Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
¡ Feliz Cumpleaños albi !                                                                                           ¡ Feliz Cumpleaños SadCharlotte !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Conociendo Cuba 
 CANCION L..A 
 FIDEL CASTRO.. 
 Fotos de FIDEL 
 Los participantes más activos 
 PROCLAMA AL PUEBLO DE CUBA 
 
 
  Herramientas
 
General: XVIII Congreso del PCCh »
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 08/11/2012 20:35

Hu Jintao advierte que la corrupción puede acabar con China

El presidente chino promete más reformas económicas sin cambios políticos en la apertura del 18 Congreso del PCCh. “Nunca copiaremos un sistema occidental”.

El presidente chino, Hu Jintao, ha lanzado una seria advertencia este jueves y ha dicho que el Partido Comunista Chino (PCCh) puede desmoronarse si no es capaz de eliminar la corrupción. “Si no somos capaces de gestionar bien este problema, podría ser fatal para el partido y causar incluso el derrumbe del partido y la caída del Estado”.

Así lo ha asegurado en el discurso de apertura del 18 Congreso del PCCh, en el Gran Palacio del Pueblo (Pekín), ante los alrededor de 2.200 delegados llegados de todo el país. En el cónclave, se prevé que ascienda al poder la generación de líderes que dirigirá el país la próxima década. El actual vicepresidente Xi Jinping será nombrado secretario general del PCCh, en sustitución de Hu, y en marzo del año que viene ocupará la presidencia del país. La corrupción es uno los principales motivos de descontento entre la población china y, fuente de numerosas protestas.

La llamada de atención de Hu Jintao no es nueva. Ya la hizo en el congreso de 2002, cuando llegó al poder, y en el de 2007. Poco ha cambiado. Pero este año se produce en medio del mayor escándalo político que ha vivido China desde las manifestaciones de la plaza Tiananmen, en 1989. Bo Xilai, exsecretario del PCCh en la municipalidad de Chongqing, está a la espera de ser juzgado, tras haber sido expulsado del Politburó y del partido, por abuso de poder y corrupción. Bo, líder hasta su caída hace unos meses del ala más izquierdista y conservadora del PCCh, es sospechoso también de haber intentado ocultar el asesinato de un ciudadano británico por parte de su esposa. Sus partidarios dicen que ha sido víctima de una purga política.

En su intervención -de 90 minutos, mucho más corta que en 2007, cuando duró dos horas y media-, Hu ha loado las tres décadas de fuerte crecimiento que ha vivido el país desde que Deng Xiaoping puso en marcha el proceso de apertura y reforma. China es hoy la segunda economía del mundo en valor absoluto, detrás de Estados Unidos, aunque en PIB (producto interior bruto) per cápita está alrededor del puesto 90. Cientos de millones de personas han salido de la pobreza en estos años.

Pero el presidente ha dibujado un panorama futuro de claros y oscuros. “En este momento, cuando las condiciones globales, nacionales y en nuestro partido continúan experimentando cambios profundos, nos enfrentamos a oportunidades sin precedentes para el desarrollo así como a riesgos y desafíos no conocidos hasta ahora”, ha afirmado delante de los más de 200 miembros del Comité Central, bajo un símbolo enorme de la hoz y el martillo.

Hu ha prometido reformas económicas y mayor riqueza para la población, que sufre uno de los ratios de desigualdades sociales mayores del mundo. Ha asegurado que China hará que su divisa (el renminbi) y los tipos de interés estén más ligados al mercado, promoverá la convertibilidad de la moneda “en su debido momento”, potenciará las inversiones en el exterior, invertirá más fondos estatales en la industria, y, para 2020, duplicará el PIB y los ingresos per cápita, tanto de la población urbana como de la rural, con respecto a 2010. Desde la reforma de Deng Xiaoping, China se ha comprometido a duplicar su economía cada 10 años.

Las exportaciones chinas se han visto golpeadas por la debilidad de la demanda global, debido a la crisis. El PIB chino creció un 7,4% en el tercer trimestre, el menor valor desde el primer trimestre de 2009, y muchos académicos y expertos chinos consideran que el actual modelo económico, muy centrado en las exportaciones y la inversión, se ha agotado. Algunos creen que si China no emprende una transformación profunda, crecerá para finales de esta década al 5% anual, una cifra muy inferior al 10% al año que ha experimentado desde hace 30 años.

Pekín es consciente, especialmente en el actual contexto de ralentización, y va a tomar medidas. “En respuesta a los cambios en los desarrollos económicos doméstico e internacional, debemos acelerar la creación de un nuevo modelo de crecimiento y asegurar que el desarrollo esté basado en calidad y comportamiento mejorados”, ha señalado Hu. El modelo actual –de crecimiento a cualquier precio- ha pasado, además, una elevada factura en corrupción y contaminación.

El mandatario ha afirmado que China debería “garantizar que el sector privado de la economía compite en las mismas condiciones” que las empresas estatales y “debería permitir que la propiedad pública tome otras formas distintas”. También ha insistido en que el Gobierno potenciará el consumo doméstico y la demanda individual.

Hu ha tenido palabras cautas para una de las crecientes demandas de la población: cambios en el anquilosado sistema político. “La reforma de la estructura política es una parte importante de las reforma global china. Debemos continuar haciendo esfuerzos activos y prudentes para llevar a cabo la reforma de la estructura política, y hacer la democracia del pueblo más extensiva, de alcance más completo y práctica más sólida”. Una frase abstracta que significa que Pekín podría introducir medidas para ampliar la denominada democracia interna del PCCh, manteniendo el régimen de partido único. Porque, según ha advertido Hu, China “nunca copiará un sistema político occidental”.

El XVIII congreso del PCCh, que durará una semana, decidirá la composición del Comité Central del PCCh (unos 200 miembros), que a su vez elegirá al Politburó (25 miembros) y el Comité Permanente del Politburó, actualmente integrado por nueve personas, que podrían pasar a ser siete. Dos miembros del actual Comité Permanente continuarán en el próximo: Xi Jinping y el viceprimer ministro Li Keqiang, que en marzo se prevé que sustituya a Wen Jiabao como primer ministro. Otros claros candidatos a integrar el máximo órgano de poder en China son el viceprimer ministro Wang Qishan; el también viceprimer ministro y jefe del partido en Chongqing, Zhang Dejian, y el ministro de propaganda, Liu Yunshan. La composición exacta no se conocerá hasta el final del congreso.

Los dirigentes chinos han ligado en los últimos años su legitimidad al desarrollo, pero el nuevo equipo tendrá que hacer frente a un contexto de ralentización económica, una población cada vez consciente de sus derechos y mejor informada, y un número ascendente de protestas.

Mientras Hu plasmaba en el Gran Palacio del Pueblo las prioridades y desafíos del partido, en la plaza Tiananmen -sellada al público-, flameaban las banderas rojas sobre los edificios y vigilaban cientos de policías de uniforme y de paisano. Los agentes inspeccionaban los bolsos de quienes se acercaban a la entrada de la Ciudad Prohibida, situada en el lado norte de la explanada, en busca de los peticionarios que suelen acudir a Pekín, cuando hay una importante reunión política, para intentar solucionar las disputas que no logran resolver en sus provincias. Varios han sido detenidos por la policía en las cercanías de Tiananmen, mientras docenas de activistas y disidentes están sometidos a vigilancia en sus casas o han sido obligados a irse de Pekín hasta que finalice el congreso.

Las autoridades han desplegado un gran dispositivo de seguridad en la capital, que incluye 1,4 millones de policías, agentes y vigilantes voluntarios. Además, han dado orden a los taxistas de que retiren las manivelas de las ventanillas traseras o que bloqueen estas para evitar el lanzamiento de octavillas, y han prohibido el vuelo de palomas adiestradas, globos y aviones de radiocontrol.



Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/11/2012 21:55
 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 09/11/2012 16:11

Es la reunión política clave de China

La era de Xi Jinping

Por: Pío García

Lo que pase en el XVIII Congreso del Partido Comunista Chino tiene tantos efectos sobre el sistema mundial como la reelección demócrata en Estados Unidos. Análisis.

 
El vicepresidente Xi Jinping  sucederá al presidente Hu Jintao.  / AFP El vicepresidente Xi Jinping sucederá al presidente Hu Jintao. / AFP

Ensombrecida por la competencia presidencial estadounidense, la transición política china salió del foco de atención noticioso. Mientras Barack Obama y Mitt Romney desplegaban sus últimos llamados a los votantes indecisos, entre el 1º y el 4 de noviembre, el Comité Central del Partido Comunista Chino acordó los puntos básicos del Congreso Nacional del Partido que comenzó este jueves en Pekín. En su 18ª plenaria quinquenal, entre el 8 y el 15, el partido prepara el traslado del mando de Hu Jintao y Wen Jiabao a Xi Jinping y Li Keqiang, como presidente y primer ministro.

La nueva dirigencia entrará en acción en marzo de 2013, cuando sea acogida por la Asamblea Nacional Popular. Tratándose de la segunda potencia económica y política del mundo, lo que pasa en Pekín tiene tantos efectos sobre el sistema global como la reelección demócrata en Estados Unidos.

La proyección internacional de los países suele analizarse dentro de las categorías de reconocimiento y redistribución del poder. Son conceptos insuficientes. Para comprender mejor esos comportamientos se debe tener en cuenta la triple exigencia de legitimación, reconocimiento y agenciamiento. En el caso chino, de aquí al año 2023, en primer lugar, el Gobierno tiene la necesidad de preservar la aceptación del régimen unipartidista, por medio del crecimiento económico sostenido, la lucha contra la corrupción, la merma gradual del control a la información y la inclusión de organizaciones políticas independientes. Es decir, mantener vigente el “socialismo con características chinas”.

En segundo lugar, el reconocimiento se da en el ámbito regional. Corresponde a la aceptación por parte de sus vecinos del liderazgo chino en Asia. Este desafío tiene el triple componente: económico —China como locomotora industrial y financiera—, político —con un modelo de Estado alternativo al anglosajón— y estratégico —a partir de la alianza militar con Rusia—. Al respecto, el futuro presidente Xi tendrá que terminar de convencer a los países del sur y del centro de Asia de que China no es parte de sus problemas sino de sus soluciones, y que juntos pueden hacer realidad el sueño de una “Asia para los asiáticos”.

En tercer lugar, el agenciamiento se refiere a la intervención de Pekín de manera taxativa en los asuntos globales. Con un tamaño económico y militar similar al estadounidense, durante los próximos 10 años China no buscará tanto desafiar el dominio de Washington como reivindicar su derecho a codirigir los asuntos mundiales.

Una gestión asertiva y persistente ha de tener efectos diversos sobre la legitimidad del Gobierno frente a su pueblo, así como del apoyo de la comunidad internacional, lo cual ha de favorecer el fortalecimiento de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y las organizaciones multilaterales. De esta forma, llega a su madurez la bipolaridad sucesora de la vieja tensión con la URSS.

Sin desviarse de su proclama de “ascenso armonioso”, China seguirá abriéndose espacio como gran poder global en respuesta a las presiones hegemonistas de Estados Unidos y sus aliados. Sus apuestas para la próxima década las está confirmando el plenario del Partido Comunista esta semana. Y gracias el hecho de que los electores estadounidenses respaldaron la oferta de dialogar con China y no atacarla —como proponía el candidato presidencial republicano Romney—, lo más probable es que hasta el 2018, por lo menos, el mundo presencie la coexistencia pacífica entre los dos superpoderes y no la virulencia diaria entre ellos.

 
 

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 10/11/2012 19:46

Un 'principito' que liderará el próximo cambio en China

Por: | 8:20 p.m. | 09 de Noviembre del 2012

Transición en China

Líderes chinos inauguraron XVIII Congreso del Partido Comunista en Pekín. En el centro, Hu Jintao.

Foto: AFP
 

El Partido Comunista Chino (PCCh) se reúne para confirmar la sucesión del presidente.

Hace tres años, en México, durante una gira por América, el probable futuro presidente de China, Xi Jinping, se salió del protocolo esperado para un líder que nació en la aristocracia revolucionaria, pero que se forjó en el tumulto de la Revolución Cultural de Mao Zedong.

Xi generalmente luce el traje oscuro y la máscara de cautela pública que impone como uniforme de la dirección del Partido Comunista de China. Pero, en México, bajó la guardia en una defensa férrea de su país frente a las críticas del extranjero.

"En medio de la crisis financiera internacional, China todavía fue capaz de resolver el problema de alimentar a sus 1.300 millones de habitantes, y esa ya fue nuestra mayor contribución a la humanidad", dijo en comentarios que pronto arrancaron los aplausos de los usuarios de Internet chinos.

"Algunos extranjeros, con sus panzas llenas y nada mejor que hacer, se dedican a apuntarnos con el dedo", prosiguió. "En primer lugar, China no exporta revolución; en segundo lugar, no exporta hambre ni pobreza; y tercero, no se mete con ustedes. Entonces, ¿qué más hay que decir?", declaró Xi.

Xi volvió a ponerse la máscara de funcionario este jueves, cuando tomó su lugar en la primera fila de un congreso clave en el que se prevé que asuma el mando de jefe del Partido Comunista.

A sus 59 años, este hombre del aparato político de su país, aunque desconocido por el gran público, tomará el relevo de Hu Jintao, diez años mayor que él, al frente de un partido único de 82 millones de miembros.

De 59 años, Xi es hijo del ex- viceprimer ministro reformista y exvicepresidente del Parlamento Xi Zhongxun, lo que lo convierte en un 'principito', uno de los hijos e hijas de los privilegiados líderes retirados o fallecidos de China.

Creció entre la élite del partido, pero luego vio cómo su padre fue purgado del poder antes de la Revolución Cultural. Entonces se trasladó a una zona rural, desde donde se las arregló para ir a la universidad y luego ascender en la escalera del poder.

Considerado como un 'reformador prudente', después de haber pasado un tiempo en las primeras posiciones en Fujián y Zhejiang, Xi ha sido señalado como el más probable sucesor de Hu, que debe dejar la conducción del partido y la presidencia a inicios del 2013.

Se ganó su nombre como administrador al estar brevemente a cargo de Shanghái, la ciudad más rica y más glamorosa de China. Con todo, Xi ha creado un estilo político de bajo perfil. Se ha quejado de los discursos y escritos llenos de jerga partidaria y ha demandado una manera más directa de comunicación.

Los retos

Está casado con una cantante famosa. De hecho, se dice que Peng Liyuan supo ser sin duda alguna más popular en China que su marido, hasta que el partido la obligó a mantener un perfil bajo a medida que el hoy vicepresidente escalaba hacia la cima del poder.

A Xi corresponderá liderar una China que ya pasó su 'década de oro', que se cerró con un crecimiento desacelerado al 7,5 por ciento, el más bajo desde el estallido de la crisis financiera asiática de 1997-1998.

Esta situación ya genera una agitación social recurrente, dada a conocer por usuarios chinos de Internet a pesar de la censura digital imperante en el gigante asiático.

Xi hereda una China en pleno cambio, que pretende mantener su rango de segunda economía mundial, detrás de Estados Unidos, y que forma parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, insoslayable en la búsqueda de acuerdos en expedientes como los de Siria, Irán o Corea del Norte.

Potencia marítima en ascenso, China hace oír de manera firme sus reivindicaciones en litigios de fronteras marítimas con Japón, Vietnam, Filipinas o Brunéi, en el marco de una rivalidad creciente con EE. UU. en el Pacífico.

Ningún diplomático espera un giro repentino del nuevo líder: la diplomacia china mantendrá sus prioridades, entre ellas la de evitar un empeoramiento de la crisis financiera en Europa, primer mercado para sus exportaciones. En cambio, siguen con atención cualquier señal del nuevo líder que pueda sugerir cambios políticos, en cuanto si se alineará con los conservadores o con los reformistas.

PEKÍN (CHINA)
REUTERS Y AFP



Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados