"¡No pasarán!". "¡Antes morir de pie que vivir de rodillas!". Estos lemas que hizo famosos Dolores Ibarruri 'La Pasionaria' y que se convirtieron en el símbolo de la resistencia antifranquista en la Guerra Civil Española, son los que probablemente dijera su hijo, Rubén Ruiz Ibarruri, cuando luchaba por defender el sitio de Stalingrado, en el que pereció en septiembre de 1942.
Grabados a fuego en su mente, desde que era pequeño mamó el espíritu luchador y revolucionario de su madre. La vida le dio el coraje para no perecer en tiempos en los que la mortalidad infantil arrasaba en España. Dolores Ibarruri tuvo seis hijos, de los que sólo dos sobrevivieron: Rubén y su hermana Amaia. Una vida breve pero intensa que le sería arrebatada dos décadas después.
Nacido el 9 de enero de 1920 en Somorrostro (Vizcaya, España), con apenas 16 años ingresó en el Ejército del Ebro, donde estuvo destinado en uno de los grupos de observación. A pesar de su juventud participó activamente en el frente durante la Guerra Civil Española: "¿Y cómo podía permitirme a mí mismo no estar entre los luchadores por la libertad? Mi sangre, mi vida pertenecen a mi pueblo, mi España". Con la voz dubitativa de un adolescente, pero el rictus serio de un adulto, se dirigió un joven Rubén al general soviético Alexandr Rodímtsev, que colaboró como asesor de la República en la guerra española.
Al finalizar la Guerra Civil en 1939 se marchó a Francia, como tantos otros españoles del bando republicano que tuvieron que exiliarse. De ahí pasó a la Unión Soviética el mismo mes de abril del 39, donde empezó a trabajar en una fábrica de automóviles. Las leyes soviéticas en aquel momento dificultaban que los extranjeros combatiesen en el Ejército Rojo, pero la insistencia y tenacidad de muchos de los exiliados permitió que acabaran luchando contra los fascistas.
En otoño de 1939 Rubén ingresó en la Academia Militar del Soviet Supremo de la República Soviética Federativa Socialista de Rusia, en Moscú. Salió de allí habiendo alcanzado el grado de teniente y fue destinado a la 1ª División motorizada de Moscú, con la que partió al frente. En julio de 1941 se enfrenta a las tropas nazis en la ciudad de Borisov (Bielorrusia). Como parte de la 175º Compañía de Fusileros debía cubrir la retirada del regimiento a través del puente de Beresina, que fue el escenario del choque: medio centenar de tanques alemanes, dos batallones de motociclistas, artillería y aviación contra la sección de Ibárruri, cuya misión era aguantar unas horas más defendiendo el puente. Seis horas contuvieron el ataque, lanzándose contra los tanques alemanes con granadas. Su grupo tuvo tres muertos y siete heridos. El mismo Ibarruri fue gravemente herido.
El presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, Mijaíl Kalinin, entrega la Orden de la Bandera Roja a Rubén Ibarruri. 18 de septiembre de 1941. RIA Novosti.
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Nada más salir del hospital en septiembre, el presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, Mijaíl Ivanovich Kalinin, le condecoró con la Orden de la Bandera Roja por esta batalla. Sin haberse recuperado aún de sus heridas, Ibarruri le solicitó a Kalinin volver al frente, solicitud denegada por los médicos, aunque la testarudez del joven español le hizo solicitar numerosas veces la vuelta a su unidad. "Lo que realmente me perturba es que he sido forzado a abandonar el frente, desde lo cual tengo un gran deseo de destruir al enemigo. Estoy muy orgulloso por luchar junto al Ejército Rojo contra los opresores. Estoy seguro de que ellos se romperán los dientes aquí", le escribiría Rubén a su madre mientras estaba convaleciente.
En el año 1942 Rubén combatía como teniente mayor en la 35ª División de Rifles de la Guardia que protegía el sector del poblado Samofalovka y el sector de la estación de Kotluban. Las tropas nazis avanzaban con la intención de alcanzar el Volga por el sur de Stalingrado. La división de Rubén tenía que contener el movimiento del enemigo. Allí fue enviada la 13ª División de Rifles de la Guardia del coronel general Alexandr Rodímtsev que recoge en su diario su reencuentro con Ibarruri.
- Señor, ¿es usted?
- ¿Rubén?
Nos abrazamos. Los soldados de Rubén se sorprendieron. Muchos de ellos pensaron que el general estaba agradeciendo al teniente su ayuda. Felicité a Rubén por su condecoración y le pedí que se uniera a la 13ª División.
- Gracias señor -dijo Rubén- Estoy acostumbrado a mi propio destacamento.
Éste no era el mismo joven Rubén que yo conocía. Se había convertido en todo un hombre, aunque su cara parecía cansada y estaba pálida.
- ¿Ha sido un largo camino?, le pregunté.
- Sí, nos hemos trasladado durante 24 horas. Sólo nos quedan 15 o 20 kilómetros.
- ¿Y cómo está tu herida?
- Está bien, -sonrió- aunque las heridas por la muerte de mis amigos me están haciendo sufrir. Enterramos a muchos buenos chicos. El chico más 'viejo' de mi compañía tiene 20 años, pero tienen toda la determinación y están preparados para luchar. -Y empezó a hablar de todas las brutalidades que los fascistas habían cometido. - Quiero luchar, mis manos están ansiosas por matarlos.
- Es un buen deseo, pero no tengas prisa. La guerra no es la misma ahora. Hitler ha concentrado sus mayores fuerzas aquí. Quiere declarar un 'nuevo orden'.
- Un 'nuevo orden', matando mujeres, disparando a niños; ¿qué 'nuevo orden' es ése? ¡No! Es un crimen, una barbaridad planeada y diabólica. Debemos pararlos para siempre.
- Y les pararemos. La verdad y la fuerza están de nuestro lado.
Fue la última vez que el general Rodímtsev y Rubén Ibarruri se encontraron.
El Ejército nazi había desplegado sus principales fuerzas para tomar Stalingrado. El 24 de agosto de 1942, sólo en esa noche los alemanes lanzaron seis ataques, todos ellos repelidos por el grupo de Ibarruri. Herido en una mano, siguió luchando y dando órdenes a sus hombres, que no advirtieron el avance de un regimiento alemán que llegó hasta las zanjas donde luchaban. Rubén recibió un disparo a bocajarro en el estómago. La feroz lucha librada sirvió para dar tiempo al Ejercito soviético para llevar tanques de refuerzo y rechazar el avance alemán sobre la aldea de Blasov.
Rubén fue trasladado a un hospital de campaña en el poblado de Srednaia Ajtuwa, donde se debatió durante 10 días entre la vida y la muerte. El 2 de septiembre de 1942, con tan solo 22 años, falleció Ibarruri, aún un niño, maduro a fuerza de la historia y las circunstancias. Cantarín, encantador y cariñoso, como lo recordaba su hermana Amaia en un documental emitido hace algunos años en Televisión Española. Entusiasta, valiente y decidido como demostró luchando con el Ejército Rojo. Por su heroismo ante los fascistas, recibió a título póstumo la mayor condecoración de la URSS, la medalla al Héroe de la Unión Soviética. Sus restos descansan en la colina de Mamáyev Kurgán que fue testigo de la cruenta batalla de Stalingrado.
No es fácil ser hijo de un personaje histórico como fue 'La Pasionaria'. Las comparaciones son inevitables y el riesgo de permanecer a la sombra de su madre era muy alto. Pero Rubén consiguió, en los apenas 22 años que vivió, hacerse un hueco propio en la historia. Y escribir su nombre en letras doradas para la posteridad, nunca mejor dicho: su nombre es uno de los 7.200 que aparece en los muros del interior del monumento en Mamáyev Kurgán en recuerdo a los que defendieron Stalingrado y cambiaron el curso de la historia.
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