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General: LAS VÍCTIMAS DE LA CRISIS, VÍCTIMAS DEL PECADO
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: cele19331  (Mensaje original) Enviado: 31/10/2012 22:25

Las víctimas de la crisis, víctimas del pecado

Antes de eso, son víctimas de la maldad

José María Castillo - 30 OCT 2012


A estas alturas, nadie pone en duda que la crisis económica ha sido causada, en gran medida, por la corrupción moral de los responsables de la política y de la economía. Por otra parte, hablar de corrupción es hablar de maldad. Ha sido gente corrupta, gente mala, la que ha provocado - y la que sigue provocando y manteniendo - el inmenso sufrimiento que estamos padeciendo. Sobre todo, el sufrimiento que están padeciendo las víctimas más castigadas por esta enorme desgracia que se nos ha venido encima. ¿Se puede decir, por tanto, que las “víctimas de la crisis” son, por eso mismo, “víctimas del pecado”?

Sin duda alguna, habrá mucha gente que, al leer lo que estoy escribiendo, se llevará las manos a la cabeza. ¿Se puede decir mayor disparate? La crisis depende de la economía. El pecado es asunto de la religión. ¿Podemos afirmar tranquilamente que quienes han tenido - y tienen - responsabilidades en los desastres y desgracias, que nos está ocasionando la crisis, han sido (y son) personas que viven este complejo problema, no sólo como asunto de conciencia, sino además como una “ofensa que le están haciendo a Dios”? Está por demostrar que muchos de los que han provocado (y toman decisiones que prolongan) la crisis sean “delincuentes”. ¿Vamos a tener el atrevimiento (o el desvarío) de asegurar que, además de eso, son “pecadores”? ¿Se puede, ni siquiera, insinuar que el “delito” es lo mismo que el “pecado”? Las leyes humanas nos obligan a todos los ciudadanos. Las llamadas leyes divinas obligan en conciencia a quienes crean en eso: en Dios, en la religión, en la Iglesia, en los curas....

Ahora bien, por más extraño que resulte, todo lo que acabo de decir necesita ser matizado y corregido. Empezando por lo más elemental: ¿Qué es el pecado? ¿quién comete un pecado? ¿cuándo y cómo se comete un pecado? Se suele decir que un pecado es una “ofensa a Dios”, una “desobediencia a Dios”, una “ruptura de nuestra relación con Dios”. Pues bien, si esto efectivamente es así, la consecuencia lógica que de ello se sigue es que quien no cree en Dios, por eso mismo nunca peca, es más nunca puede pecar. Pero realmente ¿se puede llegar a semejante conclusión con la seguridad de estar en lo cierto?

Las religiones han enseñado, durante siglos, que así es en efecto. El cristianismo, sin embargo, introdujo (a partir de Jesús) una variante decisiva en cuanto a nuestra manera de entender a Dios y, por tanto, también en cuanto se refiere a nuestra relación con Dios, es decir, lo que rompe esa relación y lo que la restablece. Lo que en el cristianismo se llama la “encarnación de Dios” (Jn 1, 14), entraña en sí la “humanización de Dios”. Dios, en Jesús, “se despojó de su rango” y “se hizo como uno de tantos” (Fil 2, 6-7). Lo cual quiere decir que, en Jesús, “lo divino” se fundió con “lo humano”. De manera que es, en lo humano, donde los humanos podemos encontrar a Dios. O, por el contrario, quien se desentiende del bienestar y de la felicidad de lo humano, ése es el que rompe con Dios. El que se porta así en la vida, sepa o no sepa lo que realmente le pasa, eso es lo que hace. El comportamiento humano, en el encuentro o el des-encuentro con el otro, se trasciende a sí mismo. Y lo que realmente hace es relacionarse bien con Dios o, en caso contrario, romper su relación con Dios.

El Evangelio es muy claro en este sentido. En el famoso relato del juicio final, según san Mateo (25, 31-46), lo que decide la salvación o la perdición de cada cual no es ni su fe, ni sus observancias religiosas. Ni siquiera lo que la conciencia le dice a cada uno cuando se siente cerca o lejos de Dios. No. Jesús es tan claro como tajante: “Lo que hicisteis con uno de estos a mí me lo hicisteis”.O por el contrario: “Cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de ésos tan insignificantes dejasteis de hacerlo conmigo” (Mt 25, 40 y 45). Y para que la cosa quede patente y sin lugar a dudas, en los cuatro evangelios se insiste machaconamente en que quien “recibe”, “acoge”, “escucha” a un ser humano, aunque sea el más pequeño, a quien recibe, acoge o escucha es al mismo Jesús y, en última instancia, es a Dios (Mt 10, 40; Mc 9, 39; Mt 18, 5; Lc 9, 48; 10, 16; Jn 13, 29).

La mayor torpeza, que han cometido las religiones, ha sido explicar el pecado como una ofensa que nosotros los humanos le hacemos a Dios
. Santo Tomás de Aquino tuvo la libertad y la audacia de preguntarse si nosotros los mortales podemos ofender al Trascendente. Y su respuesta fue terminante: “A Dios no le ofendemos sino en tanto en cuanto actuamos contra nuestro propio bien” (Sum. Contra Gent. III, 122). El pecado no es una mala relación con Dios, sino una mala relación consigo mismo o con los demás. Por tanto, no hay que preguntarse: ¿Cómo es mi relación con Dios?. La pregunta que todos tenemos que afrontar es mucho más simple y mucho más dura: ¿Cómo es mi relación con las personas con las que convivo?

Las víctimas de la crisis son víctimas del pecado. Son los mismos de siempre: los pobres, los trabajadores, los enfermos, los inmigrantes, los parados, los que no tienen una vivienda digna... ¿Qué dicen a esto ahora los que defienden la religión, los amigos de la Iglesia, los que siempre estuvieron alineados junto a obispos y curas porque así se defendía el bien y las buenas costumbres? Los que saben de economía y entienden a fondo de qué va la crisis están hartos de decirnos que esto se podía haber organizado de otra manera. Y, en todo caso, lo que no admite duda es que, antes que los intereses del partido y el poder de los que mandan, está el sufrimiento de las víctimas. Que no son víctimas de la crisis solamente. Antes de eso, son víctimas de la maldad. Por más que esa maldad se sienta segura con el silencio de los obispos, con las bendiciones del papa y con las buenas relaciones que ahora se mantienen con la religión. Todo eso no es sino la más grande de las mil mentiras que nos han soltado en nuestra propia cara. Y si es que, de verdad, las cosas no se pueden hacer sino como manda el “credo” de la señora Merkel, ¿por qué no dimiten todos de unos cargos que no son sino el triunfo soñado por ellos a costa del sufrimiento de los demás?

LasvictimasdelacrisisFOTO.jpg



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 31/10/2012 23:16
Estpy de acuerdo respecto a los malos, causantes de la crisis económica que son apoyados por la jerarquía de las iglesias y por el imperio y sus lacayos en contra de los pueblos .-.- Aquí algunos de esos malos .... no sé si es a ´esos que se refiere Cele  :
 

25 Culpables de la Crisis

 
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25 CULPABLES DE LA CRISIS 

Los culpables de la mayor crisis financiera de la historia desde la tienen nombres y apellidos. Según el periódico británico The Guardian, lo que viene sucediendo durante el último año y medio no se debe a un fenómeno natural sino a un desastre humano que ha llevado a las principales economías y empresas del mundo al borde del abismo y en el que 25 personajes han jugado un papel decisivo.

¿Quién nos ha llevado a la ruina?, se pregunta el diario.

Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal entre 1987 y 2006 se alza con el primer puesto. Tras una vida prácticamente entera dedicada al organismo regulador y retirado como un auténtico héroe, Greenspan pasará a la historia, entre otros aspectos, por su defensa del libre mercado, su capacidad para rescatar a la economía de Estados Unidos del colapso financiero de 1987 y de mitigar los devastadores efectos derivados de los ataques terroristas del 11-S. Greenspan es, para muchos expertos y según The Guardian, el principal culpable de la crisis al permitir la formación de una gran burbuja inmobiliaria gracias a unos tipos de interés bajos y a la ausencia de regulación en torno a los préstamos hipotecarios. Apoyó, según el diario, los préstamos subprime e instó a los hipotecados a cambiar tipos fijos por variables, lo que dejó a muchos de ellos al descubierto incapaces de hacer frente a sus compromisos cuando los tipos subieron. Durante años, Greenspan también defendió el boom de los derivados, un mercado que apenas existía cuando se hizo con las riendas de la Fed y que bajo su mandato creció como la espuma. De hecho, el periódico le acusa de haber protegido a un mercado que ha provocado muchos de los problemas actuales. La publicación destaca, no obstante, que Greenspan también ha sido capaz de reconocer sus errores. Por ejemplo, que demasiada regulación podría dañar Wall Street o que los bancos pondrían siempre por delante la protección de sus accionistas.



Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra. Cuando accedió al cargo en Threadneedle Street, la economía del Reino Unido crecía al 3% y la inflación se situaba en el 1,4%. En su primera reunión rebajó los tipos al 3,5% y su ambición consistía en que la política monetaria del Banco llegara a ser “aburrida”. Cuando la crisis estalló, King insistía en que no se transformaría en una crisis internacional. De hecho, en un primer momento, se negó a inyectar liquidez al sistema financiero e insistía en que no habría rescates bancarios. Ahora, algunos miembros del Tesoro británico aseguran que debería haber sido “más proactivo”. The Guardian le echa en cara que debería haberse dado cuenta de la burbuja inmobiliaria y haber tomado medidas, así como haber previsto más recientemente la recesión del país y haber actuado con mayor celeridad a la hora de recortar los tipos de interés.

Los políticos también han jugado un papel clave en la actual crisis financiera. Bill Clinton forzó a las hipotecarias a relajar sus requisitos a la hora de conceder hipotecas a los más desfavorecidos. En 1999 revocó la ley que garantizaba la completa separación entre los bancos comerciales -que ofrece depósitos- y la banca de inversión -que invierte y asume riesgos-. Esta decisión supuso el nacimiento de la era de la superbanca, que favoreció el desarrollo y la extensión de las hipotecas subprime. Su sucesor, George W. Bush, no consiguió que mejoraran las cosas al no poner coto a la inmensa cantidad de los denominados ‘hipotecados Ninja’ –no income, no jobs, no assets-. Otro de los políticos culpables de la crisis para The Guardian es el primer ministro británico, Gordon Brown, quien puso los intereses de la City por delante de cualquier otro aspecto económico. La oposición le ha acusado de no haber tenido en cuenta que una economía “construida sobre deuda” no es una economía “construida para durar” durante cargo como responsable del Tesoro durante diez años en el gobierno de Tony Blair.

El periódico británico también se acuerda del primer ministro islandés, Geir Haarde, después del colapso financiero de los tres grandes bancos del país por culpa de sus millonarias deudas. Islandia se vio forzada a recibir prestados 2.100 millones de dólares del FMI además de fondos procedentes de diferentes países europeos.

Culpables en la Gran Manzana

Wall Street tampoco queda al margen de su implicación en la crisis financiera. Según el diario, en este apartado suena el nombre de Abi Cohen, directora de estrategia de Goldman Sachs y que hace unos años llegó a ser una de las mujeres más poderosas de Estados Unidos. Sin embargo, no fue capaz de ver el crash de la bolsa y se hizo famosa por sus previsiones alcistas. Fue sustituida en el cargo el pasado mes de marzo. Kathleen Corbet, antigua consejera delegada de Standard & Poor's, también ocupa un puesto destacado. No en vano, las agencias de rating no advirtieron de los riesgos los activos respaldados por las hipotecas subprime. Corbet dirigía las riendas de la mayor de las tres agencias de calificación de riesgos y dejó su puesto en 2007 por las enormes críticas recibidas. Standard & Poor's, Fitch y Moody's han sido cuestionadas por el rol jugado en la actual crisis subprime, mientras ellas recuerdan que lo hicieron lo mejor que pudieron con la información disponible. Corbet dijo que su marcha de Standard & Poor's había sido “largamente planeada” y negó que tuviera que ver con presiones de ningún tipo.

Hank Greenberg, presidente del grupo asegurador AIG. A sus 83 años convirtió AIG en la mayor aseguradora del mundo. Tenía un enorme negocio de CDS y por ende, una enorme exposición a la crisis hipotecaria. Cuando su rating fue recortado, se enfrentó a una enorme crisis de liquidez y necesitó de 85.000 millones de dólares públicos para evitar el colapso. Posteriormente necesitaría de ayuda pública estatal adicional, pero eso no evitó que los principales ejecutivos del grupo renunciaran a viajes lujosos.

Quienes lo vieron venir

The Guardian reserva también un hueco para algunos de los inversores más importantes de los últimos cincuenta años y cuya visión del mundo financiero les hizo anticipar la que se venía encima. Como el gestor de hedge funds John Paulson, calificado en el mundo financiero como “el mayor ganador del credit crunch”. Paulson se embolsó 3.700 millones de dólares en 2007al apostar por el estallido de la burbuja inmobiliaria. También aparece, el multimillonario Warren Buffett, quien no se cansó de advertir sobre los peligros de los derivados que nadie entendía. En su carta anual dirigida a sus accionistas en 2003, comparó estos productos con el mismo infierno. “Fácil de entrar y casi imposible de salir”. En una muestra de optimismo, en octubre dijo que había empezado a comprar de nuevo en el mercado estadounidense, sugiriendo que lo peor de la crisis podría haber pasado.

También advertía en 2006 sobre una “gigantesca burbuja inmobiliaria", el inversor George Soros, así como al economista y profesor de la Universidad de Nueva York, quien fue el primero en augurar el credit crunch. En 2006 advertía a los economistas del FMI que Estados Unidos se enfrentaba una histórica burbuja inmobiliaria, un shock en el mercado de materias primas a una recesión. Todavía hoy se muestra muy pesimista respecto a la crisis. Sin ir más lejos, la semana pasada vaticinaba la bancarrota del sistema bancario estadounidense y europeo. Tras los rescate financieros y nacionalizaciones, es muy famosa su frase para describir a George Bush, Henry Paulson y Ben Bernanke como “la troika de bolcheviques que fue capaza de convertir Estados Unidos en la República Socialista de Estados Unidos de América”.

La lista, hasta 25 responsables, incluye otros nombres del mundo financiero de la Gran Manzana. Como el presidente de HBOS –Andy Hornby-, el de Royal Bank of Scotland –Sir Fred Goodwing- o Bradford&Bingley –Steve Crwashaw-. Sin olvidar a los máximos responsables Citigroup –Chuck Prince-, Merrill Lynch –Stan O’Neil- o Bear Stearns –Jimmy Cayne.

FUENTE: http://www.cotizalia.com/cache/2009/01/27/noticias_75_nombres_propios_provocaron_colapso_financiero.html
 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: cele19331 Enviado: 02/11/2012 16:59
A esos se refiere el artículos.
Y a otros "beatos" y "meapilas" que han adulterados el Evangelio
de Jesús de Nazaret, y se han unidos como lacayos a los poderosos
y alimañas que explotan a las capas más débiles de la sociedad.
¡Malditos sean! 
!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y 
del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia!

!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados,B)" style="font-size: 0.65em; font-weight: bold; vertical-align: top; "> que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!

 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

Palabras de Jesús de Nazaret, en el evangelio de Mateo en el capítulo 23.

Gracias amigo por tu contestación.

Celestino.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 02/11/2012 23:20

¿De qué lado están los obispos en esta crisis?

Por: Gonzalo Fanjul| 22 de octubre de 2012

Rouco
Foto: VÍCTOR LÓPEZ (EFE)

José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, expresó hace unos días su preocupación ante la crisis espiritual de los jóvenes españoles, la mitad de los cuáles declara no creer en Dios. Si además fueran preguntados por la Iglesia Católica y por su credibilidad como institución social, los números serían todavía más bajos. Sencillamente, sienten que la Iglesia se ha convertido en una institución irrelevante para buena parte de ellos, carente de atractivo y ajena a las cuestiones que hacen sus vidas más difíciles e inseguras.

Yo iría un paso más allá: en medio de una crisis devastadora que ha disparado las cifras de pobreza y desigualdad en nuestro país, la incapacidad de los obispos para articular un mensaje social claro y contundente les sitúa del lado de los culpables y frente a las víctimas. Es un pecado por omisión. Los primeros traicionados por la posición de los líderes de la Iglesiason la miríada de organizaciones religiosas que trabajan cada día en las trincheras contra la exclusión social, con inmigrantes, hambrientos, desahuciados, sin techo y enfermos. Son parte de la misma Iglesia, pero habitan universos paralelos.

Monseñor Munilla lo sabe bien, porque él ha sido una de las pocas voces de la jerarquía que se ha expresado con claridad en este sentido. Una simple homilía el pasado verano, en la que cargó contra “los escandalosos beneficios anuales [de los bancos], sobre unos cimientos de una economía irreal, ficticia e insostenible”, se convirtió en noticia nacional.

¿Por qué fue noticia algo tan evidente? Porque, entre los obispos y cardenales, estas declaraciones son la excepción y no la regla. Un repaso a los documentos y notas de las Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal desde 2008 ofrece orientaciones sobre el amor conyugal, la inscripción en los ficheros diocesanos, la Jornada Mundial de la Juventud o las lecciones de San Juan de Ávila. Hay referencias a la crisis, estaría bueno, pero muy escasas y siempre con ese lenguaje melifluo y enrevesado en el que resulta difícil comprender exactamente lo que se está diciendo. Hablando de la respuesta a la crisis social, por ejemplo,Monseñor Rouco dijo el pasado mes de abril: “sin fe no puede haber verdadera caridad, capaz de despejar los obstáculos para esa imprescindible libertad espiritual que da frutos abundantes de justicia, solidaridad y paz”. Pero, ¿esto qué es? ¿Por qué se le entiende tan bien cuando carga contra los matrimonios homosexuales y el aborto, y sin embargo utiliza este galimatías cuando se trata de la crisis y de sus responsables? ¿Realmente tiene algo que decir?

La actitud de la jerarquía eclesial española en este ámbito contrasta amargamente con la que han desplegado los obispos católicos en otros países, como Estados Unidos. Consulten, por ejemplo, la declaración publicada con motivo del Día del Trabajo, que en EEUU se celebra a principios de septiembre. En plena campaña electoral, un texto sobre el “trabajo decente” y los riesgos de un modelo económico “quebrado”: “Como personas de fe, estamos llamados a estar con los que han quedado atrás, ofrecer nuestra solidaridad y unir fuerzas con los más pequeños de estos para ayudar a satisfacer sus necesidades básicas. Buscamos una renovación económica nacional que ponga a las personas que trabajan y sus familias en el centro de la vida económica”. He aquí un lenguaje que todos pueden comprender.

Aunque hace ya algún tiempo que tiré la toalla con la institución de la Iglesia, soy una persona creyente y comprendo los riesgos de una sociedad que vive de espaldas a la espiritualidad. En materia de moral sexual o de educación los obispos tienen posiciones legítimas que yo no comparto, pero eso es irrelevante. Mi pregunta es por qué no es posible hacer más de una cosa al mismo tiempo. Si la pobreza y el sufrimiento de quienes viven dentro y fuera de nuestro país les preocupa –y no cabe en la cabeza lo contrario-, lo menos que pueden hacer es decirlo alto y claro. No solo respaldarían el irremplazable trabajo de sus bases, sino que ejercerían el tipo de liderazgo y pedagogía públicas que tanto se echa en falta en este momento y que no ofrecen partidos ni sindicatos. Tal vez entonces la sociedad recupere su respeto por la Iglesia y Munilla encuentre menos razones para estar preocupado.



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