LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -A un amigo y su novia se les ocurrió detenerse un rato para conversar y arrullarse en un parque de La Habana. Era de noche, y se sintieron seguros, acomodados en uno de los bancos, muy juntos. No percibieron la cercanía furtiva, primero, de uno, luego, de dos o tal vez tres hombres. Todos movían de manera rítmica las manos, en la zona de sus entrepiernas. Cada uno de estos acechadores mantenía una distancia mayor o menor con respecto a la pareja. El nivel de excitación era evidente también en sus rostros.
Ella fue la primera en darse cuenta de la situación, y palideció de golpe. Él le preguntó, bajito, el porqué de la tensión, pero no iba a necesitar la respuesta. Cuando la miró a los ojos, rápidamente comprendió. Entonces se levantó gritando e intentó golpear a uno de los individuos, el que estaba más cerca, que salió corriendo mientras eyaculaba. Los demás se alejaron, por prudencia, pero le discutían al muchacho: “déjanos vivir, asere”, con voces como de almas en pena.
La pareja logró evitar males mayores abandonando el parque. Después, serían advertidos por amistades, respecto a que aquel pequeño oasis de verdor se convertía por las noches en el paraíso de los “tiradores”.
Para el lector no avisado, vale una pequeña digresión. El denominativo de “tirador” se utiliza en Cuba para señalar a hombres que observan con lascivia y de manera subrepticia a alguien, y se masturban. También se emplean otros términos como “rescabucheador” o “mira huecos”. En la Isla es creciente este fenómeno, tanto que ya alcanza características francamente patológicas. El elenco puede estar formado lo mismo por un padre de familia que por un adolescente con trastornos de personalidad.
Hay casos de hombres que supuestamente salen de casa a buscar cigarros, montados en bicicleta, y en realidad a lo que se dedican es a esta especie de “deporte” que parece competir en popularidad con el futbol o el beisbol.
Vale la pena hacerse un par de preguntas: ¿Por qué este fenómeno en el denominado “Paraíso del Sexo”? ¿La “reafirmación onanista” sustituye a la “reafirmación revolucionaria”? Mientras el lector busca las posibles respuestas, expondré un par de ejemplos de cómo este tópico ha sido reflejado por la música popular cubana en los últimos años.
En un clásico del reggaetón local, del malogrado intérprete Elvis Manuel, puede escucharse lo siguiente: “Oye mírala como suda/ y como se desnuda/ ella no sabe que a mi/ se me parte la tuba”. Evidentemente, la letra describe a dos hombres que espían a una mujer y, adicionalmente, uno de ellos le dice al otro: “Y se me parte la tuba en dos/ y se me parte la tuba en tres/cuando la coja yo le voy a dar/ tres de azúcar y dos de café”.
Referirse al órgano sexual masculino como “tuba” es todo un malabarismo eufemístico. Por lo demás, la condición de “mira huecos” de los dos protagonistas de la letra es obvia. Posiblemente fue la primera vez que en la música cubana se trataba este fenómeno de un modo tan crudo.
Otro tema musical que se acerca con particular desenfado al asunto se lo debemos a Ciro (del grupo Porno para Ricardo), y se titula “El Mangrino”. El detalle innovador de la letra consiste en que se añade la figura de una “Mangrina”, invitada por el “Mangrino” para compartir el árbol detrás del cual se oculta para hacer su “faena de francotirador”. También un cantautor cubano, casi desconocido, nombrado Silvio Alejandro, compuso un tema muy solicitado por el público en sus conciertos, que se titula “Los Tiradores”.
Por otra parte, el aumento de esta especie de gremio onanista, tal vez haga pensar a algún funcionario en la posibilidad de instaurar la variante de “Tirador por cuenta propia”, y así cobrarles el correspondiente impuesto. Mientras tanto, los parques de la capital, y los de cualquier ciudad del interior del país, tienen en su nómina a verdaderos maestros en la especialidad.
Recuerdo una frase de Fidel Castro, cuyo “poderío bélico” parece acompañar en la noche y en los parques a estas personas: “Todo cubano debe saber tirar, y tirar bien”. Después, observo con preocupación el alto por ciento de féminas aspirando a una visa para irse y no regresar, unido al bajo por ciento actual de nacimientos del sexo femenino. Seguidamente, imagino el futuro y me invade un sentimiento de tristeza y compasión.
Cuanta frustración demencial puede esconderse dentro de esa persona que mira a los otros solamente como objetos de lascivia. Cuanto terror de sí mismo como espejo de un terror mayor que lo trasciende y lo aplasta.