La madrugada del jueves nunca será olvidada por miles de personas en el Oriente cubano. El viento, los techos volando, las fuertes lluvias y los árboles que caían sobre calles y casas, les quedarán como recuerdos permanente del huracán Sandy. Tampoco lograrán sacarse de la cabeza la primera noche, después del desastre, en que desde la maltrecha cama o desde el desvencijado sofá comprobaron que nada separaba sus rostros de la noche estrellada.
Hay quienes lo perdieron todo, que no era mucho. Gente a la que el vendaval le llevó las modestas propiedades acumuladas durante su vida. Un drama humano se extiende sobre esa zona ya afectada de antemano por las carencias materiales, la emigración constante hacia occidente y los brotes de enfermedades como el dengue y el cólera. Para los damnificados llueve sobre mojado, literal y metafóricamente. La naturaleza recrudece el colapso económico y los problemas sociales de esa región del país. Así que son tiempos de redoblar la solidaridad, de remangarse la camisa y ayudar a levantar nuevamente una vivienda, de dividir el pedazo de pan y volcarse en contribuir con esos cubanos lastimados que Sandy dejó a su paso.
Creo que todos sabemos lo que podemos dar y hacer, pero aún así me atrevo a aventurar unas propuestas dirigidas a las autoridades cubanas. Las decisiones que éstas tomen en los próximos días serán determinantes para acortar y paliar la tragedia. Espero que sepan echar a un lado las diferencias ideológicas y abran sus oídos a quienes desde la ciudadanía queremos contribuir con la recuperación de nuestro país. La solidaridad no debe ser un monopolio institucional, nunca lo ha sido y de esa convicción van surgiendo propuestas para hacerla más efectiva, como las siguientes:
- Eliminar los aranceles aduanales para la entrada al país de alimentos, medicinas, electrodomésticos y materiales de construcción.
- Propiciar que la ciudadanía se organice para compilar, trasladar y entregar ropas, medicinas y demás recursos necesarios hacia las zonas afectadas.
- Estimular y autorizar la recopilación de fondos y recursos por parte de los emigrados cubanos para traer a la Isla, tanto de forma personal como grupal o institucional.
- Solicitar la evaluación y colaboración de organismos internacionales que provean de ayudas, créditos y asesoría para sortear este desastre.
- Flexibilizar en las provincias más dañadas todos los trámites para lograr licencias constructivas y también para la entrega de tierras en usufructo.
- Decretar una moratoria en el cobro de impuestos para los cuentapropistas de las regiones donde Sandy destruyó parte importante de la infraestructura económica y agrícola.
- Renunciar al monopolio institucional sobre la distribución de la solidaridad, favoreciendo y respetando la existencia de canales ciudadanos para distribuir la ayuda.