Creo que no ha habido en Cuba, ni antes ni después, un trío con un empaste tímbrico tan perfecto, tan bello, tan ajustado, como el de las Hermanas Lago, calificó Luis Carbonell al primer trío femenino y armónico de Cuba y Latinoamérica, el de las Hermanas Lago. Aunque en ese hogar habanero había nueve hijos que cuidar dos varones y siete niñas-, la madre, con una voz muy dulce, siempre entonaba lindas canciones. Así pues, no era de extrañar, que Esperanza, Graciela y Cristina tres de las hijas- cantaran también desde muy pequeñas. Tenían el formato de los tríos de la época: voz prima y segunda; guitarra y maracas. Fue así, en el año 1932 y a sugerencia de un tío, que las muchachas se presentaron en un concurso de aficionados.
Eran casi unas niñas.
Por su interpretación recibieron fuertes aplausos y ganaron el primer premio femenino. Por cierto, el de la categoría masculina, correspondió a Frank Emilio Flynn, verdadero prodigio de las teclas. A partir de ese instante, las Hermanas Lago cantaron profesionalmente.
Primero, en humildes carpas y teatros.
Pero ahí no terminaba el asunto de cantar para tan musical familia.
Alberto, Pedro y Matilde integraron otro trío, el de los Hermanos Lago, quienes hacían distintos géneros. Fueron muchas las ocasiones que ambos tríos, Las Lagos y Los Lagos coincidieran en un mismo espectáculo, sin embargo, el de las muchachas siempre se llevó las palmas. En esos primeros tiempos, Eduardo Muñoz, El Sevillanito, invitó a Las Lago a una gira por la Isla, y cosas de la época, el papá aceptó con la condición de acompañarlas. Todo marchó bien, pero en Santa Clara los sorprendió la caída de Machado y tuvieron que demorarse para regresar. Desde un principio, las Lago obtuvieron triunfos en emisoras muy reconocidas, como Radio Lavín y RHC Cadena Azul.
En esta última, tuvieron el apoyo de la gran Isolina Carrillo, quien les montó el mejor de los repertorios. Al inaugurarse el circuito CMQ, las Hermanas Lago fueron contratadas por los empresarios de esta importante empresa.
Y estos en busca de mayor popularidad para la emisora, las bautizaron como Trío Circuito. En realidad, el cambio duró poco y volvieron a su nombre original, con el que el público las identificaba: trío las Hermanas Lago. En una entrevista realizada por la periodista María del Carmen Mestas en la revista Mujeres, Lucía Lago habló sobre sus hermanas: A Graciela le gustaba interpretar tangos tristes al estilo de La Cieguita o El penado catorce.
Recibió clases de mandolina y poseía una sensibilidad musical muy grande para armonizar. Sería Graciela la que introdujera en el grupo la tríada, o sea, tres voces diferentes: prima, segunda y falsete. En cuanto a Cristina, la voz solista del grupo, Lucía evocó que aunque poseía un registro grave podía hacer una media voz maravillosa. La característica de Esperanza era su prodigioso falsete, además de tocar muy bien la guitarra, pues fue durante largo tiempo alumna de Guyón. De la propia Lucía también hay muchos de qué hablar.
Siempre sintió inclinación por la música.
De niña, con su hermana Ofelia, formó un dúo y cantaban cuplés de moda. Cuentan que su mirada sedujo a muchos admiradores, como el cantautor Vicente Feliz, quien se confesó enamorado de Lucía, cuando de niño, fijó su atención en las Hermanas Lago, que actuaban con frecuencia en los programas estelares de la televisión cubana. En su larga carrera y debido a diferentes situaciones familiares, el trío de las Hermanas lago cambió varias veces de estructura. Fue dúo Inspiración con Esperanza y Cristina, en la década del cuarenta, en tanto Graciela atendía a su pequeña hija. En 1947, al casarse Esperanza, fue sustituida por Lucía.
Luego del retorno de una gira, integraron con la propia Esperanza un cuarteto que duró hasta la muerte de esa cantante en 1954. Privilegio de las Lago fue unir sus voces a importantes figuras de la canción.
En su carrera alternaron con verdaderas celebridades del arte como el inolvidable Charlo, que tanta fama alcanzara en la Argentina de los años treinta y con quien grabaron El día que me quieras. Con Jorge Negrete cantaron en el teatro Campoamor y después en el América.
En el famoso cabaret Tropicana tuvieron la satisfacción de ser acompañadas al piano con el maestro Agustín Lara, del que interpretaron Noche de Veracruz. El Cacique Paraguayo las respaldó con su arpa en Mi dicha ajena y La Salitrera. También estuvieron en los principales programas de la radio y la televisión y actuaron en varias películas: Rumba en televisión, Tropicana y No me olvides nunca, con Rosita Fornés y Luis Aguilar en los papeles protagónicos.
En Buenos Aires, filmaron De Cuba traigo un cantar. Hicieron muchas giras por América Latina a finales de la década del 40, principalmente en Argentina, República Dominicana, Perú, Chile, Puerto Rico, Colombia, Ecuador así como en ciudades del sur de los Estados Unidos. En Puerto Rico, Bobby Capó las llamó para que estrenaran su canción Sin fe.
En Colombia, el maestro Lucho Bermúdez le regaló su cumbia Danza negra, que ellas dieron a conocer en ese país
Triunfal resultó la carrera del trío de las Hermanas Lago, que por último integrara otra de ellas, Ofelia, quien sustituyó a Graciela, que falleció en 1996. Numerosos premios y trofeos atesoraron tan destacadas artistas, sustancia y belleza de lo mejor de la canción cubana, como dijera Silvio Rodríguez, y que llevaron lo mejor de nuestra música a todo el continente. En 1959 viajaron a Nueva Cork como integrantes del espectáculo Cuba canta y baila en el que también figuraban Benny Moré, Alba Marina y Esther Borja, entre otros. Ofelia se jubiló y más tarde lo hizo Lucía, quien durante un tiempo trabajó como solista. Antes de terminar esta historia, les contaré una anécdota recordada por Lucía: En Perú actuaba el trío, en un club muy lujoso, tras una campaña publicitaria en todos los medios.
En el debut, el animador las anunció con bombo y platillo: Y ahora con ustedes las Hermanas Lago
¡Cristina! Y Cristina corrió, la primera al micrófono, pues así lo habían ensayado. Acto seguido gritaba: ¡Graciela! Y esta hizo lo mismo, ¡Lucía!...
pero sucedió que cuando ésta le llegó el turno se enredó con el vestido, muy largo, y se fue de narices a la pista. Fue un momento terrible.
Lucía se sentía avergonzada, nerviosa, pero logró sobreponerse; y cuenta ella- lo único que se me ocurrió, luego de pedir disculpas, fue explicar que esa era mi forma de presentación en todas partes. El público rió ante la justificación de Lucía y el espectáculo continuó como si nada hubiera pasado