LA discriminación contra la mujer alcanza a prácticamente todos los aspectos de la vida, incluidos la familia, la toma de decisiones, el empleo, la educación y el sistema judicial. Esta discriminación agrava la amplia gama de violaciones de derechos humanos denunciadas habitualmente en Arabia Saudí.
Amnistía Internacional ha declarado: «La vida de las mujeres saudíes está regida por una red de costumbres, normas y edictos religiosos. El Estado controla prácticamente todos los aspectos de su vida cotidiana, desde su derecho a la libre circulación hasta su derecho a recibir una reparación cuando son víctimas de agresiones violentas».
Limitaciones a la libertad de circulación
Las mujeres no pueden salir solas a la calle ni siquiera en su propio barrio sin temor a ser interceptadas, golpeadas o detenidas, especialmente por la policía religiosa, como sospechosas de haber cometido un delito contra la moral. Eso se debe a que el comportamiento de las mujeres está sujeto a muchas más restricciones que el de los hombres. Por ejemplo, las mujeres no pueden ir a ningún sitio ni abandonar el país sin un acompañante varón o sin el consentimiento escrito de un familiar varón.
El sistema de justicia penal
Las mujeres saudíes, al igual que los hombres, sufren tortura, castigos corporales impuestos judicialmente como la flagelación y ejecuciones tras juicios sumarios que no cumplen las normas básicas de justicia procesal. Este tipo de trato es más duro para las mujeres a causa de la discriminación que sufren en la sociedad. Cuando entran en contacto con el sistema de justicia penal, las mujeres son interrogadas invariablemente por hombres. Al no haber tenido anteriormente contacto con hombres que no sean de su familia resulta más fácil intimidarlas para que realicen confesiones que luego se utilizan como prueba (en ocasiones la única) para declararlas culpables y condenarlas