A propósito del artículo publicado por Jean-Guy Allard en Granma el pasado 12 de noviembre en que se acusa a Yoanis Sánchez, por enésima vez, de “mercenaria al servicio de los Estados Unidos”.
Es evidente que el tema “Generación Y” se le ha ido de las manos a los responsables de serenar al ganado, y presumo que esto ha trastornado el sueño de un sinnúmero de oficiales operativos, reales y virtuales, a todos los niveles de la contrainteligencia cubana. Como en mi rol de médico estoy obligado a velar por la salud física, pero también mental, de cada cubano, hoy intento hacerle llegar al autor de este artículo y a la Seguridad del Estado –incluida la Sección 21, que mantiene con esta joven habanera una relación sentimental muy intensa– una duda que me asalta: si el Gobierno norteamericano y/o la CIA tienen contratada a esta “mercenaria” y está ella movida, asalariada al fin, sólo por mezquinos intereses, entonces la solución contra su insomnio es extremadamente simple: ¿por qué no sobornarla? ¿Por qué no pagarle más y punto?
Hay algo que la historia ha demostrado con creces, y es que los mercenarios, sin honor ni bandera, sirven al mejor postor; entonces la solución está expedita: si los del norte le han pagado unos miserables 500000 euros, páguesele digamos, un millón, o cinco, tal vez diez y seguramente se le saltarían los ojos de las órbitas ante tan irresistible oferta; después de todo en ese pecho vacío de principios no hay lugar más que para la codicia, así que ya sería hora de subirle la parada a esta desmadrada y verían cómo en el acto cambia de bando y se hunde en el mutismo absoluto que exigiría semejante contrato.
Aunque he estado muchas veces en su casa, de la vida de Yoanis sólo conozco lo públicamente visible. A pesar de la cordialidad con que trata a todos allí junto a su esposo –ese otro irremediable, Reynaldo Escobar– hay barreras que el respeto y la prudencia presuponen. Por eso no aspiro a que este post se erija en apología, pues además de no ser en lo personal mi estilo, sucede algo mucho más elemental: alguien que ha sabido alimentar una bitácora que recibe, según Wikipedia, 14 millones de visitas mensuales –convirtiéndola en la página más visitada de habla hispana en la red– no lo necesita. En cuanto a mí, tampoco lo necesito pues de Yoanis no busco nada en lo personal, y además, si nunca adulé ni me plegué ante un poder omnímodo y abrumador dueño de todo cuanto me rodea, capaz de arruinar mi vida con un chasquido de sus dedos, entonces ya no lo haré ante nadie. Pero terminó sulfatando mis circuitos que en la prensa oficial cubana, la que calla escandalosamente ante la alta corrupción instituida en mi país, se reduzca todo a la misma cantaleta del money catch money –lo demuestra el hecho de que absolutamente todo opositor político cubano, desde el más antiguo y recalcitrante hasta el último advenedizo, sin excepción, estén acusados como tal.
Pero bien, para no disgregar: pagarle más a esta “depravada” ¿no sería una solución? En caso de que, por azares del bloqueo, haya estrechez de presupuesto para actividades represivas, algo poco probable, 500001 euros bastarían; después de todo a estos desmadrados, según la acusación oficial, la diferencia de un solo dólar bastaría para derrumbarlos, babeantes, a los pies del nuevo amo. En un país donde millones callan y simulan por un puesto de dirección, por la asignación de un auto estatal o por una misioncita de trabajo en el extranjero, qué no haría esta “perdularia” ante semejante oferta. Creo, supongo, digo yo, a lo mejor con esta minucia –que valdría la pena extraer, con la debida prudencia, de la cuenta secreta de algún magnate que haya expoliado millones de este paisito– baste para librar a la plana mayor de semejante dolor testicular.
Quiero hacer constar, eso sí, que obré aquí únicamente desde el punto de vista profesional, por vocación analgésica, para aliviar las molestias causadas por esta chiquilla a testículos semejantes –sin dudas, los más grandes y congestivos de toda la isla, nadie lo cuestiona– y todo sería mantenido en el más hermético y riguroso secreto profesional. Después de todo, los médicos en Cuba trabajamos gratis, a mí nada se me debe, pero es increíble, me sigue inquietando, que a los genitales… digo, geniales estrategas de la SE no se les haya ocurrido nunca seguir una táctica tan elemental.