ecuador, Cuba, Brasil, Nicaragua o Bolivia, mientras renace en Europa y Estados Unidos de manera alarmante. Las colas para recibir unos gramos de alimento, son tan largas en esta España neofranquista como las del paro.

Las tornas han cambiado en el siglo XXI: Latinoamérica emerge vibrante, pacífica, humilde, alegre y solidaria, entre dos potencias belicistas, tristes, rabiosas, insolidarias y criminales.

Escribo estas líneas mientras escucho a Silvio Rodríguez, León Gieco, Alí Primera, Mercedes Sosa y tantos trovadores… Ya se puede cantar más alto y más fuerte que nunca aquella “Canción por la unidad latinoamericana”.