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General: Manuel del Socorro Rodríguez .. cubano, padre del periodismo colombiano
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 28/08/2012 05:08
Patria, el periódico magno fundado
por José Martí
Cira Romero • La Habana
 

A partir del año 1890 la vida de José Martí se enfila cada vez más hacia el logro de la libertad de Cuba. En ese año fue nombrado cónsul de Argentina, de Paraguay y comenzó a trabajar como instructor de español en la clase nocturna de la Escuela Central de Nueva York. En 1891, con vistas a dedicarse por entero a la libertad de su patria, renuncia a los consulados citados y al de Uruguay, y también a la presidencia de la Sociedad Literaria Hispano-Americana. Prosigue, cada vez con mayor fuerza, su peregrinar por tierras del sur norteamericano, Tampa y Cayo Hueso en particular, con el fin de promover su labor cohesionadora en torno a lo que denominará más adelante la “Guerra necesaria”. Discursos como los conocidos bajo el nombre de “Con todos y para el bien de todos” y “Los pinos nuevos” enardecen a la emigración tampeña. En 1892, en reunión con los presidentes de las asociaciones patrióticas cubanas, logró la aprobación de las bases y estatutos secretos del Partido Revolucionario Cubano, organizado por él como frente único en la lucha contra España. De regreso a Nueva York, el 17 de febrero pronunció en Harman Hall su conocida pieza oratoria “Oración de Tampa y Cayo Hueso”, en la que exalta la unidad lograda. Es elegido delegado del partido recién constituido y considera llegado el momento de fundar en la propia ciudad de los rascacielos un periódico cuya vocación fuera decididamente revolucionaria. Así surge Patria.

El primer número del periódico apareció el 14 de marzo del referido año 1892. En él se insertó un artículo con carácter programático, de la autoría del propio Martí, titulado “Nuestras ideas”, en el que se expresaba, entre otras consideraciones:

Nace este periódico por la voluntad y con los recursos de los cubanos y puertorriqueños independientes de Nueva York, para continuar, sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico, en acuerdo con las condiciones y necesidades actuales de las Islas, y su constitución republicana venidera; para mantener la amistad entrañable que une, y debe unir, a las agrupaciones independientes entre sí, y a los hombres buenos y útiles de todas las procedencias, que persisten en el sacrificio de la emancipación, o se inicien sinceramente en él.

Más adelante explica que:

La guerra es un procedimiento político, y este procedimiento de la guerra es conveniente en Cuba, porque en ella se resolverá definitivamente una situación que mantiene y continuará manteniendo perturbada el temor en ella, porque por la guerra, en el conflicto de los propietarios del país, ya pobres y desacreditados entre los suyos, con los hijos del país, amigos naturales de la libertad, triunfará la libertad indispensable al logro y disfrute del bienestar legítimo [...] Este periódico viene a mantener la guerra que anhelan juntos los héroes de mañana que sacaron ilesa de la lección de los diez años su fe en el triunfo; la guerra única que el cubano, libre y reflexivo por naturaleza, pide y apoya.

En el mismo artículo Martí caracteriza las secciones que tendrá el periódico: “La situación política”, “que refleje, de adentro y de afuera, cuanto cubano y puertorriqueños necesitan saber del país”; “Héroes”, “que nos pintarán los que no se han cansado aún de serlo”; “Caracteres”, “para esbozar los de nuestro pueblo”; “Guerra”, relacionada con anécdotas, “por donde a chispazos se vea nuestro poder en la dificultad y nuestra firmeza en la desdicha”; “Cartilla revolucionaria”, “donde se enseñará, desde el zapato hasta el caer muerto, el arte de pelear por la independencia del país: a vestirse, a calzarse, a curarse, a fabricar cápsulas y pólvora, a remendar las armas”.

El periódico Patria, además de incluir noticias procedentes de los clubes revolucionarios emigrados, contó con los artículos de fondo redactados por Martí, aunque la mayoría aparecieron de forma anónima. En ellos está presente la lucha desplegada por los cubanos a favor de la causa independentista, la postura clara y enérgica de Martí contra el autonomismo y el anexionismo y su preocupación por unir a los revolucionarios. Fungieron como redactores del periódico Tomás Estrada Palma, Benjamín Guerra, Manuel Sanguily, Gonzalo de Quesada y Aróstegui, el puertorriqueño Sotero Figueroa, Manuel de la Cruz, Francisco de Paula Coronado y Manuel Moré, entre otros. La administración fue ocupada por diversas figuras, entre ellas Enrique José Varona y Enrique Hernández Miyares.

En el ejemplar correspondiente al 17 de junio de 1895 apareció una nota de última hora que en forma lacónica expresaba: “Al entrar en prensa el presente número recibimos la cruel certidumbre de que ya no existe el Apóstol ejemplar, el maestro querido, el abnegado José Martí. Patria, reverente y atribulada, dedicará todo su número próximo a glorificar al patriota, enaltecer el inmortal”. Pasó a ocupar la dirección del periódico Enrique José Varona, quien se mantuvo en el cargo hasta agosto de 1897, cuando pasó a ocupar el cargo de editor responsable Eduardo Yero Buduén. Sin embargo, el destacado filósofo se mantuvo unido al periódico, formando parte principal del cuerpo de redactores, hasta su desaparición. Ocupó también la dirección de este papel Tomás Estrada Palma, en su carácter del delegado del Partido Revolucionario Cubano. También se vinculó a él el dominicano Nicolás Heredia, asentado en Cuba de niño y emigrado posteriormente a tierras norteamericanas por sus actividades revolucionarias. En la Isla había gozado de éxito por sus novelas Un hombre de negocios (1882) y Leonela (1893). Su responsabilidad para con Patria fue la de redactar los editoriales, labor que desempeñó hasta la desaparición del periódico.

Patria, que primero tuvo una periodicidad semanal y después bisemanal, publicó de manera permanente las Bases del Partido Revolucionario Cubano y dio a conocer en sus páginas comunicados relacionados con la guerra que se libraba en Cuba y noticias relacionadas con las asociaciones que trabajaban en torno al Partido Revolucionario Cubano. Además de las secciones antes citadas, creadas por el propio Martí, se fundaron otras, como “Algo de todo”, “Las noticias”, “Pinchazos”, “Tiquis miquis”, “Fuego graneado” y “Notas de la colonia”. Publicó también suplementos en hojas sueltas con discursos de Martí, Carlos Roloff, Carlos Baliño, trabajos de Rafael María Merchán, partes de operaciones militares, caricaturas de Ricardo de la Torriente, etc. Aparecieron bajo el auspicio de Patria algunos boletines que divulgaron las constituciones de los EE.UU. y Centro y Suramérica.

Otros colaboradores de este periódico fueron Fermín Valdés Domínguez, Enrique Loynaz del Castillo, José de Armas y Cárdenas, Carlos Baliño, Lola Rodríguez de Tió, Martín Morúa Delgado, Domingo Méndez Capote, el novelista Ramón Meza, entre otros muchos nombres de relieve. Otros colaboradores prefirieron firmar con seudónimos. Así: Yucayo, Turquino, Uno que ve claro, Un expedicionario Jicarita, Cacarajícara y Un autonomista desencantado.

El último número publicado correspondió al 31 de diciembre de 1898. Con el artículo, titulado “Obra terminada”, escrito por Nicolás Heredia, se expresaba:

La notable circular publicada no hace muchos días en este sitio por el Ministro Plenipotenciario de la República y Delegado del Partido Revolucionario Cubano [se refiere a Estrada Palma] ha sido la señal para la disolución de todos los organismos que en los países extranjeros han venido trabajando con armoniosa actividad y desinterés nunca excedido en la obra titánica de la independencia de la patria. Vértebra importantísima de esos organismos, esta publicación, iniciada el 14 de marzo de 1892, sigue la ley común y en el presente número, último de la colección, dirige un adiós expresivo y cariñoso a sus lectores. Mas no es, por cierto, la amarga despedida de los que, al dejar de vivir, se llevan al sepulcro la sombra melancólica de un ensueño evaporado o de alguna ilusión desvanecida, completando con la muerte moral el término forzoso de su existencia material. Patria no concluye de ese modo. Fundada por el inmortal José Martí como instrumento de una aspiración acariciada por la inmensa mayoría de los cubanos, al verla convertida en realidad —y precisamente en el momento en que se baja de las fortalezas de La Habana la bandera de Castilla— pone fin a sus tareas como el guerreo pone el hierro en la vaina al ver a su enemigo derribado.

La labor desarrollada por el periódico Patria en el seno de la emigración cubana en los EE.UU. y en gran parte de Latinoamérica a lo largo de su existencia fue, esencialmente, unitaria, en aras del alcanzar el objetivo de liberar a Cuba del dominio español. Sus páginas fueron de una total intransigencia ante cualquier alternativa que no fuera la libertad de Cuba y a través de ellas la revolución organizada y dirigida por José Martí encontró el cauce necesario para divulgar las ideas de emancipación. Patria tuvo además una profunda vocación y orientación latinoamericanista, que contribuyó a enriquecer su perfil como periódico de esencia y raíz revolucionaria.

Hombre de estrecha vinculación con la prensa, José Martí supo desde muy joven, cuando realizó sus primeros intentos periodísticos, que a través de las páginas de un periódico se podían librar batallas tan fuertes como las que se entablaban en un escenario bélico. Convencido luchador con la pluma, hizo de los periódicos y revistas por él fundados una verdadera fragua de ideas que sirvieron también para lograr la libertad, que si bien no fue adquirida plenamente tras el cese del conflicto, sirvió de trinchera para seguir en la lucha.

Del periódico manuscrito Siboney hasta Patria, José Martí nos ha legado una impronta periodística ejemplar, caracterizada por su profunda vocación revolucionaria, no de odios, sino marcada por su voluntad de aunar voluntades.



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De: Ruben1919 Enviado: 28/08/2012 05:14
Perdón por la falta de atención al colocar nuevamente el mensaje de Martí  ...  y Patria .- Aquí hablo de Manuel del Socorro Rodríguez , inmortal cubano , padre del periodismo colombiano .-

 

Don Manuel del Socorro Rodríguez, padre del periodismo colombiano

 

 



Jaime Horta Díaz

hortajaime@hotmail.com






 

El Día del periodista recuerda el miércoles 9 de febrero de 1791, cuando circuló el Papel Periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá, primer semanario en la historia de Colombia, fundado y redactado por don Manuel del Socorro Rodríguez.

Antes, en 1785, se publicó un boletín sin nombre y sin fecha que se ganó el título de su destacada noticia: Aviso del terremoto. Informaba con detalles del temblor del 12 de julio (“a las 7 y tres cuartos de la mañana”, “dos minutos”). Se conocen dos números más. Lo sucedió la Gazeta de Santafé de Bogotá del 31 de agosto siguiente que alcanzó otras dos ediciones y constituyen felices preludios de nuestro periodismo.

Rodríguez, excarpintero de familia, nació en Bayamo, Cuba, el 15 de abril de 1756 y llegó a Santafé con el virrey José de Ezpeleta (1789-1796), exgobernador de La Habana, quien lo trajo impresionado por su inteligencia y lo nombró director de la Biblioteca Nacional. En ese cargo inauguró el periodismo en Colombia.

La Ley 918 de 2004 pretendió trasladar el Día del periodista para el 4 de agosto, en frustrado homenaje al Prócer Antonio Nariño. También la Ley 586 de 2000 instituyó el Día de la Libertad de Expresión el 13 de agosto. Pero con ley o sin ley esa fiesta se celebra en Colombia desde hace más de 100 años el 9 de febrero.

Del Papel Periódico se hicieron 265 ediciones, las últimas en la misma Imprenta Patriótica que irradió la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, traducida y publicada por Nariño el 15 de diciembre de 1793 en la cerrada sociedad colonial. Rodríguez volvió con El Redactor Americano (1806) y El Alternativo al Redactor Americano (suplemento literario), quincenarios que se convirtieron de ese modo en un semanario.

Alrededor de Rodríguez se creó creo una cofradía intelectual, la famosa “Tertulia Eutropélica”, en la cual brillaron muchos de los patriotas que luego libraron la lucha por la Independencia, incluido Nariño, Francisco Antonio Zea, Francisco José de Caldas y el propio José Celestino Mutis.

Por eso y mucho más no tiene cabida la censura gratuita de burócrata realista. El 17 de agosto de 1810, animado por los sentimientos de Independencia que afloraban en Santafé, reaparece como redactor de La Constitución Feliz, periódico oficial de la Junta Suprema, que recoge las incidencias de la gesta emancipadora y en especial de ese viernes 20 de julio.

La crítica del historiador Otero Muñoz de que don Manuel no era el hombre apropiado para levantar el entusiasmo necesario entre los santafereños, es infundada. Al contrario, habla muy bien del periodista que por principio debe ser objetivo e imparcial. Si el ambiente natural del heroísmo es la guerra, como dice Oriana Fallaci, no tiene derecho a hablar de pusilánimes el que no ha estado en el combate.

El patriotismo se puso a prueba el 9 de febrero de 1813, siempre al lado del Precursor, cuando las tropas federales se acercaban a Bogotá para confrontar al gobierno centralista de Nariño, aunque no fuera tomado muy en serio, según la versión de Vergara y Vergara: “Cuando acampaba Baraya frente a la ciudad, y en ésta se prevenían para la batalla, don Manuel del Socorro Rodríguez elevó al gobierno un memorial en que manifestaba que amando con todo su corazón esa patria adoptiva para él, le dolía ver que iba a correr la sangre de sus hijos en una batalla fratricida: que para que este sacrificio se ahorrara, se ofrecía él como campeón de Santafé para lidiar cuerpo a cuerpo con Baraya. El secretario de Relaciones Exteriores, don Felipe de Vergara, sustanció el memorial así: “admítese el desafío que propone este nuevo púgil, pero con la condición de que en la lucha no ha de haber zancadilla” (Gustavo Otero Muñoz, en El Periodismo en Colombia, 1925, p. 163).

Versión similar cuenta Groot, a propósito del llamamiento a las armas del Precursor a los hombres de 15 a 45 años. ¿Quién llegó?: “Don Manuel del Socorro Rodríguez, el bibliotecario, hombre de avanzada edad, de carácter cándido y bondadoso, especie de anacoreta literario que vivía solo, en las salas de la Biblioteca. Antes de esta emergencia se había excusado de admitir cierto destino por sus achaques y enfermedades, y ahora decía: “Puedo no obstante servir en la custodia militar de la ciudad en el destino que se me diere. Para este efecto hago presente a V. E. que no teniendo más que mi ordinaria espada de ceremonia, y siendo ésta insuficiente para un servicio activo de tanta consideración, necesito estar prevenido y forniturado con fusil, cartuchera y sable de munición, y al mismo tiempo recibido en clase de soldado raso, bien sea en el cuerpo de patriotas o en el que dispusiere V.E., asegurando, como hombre de honor, que defenderé el sitio o comisión que se me confiare, hasta sacrificar mi vida por el gobierno y por la patria. En cuya atención suplico a S. E. colocarme en la ocupación que fuere más ardua y peligrosa, con tal de que sea dentro de la ciudad, para estar en todo caso expedito al celo de la biblioteca confiada a mi cuidado bajo el juramento de responsabilidad” (José Manuel Groot, 1953, Tomo III, p. 216-217).

Durante la sangrienta reconquista española lo salvó el retrato del desagradable rey Fernando VII que colgaba en una pared de la Biblioteca Nacional.

Don Manuel murió literalmente en la pobreza absoluta y en olor de santidad, según la sentida versión. Un día de fines de 1819 o principios de 1820 fue encontrado muerto, con el hábito de San Francisco de Asís, la cabeza apoyada en una piedra por almohada y un rústico crucifijo de caña en la mano. Moría el padre del periodismo colombiano.



Cronopios Febrero 2005


 
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