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General: El 6 de octubre de 1976 se produce el atentado...
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Resposta  Mensagem 1 de 3 no assunto 
De: Nobotuma  (Mensagem original) Enviado: 05/10/2012 22:34
     El 6 de octubre de 1976 el avión 455 de Cubana de Aviación, con 73 personas a bordo, estalla en el aire por una bomba colocada por mercenarios anticastristas. Entre los pasajeros viajaban el equipo de esgrima cubano, once jóvenes guyaneses y una delegación cultural de Corea del Norte.
     Los responsables de esta masacre terrorista fueron dos venezolanos: Freddy Lugo y Hernán Ricardo y dos cubanos: Luis Posada Carriles y Orlando Bosh.

http://images.eluniversal.com/2011/01/10/g_posadac.jpg.520.360.thumb
Luis Posada Carriles

http://3.bp.blogspot.com/-xS5Uc4U6PDA/TbkERybQPRI/AAAAAAAAh1k/2ESUPGjejf0/s400/OrlandoboschSolo.jpg
Orlando Bosh

http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/crimen_barbados/foto-vamos-2.jpg
David Ricardo y Hernán Lugo



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Resposta  Mensagem 2 de 3 no assunto 
De: Ruben1919 Enviado: 06/10/2012 00:05

Barbados: Un acto de terrorismo aún impune.


“No podemos decir que el dolor se comparte.
El dolor se multiplica. Millones de cubanos
lloramos hoy junto a los seres queridos
de las víctimas del abominable crimen.
¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora,
la injusticia tiembla!”
Fidel Castro Ruz(1)

En la madrugada del primer día del año 1959 ocurrió un hecho que cambió la historia de Cuba y su relación con los Estados Unidos hasta nuestros días: triunfó la primera revolución antiimperialista de América.
Desde el inicio, esta naciente revolución se tuvo que enfrentar a la mayor potencia del mundo, que ha financiado, apoyado, entrenado y protegido a grupos terroristas radicados dentro de su territorio para tratar de desestabilizar y revertir un proceso revolucionario que lleva ya 52 años de existencia.
Dentro de la larga lista de agresiones llevadas a cabo por estos grupos terroristas hacia nuestro país, sobresale uno por lo criminal de la acción: la voladura en pleno vuelo de un avión civil de cubana de aviación, a tres millas de las costas de Barbados, donde perdieron la vida 73 personas, de ellas 57 cubanos, incluyendo el equipo juvenil de esgrima que regresaba victorioso de participar en las competencias regionales de esgrima efectuadas en Caracas, Venezuela.
Las investigaciones demostraron que detrás de este criminal acto estaba la Agencia Central de Inteligencia (CIA), quien a través de sus agentes de origen cubano, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, pagaron a dos mercenarios, Freddy Lugo y Hernán Ricardo, ciudadanos venezolanos, para que perpetraran el acto.
Lo cierto es que treinta y cinco años después de este triste suceso, uno de sus organizadores, Luis Posada Carriles, a pesar de haber confesado públicamente su participación en este crimen, se pasea libremente por las calles de Miami, con el beneplácito del gobierno norteamericano y la inercia de su sistema judicial ante los constantes reclamos de justicia del pueblo cubano y venezolano.
Resulta inverosímil que el país que se autoproclamó líder en la lucha contra el terrorismo internacional, a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center en Nueva york y el Pentágono en Virginia, que ha incluido a Cuba dentro de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, que tiene encarcelados injustamente, desde hace más de 10 años, a cinco cubanos cuyo único delito fue defender a su revolución de las actividades criminales organizadas por los grupos anticubanos radicados en Miami, permita que este crimen aún se mantenga impune.

(1) Palabras tomadas del discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, en el acto de despedida de duelo de las víctimas del avión de Cubana destruido en pleno vuelo, el 6 de octubre de 1976. Plaza de la Revolución, 15 de octubre de 1976.

Pie de ilustración: Cablegrama No. 1090 con fecha 6 de octubre de 1976, enviado por el Primer Ministro de Barbados, Tom Adams, al Primer Ministro de Cuba, Dr. Fidel Castro Ruz, informando sobre la precipitación al mar del vuelo 455 de Cubana de Aviación.
Fuente: Fondos Documentales del Archivo Central, Dirección de Gestión Documental. Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba.


(Cubaminrex- Dirección de Gestión Documental)


Resposta  Mensagem 3 de 3 no assunto 
De: Ruben1919 Enviado: 06/10/2012 17:14

Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla

Publicado en Terroristas y Terrorismo contra Cuba fecha Octubre 6th, 2012

 

Video en Youtube

Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla
Por Daniel Martínez, Radio Reloj

Más de tres décadas han transcurrido y todavía, la frase que da título a este trabajo, impacta.

En la voz de Fidel, quedó como lema condenatorio del salvaje acto de terrorismo que sufrió la nave de Cubana de Aviación que transportaba al equipo de esgrima, ganador de la totalidad de las medallas de oro en las competencias regionales que acababan de efectuarse en Venezuela.

Tal vez, y sin dudas de modo absurdo, los perpetradores soñaron amedrentar a las nuevas generaciones de cubanos que desde todas las aristas de la vida se afanaban para lograr una sociedad mejor.

Su crimen lejos de intimidar al pueblo cubano, redobló los esfuerzos por triunfar y superarse, y el deporte se convirtió en punta de lanza, que con cada triunfo certificó a los verdugos la validez del camino escogido.

El recuerdo como escudo y espada

El crimen de Barbados es una cicatriz que todavía lastima a nuestro pueblo. Sin embargo el recuerdo de los caídos nombra a una de las escuelas de iniciación de deportiva, la Mártires de Barbados, que hoy, multiplicada por toda la Isla, continúa forjando a los campeones, cuyos éxitos durante años ha lacerado la prepotencia del adversario que osó agredirnos, y aún teje argucias para dañarnos.

Cientos de pruebas han sorteado Cuba y su movimiento deportivo para perpetuar la obra de su patriotismo.

Los hermanos asesinados en el abominable crimen de Barbados se mantendrán como símbolo de todo lo que es capaz de hacer el odio en su afán de lograr sus objetivos.

Por eso, su recuerdo, más de tres décadas después, continúa siendo el escudo y la espada con que defenderemos lo conquistado.

El crimen de Barbados: una herida abierta

Por Jorge Hernández Álvarez*

Yo recuerdo a mi padre cada día de mi vida, afirma Odalys Pérez, hija de Wilfredo, capitán del vuelo 455 saboteado en Barbados el 6 de octubre de 1976, en uno de los actos de terrorismo ejecutados por grupos extremistas al servicio de la CIA.

Con la voladura y caída al mar de un avión civil cubano con 73 personas a bordo, se consumó ese día uno de los más mortíferos sucesos derivados de la política agresiva que mantienen contra Cuba agrupaciones radicales de Miami, con financiamiento y apoyo de Estados Unidos.

Reconocido como el autor intelectual del sabotaje a la aeronave de Cubana de Aviación: el terrorista internacional Luis Posada Carriles, se pasea hoy impunemente por las calles miamenses bajo la protección del Gobierno norteamericano, denuncia Odalys.

De ese modo, esta cubana une su voz a la de miles de familias víctimas que claman justicia para los autores de las violentas acciones que cobraron -en más de medio siglo- la vida de tres mil 478 ciudadanos de la isla y dejado más de dos mil incapacitados.

El crimen de Barbados -como se le conoce en la historia- fue resultado de la ola de ataques promovidos por la CIA contra la Revolución Cubana, que incluía el asesinato de diplomáticos, sabotajes a lugares públicos y objetivos económicos, creación de bandas armadas y ametrallamientos costeros o aéreos a poblaciones civiles.

En ese contexto, el 9 de julio de 1976, Cubana de Aviación fue blanco de ataque, cuando una bomba estalló en uno de los equipajes que iba a ser introducido en un avión civil cubano, que no explotó en pleno vuelo por retrasarse la salida.

Al día siguiente, otro artefacto explosivo detonaba en la oficina de la British West Indies, de Barbados, que representaba los intereses de Cubana de Aviación en ese país.

Estaba claro: los terroristas habían escogido a la aviación civil como un objetivo de sus actos. Sin embargo, parecía difícil imaginar hasta dónde serían capaces de llegar, como lo hicieron aquel 6 de octubre.

5 DE OCTUBRE

Cuando mi padre realizaba vuelos de corta duración, tenía por costumbre dejar el auto en el aeropuerto, de modo que cuando retornaba del viaje regresaba para la casa y tocaba el claxon para hacernos saber de su llegada, rememora Odalys.

Eran momentos felices: mi madre, mis dos pequeños hermanos (de dos y cuatro años) y yo, salíamos a recibirlo.

Aquel 5 de octubre de 1976, él había arribado de México y nos traía chocolates a mí y a mis hermanos, evoca Odalys.

Recuerdo que estábamos contentos -como niños al fin- por ese detalle de las golosinas. Al llegar, él nos cargó y nos besó. Ya por la noche se acostó, pues al otro día salía temprano de vuelo.

Nunca imaginé que esa sería la última vez que lo vería, añadió.

El 6 de octubre, bajo las órdenes de los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y del ya fallecido Orlando Bosch, los criminales Hernán Ricardo y Freddy Lugo, ambos nacidos en Venezuela, colocaron par de bombas en el DC-8 de Cubana de Aviación y se bajaron de la nave, cuando esta hizo escala en Barbados.

EL CRIMEN DE BARBADOS

Ocho minutos habían transcurrido del despegue, cuando a las 17:23 en la torre de control se escucha “¡Cuidado!” desde la radio de la aeronave cubana.

El grito de alarma lo pronuncia el capitán, Wilfredo Pérez, más conocido como Fello, por un sobrenombre que le puso su amigo de la infancia, Ángel Tomás Rodríguez, quien también viaja en ese vuelo junto a su esposa, como integrante de la tripulación.

-“Fello, fue una explosión en la cabina de pasajeros y hay fuego”, informó a este último el copiloto.

-“Regresamos de inmediato; avisa a Seawell”, le orienta:

Para mí, octubre es un mes negro, reconoce Odalys al recordar el modo en que su padre luchó desesperadamente con los controles del avión para salvar la vida de sus pasajeros, luego de que la primera bomba estallase.

La pérdida de un padre siempre es terrible, pero mi último recuerdo de él son aquellas desgarradoras palabras finales: “Seawell… (Torre de control), Seawell… CU 455… Seawell ¡Tenemos una explosión y estamos descendiendo inmediatamente, tenemos fuego a bordo! CU-455. Tenemos emergencia total, continuamos escuchando, respondan”.

-“Seawell… CU 455… Pedimos inmediatamente; inmediatamente pista”, exige de forma perentoria el copiloto. “CU-455 autorizado a aterrizar”, responden desde la torre de control.

Justamente, cuando la tripulación logra dominar la situación y sacar el tren de aterrizaje, acontece una segunda explosión.

-“¡¡Cierren la puerta, cierren la puerta!”, se escucha decir.

– “CU-455. Tenemos emergencia total, continuamos escuchando, respondan”.

A raíz de la detonación, el capitán Wilfredo Pérez -pese a sus ingentes esfuerzos- pierde ya para siempre el control del aparato y en picada final, en caída libre e inminente, sobreviene la agónica frase de su copiloto: “¡Eso es peor, pégate al agua, Fello, pégate al agua!”.

Después, silencio total, fúnebre, simplemente silencio… Sólo rompe el éter radial la solitaria señal de un avión venezolano que volaba cercano al lugar:

“Este es DQ-650. ¿Los podemos ayudar en algo?”.

El vuelo 455 desaparece del radar. Deja de existir la vida para 57 cubanos, 11 guyaneses, y cinco funcionarios norcoreanos.

Entre los pasajeros se encontraban 24 integrantes del equipo juvenil de esgrima de Cuba, que regresaban a casa tras obtener todas las medallas de oro en el cuarto Campeonato Centroamericano y del Caribe de ese deporte, celebrado en Caracas, Venezuela.

LA MALA NOTICIA

Yo estudiaba el sexto grado, cuando ocurrió el atentado. Recuerdo que venía de la escuela y al llegar a mi hogar, me encuentro que Oscar Ortiz, un compañero de trabajo de mi papá, salía llorando de mi casa junto a su esposa, afirma Odalys.

Yo lo veo venir y le pregunto: ¿qué pasó? Y él me dice: “cuida mucho a tu mamá que está enferma del corazón”. Eso fue lo único que me dijo.

Entro a la casa y en ese instante mi madre me da la noticia. Imagínate lo que representa eso para una niña de 10 años.

A esa hora empecé a cuestionarme: se cayó al mar el avión ¿por qué se cayó? Mi papá venía manejando ¿se equivocó? ¿Chocó?

No sabía qué había pasado hasta que por la noche vinieron los compañeros de mi padre y las autoridades informaron sobre las bombas. A esa hora había que explicarme qué cosa era una bomba, cómo explota, por qué esa bomba había matado a todas esas personas, ¿dónde está mi papá?, rememora Odalys.

Siempre pensé desde entonces: mi papá va a venir, mi papá está en una isla y soñaba con eso todos los días. Él va a regresar…, me repetía constantemente.

Así fui creciendo hasta que empecé a tener uso de razón y tuve la certeza de que mi papá no iba a regresar y que una bomba lo había matado a él y al resto de sus compañeros. Ese es el pensamiento infantil que tenía en aquel momento una niña de 10 años.

Eso es duro, te crea un trauma. Mi madre, Ana Lucía Rodríguez, jamás volvió a ser la misma, agregó.

Ella era ama de casa y al no estar mi padre en el hogar, la vida fue muy dura con tres hijos que mantener.

Mi madre se quedó sola, no se casó más. Se encerró en sí misma, nunca más sonrió, dejo de ser cariñosa aunque nos emprendió por el camino correcto. Ella se quedó detenida en el año 1976 por falta de amor, de cariño, de alegría, de comunicación. Ella perdió esa chispa. Murió con 67 años en 2010.

Sus cenizas las echamos al mar, para que finalmente, pudiera reunirse con mi padre, más allá de la muerte.

Ese tipo de hechos te marcan, el dolor se va transmitiendo de generación en generación, de familia en familia, por eso tenemos que seguir adelante con nuestra lucha: no sólo por que se haga justicia y se enjuicie a Posada Carriles, sino para combatir también cualquier acto terrorista que se cometa en el mundo, asegura Odalys.

Alguna vez, cierto periodista me preguntó por qué mi afán de juzgar a Posada Carriles, si ya era un “viejito”, según le llamó.

Puede que Posada sea viejo, dice Odalys, pero por lo menos su hija lo ha podido cuidar, yo ni siquiera tuve esa oportunidad. A mí me negaron la posibilidad de cuidar a mi padre en su vejez.

* Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina



 
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