(Editorial de Nuestra Propuesta del 11 de octubre de 2012)
El presidente Hugo Chávez ha sido reelecto en una limpia opción, a pesar de la gran presión internacional para descalificarlo, y se avecinan así nuevas y grandes realizaciones a favor del pueblo venezolano, convertido de este modo en sujeto político activo, con un ingrediente de valor cualitativo y cuantitativo, la participación de la juventud venezolana.
Por si esto fuera poco, casi todos los presidentes de la región valoraron al comandante Chávez y muchos respiraron aliviados porque una vez más se aseguran pasos ciertos en el proceso integrador latinoamericano, fuertemente impulsado y garantizado por el bolivariano.
Otro factor altamente positivo es que hay debate político, y del bueno, desatado con relación a las elecciones venezolanas. Las derechas de varios países protagonistas del fenómeno que sucede en la región, y en particular en Argentina, trabajaron para Capriles Radonski, en concertada melodía con la CNN y el canal TN, sin desdeñar las provocaciones de cierto periodista devenido últimamente en agente agitador.
No obstante, es necesario atender al hecho de que la oposición de derecha y de ultraderecha en Venezuela ha logrado captar el voto de una franja de seis millones y medio de votantes. En lo que compete a nuestro país, ese resultado ha sido materia de análisis y presión. A tal punto que una entusiasmada Bullrich llegó a anunciar el triunfo de Capriles. Sin caer en ese ridículo, se encuentran reflexiones acerca de que Venezuela está mejor que nosotros, ya que tiene un nuevo bipartidismo desarrollado, mientras que esos sectores no se han unido en nuestro país, donde nos falta tener un Capriles, según escribe La Nación, convirtiendo a la alternancia bipartidista en el sinónimo de la democracia.
Por un lado, es una ventaja para nosotros que esas derechas se debatan inciertas en una expectativa similar a la caribeña, por el otro, la unidad de los sectores populares en torno de un proyecto de carácter antimperialista y de soberanía nacional, con perspectivas de avanzar hacia cambios profundos y liberadores, no termina de consumarse, por lo trabajoso de su elaboración programática, por la desarticulación de las organizaciones populares, por vacilaciones o ilusorias apuestas.
Mientras tanto, el tiempo es tirano para la oportunidad presente.
Baste ver lo amenazante de la presencia de Leon Panetta en la Cumbre de Defensa de las Américas en Punta del Este con su promoción de la doctrina de las nuevas amenazas con que Estados Unidos busca imponer que las fuerzas armadas puedan participar en cuestiones de seguridad interna. “En los asuntos de defensa y seguridad, indicó, Estados Unidos reconoce que a veces es difícil determinar si las amenazas trasnacionales que pueden amenazar la paz y la estabilidad son asuntos de defensa o de mantenimiento del orden interno”, esto ante el clima en la reunión, donde se criticó a la Junta Interamericana de Defensa y se expresó la voluntad de que el Atlántico Sur sea declarado zona de paz. Sin embargo, ante la denuncia de los ejercicios militares británicos con previsible utilización de misiles en Malvinas, territorio usurpado, como señaló el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, Estados Unidos mantuvo la negativa de mencionar ese tema en el documento final.
Así se va conformando el contexto para la batalla por la unidad del campo popular para más democracia, más distribución de la riqueza, más profundización de cambios.
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