Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Conociendo Cuba 
 CANCION L..A 
 FIDEL CASTRO.. 
 Fotos de FIDEL 
 Los participantes más activos 
 PROCLAMA AL PUEBLO DE CUBA 
 
 
  Herramientas
 
General: DERECHO AL HAMBRE .-
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 17/10/2012 01:48
Derecho al hambre
 

Camilo Alzate Iniciativa Debate 20/7/2012

A finales de abril el periodista francés Romeo Langlois, que acompañaba al Ejército colombiano en un operativo antinarcóticos quedó encerrado en medio del fuego cruzado de un terrible combate. El periodista cayó, como todo mundo sabe, en poder de la guerrilla que lo tuvo en el monte un mes largo. Luego fue liberado tras un acto público en un caserío remoto del Caquetá. Nada indignó tanto a los comentaristas de la opinión pública; ni la muerte de los uniformados que cayeron en la emboscada, ni la pantomima de los generales que no supieron explicar qué hacía un periodista con casco de soldado, ni siquiera el discurso de Piedad Córdoba y del comandante guerrillero durante la liberación del francés: lo imperdonable resultó ser que para el “espectáculo” y “show mediático” montado por la insurgencia se mataron siete vacas

[1]. Un banquete en el que se hartaron los subversivos y un millar de campesinos que asistieron desde las montañas, todos comiendo carne a la llanera con mamona. Es una infamia, una indecencia: en el Caquetá –hermosa tierra ganadera- la gente come carne. Los campesinos que viven sin acueductos ni luz eléctrica, ni escuelas, ni carreteras, ni servicios de salud, comen carne. Que haya colombianos en condiciones dignas del feudalismo es normal o cuando mucho accidental. Que maten siete vacas y coman carne hasta reventar es inaceptable, escandaloso.

Si fuera un hecho circunstancial de manipulación lo dejaría desapercibido. Sin embargo, el cubrimiento de la Marcha Patriótica en abril con su llegada a Bogotá reveló el mismo desprecio, el mismo odio hacia el derecho de los pobres a comer. Todos los cuestionamientos a la financiación de la movilización se acompañaban con fotos de unos famosos tamales repartidos durante la protesta. El Espectador, un periódico que se ensucia la boca con supuesto progresismo ensartaba en un titular “Hasta tamales repartieron en la Marcha Patriótica[2], para rematar con saña “Antes de comenzar a caminar por las diferentes vías de Bogotá, a quienes hicieron parte de la marcha se les repartió (sic) tamales, pollo, arroz, papa y hasta botones del presidente de Venezuela, Hugo Chávez”. Tamales y Chávez. Banquete y caudillos. La gula y el demonio encarnado del Caribe. 

Dentro del conjunto de represalias que los Ejércitos toman contra la población hostil se encuentra, invariablemente, la confiscación de alimentos. De Vietnam al Putumayo, del bloqueo a Gaza al de Cuba, castigar al oprimido significa quitarle la comida[3]. Resulta apenas lógico que a esos comentaristas y periodistas que desayunan en McDonald’s y almuerzan en el parque de la 93 en Bogotá, les aterrorice el banquete rústico de los campesinos. Ellos que no han visto desollar una res en su vida. Ellos que no podrían prescindir una hora del Twitter, no digamos ya de la luz eléctrica.

Y es que dentro del imaginario de los poderosos, un pobre tiene que ser siempre un hambriento. Nunca poseerá el derecho a aspirar a nada más, no obtendrá permiso para llenar la panza. En la cosmovisión acuñada por siglos de feudalismo católico podrido, la gula, la posibilidad de los pobres a hartarse y saciarse, de derrochar comida en excesos carnavalescos, se considera pecado capital, sinónimo de la condenación.

Existe pues un derecho garantizado a los pobres: el derecho a pasar hambre, por voluntad o necesidad.

Detrás del derecho de los pobres al hambre, único tácitamente respetado y generalizado en nuestro mundo, se oculta algo más perverso: el deseo de los ricos de poseerlo, restringirlo y controlarlo todo, incluso, la dignidad de los hambrientos. Cuando el orden no encuentra o no posee los medios para castigar a un hambriento que se sacia ilícitamente, entonces nos encontramos ante el delito, el derrumbe del Estado de Derecho y el colapso de las leyes. El hambre es normal, cotidiana. Casi diríamos imprescindible. Que los hambrientos se organicen para comer es peligroso, criminal, vandálico. Es una amenaza para la estabilidad, es el preludio del caos.

Sucedió apenas ahora[4], cuando un grupo de jornaleros andaluces tomaron comida de dos supermercados sin pagar para dársela a familias de desempleados: una noticia que por escandalosa dio la vuelta al mundo. Aunque la intención de José Manuel Sánchez Gordillo y el Sindicato Andaluz de Trabajadores era abrir un debate precisamente sobre la causa de la fractura social que supone el hecho de que en España haya más de dos millones de personas que pasan hambre, así, tal como suena, el debate tomó otro curso al amparo manipulado de los medios corporativos: no es lícito robar comida, no está permitido asaltar la inviolable propiedad privada. El hambre, que se impone de hecho bajo la actual situación de crisis, deviene legal. Saciarla es un abuso.

Haití o Somalia, naciones parias entre las parias, constituyen de facto una demostración de que las potencias se permiten todo, incluso el poder de decidir cuándo y cómo a un país le quemarán las tripas, cómo y cuándo el imperio del capital se dará el lujo de administrar el hambre, por dosis y por encargo, con racionamiento o con caridades de la ONU, en el aislamiento o bajo cobertura de FOX News. Tahar Ben Jelloun[5], escritor marroquí radicado en Francia, señala ingenuamente que llevar comida al mundo entero es apenas un problema de voluntad política: “Ciertamente, hay elección: dejar generalizarse el desorden y la injusticia obteniendo consecuencias dramáticas sobre todos, o bien decidirse por financiar el crecimiento de los países pobres”. Así es. Justo por eso, por férrea e inquebrantable voluntad política hay más de mil millones de personas que no tienen comida en la mesa, no al contrario. Ciertamente hay elección, tomada ya hace mucho.

Todo está permitido en el reino de la libertad putrefacta. Incluso el derecho al hambre de las niñas anoréxicas en el primer mundo. Lo que no se justifica, lo infranqueable, es saciar el apetito de los desposeídos. ¡Qué tiempos estos, en los que hasta comer ya no será siquiera un asunto de simple supervivencia, sino incluso un acto de peligrosa insumisión!



Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 17/10/2012 01:54
CHOQUES CON LA POLICÍA EN UN DIA DE ABIERTA
INDIGNACIÓN POR PARTE DEL PUEBLO COLOMBIANO


Choques con la policía en marcha de “indignados” en Colombia

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/mundo/Choques-policia-indignados-Colombia-Fotos_0_790720975.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.comEstudiantes de universidades públicas y la policía antimotines se enfrentaron este viernes en la capital de Colombia durante una marcha realizada en culminación de la llamada Semana de la Indignación, constató un fotógrafo de la AFP . Manifestaciones similares -que reunieron también a trabajadores, indígenas y miembros de otros colectivos sociales- se llevaron a cabo en Medellín (noroeste) y otras grandes urbes, pero también en zonas rurales de departamentos como Putumayo (noroeste), fronterizo con Ecuador. Las protestas transcurrieron con normalidad, salvo en Bogotá, donde los manifestantes, básicamente estudiantes con los rostros cubiertos, protagonizaron choques con los la policía antimotines en el centro de la ciudad.
Tras un sobresaltado recorrido por la central vía Carrera Séptima, al llegar a la Plaza de Bolívar, en el corazón histórico de Bogotá, las escaramuzas entre los jóvenes y la policía se transformaron en enfrentamientos. Algunos manifestantes lanzaron piedras y explosivos caseros de bajo poder, a lo que la policía respondió con gases lacrimógenos y chorros de agua a presión desde los blindados que custodiaron la marcha hasta que llegó a la plaza. Las autoridades aún no han ofrecido un balance de los enfrentamientos. Las manifestaciones clausuraron la llamada Semana de la Indignación, organizada por varios movimimntos sociales, entre ellos la Marcha Patriótica impulsada por la ex senadora Piedad Córdoba, que quisieron llamar la atención sobre sus demandas en materia educativa, laboral, económica y de equidad social y que critican las políticas “neoliberales” que conduciría el gobierno.
También reclaman tener voz en las conversaciones de paz previstas para la próxima semana entre el Ejecutivo del presidente Juan Manuel Santos y las guerrillas comunistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, primero en Oslo y después en La Habana. “La mesa de diálogo debe tener presencia del pueblo. Debe contar con la agenda popular”, demandó Córdoba desde la ciudad de Neiva, capital del departamento de Huila (centro) . La ex senadora, que preside la ONG Colombianas y Colombianos por la Paz, ha mediado en numerosas liberaciones unilaterales de secuestrados de las FARC.
ElComercio.com


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados