LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org –Cada vez es más visible la prostitución en esta isla donde supuestamente se había erradicado hace medio siglo. Cada día, crece la cantidad de mujeres, y hombres también, que ingresan en el negocio de alquilar sus cuerpos a precios relativamente baratos, al menos para el bolsillo de los extranjeros. La prostitución ha devenido una de las actividades de “cuentapropismo” que florece con más éxito.
En cualquier sitio de La Habana se puede ver a los trabajadores del sexo, ejerciendo tranquilamente, mientras el gobierno se hace la vista gorda, no obstante estar ilegalizada la prostitución por el código penal.
Al constatar la naturalidad y desenfado con que las prostitutas criollas ejercen su profesión por todo el país, se aduce que están bajo el amparo de una decisión no escrita, pero obviamente tomada al más alto nivel, que les proporciona un margen prudencial para sus desempeños. Obviamente, el asunto no se encuentra entre los delitos que al gobierno le interesa combatir en la actualidad.
Dado lo lucrativa que resulta la prostitución como negocio, especialmete en un país que atraviesa una profunda crisis social y financiera, las corruptelas proliferan y todos se benefician. Se sabe de muchos casos en que los policías ofrecen su complicidad a cambio de dinero, o hasta de sexo gratuito. Además de a los policías corruptos, la prostitución también beneficia a las personas que rentan inmuebles, dentro de la modalidad del trabajo por cuenta propia. También incursionan nuestros trabajadores del sexo en el aun incipiente, pero creciente, negocio de la pornografía; generalmente en manos de extranjeros que vienen a la isla en busca del talent” nacional. Me cuentan que ya es fácil ver en Internet porno “made in Cuba”.
En una zona del llamado Casco Histórico de la capital, donde acuden muchos turistas extranjeros, la presencia de jóvenes entre los 15 y 20 años en busca de clientes, es parte del paisaje normal.
En las noches, para “operaciones rápidas”, hasta los baños públicos de los restaurantes y cafeterias de la zona, sirven como “hoteles”. Por cada cliente atendido por una chica, el custodio del local puede cobrarle hasta 5 o 6 dólares, más de una semana del salario promedio en Cuba. La invitación al sexo como mercancía, sin recatos de ningún tipo, es una realidad, lo mismo en el centro que la periferia de La Habana, a pleno día o en las noches.
Recientemente, ante la inaplazable necesidad de orinar, entré al baño de una cafetería situada en la intersección de Acosta y 10 de Octubre, aunque la mugre y la fetidez eran insoportables. Al salir, una mujer, de tez morena y de unos 35 años, me ofreció sexo oral por 5 dólares, mientras que el empleado encargado de cuidar el baño, disimulaba, mirando para otra parte.
La permisividad hacia la prostitución por parte del gobierno es cada día más obvia. Como no es un asunto netamente político, y además ya resulta imposible mantener la falacia de la isla paradisiaca habitada por el Hombre Nuevo, a las autoridades parece no preocuparles demasiado. En estos difíciles tiempos el tema de la “imagen y las apariencias” ha dejado de ser prioritario para nuestros dictadores.
A fin de cuentas -pensarán los dueños del país- la prostitución se ha convertido en una verdadera industria, que estimula el turismo y hace que los visitantes dejen un poco más de su dinero en el país.
Atrás han quedado los tiempos de los turistas ideológicos, aquellos mochileros que venían al parquet temático del socialism a admirar los “logros revolucionarios” y visitar el monumento al Che. Los turistas del siglo XXI, vienen a Cuba a admirar y disfrutar directamente al Hombre y la Mujer Nuevos… Y mientras más nuevos sean, mejor.