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General: España busca un salvavidas en América Latina
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De: Ruben1919  (Missatge original) Enviat: 16/11/2012 00:02

España busca un salvavidas en América Latina

La Cumbre de Cádiz se transforma en un foro económico donde el Gobierno español intenta recuperar la condición del mejor socio para los países iberoamericanos

 

Un bus aparca frente a una de las sedes de la Cumbre Iberoamericana, en Cádiz. / Alfredo Aldai (EFE)

La Cumbre Iberoamericana de Cádiz parte muy desequilibrada: España y Portugal se juegan mucho y los países iberoamericanos poco o nada. Mientras los dos miembros europeos de la comunidad sobrellevan como pueden su profunda crisis, la veintena de excolonias prevé crecer un 3,2% y casi un 4% el próximo año, una cifra nada desdeñable paras las madres patrias en recesión. Los países latinoamericanos también han reducido la pobreza de casi el 50 al 30% en el último decenio y, según un reciente informe del Banco Mundial, la clase media ha crecido más de un 50% desde principios del milenio y aumenta entre un 1 y 2% anual.

Con estos datos por delante, España y Portugal no pueden más que intentar que parte de esa riqueza, actual y potencial, les ayude a salir del hoyo. Lo que hay al otro lado del Atlántico es un mercado de unos 550 millones de personas y España tiene una buena posición para intentar sacar tajada. El país ibérico aún es el principal inversor europeo en la región y el segundo a escala mundial. Pero el problema es que la presencia española está dominada por unas grandes empresas que, según una encuesta del Instituto de Empresa, solo aspiran a mantener y en mucho menor grado a aumentar sus inversiones en América Latina.

La Cumbre de Cádiz no es para las grandes empresas como Telefónica, Repsol, los bancos BBVA y Santander, que llevan años en América Latina y ya recogen los frutos de su inversión. Estas firmas, salvo por las expropiaciones a Repsol en Argentina y Bolivia, no han tenido grandes disgustos en América Latina. La cita gaditana es sobre todo para las pequeñas y medianas empresas, las pymes, que necesitan nuevos mercados para subsistir ante el temido desplome de la demanda local y europea. Pero las pymes generalmente precisan de apoyos para situarse en el extranjero, así que en Cádiz es donde el Gobierno español intentará pactar con sus pares latinoamericanos medidas que faciliten la entrada de estas empresas.

España busca recuperar su influencia en la región, perdida sobre todo por el ascenso de las economías locales frente al declive financiero ibérico. EE UU no parece muy interesado en competir en este terreno. En el último debate presidencial entre Barack Obama y Mitt Romney, la región de América Latina apenas se mencionó una vez. Fue el candidato republicano quien lo hizo y solo para destacar las oportunidades del libre comercio.

El desembarco chino en la región tampoco es una amenaza para España, todo lo contrario. De los cinco países latinoamericanos que más interés suscitan entre las pymes a la hora de hacer negocios, cuatro miran directamente al Pacífico —México, Colombia, Perú y Chile— y el quinto, Brasil, se está preocupando para abrir las carreteras transoceánicas que hagan falta para no perder oportunidades en el mercado asiático. Los países latinoamericanos ya no son solo aprovechables por sus condiciones internas sino también por las ventajas comerciales que representan como puentes hacia los mercados emergentes más apetitosos del sur y centro de Asia. Las exportaciones latinoamericanas hacia el Pacífico han crecido un 30% en los últimos 10 años.



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De: Ruben1919 Enviat: 16/11/2012 00:04

La economía de la zona euro cae un 0,1% y entra en recesión en el tercer trimestre

El retroceso entre abril y junio había sido del 0,2%

El conjunto de los Veintisiete crece un 0,1%

 

Ni siquiera el diluvio duró toda la eternidad, pero van cinco años de tormenta (con la crisis convertida en principio activo de la economía, en método de gobierno, en enfermedad crónica) y en Europa vuelve a llover. La eurozona entró este jueves oficialmente en recesión: en una segunda recesión, tras la experimentada en 2009, esta vez prácticamente autoinfligida por la purga de austeridad que barre el continente de arriba abajo. El PIB de las 17 economías del euro cayó el 0,1% en el tercer trimestre. En verano ya había entrado en terreno negativo (-0,2%), por lo que a pesar de que los números no son alarmantes –al menos en conjunto, y siempre que se deje de lado un desempleo que tiene pinta de depresión social en el Sur—, ya se puede hablar técnicamente de recesión con los manuales de economía en la mano. Van dos trimestres consecutivos de caídas del PIB, pero esto acaba de empezar: Europa no consigue encontrar un equilibrio entre austeridad y crecimiento y los analistas vaticinan que lo peor está por venir.

Berlín no piensa en un viraje de política económica: hace apenas unos días anunció recortes

El economista Milton Friedman, fallecido en 2006, decía que la prueba del algodón para una teoría es que explique mucho con muy poco. Berlín, de la mano de Bruselas, impuso hace ahora dos años y medio un modelo de política económica basado en dar carta de naturaleza a la austeridad: con esa cura de adelgazamiento, metida con calzador en las constituciones y en los Tratados, la eurozona tenía que salir del mar de los sargazos de la crisis fiscal, dejar atrás años de excesos y salir fortalecido para volver a crecer como antaño. Se adoptó el método alemán de frenar frente al de acelerar —frente a la política aplicada por EE UU y hasta entonces por Europa para evitar una depresión— y se sacralizaron las políticas antidéficit. ¿Resultado? “Europa está entrando en una segunda Gran Recesión autoprovocada”, explicó este jueves Paul De Grauwe, de la London School of Economics. De momento, la crisis va por barrios: Francia y Alemania resisten aún con avances anémicos, pero la grave recesión que afecta a la periferia lastra los resultados del bloque, según los datos de Eurostat.

Francia y Alemania respiran, pero con dificultad

MIGUEL MORA

Los datos oficiales de Alemania y Francia, dados a conocer este jueves, demuestran que las dos mayores economías de la zona euro aguantan el tirón a duras penas. París saludó el inesperado crecimiento del 0,2% en el tercer trimestre (tras nueve meses sin crecer) como una bocanada de aire fresco. Es la primera cifra positiva desde hace un año, y el Gobierno socialista se apresuró a presumir de la eficacia de sus políticas, y de “la solidez de la economía y su capacidad de reacción”, según dijo el ministro de Economía, Pierre Moscovici.

En un momento de creciente presión sobre París, cuando muchos analistas y la propia Alemania parecen tener dudas sobre la capacidad reformista de François Hollande, el pequeño avance desmiente las previsiones del Banco de Francia, que pronosticó un estancamiento entre julio y septiembre y que ahora prevé una décima de caída para el último trimestre del año. El repunte se explica por la mejora en el saldo del comercio exterior.

Mientras tanto, Alemania, la locomotora de Europa, da síntomas de ir marcha atrás: el resultado ralentiza el crecimiento de anteriores trimestres (0,5% y 0,3%), y confirma lo vaticinado por los analistas, que piensan que el PIB alemán se contraerá a finales de año.

Berlín no piensa en un viraje de política económica: hace apenas unos días anunció recortes, a pesar de que el Gobierno de Angela Merkel es uno de los pocos que podría permitirse alguna alegría. París apenas ha defendido el pacto por el crecimiento por el que abogaba el presidente François Hollande antes de llegar al Elíseo. Y Bruselas ni siquiera da la más mínima indicación de un cambio de rumbo. Solo el Fondo Monetario Internacional (FMI) defiende desde hace meses que Europa debería rectificar y compensar los ajustes y reformas del Sur con políticas de estímulo allá donde se pueda. Ocurre que sucede exactamente lo contrario: Holanda, uno de los países más competitivos del euro, acaba de aprobar una nueva ronda de ajustes a pesar de su recesión. El presidente del BCE, Mario Draghi, hizo este jueves un nuevo llamamiento a aplicar “nuevas medidas” ante la “profunda necesidad” de consolidación fiscal y medidas estructurales.

Fue el propio Draghi quien consiguió que la tormenta amainara cuando en julio anunció que el BCE haría todo lo necesario para acabar con la crisis. El veranillo ha durado unos meses, pero el rebote de la economía europea está lejos de producirse, y las tensiones en el mercado vuelven tanto por la dramática situación en Grecia —de nuevo al borde de la suspensión de pagos— como por la incertidumbre relativa al rescate español, con el Gobierno en una duda perenne. Europa sigue siendo el continente de las vacilaciones: la unión bancaria ha encallado y ni siquiera en aspectos relativamente menores, como el presupuesto europeo de los próximos años, los socios consiguen pactar el más mínimo avance.

Lo peor es que no hay indicios de mejora: la Comisión no prevé que la eurozona vuelva a crecer hasta el último trimestre de 2013; España, por cierto, será el último país en dejar atrás la recesión. Tampoco las dos locomotoras de Europa, Alemania y Francia, aguantan el tirón: el Banco de Francia espera que la economía francesa caiga el próximo trimestre, y el crecimiento alemán en otoño “es el último dato positivo para Berlín en los próximos tiempos”, dijo Joerg Kraemer, economista jefe de Commerzbank. Paradójicamente, ese podría ser el principio de fin de la crisis. Los funcionarios de Bruselas, siempre con la boca pequeña, empiezan a decir que solo escampará cuando al recesión llegue a Berlín y la crisis fiscal a París: entonces se pondrá por fin algo de dinero encima de la mesa y la eurozona se dejará de discusiones bizantinas sobre mecanismos, vehículos, paraguas financieros y otras complicadísimas formas de tratar de guarecerse bajo la lluvia.



 
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