Crear una Alta Consejería para Bogotá no puede tener un criterio diferente al de mejorar la articulación entre la Nación y el Distrito. Si la figura es para pelear con Petro o para fines electorales, perdemos todos los bogotanos.
Tal vez lo primero que debe hacer el Gobierno para ayudar a Bogotá es evitar que sus funcionarios sucumban al influjo del linchamiento que algunos medios y círculos políticos le infligen todos los días a Petro. Y reconocer que en sus primeros nueve meses de gobierno, a pesar de ciertos problemas, Petro ha tenido una serie de éxitos incuestionables. Hoy Bogotá cuenta con la tasa de homicidios más baja de su historia gracias a la política de desarme impulsada desde el Distrito. Por otro lado, el alcalde cumplió con su promesa de bajar las tarifas de Transmilenio y de subsidiar un mínimo vital de agua para los más pobres. En cuanto a la movilidad, el nuevo Pico y Placa reduce considerablemente el tiempo de desplazamiento de los bogotanos que utilizan los buses públicos.
En segundo lugar, el Gobierno debe concentrarse en sacar adelante las obras macro en las que Petro ha venido patinando entre sus veleidades y los problemas de ejecución causados por los desajustes en su gabinete. Se trata de combinar esfuerzos con Bogotá para construir el metro y sus ramales de Transmilenio, cuyos diseños están demorados por los continuos cambios en esa cartera. Igual ocurre con los proyectos de vivienda gratuita, que marchan muy rápido en el gobierno nacional y que están frenados en Bogotá por la falta de asignación de los lotes públicos. Ni hablar del proyecto CAN, que no avanza por las diferencias conceptuales entre el Distrito y el Gobierno. Falta espacio en esta columna para mencionar también los proyectos de descontaminación del río Bogotá y la ALO.
Creo que Petro y Santos, si no se dejan meter baza, están en un momento perfecto para dejar una perenne huella en Bogotá. El gobierno nacional, después de dos años tortuosos en materia de ejecución, está en sus marcas para invertir en proyectos de infraestructura serios y bien diseñados por todo el país, y Bogotá no puede ser la excepción. Petro, por su lado, está a tiempo para arrancar varios de ellos e inaugurarlos antes del final de su período.
Si Petro y Santos trabajan en equipo, podrán legarle a Bogotá una serie de grandes obras que serán verdaderamente suyas y que los bogotanos recordarán y apreciarán por décadas. Si sucumben a los egos, a la mezquindad y a la política de la zancadilla, habremos perdido una gran oportunidad para insertar a Bogotá en el siglo XXI.
@rodrigo_lara_