Caracas, febrero 4 - Se cumplen este 4 de febrero cincuenta años de la histórica II Declaración de La Habana, pronunciada por el Comandante Fidel Castro a raíz de la expulsión de Cuba de la OEA.
Constituye un documento de excepcional trascendencia latinoamericana, pues en él se analizan las raíces históricas que sirven de base a la inevitable revolución de los pueblos de latinoamérica contra el Imperialismo. Contiene la que quizá es una de las alocuciones más importantes y famosas de Fidel Castro, pronunciada en Cuba el 4 de febrero de 1962.
Historia
Después de una serie de agresiones cometidas por las bandas contrarrevolucionarias desplegadas por toda la Isla y financiadas por la CIA, fue la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos durante una reunión desarrollada en Punta del Este, Uruguay, en la que los gobiernos latinoamericanos a excepción de México, rompieron relaciones diplomáticas con el gobierno revolucionario, lo que impulsó la Segunda Declaración de La Habana.
La Declaración fue aprobada por aclamación en Asamblea General del pueblo reunido en la Plaza de la Revolución José Martí. En la Segunda Declaración de La Habana quedó patentizada la decisión del pueblo cubano de seguir resistiendo y construyendo el Socialismo, a pesar de las dificultades y presiones que recibía y recibiría por parte del Imperialismo:
"Resistiremos en todos los campos: resistiremos en el campo de la economía; seguiremos avanzando en el campo de la cultura (...) la patria no trabaja para hoy, la patria trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar."
La Declaración
La Declaración se convirtió en una verdadera afirmación de principios, a favor de la proyección y vocación latinoamericana de la Revolución Cubana. Es un documento de profundo respeto al carácter socialista e internacionalista del proceso político cubano, con excepcional énfasis en la trascendencia latinoamericana, pues en él se examinan las raíces históricas de los pueblos de nuestro continente, contra los peligros del Imperialismo.
La Segunda Declaración comienza rememorando las predicciones que en 1895, José Martí escribiera, convencido del peligro que simbolizaban los Estados Unidos para los pueblos de América y en especial para Cuba.
Fidel denuncia en el documento la intervención del gobierno de los Estados Unidos en la política interna de los países de América Latina, que se comportaba de forma cada vez más abierta. Los imperialistas no temían por la revolución cubana, sino por la revolución latinoamericana, el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebataran las armas a sus agresores y se declararan como en el caso de Cuba; pueblos libres de América.
En la Declaración se reafirmó la dignidad nacional, la autodeterminación y soberanía de la nación cubana.
La Segunda Declaración de La Habana concluyé con una de las frases más conocidas de la historia de la Revolución Cubana, que luego el comandante Ernesto Guevara leería en las Naciones Unidas y haría famosa en el mundo entero:
"Porque esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. ¡Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia!."
A medio siglo de la II Declaración de La Habana
Por Marta Denis Valle*
Cuba goza del respeto de todos los pueblos y Latinoamérica es más libre hoy, a 50 años del reto histórico de desafiar la Segunda Declaración de La Habana al imperio que pretendía borrarla de la Tierra.
No curado de la rabia por la derrota de su invasión mercenaria, en abril de 1961 en Playa Girón (Bahía de Cochinos), Washington logró por presiones y chantajes, el 31 de enero de 1962, la exclusión de Cuba de la Organización de Estados Americanos en la 8va. Reunión de Consulta de la OEA, en Punta del Este, Uruguay.
En respuesta, más de un millón de personas -la mayor concurrencia pública efectuada aquí hasta ese momento-, vitorearon, aplaudieron y votaron en apoyo al célebre documento titulado Segunda Declaración de la Habana (4 de febrero de 1962).
La Declaración trascendió al denunciar no solo la maniobra agresiva contra el país víctima y el grado de dependencia de otros países latinoamericanos, sino la esencia de la dominación estadounidense y la explotación y miseria de millones de hijos de Nuestra América.
El líder cubano Fidel Castro propuso en su discurso en la Plaza de la Revolución que los latinoamericanos presentes tuvieran derecho a votar, en la Asamblea General Nacional del Pueblo Cubano.
"Algún día ellos podrán reunir también a sus pueblos, como nosotros hoy, y podrán expresar también su pensamiento tan libremente como nosotros hoy", afirmó.
A medio siglo de aquella fecha conservan su vigencia conceptos claves de este documento, entre otros muchos, los siguientes:
"Puerto Rico fue convertida en colonia y es todavía colonia saturada de bases militares". "Cuba rompió las cadenas que ataban su suerte al imperio opresor, rescató sus riquezas, reivindicó su cultura, y desplegó su bandera soberana de territorio y pueblo libre de América".
"Ya los Estados Unidos no podrán caer jamás sobre América con la fuerza de Cuba, pero en cambio, dominando a la mayoría de los demás Estados de América Latina, Estados Unidos pretende caer sobre Cuba con la fuerza de América", advierte presagiando una cadena de hechos posteriores.
"La odiosa y brutal campaña desatada contra nuestra patria expresa el esfuerzo desesperado, como inútil que los imperialistas hacen para evitar la liberación de los pueblos".
"Cuba por la paz entre los pueblos; Estados Unidos por la agresión y la guerra".
Horas antes, el 3 de febrero de 1962, el presidente estadounidense John F. Kennedy decretó el bloqueo total del comercio entre ambos países, recrudecido luego en la década del 90 por la Ley Torricelli y la Ley Helms-Burton.
Ese daño económico supera ya los 975 mil millones de dólares, de acuerdo con datos oficiales.
Tras su ruptura unilateral de las relaciones diplomáticas, el 3 de enero de 1961, la Casa Blanca presionó constantemente a los demás países latinoamericanos y, con la honrosa excepción de México, los gobiernos del Hemisferio siguieron sus pasos, posterior a la cita de Punta del Este.
Pero esta política fracasó totalmente hace muchos años; los jóvenes estados del Caribe reconocieron a la Mayor de las Antillas y ampliaron sus relaciones a partir de 1972, al punto de existir sólidos vínculos de colaboración con esa comunidad, y los latinoamericanos fueron poco a poco restableciendo sus lazos diplomáticos con Cuba.
Con el apoyo de sus miembros, ingresó al Grupo de Río, a finales de 2008.
Incluso este fracaso de EE.UU. se hizo evidente en el propio seno de la OEA, en el 39 Período Ordinario de Sesiones de su Asamblea General, celebrado en San Pedro Sula, Honduras, en junio de 2009.
Se dejó sin efecto la resolución de 1962, en un desacato incuestionable a la política seguida por los Estados Unidos contra Cuba desde 1959, en contra de su voluntad y frente a intensas gestiones y presiones ejercidas sobre los gobiernos de la región.
Cuba acogió con satisfacción esta expresión de soberanía de los gobiernos que se empeñaron en borrar formalmente aquella resolución; mediante un acto que "persigue el propósito de reparar una injusticia histórica y constituye una reivindicación al pueblo de Cuba y a los pueblos de América", según una nota oficial.
Pero comunicó que no volverá al organismo, pues "se trata de una Organización con un papel y una trayectoria que repudia", señaló la declaración gubernamental, el 9 de junio de 2009.
"El pueblo cubano supo resistir las agresiones y el bloqueo, superar el aislamiento diplomático, político y económico, y enfrentar por sí solo, sin doblegarse, la agresividad persistente del imperio más poderoso que haya conocido el planeta", destacó.
Es cierto que la OEA, llamada muchas veces "ministerio de colonias yanqui", tuvo un activo papel en la política anticubana estadounidense, al oficializar, entre otras medidas, el bloqueo económico, disponer el embargo de armas y productos estratégicos, y estipular la obligatoriedad de que sus miembros rompieran relaciones diplomáticas con Cuba.
Durante 20 años consecutivos, la Asamblea General de las Naciones Unidas condenó ese injusto acoso económico, rechazado en el 2011 al aprobar por 186 países -2 en contra, 3 abstenciones y 2 ausentes- la Resolución contra el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos.
En la voz del comandante Ernesto Che Guevara retumbó, el 11 de diciembre de 1964, ante la XIX Asamblea General de ONU, repetido muchas veces por diversos medios, este párrafo final de la II Declaración de La Habana:
"Porque esta gran humanidad ha dicho "Basta" y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente..."
* Historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina