Como quien mira por el ojo de una cerradura, los asombrados televidentes cubanos se asoman desde noviembre último a brevísimas tomas de partidos de las Grandes Ligas del béisbol norteamericano, una inesperada promoción del III Clásico Mundial de 2013.
Entre innings, aquellos aficionados que presencian las trasmisiones de la Serie Nacional número 52 – siempre un partido diario, de un máximo de ocho programados para cada fecha, de Pinar del Río a Guantánamo—reciben, como cucharaditas de un medicamento controlado, imágenes de un swing del venezolano Miguel Cabrera o de un fildeo del dominicano José Reyes, algunos de los jugadores comprometidos con enrolarse en sus equipos nacionales en el torneo del orbe durante marzo próximo.
Para los más humildes en la Isla, aquellos que no pueden costearse el pago de una furtiva instalación satelital, ni tienen familiares en el extranjero que les envíen grabaciones del Big Show, esos flashazos del mejor béisbol del mundo son la ventana hacia un mundo desconocido –aquel con la gorra del Detroit, el otro con la franela de los Mets—y sin duda atrayente.
Cada emisión de esta Serie Nacional incluye además una frase famosa o algún comentario técnico plasmado en caracteres sobre la pantalla, y con el pie de firma de personajes desconocidos para el cubano de hoy, que nació y se hizo adulto de espaldas a un fabuloso espectáculo que se desarrolla a unos cientos de millas de sus costas. Para millones en la Isla, poco o nada significan –aunque al mundo les parezca increíble—los nombres de Ty Cobb, titular con nueve jonrones dentro del terreno en 1909, o de Pablo Sandoval, jugador más valioso de la Serie Mundial hace unas pocas semanas.
Mientras tanto, 16 clubes cubanos siguen sumando innings en el torneo doméstico, el mismo que estrena una nueva estructura: al cabo de 45 juegos, o lo que es lo mismo, tres choques contra cada rival, los ocho conjuntos de mejor promedio en ganados y perdidos habrán clasificado para una segunda fase; los ocho restantes se irán a casa, como desocupados del deporte, hasta el torneo del año siguiente. Y ese corte en el juego 45 será además un receso para que la selección antillana realice sus últimos entrenamientos de cara al III Clásico.
Cuba competirá en Japón, donde estas dos naciones deben alcanzar los
dos boletos en disputa por la ronda A, a expensas de China y de Brasil; otros 12 elencos concursarán repartidos en las llaves de Taipei de China, San Juan de Puerto Rico y Arizona, EE.UU.
Por cierto, este martes se reportaron los dos primeros nocaos de la Serie Nacional 52 (con esa regla los juegos concluyen en el séptimo u octavo inning si hay diferencia de 10 carreras o más): Industriales venció 11-1 a Villa Clara y Guantánamo 16-1 a Santiago de Cuba.
Los ocho mejores del torneo, al cabo de las primeras 11 fechas, son Guantánamo, Cienfuegos, Camagüey, Sancti Spíritus, Matanzas, Isla de la Juventud, Las Tunas y Mayabeque. El pelotón de los rezagados incluye a Ciego de Ávila e Industriales (campeón y subcampeón del último campeonato), Villa Clara, Granma, Pinar del Río, Holguín, Artemisa y Santiago de Cuba.
Hoy continúa la Serie Nacional cubana, la televisión pondrá en el éter el duelo Villa Clara-Industriales y habrá unos segundos disponibles para reflejar tal vez un bambinazo de Albert Pujols o una frase de Casey Stengel. Esos nombres todavía dicen poco para un país de raigambre beisbolera, pero su tardía publicidad parece confirmar la inminencia de una nueva era, la que dejará definitivamente en el pasado a quienes se empeñaron en erradicar el deporte profesional.