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General: Crisis europea ...después de España será Italia
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 14/07/2012 14:07 |
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Crisis europea: después de España será Italia |
España conoce hoy día una crisis bancaria sin precedente, consecuencia directa e indirecta de su pertenencia al euro. El euro aceleró el fenómeno de desindustrialización de la economía española, que se replegó hacia el sector de servicios e inmobiliario. Los bancos lo financiaron, prestándoles ya a los agentes inmobiliarios y empresarios, ya a los hogares. Los profesionales fueron los primeros tocados por la crisis, incapaces de vender las viviendas sea a los turistas, sea a la población.
La dinámica de la construcción se invirtió brutalmente. Se pasó de la construcción de 1 millón de viviendas por año a unas 80 mil hoy en día, ¡una división por un factor de 12! De ahí viene la explosión del desempleo. La rápida contracción de la construcción arrastró en su caída al conjunto de la economía. Y tuvo importantes consecuencias en la solvencia general del país. Los hogares, golpeados por un desempleo creciente que alcanza a un 24,4% de la población activa, no pudieron hacerle frente a los intereses de sus deudas y los impagos se acumularon. La morosidad alcanza una tasa igual a un 8,3% de los activos de los bancos.
Un modo muy simple de estimar el monto de las necesidades bancarias consiste en considerar el stock de 3 millones viviendas vacías, o sea 2,5 millones por encima de lo considerado “normal” por los agentes inmobiliarios. Si se estima el precio medio de una vivienda en 100 mil euros, un stock de 2,5 millones representa un total de 250 millones de euros de créditos “muertos”. Siendo optimista, se puede pensar que de aquí a 2 o 3 años, y admitiendo una baja de precios de la mitad, estas viviendas puedan encontrar comprador. Esto significaría que hay por lo menos 125 mil millones de euros de pérdidas, sólo para el sector inmobiliario. A las que hay que agregar las que provienen de la crisis económica engendrada por los diferentes planes de austeridad.
También se debe considerar que, en el sistema bancario, “las pérdidas engendran pérdidas”. En claro, los créditos irrecuperables sirvieron de garantía para operaciones que a su vez se encuentran desestabilizadas por la revelación de estas pérdidas y que vienen a agregarse al stock de pérdidas inicial. La desvalorización de nuevos activos genera a su vez la desestabilización de las operaciones que vienen, y prever la suma total se transforma en un ejercicio aleatorio. La agencia Fitch pasó así de una previsión de 30 mil millones a otra de 30 a 100 mil millones y, lógicamente, degradó la nota de España a BBB.
Sin embargo, esta estimación es inferior a la realidad y será reevaluada al alza de aquí a un par de meses. España deberá encontrar, de aquí a diciembre, 82 mil millones para financiar su deuda, más 16 mil millones para la deuda de la regiones (que perdieron el acceso a los mercados financieros en el 2011), o sea un total de 98 mil millones de euros. Las necesidades totales de España, sólo para estabilizar su sistema bancario, estarán más cerca de 250 a 300 mil millones de euros, de los cuales la mitad de aquí a fines de año. Si nos basamos en la suma de 125 mil millones (monto mínimo) de necesidades “reveladas” en el curso del 2012, eso significa que las necesidades de financiamiento serán por lo menos, de aquí a diciembre, de 223 mil millones (125+98). Los 16 mil millones para sostener las regiones están subestimados y la cifra real es de 30 mil millones. Eso implica que España debe encontrar, en los últimos seis meses del año, 237 mil millones de euros.
No sorprende pues que el alza de tasas excluya de facto a España de los mercados financieros, que se verá obligada a pedir la ayuda del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE) y de hecho ya pidió una ayuda el 9 de junio del 2012. El déficit público para el ejercicio 2012, cualesquiera sean las hipótesis que se puedan hacer, subirá fuertemente. Los operadores ya anticiparon esta situación, lo que explica los problemas cada vez más agudos encontrados por España para financiarse en los mercados financieros.
Detrás de España sin embargo, se perfila el problema de Italia. Este último se explica en dos elementos: una deuda que representa 120% del PIB, y un crecimiento muy débil desde hace años y que fue anulado por las medidas que tomó Mario Monti apenas transformado en Primer Ministro. La política de Mario Monti es un fracaso: no sólo eliminó el crecimiento y hundió al país en la recesión, sino que además provocó, por un mayor rigor fiscal, una agravación sensible de la situación de las pequeñas y medianas empresas. La recaudación fiscal topó techo en abril y comenzó a bajar en mayo.
Como era previsible, la política de rigor presupuestario llevada al extremo provocó una asfixia de la economía, que a su vez generó una baja de la recaudación fiscal. Italia tampoco cumplirá sus objetivos de déficit para 2012. Problema que se suma a una desconfianza aún mayor por parte de los bancos y de las empresas italianas hacia las políticas de Mario Monti. Esta desconfianza se traduce por importantes salidas de capitales y sobre todo por una rarefacción de la oferta de ahorro contra títulos públicos de la deuda italiana.
El resultado es el alza regular de las tasas de interés desde el mes de marzo. Hoy día ya están al nivel alcanzado a fines del verano de 2011, claramente insoportable para el país. En los próximos meses se producirá una rápida degradación de la situación italiana, que debiese conducir al gobierno de Roma a solicitar a su vez una ayuda de la zona euro. Ahora bien, el monto de la deuda italiana está en torno a los 2 billones de euros. Si Italia conoce una crisis de liquidez, estará a la altura de esa deuda y las necesidades de financiamiento estarían comprendidas entre 500 y 850 mil millones de euros. Montos que saturan las posibilidades del MEE.
El drama español, por espectacular que sea, no debe ocultar el problema fundamental de la deuda italiana. Si España pierde la confianza de los mercados (lo que ya ocurrió) la especulación se portará sobre Italia. Como la ayuda europea está por debajo de las necesidades de España, la situación de Italia se degradará muy rápidamente.
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Europa ya piensa en un euro sin Grecia
Merkel y Hollande defienden públicamente la permanencia de los socios griegos en la Eurozona, pero las voces que asumen la fractura aumentan día a día
"La gente habla de una suspensión de pagos ordenada, pero nadie sabe qué significa eso. Lo que vivió Argentina hace una década es un juego de niños en comparación con lo que puede pasar aquí. El orden social y económico que conocemos se iría por el desagüe". Yanis Sturnaras prevenía contra la catástrofe hace menos de un año desde el centro de Atenas, en su despacho del think tank que dirigía. Este hombre es ahora, como ministro de Finanzas de Grecia, uno de los responsables de impedir que se cumpla la profecía del fin de la unión monetaria.
Los dos líderes más poderosos de Europa, Angela Merkel y François Hollande, han reiterado esta semana su voluntad de que Grecia siga dentro del club. "Las reformas tienen que ir hasta el final y ser soportables para la población", dijo ayer el francés. "Tras las palabras, deben llegar las acciones", había exigido la alemana un día antes. Presionada por sus socios de Gobierno y por un electorado reacio a seguir soltando dinero, Merkel ha desplegado un discurso más duro que Hollande. Ninguno quiere dar un veredicto final hasta conocer los avances que ha hecho Atenas en estos meses. Pero mientras el tiempo pasa, se acumulan las señales de que los países más ricos de la Eurozona ven cada vez con menos reticencia un Grexit (acrónimo en inglés de Grecia y salida).
Hay encuestas que muestran el hartazgo de los ciudadanos por los rescates, que consideran un saco sin fondo y que apuntan a una mayoría favorable a expulsar a los socios más débiles; planes de contingencia que preparan Gobiernos como el de Alemania o Finlandia por si finalmente ocurre lo peor; declaraciones cada vez más directas y cada vez más habituales de ministros que desde Berlín, Viena, Ámsterdam o Helsinki abogan por resolver el entuerto enseñando a Atenas la puerta de salida…
Schäuble rechaza dar más tiempo a Atenas para cumplir con el crédito
El último ha sido el líder de los socialcristianos de Baviera, partido coaligado a los democristianos de Merkel. "Veo a Grecia fuera del euro en 2013", asegura Alexander Dobrindt en una entrevista que publica hoy el periódico Bild. Incluso cargos tan relevantes como el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, o uno de los dos alemanes en el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), Jörg Asmussen, han asegurado que, aunque no es deseable, esta posibilidad sería "manejable".
No son solo palabras, también hay números. El prestigioso Instituto de Investigación Económica de Múnich calculó hace un mes que a Alemania y Francia le saldría más caro mantener a Grecia en el euro que expulsarla: en el primer caso, los dos países perderían un total 155.000 millones, y en el segundo, 144.000. Los defensores de esta opción consideran que ya se han preparado para lo peor, básicamente deshaciendo posiciones en deuda griega y desinvirtiendo en el país.
Un informe alemán señala que es más caro salvar al país heleno que perderlo
Pero no existen antecedentes, y muchos temen que los líderes que juegan con esta posibilidad estén abriendo la caja de Pandora. "No solo Grecia saldría muy mal parada, sino el resto de Europa y del mundo. Estoy convencido de que los alemanes entienden esto. No creo que quieran echar a Grecia, sino hacer explícita la presión para ver progresos ya", asegura Zsolt Darvas, del centro de estudios belga Bruegel. "Nadie puede garantizar que no habría un efecto contagio a Portugal o, mucho peor, a España o Italia", añade Piotr Kaczynski, del Center for European Policy Studies.
Pese a los riesgos, las probabilidades de un desenlace fatal crecen cada día. "Es casi imposible salvar a Grecia. Vemos fugas de depósitos, contribuyentes y empresas que retrasan sus pagos, directivos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Comisión y periodistas que dejan caer la idea de un Grexit. La economía no puede hacer otra cosa que empeorar", señalaban hace unos meses Peter Boone y Simon Johnson en su documento El fin del euro: una guía de supervivencia.
Mientras los rumores y especulaciones crecen día a día, en Atenas reclaman algo de margen para cumplir con sus compromisos. El primer ministro, el conservador Antonis Samarás, ha visitado esta semana Berlín y París para convencer a sus socios de que una caída de Grecia no conviene a nadie. "Si un país se ve forzado a salir de la eurozona, probablemente no sería el último. Así lo verían los mercados", dijo al Bild. La elección no fue casual. Los 12 millones de alemanes que cada día ojean este periódico sensacionalista llevan ya mucho tiempo leyendo que van a tener que pagar los desaguisados causados por los vagos e irresponsables griegos.
"No solo Grecia saldría muy mal parada, sino el resto de Europa y del mundo", dice un experto
Samarás insiste en que no pretende esquivar las reformas a las que se ha comprometido, sino tan solo ganar algo de tiempo para ponerlas en marcha. Con una economía en picado -este año será el quinto consecutivo de recesión-, un desempleo que ha repuntando hasta el 23% y al 55% entre los jóvenes, el Gobierno pide desesperadamente que le concedan dos años más para rebajar el déficit al 3%.
Pero el primer ministro se ha dado de bruces con el hartazgo de los líderes europeos tras dos años en los que los dos rescates y la quita concedida este año para el pago de la deuda no han servido para mejorar la situación, sino todo lo contrario. "No es una cuestión de generosidad. Es irresponsable arrojar dinero a un pozo sin fondo", dijo esta semana el poderoso ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. "Más tiempo suele significar más dinero", ataca de nuevo Schäuble en una entrevista que se publica hoy.
En Bruselas nadie oculta la decepción con los anteriores gobernantes, que arrastraban los pies cuando tenían que poner en marcha las reformas pactadas. La fecha clave para decidir el futuro del euro llegará a finales de septiembre o, a principios de octubre, cuando los inspectores de la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) hayan finalizado su informe.
"Grecia está ahora mejor que hace unos meses. Tiene un Gobierno con una mayoría cómoda y con gente competente, se han identificado las reformas básicas y las privatizaciones, y el déficit antes de pagar los intereses por la deuda mejorará las previsiones de la troika. Pero en lugar de encontrar apoyos, asistimos a una nueva ronda de especulaciones basadas tan solo en clichés", critica Nick Malkutzis, director adjunto de la edición inglesa del periódico Kathimerini. Pero esos rumores y comentarios a media voz ya han hecho mucho daño a la credibilidad griega. "¿Cómo vamos a convencer a los inversores de que acudan a las privatizaciones si no saben qué va a ser de este país en unos meses?", se pregunta este periodista.
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“La estrategia definida por Alemania es temeraria”
El ministro de Economía de Brasil alerta de que las políticas europeas, de momento, no resuelven la cuestión de la recuperación económica
Guido Mantega (Génova, 1949) es el único ministro que continúa ininterrumpidamente en el núcleo duro del Gobierno brasileñodesde hace más de seis años. Responsable de la cartera de Economía, hombre fuerte del Ejecutivo de Dilma Rousseff y gran conocedor de las políticas monetarias internacionales, fue uno de los principales actores del milagro económico brasileño durante el segundo mandato de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).
Pregunta. Acaba de regresar de Londres y París, ¿cuál es su opinión sobre las medidas empleadas para luchar contra la crisis?
Respuesta. La crisis no está mejorando en Europa y los mercados siguen en números rojos. Las medidas adoptadas se limitan a una declaración de intenciones escritas que aún no se han puesto en práctica. No hemos visto la compra de deuda por parte del Banco Central Europeo. El Fondo Europeo de Estabilidad se anunció hace más de un año y aún no funciona. Persisten problemas graves en Grecia y España, que aún no ha pedido su rescate en el Consejo Europeo. Yo añadiría que las soluciones propuestas se refieren solo a los problemas más visibles, es decir, a la posibilidad de que se produzca un crash de la banca o la refinanciación de la deuda. Estas medidas podrán acabar con el estrés de los mercados, pero no van a resolver la cuestión central, que es la de la recuperación económica.
De mis contactos en las capitales europeas he extraído que se está trabajando en una solución a largo plazo. Esta estrategia, definida principalmente por Alemania, consiste en llevar a cabo un primer saneamiento, reduciendo la deuda y recortando el gasto, y solo después se les prestará asistencia a los países necesitados. Por lo tanto, debemos preguntarnos si es políticamente viable decirle a la gente que los salarios seguirán cayendo y que el trabajo seguirá faltando durante los próximos dos o tres años. ¡Me parece una estrategia temeraria porque ya vamos por el cuarto año de crisis!
P. ¿Diría usted que Europa no se ha hecho las preguntas adecuadas para responder a esta crisis?
R. La estrategia es incompleta ya que trata de resolver el problema de la deuda, y esto tiene sentido, pero le falta otra parte que permita retomar el crecimiento. Por ejemplo, se podría crear un fondo de inversión europeo para financiar infraestructuras.
P. ¿Algo como lo propuesto por el presidente francés, François Hollande?
R. Sí, pero incluso con la propuesta del señor Hollande, no veo que se esté discutiendo esta cuestión. Su propuesta consiste en un ahorro de 30.000 millones de euros, aumentar los impuestos y reducir el gasto. ¿Dónde está el programa de inversiones?
El Banco Europeo de Desarrollo propuesto por el Sr. Hollande ya existe, pero no funciona. Hay una necesidad urgente de pensar en una estrategia que acorte la crisis porque el tiempo se acaba. Como dijo John Maynard Keynes, a largo plazo todos estaremos muertos.
P. Si se pone en el lugar de los países que más están sufriendo, como España, Portugal o Grecia, ¿encuentra aceptable la actitud de Alemania?
R. Creo que Alemania está mirando en una sola dirección. Su propuesta de saneamiento económico me parece lógica de cara a los votantes alemanes, que no quieren pagar la factura ni la falta de responsabilidad de otros países. Sin embargo, los alemanes también perderán si los bancos españoles quiebran. Berlín debería ser más flexible. Fíjese en los gobiernos español y portugués, que están haciendo grandes esfuerzos. Alemania debería ser más flexible a la hora de ayudar a estos gobiernos, en lugar de ponerles un cuchillo en el cuello.
Lo que hay que hacer es restaurar la confianza. Y si no, recuerde la Cumbre del G-20 de Londres en 2009. ¿Cuál fue su gran éxito? Trabajar juntos y restablecer la confianza. Volvió la calma, se reanudaron las inversiones y la industria mundial despegó de nuevo.
P. ¿El espíritu de cooperación entre los Estados del G-20 se ha deteriorado desde entonces?
R. Creo que en Londres hicimos un trabajo colectivo más sólido. El G-20 fue muy eficaz durante el estallido de la crisis en EE UU. No está siendo el caso de la crisis europea. Esto también se debe a que la UE es más autónoma en su toma de decisiones. El resultado es que Europa no ha sido capaz de afrontar el problema desde el comienzo, en 2010, según lo recomendado por el FMI.
P. ¿Y dónde estamos ahora?
R. El 2012 es un año perdido para Europa, esto es un hecho. Ahora el objetivo consiste en evitar que la situación empeore en los próximos años. Para ello las medidas tienen que tener mayor alcance y su puesta en práctica ser mucho más rápida. No critico al Banco Central Europeo (BCE), pero creo que debería poner en marcha las medidas acordadas. Mario Draghi es un buen líder y una persona fiable, pero no debemos olvidar que la Reserva Federal (FED) actuó inmediatamente en el inicio de la crisis en EE UU. Supo controlar mejor la situación.
P. El año pasado usted evocó la posibilidad de conceder, en el marco del FMI, ayudas a Europa para contribuir a superar la crisis. ¿Esta propuesta sigue en pie?
R. La propuesta sigue sobre la mesa. Pero hasta el momento Europa no ha cumplido las condiciones que hemos puesto, como la puesta en funcionamiento del Fondo de Estabilidad Europeo. Nuestra idea es desembolsar la ayuda después de que las capitales europeas hayan realizado su propia inversión. Para ello los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) decidimos aumentar nuestra contribución al FMI en 80.000 millones de dólares en la cumbre celebrada en junio en Los Cabos, México.
P. Han pasado muchos años desde que el FMI le prestaba dinero a Brasil. Hoy su país vive una estabilidad económica. ¿Qué recetas brasileñas se podrían poner como ejemplo para resolver la crisis europea?
R. Creo que no estamos en condiciones de darle ninguna lección a Europa porque partimos de situaciones muy diferentes. Aquí hemos aplicado una combinación de políticas económica y fiscal. Una política fiscal sólida es importante para impedir que la deuda crezca. Al mismo tiempo, hemos llevado a cabo una política social muy potente ya que la pobreza sigue siendo un problema serio en Brasil, algo que no es el caso de Europa.
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UE y China: diálogo necesario
La UE no dispone de una verdadera estrategia común con China
Cada vez que se visita China, sea cual sea la frecuencia, no deja de sorprender como fenómeno histórico que refleja la nueva situación mundial. Seguimos hablando de “país emergente” cuando nos referimos a China, junto al resto de los BRIC, a sabiendas de que la expresión no recoge la realidad en que vivimos.
China emergió ya con fuerza inusitada, mientras nosotros —europeos de la Unión— luchamos, sin encontrar el camino, por no sumergirnos. Frente a un proceso ascendente, que parece imparable, otro descendente, de pérdida de relevancia, que no sabemos parar y menos revertir.
Esta vez, el propósito de la visita ha sido el inicio de un diálogo que nos permitiera un conocimiento más profundo de las realidades recíprocas.
Es muy difícil que China considere a la UE como interlocutor real del Espacio Europeo
Para mi interlocutor, el ministro Zeng Bijian —actual presidente del Instituto Chino para la Innovación y la Estrategia del Desarrollo de Pekín—, esa iniciativa de acercamiento mutuo se refleja en un decálogo bajo una idea fuerza interesante: “Analizar la convergencia de intereses, con la finalidad de crear comunidades de intereses sólidas y duraderas”.
En esos diez puntos de su estrategia se incluyen los desafíos propios de China de corto, medio y largo plazo; su visión sobre los problemas de la Unión Europea, incluida la crisis de la deuda y la preocupación por las derivadas más graves sobre el crecimiento y empleo; y, además, su análisis de los intereses compartidos o compartibles bilaterales y globales.
El ministro Zeng Bijian hablaba en su nombre, pero representando un planteamiento estratégico asumido por las autoridades chinas. Mi análisis de los desafíos europeos, la percepción sobre China, las potencialidades de la relación entre ambas partes y los puntos de interés recíproco en otras áreas del mundo, era personal, sin representación alguna. Tal vez pesa en la invitación al diálogo el encargo al Grupo de Reflexión Sobre el Futuro de Europa que presidí entre 2008 y 2010.
China ya tiene en su poder deuda soberana de los países europeos por encima de los 500.000 millones de dólares
El primer desequilibrio para hacer avanzar una relación fructífera para ambas partes son los interlocutores. En la Unión Europea existen las instituciones de representación comunes: La Comisión y la Presidencia del Consejo —incluso hay un documento común para definir la relación bilateral, no comparable al que estoy citando por la parte China—; pero no hay que engañarse, la UE no dispone de una verdadera estrategia común con China. Más allá de lo que dicen los Tratados, los Estados miembros priorizan su relación bilateral y directa, de acuerdo con intereses nacionales y no comunes.
Es muy difícil, en estas circunstancias, que China considere a la Unión Europea como interlocutor real del Espacio Europeo que compartimos 500 millones de ciudadanos. No porque no quieran, porque ellos lo proponen analizando las realidades y las potencialidades de esa relación, sino porque nosotros, países de la Unión, tenemos poco en cuenta los intereses comunes y seguimos priorizando los nacionales.
La realidad resultante de un Espacio Público Compartido, con una moneda única en la zona euro, con el mercado interior sin fronteras más potente del mundo hasta ahora, pero sin una verdadera proyección exterior de estos elementos, además de las carencias de una gobernanza económica y fiscal común, nos debilita a todos, a los más grandes y los que no lo son.
Para hablar con China, como la primera potencia “emergente” de la nueva realidad mundial, hay que hacerlo con una sola voz, en nombre de todos los países y los ciudadanos de la Unión. O, al menos, tiene que armonizarse claramente y sin contradicciones, lo que se dice y se hace desde las instituciones que nos representan a todos y lo se propone desde cada uno de los países de la Unión. La situación actual nos debilita, confunde a los interlocutores, limita los avances en interés de todos.
China basa su estrategia en dos conceptos fundamentales: “la convergencia de intereses” y “las comunidades de intereses”. Trataré de penetrar es estas ideas y dejaré para más adelante y con más extensión el análisis de las propuestas de ese decálogo, contenidos ambos en el largo e interesante diálogo iniciado.
La idea de estudiar la “convergencia de intereses” entre China y la UE tiene un sentido pragmático, si quieren “confuciano” como lo demás, que parte del conocimiento recíproco de las realidades y los desafíos que enfrentan ambas partes, en sus propios espacios nacionales o compartidos (UE), a los que se añaden aquellos exteriores que afectan a los dos. Por ejemplo, Oriente Próximo.
Debo decir que me sorprendió la franqueza con la que mi interlocutor me expuso los desafíos internos que debía enfrentar China en el corto, medio y largo plazo. Aún sin representación alguna, le expuse con la misma franqueza, mi visión sobre los desafíos europeos, incluidas las dificultades para encontrar una respuesta a la crisis actual y a la adaptación de la Unión Europea a los retos de la globalización.
Desde su punto de vista, que me parece el más operativo, “la convergencia de intereses” debería llevar a unas posiciones compartidas en aquellos asuntos que se consideren por ambas partes. Es este un ejercicio de diálogo entre responsables políticos capaces de decidir sobre esos espacios de interés que se comparten.
Sobre estas coincidencias se daría un segundo paso para crear “comunidades de intereses” con vocación de permanencia y solidez en el tiempo. Por tanto, con visión de medio y largo plazo.
Pondré un ejemplo de esto último de gran actualidad. La UE ha propuesto a China que participe en el Fondo de Rescate de la Deuda. Ya en la reunión del G-20 en el sur de Francia, los representantes chinos pusieron pegas razonables a la propuesta. Entre otras, la falta de claridad y determinación de la Unión Europea para configurar y hacer operativo ese fondo. Yo añadiría, además, que China ya tiene en su poder deuda soberana de los países europeos por encima de los 500.000 millones de dólares.
Sugerí, alternativamente, si China estaría dispuesta a participar, con el Banco Europeo de Inversiones en un fondo… para canalizar 400.000 millones de euros en inversiones, imprescindibles para la reactivación de la cada vez más deprimida economía de la Unión Europea. Infraestructuras de gran trascendencia para el futuro competitivo de la UE formarían parte del paquete, sin afectar a la deuda pública y superando esta obsesión autodestructiva del ajuste a costa de todo lo demás.
Obviamente corresponde a China pronunciarse sobre algo como esto, si la UE es capaz de articular la respuesta que necesitamos para mejorar la demanda, el empleo y la competitividad. Solo puedo adelantar que es un lenguaje más comprensible para China que el que se está empleando hasta ahora. Y que tengo la impresión de que entrarían en una operación así con más facilidad y ganas que en la que se les está proponiendo.
Felipe González ha sido presidente del Gobierno español.
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