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General: Donde se cultiva la hierbabuena de "La Bodeguita del Medio"
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جواب  رسائل 1 من 2 في الفقرة 
من: Gran Papiyo  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 20/08/2012 21:47

El secreto del bar favorito de Ernest Hemingway en Cuba

Se trata de una finca urbana, orgánica y sustentable en el corazón de la isla, que provee la hierbabuena que llega 'sin escalas' a la famosa Bodeguita del Medio.
 
BBC Mundo.com

El secreto del bar favorito de Ernest Hemingway en Cuba

El escritor Ernest Hemingway recomendaba tomar los mojitos en la Bodeguita del Medio, así que intentamos averiguar por qué. Reynaldo Linéa, el barman, resultó ser asiduo lector de BBC Mundo y nos reveló el origen de la hierbabuena que utilizan.

Resulta que viene de una cooperativa agropecuaria urbana que produce solo alimentos orgánicos. Siempre está muy fresca porque la cercanía de la finca les permite comprarla diariamente, como quien dice va desde el surco al mojito sin escalas.

'La hierbabuena siempre fue deficitaria, al grado que los ministros de agricultura y turismo habían firmado un acuerdo para garantizar el abastecimiento a la Bodeguita del Medio', nos explicó Reynaldo, quien lleva 22 años tras la barra.

Las reformas económicas permiten ahora que el famoso restaurante compre directamente a los productores pagando en divisas. Unos tiene la hierbabuena de primer calidad y los otros obtienen moneda dura para seguir desarrollando la cooperativa.

Del buró al surco

La finca está ubicada en Alamar, a 15 minutos de la bodeguita, así que fuimos directamente a conversar con los productores. Al llegar encontramos un punto de venta de verduras, especies y plantas para los vecinos a precios menores que en los agromercados.

Miguel Salcines es un técnico agrónomo que trabajó muchos años en el Ministerio de la Agricultura, uno de los pocos que, durante la crisis de los 90, optó por dejar las oficinas y dedicarse a producir alimentos. Con 3 o 4 personas más y utilizando terrenos baldíos fundó la cooperativa.

'Fue un reto, somos un país de monocultivo en grandes latifundios que no tenía en cuenta a la agricultura de menor escala', dice Miguel pero agrega que inmediatamente se convirtieron en una fuente de empleo para la comunidad, fundamentalmente 'entre las mujeres y las personas de la tercera edad'.

La escasez de alimentos durante la crisis de los años 90 obligó a los más reacios a probar los vegetales de la cooperativa y 'poco a poco la gente los incorporó a su dieta. Así contribuimos a crear hábitos de consumo diferentes que aún hoy se mantienen'.

Ciclos naturales

En la finca trabajan 160 personas, su 'principal fortaleza son los recursos humanos y su preparación, tenemos 22 profesionales universitarios, más de 40 técnicos de nivel medio y el resto están entre 9 y 12 grado. El promedio de edad ronda los 50 años', nos explica Miguel.

El mayor de ellos es José Luis Roche, un abuelo de 81 años que lleva 70 en la agricultura y que 'para conversar un ratico con los compañeros' llega cada día a las seis de la mañana, una hora antes de lo estipulado. Nos asegura que 'trabajar es bueno para la salud, lo que es malo es sentarse'.

A sus 24 años Roxana Fleites está a cargo de un laboratorio biológico ubicado en un ranchón de techo de palmas en medio de la cooperativa. Dice que no utilizan químicos: 'reproducimos insectos beneficiosos y pichones de cotorras que se comen las plagas', señala.

Lograron ser autosustentables en base a un sistema orgánico de producción, exento de químicos, en el que se combinan ciclos naturales, crían vacas, usan sus excrementos para producir humus de lombriz que aplican a la tierra como fertilizante natural.

Campesinos y accionistas

Miguel nos asegura que el trabajo en la cooperativa que preside es más humano que en la gran agricultura. 'El horario laboral es menor, trabajamos seis horas en verano y siete en invierno, hacemos préstamos sin intereses a nuestros asociados, tenemos almuerzo y cena gratuitos', explica.

A pesar de todo les costaba retener a los asociados. Crearon entonces un sistema de pago en el que se combinan salario y acciones, estas últimas entregadas a partir 'del capital de trabajo' acumulado por cada cooperativista. 'El 50% de las ganancias se reparten entre los accionistas', dice Miguel.

Los primeros tres meses se labora en calidad de empleado y, si la asamblea aprueba su incorporación a la cooperativa, empieza a acumular capital en los surcos. El primer año recibe una acción y sigue aumentando hasta que al décimo se consiguen seis acciones.

El salario básico mensual de un cooperativista es de 350 a 700 pesos, pero sumado a las acciones llegan hasta los 2000 pesos, unos US$80. Además, 'a diferencia de otras cooperativas, nosotros no retenemos las utilidades por meses, las pagamos junto con el salario cada 15 días'.

'Lo que no crece, perece'

Miguel Salcines nos explica que recibieron apoyo de ONG europeas, de los centros de investigación de Cuba y de los gobiernos locales, pero chocan con las trabas burocráticas que frenan el desarrollo agrícola del país desde hace décadas.

'Las políticas comerciales buscaban proteger a la población contra la especulación de los alimentos pero crean mucha rigidez en los precios y eso no estimula la producción. Somos del criterio de que el país debe subsidiar a la gente y no a los productos', opina.

'El sistema de compra de medios y recursos -explica- es de una complejidad extrema, a través de otra empresa, de otros organismos, con contrataciones y un maremágnum de papeles y documentos que no le da la inmediatez necesaria cuando, por ejemplo, se nos rompe un camión'.

'También rechazan que hagamos otras actividades al margen de las agropecuarias, por ejemplo que podamos tener un restaurante, un taller o una cafetería. Y eso nos mata el capital que tenemos para invertir como cooperativa porque lo que no crece, perece', sentencia.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS  

(Gran Papiyo)         



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جواب  رسائل 2 من 2 في الفقرة 
من: Ruben1919 مبعوث: 20/08/2012 22:01
Es verdad .... la Reforma en el campo vá ...
 
Innovadores agrícolas escriben sus experiencias
Pial está presente en 46 municipios de Cuba.Pial está presente en 46 municipios de Cuba.Jorge Luis Baños - IPS
 
El libro aspira a multiplicar los saberes acumulados gracias a un proyecto de innovación agrícola.

La Habana, 26 jun.- Investigadores y gente que cultiva la tierra en Cuba echaron a andar su creatividad para escribir un libro colectivo sobre sus impresiones y experiencias dentro del Programa de Innovación Agropecuaria Local (Pial), que trabaja por el desarrollo social del campo y promueve una agricultura ecológica y sostenible.

“Voces, fincas, innovación” reúne 41 historietas sobre “la pasión por el cambio” que ha generado entre las personas que integran desde el 2000 esa iniciativa, del estatal Instituto Nacional de Ciencias Agrarias (Inca), sito en la provincia de Mayabeque, y auspiciada por la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (Cosude).

El texto, presentado este mes en la sede del Inca, “da voz a la gente que le dan vida y sentido al Pial, las campesinas y los campesinos, con su capacidad innovadora y de experimentación”, expresó Arno Maatman, director del Centro Internacional para la Investigación orientada al Desarrollo Agrícola y autor de las palabras de presentación.

Para el científico, este proyecto “ha logrado con su aprendizaje en la acción, y especialmente con las ferias de diversidad agrícola, crear festivales de innovación agropecuaria, que ofrecen espacios para intercambiar experiencias y fortalecer conocimientos”.

Según Maatman, el volumen de la Editorial Feijóo que pertenece a la Universidad Central “Marta Abreu” de la ciudad de Santa Clara, a 268 kilómetros de La Habana, muestra un estilo literario que “es fiel reflejo de la sabiduría de la gente del campo y cuyas voces se escuchan así como ellas y ellos mismos son”.

Poemas, historias de vida, reportajes, recetas de cocina locales, entrevistas y cuentos conforman este libro, calificado de “loco” por sus editores, por unir “adelantos científicos e invención campesina” y contar de una manera propia y diferente el proceso que vivieron las familias rurales en 46 municipios cubanos beneficiados por el Pial.

Para la ingeniera agrónoma Yennys Ramírez, de Las Tunas, a 654 Kilómetros de la capital, este programa “ha venido a rescatar lo que la vorágine de la vida hace perder, el intercambio, la relación con el vecino productor, con otro municipio”. Así, la gente ve qué puede hacer “para en un futuro poder producir mejor”.

En tanto, el productor Genaro Rafael González, de Pinar del Río, a 157 Kilómetros de La Habana, aplica múltiples medidas de conservación y mantenimiento de los suelos de su finca gracias a los nuevos saberes adquiridos. Además, defiende y promueve el uso de los abonos orgánicos y verdes.

Iniciado como un proyecto de mejoramiento de semillas, el Pial fue creciendo hasta promover en las localidades que acompaña un sentido de autoabastecimiento e incremento de productos agroecológicos a través de la experimentación entre la población agricultora, así como la equidad de género y la inclusión de las juventudes.

Hasta 2009, este programa había mejorado la calidad de vida de 50.000 personas de zonas rurales, que se convirtieron en replicadores de estos conocimientos en sus comunidades y promotores de cambios en el trabajo agrícola a favor del medio ambiente. (2012)



 
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