Yoani Sánchez fue liberada el pasado jueves tras horas de arresto.
Por Redacción CaféFuerte
Yoani Sánchez estuvo en el ojo de la tormenta represiva desatada contra un grupo de activistas que protestaban frente a una estación policial en La Habana.
Los manifestantes se congregaron para reclamar la liberación de la abogada Yaremis Flores, detenida al salir de su casa al mediodía del pasado miércoles. Los arrestos sumaron una veintena de disidentes, periodistas, blogueros y ex prisioneros políticos de la Causa de los 75, que fueron luego liberados a cuentagotas. Aún permanece bajo arresto Antonio Rodiles, director del proyecto Estado de Sats y promotor de la Demanda ciudadana por otra Cuba.
Imágenes sobre lo sucedido frente a la estación policial de Acosta y 10 de Octubre circularon imágenes en las que aparecen Sánchez y el escritor Angel Santiesteban en vísperas del arresto. Un agente de la Seguridad del Estado, vestido de civil y con gafas, manotea y amenaza a la bloguera, que lo llama sicario. En otro momento Santiesteban es introducido violentamente en un auto y golpeado por el mismo individuo.
De la nueva escalada gubernamental contra el movimiento disidente y otras expresiones discordantes de la sociedad civil, Sánchez considera que se trata de un esfuerzo desesperado del régimen ante el creciente descontento popular. "Estamos viviendo la paramilitarización de la policía política cubana", declaró la bloguera y corresponsal del diario El País, a quien el oficialismo dedicó este lunes fuertes ataques en el diario Granma tras su designación como vicepresidenta regional de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos le otorgó este lunes medidas cautelares a Sánchez y solicitó al gobierno cubano que adopte las medidas necesarias para garantizar la integridad física de ella y su familia.
Atrevimiento ciudadano
"Con las detenciones, las amenazas y los arrestos que se han ido sucediendo fundamentalmente desde comienzos de noviembre en Cuba, yo tengo opiniones encontradas. Por un lado creo que sí, que hay un aumento de la represión, un aumento de los métodos de coacción hacia la sociedad civil, pero por otro lado eso obedece a un mayor atrevimiento por parte de los ciudadanos; hay un resurgimiento y proliferación de grupos, proyectos, iniciativas, deseos de hacer y de decir, maneras de hacer y de decir también novedosas por parte de la gente. Entonces no es tanto que de pronto [en el gobierno] se hayan vuelto más represores: siempre han sido unos represores. El gobierno de Cuba ha utilizado en todo momento, desde el 1 de enero de 1959, diferentes formas de represión para acallar, silenciar y gobernar con unanimidad. Lo que pasa es que ahora yo estoy notando una efervescencia popular en muchos sentidos. Claro, no es para batir palmas todavía, son fenómenos que no tienen la envergadura necesaria para lograr un cambio político, pero de todas formas sí estoy notando a mucha gente dando el paso definitorio entre el silencio y el comenzar al menos a opinar al menos. Y en estos días de noviembre hemos vivido la respuesta gubernamental.
Paramilitarización policial
"Ahora, ¿cuál es la respuesta? Algunas de ellas son métodos ya conocidos, los arrestos, las detenciones arbitrarias; pasar una noche, dos, tres, en un calabozo; los golpes que ya se han convertido en una práctica común a la hora de arrestar. Pero se van aguzando rasgos muy claros de un concepto que es la paramilitarización de la policía política cubana. Estamos viviendo ya, sencillamente, un hacer y deshacer al margen de la legalidad, de estos grupos, de la Contrainteligencia, de la Seguridad del Estado, de la Sección 21, llámense como se llamen, y los métodos se va haciendo más cercanos al esquema y prototipo de todas esas dictaduras militares que hemos conocido en el mundo.
"Por ejemplo, en mi caso personal, cuando fui arrestada el jueves pasado, después del arresto, en una caravana enorme de patrullas policiales que llevaban a varios de mis amigos que habíamos estado frente a la estación de Acosta, en el municipio Diez de Octubre, demandando la liberación de Antonio Rodiles, pues esa enorme caravana se estacionó por más de una hora en la [autopista] Ocho Vías. O sea, en una carretera a la salida de La Habana, en un lugar que no es un lugar legalmente para mantener a un detenido, y allí durante una hora se hizo la requisa, se quitaron los móviles, se distribuyeron los prisioneros en los carros. Y eso -estoy segura, no tengo que conocer al dedillo el Código Penal para saberlo- está totalmente prohibido. En esa hora nosotros estuvimos en una grieta de la legalidad; en una burbuja donde no se cumplían para nada los requisitos indispensables a la hora de tratar un detenido: levantar un acta, llevarlo a una estación policial, informar, por ejemplo, en el número de la policía, el 106, para que su familia sepa dónde está ubicado, suministrarle agua, comida, en fin, darle un trato decente, no denigrante ni en contra de sus derechos.
"Entonces esas son prácticas que se van profundizando, la paramilitarización de la policía, la represión que responde a la palabra o a la actitud pacífica, porque en el caso de Antonio Rodiles, que esperaba junto a un grupo de amigos la liberación de la abogada Yaremis Flores en las afueras de la Sección 21, fueron agredidos de una manera desproporcionada. Estamos asistiendo precisamente a un rasgo de lo que es el desespero gubernamental ante la ebullición de fenómenos pacíficos, cívicos, desde abajo. Ellos están respondiendo con lo que saben responder: con el golpe, con el insulto, con la amenaza de todo tipo, en lugar de sencillamente abrir las compuertas, permitir un diálogo, aceptar el abrazo, la negociación, la existencia del otro.
Violencia filmada
"Nosotros estábamos a las afueras de la estación de Acosta, aguardando especialmente por los padres de Rodiles, quienes habían ido a su casa a tomar un poco de agua, a descansar un poco. Estábamos allí en una especie de ciclo de guardia pacífica y tranquila. En medio de eso, mientras estábamos allí, en la esquina comenzó a sucederse un gran conflicto, como si estuvieran golpeando a alguien muy fuerte. Para allá fueron corriendo muchísimos efectivos de la policía política, que ya, desde unos minutos antes, nos habían estado rodeando en el lugar. Nos percatamos que las personas que estaban siendo detenidas eran gente que nosotros conocíamos, otros activistas que intentaban pacíficamente llegar hasta el lugar donde estábamos.
"Entonces fuimos allí, a clamar y decir: ellos son inocentes, déjenlos pasar, no están haciendo nada, son ciudadanos que están caminando por la calle, qué es lo que pasa ¿no? A partir de ese momento -captado por el video- que una avalancha de segurosos vestidos de civil se nos van encima, a gritarnos que nos callemos, a empujarnos, y es cuando yo le digo al hombre qué no tiene autoridad para mandarme a callar. Que él no tiene autoridad para sacarme de allí, porque no está uniformado, ni tiene una placa ni es un policía, que él no es la autoridad. Claro, este tipo de persona que está acostumbrada a demostrar su poder y superioridad ante cualquier cubano, se molesta mucho cuando un pequeño ciudadano, sobre todo una mujer, le dice, espérate, yo no reconozco tu autoridad, no reconozco tu poder en tanto no es legítimo, en tanto no está reconocido por la ley que tú tengas que imponerme silencio o imponerme que no pase por una calle o forzarme a que me retire de un lugar sin ser tú una figura de los órganos de control policial, sin identificarte, sin decir qué delito estoy cometiendo. Y claro esto lo desesperó mucho y ahí es el careo que se escucha. Incluso yo llego a decirle que es un esbirro, que es un sicario, porque me empujaba. Yo me voy caminando y cuando le doy la espalda es cuando me atrapan por el pelo - eso no se ve en el video- y fue muy desagradable, porque es el tipo de gesto por detrás, alevoso, cobarde, como fue bien cobarde todo lo que ocurrió por parte de ellos.
Los ataques del Granma
"Yo he tenido que aprender a vivir con el insulto. No es que esté acostumbrada ni que me guste, a nadie le gusta que lo insulten, pero en estos últimos cinco años tengo un triste average de difamaciones, lapidaciones mediáticas, fusilamientos públicos en la televisión contra mi persona. Por lo tanto, he tenido que reforzar mucho mi yo interior y mi yo exterior para tratar de vivir con ello. De manera que el artículo que apareció hoy en el Granma, la primera frase que me suscitó fue: No saben lo que hacen. Simplemente porque en la situación que vive Cuba hoy, en la búsqueda desesperada de información que hacen los cubanos que no se sienten satisfechos con lo que les dice la prensa oficial, el Granma, el noticiero estelar de la Televisión, cualquier tipo de información que se dé sobre alguien que vive dentro de la isla y ejerce su derecho a la opinión, que critica, levanta la voz y sigue caminando por las calles, es muy contraproducente para el gobierno.
La estrategia del desespero
"Por otro lado, si yo pudiera mostrar la cantidad de mensajes y llamadas que he recibido a lo largo del día, más por el artículo de Granma que por el nombramiento de vicepresidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, podría entenderse hasta dónde ha llegado el insulto oficial que la gente lo interpreta casi como una condecoración o un halago. Claro está que se inscribe en la misma estrategia represiva, pero se trata de la estrategia del desespero. Hay actores políticos y ciudadanos dentro de Cuba que han ganado gran prestigio internacional como el propio Antonio Rodiles, las Damas de Blanco o los excarcelados de la Primavera Negra, como muchos blogueros que llevan tiempo contando lo que nos ocurre, y hay cierto desespero por parte del gobierno, pues sabe que hincar el diente institucional, el diente represivo sobre esas personas, también tiene un costo político.
Golpes y violencia verbal
"Entonces lo que hacen es mandar a personas como Jean Guy Allard, un periodista que realmente goza de muy poco prestigio dentro de Cuba -no sé si fuera le quedará alguno- a concatenar toda esa serie de insultos, que por cierto están todos muy desactualizados y resultan muy infantiles. Pero sí, forma parte de una estrategia: el golpe, la amenaza y la detención siempre vienen acompañados de esta violencia verbal.
"Tengo que acotar que he aprendido a vivir entre las sístoles y las diástoles. Cada vez que pasa algo hermoso en mi vida, cada vez que soy reconocida con algún premio periodístico o de derechos humanos, sale algún libro mío o alguna universidad me invita a dar conferencias aunque sea por vía telefónica, cualquier gratificación profesional, humana o ciudadana, inmediatamente después vienen los golpes institucionales en todos los sentidos, así que me he acostumbrado a este sube y baja en que un día estoy muy feliz y al otro tengo que protegeme de algún ataque institucional.
De Santiesteban y Rodiles
"Angel Santiesteban ha estado esta tarde en nuestra casa y nos ha contado sobre todo de la violencia -que se ve claramente en el video, creo es una prueba testimonial increíble y un indicador de los nuevos tiempos que vivimos, en los que casi siempre hay una cámara o un teléfono a mano filmando, grabando. Ya la represión no se queda solo en la narración de la víctima, sino que afortunadamente todos estos artilugios tecnológicos nos están ayudando a narrarla. Angel vino a contarnos cómo lo vivió él desde el epicentro de los golpes, de las coacciones, de las amenazas. Aunque estaba un poco deteriorado físicamente, porque se negó a comer e incluso a consumir agua, vi al mismo Angel Santiesteban de siempre en cuanto a disposición, energía, literatura -ya había escrito una crónica y hablamos de cómo había vivido el calabozo. Y siempre con su pizca de humor, porque Angel es siempre capaz de hallar la ridiculez del poder. Así que estuvimos hablando de lo humano y lo divimos, de lo horroroso y de lo hermoso.
"En el caso de Rodiles, hace unos minutos que hablé con Ailer González, su pareja, y me comentó que había podido entrar a verlo, algo que las autoridades habían estado tratando de impedir. Me dijo que se veía bastante golpeado, que tenía un ojo con un moretón, una quemadura en el codo, de arratarlo por el pavimento, y golpes en los brazos, pero ninguno con daños interiores. El fiscal tiene tres días a partir de este lunes para decidir si va a ser encausado por el delito de resistencia o determina que el caso no procede y entonces lo liberaría. El puede estar en esa estación de policía hasta siete días a partir de la fecha de detención. Es decir, que podría estar allí hasta el próximo miércoles y en caso de que el fiscal decida liberarlo se iría para su casa. De lo contrario, sería enviado a un centro de procesamiento como la cárcel de Valle Grande. Pero tengo la esperanza de que con toda la movilización que se está haciendo, Rodiles pueda volver con sus padres y su familia antes del miércoles".