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General: JUAN XXIII, EL PAPA DESCONCERTANTE
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: cele19331  (Mensaje original) Enviado: 10/10/2012 17:41

Juan XXIII, el Papa desconcertante

José María Castillo

09.10.12

A los 50 años de la inauguración del concilio Vaticano II, el papa al que se le ocurrió convocar aquel concilio, el papa Rocalli, nos sigue desconcertando. Entre otras razones, porque son pocos los que se imaginan hasta dónde llegó la bondad de aquel hombre.

Nadie sabe, a ciencia cierta, cómo ni por qué este anciano cardenal de Venecia llegó a ser papa. Lo que se dijo en Roma, para explicar su designación, es que el conclave se había atascado y los cardenales, como solución de transición, decidieron poner en el papado a un hombre de transición, para salir del paso y buscar así una salida digna, utilizando un papa que pudiera vivir poco tiempo. Lo que no sospechaban los hombres del conclave es lo que supo formular K. Rahner: “el papa de transición Juan XXIII ha puesto en marcha la transición de la Iglesia hacia el futuro”.

Lo más probable es que habrá gente que se sonría con desdén al leer lo que acabo de decir. Porque no son pocos los que piensan que aquel papa bonachón, viejo y rechoncho, fue el hombre que puso en marcha el doloroso proceso de descomposición de la Iglesia. Y es cierto que fue Juan XXIII el papa que, con su desconcertante libertad al servicio de la bondad, desatascó la situación que el genial eclesiólogo, que fue Y. Congar, apuntó en su Diario personal:

"Me impresiona constantemente el irrealismo de un sistema que tiene sus tesis y sus ritos, también sus servidores, y que canta su canción sin mirar a las cosas y a los problemas tal como son. El sistema está satisfecho con sus propias afirmaciones y sus propias celebraciones. Todo se desarrolla en un plano diferente al de los problemas reales, en un universo completamente distinto del de los hombres".

Esto anotaba Congar el 24 de noviembre de 1954. Y ésta fue la situación que desatascó Juan XXIII. No como tendría que haberse hecho, reorganizando el papado y modificando la curia vaticana. Pero no pudo ser así, entre otras razones y por más extraño que parezca, por la incomprensible bondad de aquel papa. Pero fue precisamente aquella bondad la que abrió nuevos caminos a la Iglesia. ¿Qué quiero decir con todo esto?

Rocalli fue un hombre de una humildad tan profunda, que, dándose cuenta de que era urgente una reforma de la Iglesia, jamás quiso delimitar los detalles. Se sabe con certeza que, entre sus más allegados, le gustaba decir que él no tenía competencia universal alguna. Por eso él no quiso presidir las asambleas conciliares. Se fiaba del cuerpo episcopal.

Y su desapego personal llegó hasta límites impensables. Por ejemplo, nombró como cardenales a algunos de sus más conocidos adversarios. Y puso como presidentes de las comisiones del concilio a los más destacados dirigentes de la curia. Su bondad (¿bien entendida? ¿mal entendida?) llegó a rebasar la línea roja que marca el límite de lo “razonable” y se metió de lleno en las aguas pantanosas de lo que no es fácil entender desde la lógica del “orden que marcan los poderes de este mundo”.

Esto tuvo sus consecuencias. La principal de ellas, es bien conocida: los documentos del concilio fueron el resultado de fórmulas de compromiso. Fórmulas en las que las dos partes, progresistas (centroeuropeos) y conservadores (curiales), no tuvieron más remedio que llegar a acuerdos en los que cada parte tuvo que ceder. Y a eso, se vinieron a sumar las intervenciones posteriores de Pablo VI, a veces, atormentado por sus dudas.

El ejemplo más claro, fue la famosa “Nota explicativa previa”, que, en gran medida, dejó el “poder pleno, supremo y universal” en manos del papa. Con lo que se quedó sin resolver el problema principal que tenía que resolver el concilio: dónde y cómo reside el sujeto de suprema potestad en la Iglesia. Pero de esto hablaremos otro día.

Entonces, ¿qué aportó Juan XXIII con su pontificado y su concilio? Lo más decisivo para los discípulos de Jesús: que la bondad es la fuerza que cambia el mundo, que renueva la Iglesia, que nos lleva por los mismos caminos que trazó Jesús. ¿Esto no dice nada? Más aún, ¿esto fue y sigue siendo un fracaso? ¿No terminó la vida de Jesús en el más estrepitoso de los fracasos? Y, sin embargo, ¿no decimos los creyentes que ahí, en eso, está el misterio de lo que más nos humaniza y más felices nos hace? Amigos, aquí estamos tocando el fondo. Como el papa Rocallí lo tocó.

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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 10/10/2012 22:21
Creo Cele que EL PAPA BUENO   ha sido el mejor Papa de todos los que ha tenido la Iglesia católica ... incluido Pedro ... Ante él me inclino reverente ... Fué en esos días que apareció la teología de la liberación ... y los curas obreros de Paris ...y hasta los obispos y curas guerrilleros.  que nos dejaron ver una iglesia humana  y buena como su Pontifice que se hacía del lado de los más humildes .- 
Veamos un poco de el gran juán XXlll  ...
 
Angelo O. Roncalli (1881-1963) se convirtió en el Papa Juan XXIII en 1958, tras la muerte de Pío XII. El nuevo pontífice fue el encargado de renovar la Iglesia católica a través del Concilio Vaticano II, inaugurado el 11 de octubre de 1962. Su finalidad, era abrir las ventanas para que entrara aire fresco en la Iglesia.

(Sotto - il - Monte, 25 noviembre 1881 - Roma, 3 junio 1963)

Ángel el José Roncalli es el tercer hijo de Juan Battista Roncalli y Marianna Mazzola. Los Roncalli son labriegos

venidos a menos y tienen que hacer grandes sacrificios para dar una educación a sus hijos. Asiste a la escuela primaria en Cervico y recibe la instrucción elemental de manos de don Pedro Bolís. Terminados los estudios primarios, comienza la segunda enseñanza en el colegio de Celena. Una vez terminada ésta, ingresa en el seminario episcopal de Bérgamo.

El 28 de junio de 1895 recibe la tonsura y tres años después las Órdenes menores y finalmente, en el año 1900, termina sus estudios. Obtiene una beca en el colegio Cersaoli, incorporado al Pontificio Seminario Romano y así, en 1901, llega a Roma para continuar sus estudios en el Ateneo de San Apollinare.

El 30 de noviembre de ese mismo año inicia el cumplimiento del servicio militar obligatorio, quedando así sus estudios interrumpidos. Su cordialidad y alegría conquistan las simpatías de todos los compañeros de armas y de los superiores, siendo ascendido rápidamente a cabo y luego a sargento. Vuelve de nuevo al seminario romano y es ordenado diácono por el cardenal Respighi, vicario de Su Santidad.

El 10 de julio de 1904 se gradúa como doctor en Teología y un mes después es ordenado sacerdote en Sta. María in Monte por monseñor José Cappetelli. En noviembre vuelve al Apollinare para continuar sus estudios de Derecho Canónico, y el 29 de enero de 1905 es consagrado por el papa Pío X como obispo de Bérgamo.

Al reorganizarse la Acción Católica Diocesana se le nombra presidente de la V Sección (1910). En 1916 es nombrado capellán del Hospital militar de reserva de Bérgamo y el 22 de agosto de ese mismo año aparece su libro: En memoria de monseñor Radini Tedeschi, obispo de Bérgamo. En 1920 fue llamado a la Congregación de Propaganda Fide, para colaborar en la reorganización de las actividades misioneras. En noviembre de 1924 es nombrado profesor del Pontificio Ateneo Lateranense. En marzo de 1925 es nombrado visitador apostólico en Bulgaria y arzobispo de Aneópolis por el cardenal Tacci. En 1934 es nombrado delegado apostólico de Turquía y Grecia y administrador apostó1ico de Constantinopla. En abril de 1936 aparece el primer volúmen de su obra Las Actas de la visita apostólica de S. Carlos Borromeo a Bérgamo.

En 1944 le nombran nuncio en París, y en 1953 es nombrado cardenal y patriarca de Venecia. El 9 de octubre de 1958 muere Pío XII y el día 28, por la tarde, es elegido papa. El 25 de enero de 1959 anuncia la celebración de un Sínodo para la diócesis de Roma, de un Concilio para la Iglesia universal y la reforma del Derecho Canónico. En 1962 se inaugura el Concilio Vaticano II, interviniendo a pesar de su avanzada edad, en algunas ocasiones, sobre todo cuando el reglamento del Concilio parece inadecuado. El 23 de septiembre de 1962 se anuncian los primeros síntomas de una enfermedad a la que se trata de quitar importancia.

Sus mayores logros fueron la convocatoria del Concilio Vaticano II con el objetivo de llevar a cabo la renovación de la vida religiosa católica gracias a la modernización (aggiornamento) de la enseñanza, la disciplina y la organización de la Iglesia, así como alentar la unificación de los cristianos, extender el ecumenismo eclesiástico y posibilitar el acercamiento a otras creencias. Sus escasas intervenciones en el Concilio (que finalizó después de su muerte) apoyaron el movimiento por el cambio al que la mayoría de los delegados era favorable. También escribió siete encíclicas, entre ellas Mater et magistra (1961), dedicada al problema social, que enfatiza la dignidad individual como base de las instituciones sociales, y Pacem in terris (1963), que exhortó a la cooperación internacional por la paz y la justicia, y al compromiso de la Iglesia a interesarse por los problemas de toda la humanidad.

Abrió las sesiones del concilio Vaticano II –el primero en casi un siglo– en octubre de 1962, con un discurso inaugural en el que expresó su intención de acometer una reforma de la Iglesia basada en el aggiornamento, es decir, su puesta al día. Si bien sólo se celebró una sesión bajo su pontificado, ésta sirvió para originar una apertura sin precedentes en el seno de la Iglesia Católica. El nuevo cambio de rumbo siguió dos ejes fundamentales: una actitud hacia los cristianos no católicos basada en el respeto y la tolerancia, y una posición independiente y sin alianzas en política internacional, sin participación en la férrea división en bloques de la época. Esta última cuestión encontró su fundamento político en la encíclica Pacem in terris, publicada el año 1963 y destinada a asentar la posición del Vaticano en cuestiones referentes a política internacional.

El 1 de marzo de 1963 se le concede el Premio Internacional de la Paz, de la Fundación Eugenio Balzán. El 17 de mayo de 1963 celebra por última vez la Misa y el día 20 recibe las últimas audiencias. El 3 de junio de ese mismo año muere, a la caída de la tarde y es sepultado en las grutas vaticanas.

El Concilio Vaticano II :
Juan XXIII dispuso como tarea inmediata del Concilio renovar la vida religiosa de los católicos, actualizar la doctrina, la disciplina y la organización. El fin último era la unidad de todos los cristianos.

El primer período del Concilio duró desde el u de octubre de 1962 al 8 de diciembre del mismo año. Se trató una considerable cantidad de "schemata" pero no se aprobó ninguna. El Papa, ya enfermo, asistió a la última asamblea general para dar gracias a los presentes.

Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963. Poco después de su elección, Pablo VI reinició las sesiones del concilio, que se habían suspendido automáticamente por la muerte del pontífice.

El segundo período comenzó el 29 de septiembre de 1963 y duró hasta diciembre del mismo año. Los padres del concilio aprobaron la constitución Sacrosantum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia y el decreto Inter Mirífica, sobre los medios de comunicación social.

El tercer período se extendió desde el 14 de septiembre de 1964 al 21 de noviembre de ese año. En ese período muchos sacerdotes fueron invitados a participar de la asamblea general como representantes del clero parroquial. Los padres aprobaron la constitución Dei Verbum, sobre la Iglesia, el decreto Orientalium Ecclesiarum, sobre las Iglesias orientales católicas, y el decreto Unitatis Redintegratio, sobre el ecumenismo.

El período final empezó el 14 de septiembre de 1965 y terminó el 8 de diciembre del mismo año. En este lapso de tiempo se aprobaron la mayor parte de los documentos. Fue también en esta sesión cuando el papa Pablo VI y el patriarca Atenágoras se encontraron y expresaron sus deseos de unidad entre Oriente y Occidente.

La última sesión publica, el 8 de diciembre de 1965, tuvo lugar en la plaza majestuosa y encolumnada de la basílica de San Pedro. En una solemne ceremonia, los líderes de la Iglesia católica junto con los representantes de ochenta y un gobiernos y nueve organizaciones internacionales festejaron los logros de este gran concilio ecuménico. La eficiente y dura labor de sus integrantes produjo y publicó cuatro constituciones, nueve decretos y tres declaraciones. En efecto, el Concilio marcaba un punto decisivo en la historia de la Iglesia.

Ver: El Concilio y la Teología de la Liberación


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 10/10/2012 22:38
Le decían "el Papa bueno" al compararlo con los otros Papas ?????
Sin negar las cosas buenas que hizo, y reconociendo que nadie es perfecto y que errar es humano... me pregunto : ¿no fue Juan XXIII el Papa que excomulgó a Fidel?
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)       

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 10/10/2012 23:08
Jajajajajjajajajaj   Claro que si fué él quien excomulgó a Fidel ...pero porque no lo conoció personalmente .... de otro modo hubieran sido los mejores amigos  jajajajajjaja.- Si hoy en día con todo el avance en los medios de comunicación muchos .... muchísimos aún creen que Fidel y el Ché fueron asesinos ... como no iba a penetrar en las mente del Papa  toda la propaganda envenenada del imperio y de las jerarquías eclesiásticas lacayas  contra la Revolución cubana ? .....   Lástima que no tuvo tiempo para ver la hermosa realidad a través de las monjitas y curas que se quedaron en Cuba orgullosos de Fidel .-


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