Un ateo
reza por Chávez
Farruco Sesto
Jueves, 13 de diciembre de
2012
Como no sé
rezar a Dios, ni a potencia sobrenatural alguna que pueda influir en los
acontecimientos, hago de mis deseos profundos una oración. Y se la entrego
humildemente a quienes me rodean.
Porque con
sus sentimientos es que construyo también esta plegaria particular. Con sus
razones amorosas y argumentos del alma.
Exploro
nuestros corazones, extrayendo de ellos angustias y esperanzas, supremos
desconciertos, confianzas, para amarrarlas entonces con el hilo de la vida en
una suerte de ramillete florido de palabras.
Son flores
especiales. Como rezos. Tómenlas como palabras sagradas.
Lo son
porque provienen de conciencias que se han crecido en la lucha común por
constituirnos en humanidad.
Lo son
porque están hechas como ofrendas al destino a favor de un ser humano
excepcional.
He aquí que
el hombre que nos guía está enfermo. Aquel en quien nos reconocemos como pueblo
en revolución. A quien amamos. A quien seguimos. Porque él desató los nudos
opresores, prendió la luz, tomó con arrojo el testigo de luchadores que nos
precedieron y supo unificarnos para la batalla de las ideas.
Porque se
hizo Jefe en un concierto de voluntades de hombres y mujeres libres. Cada uno
con su dignidad en la frente como una señal bendita y poderosa.
Hablo de
Hugo Chávez y rezo por él de esta manera.
No pretendo
con ello alterar los acontecimientos. Pretendo asumirlos para darnos fuerza. Y
para darle fuerza a él.
No es la
intención de estas palabras disminuir la tristeza. Pero sí reforzar con ellas
la voluntad de vencer las dificultades, de él y de todos nosotros, combatiendo
hasta el límite de lo posible, confrontando el odio de quienes nos adversan y
contribuyendo a propagar el amor como una llamarada. Amor de un pueblo
conscientemente leal.
Rezo así
por la salud de nuestro Comandante.
Con la
seguridad de que hasta el último minuto del tiempo que nos sea dado, nos
acompañará en la aventura de vivir.
Yo
soy creyente de Jesús de Nazaret, que no tiene nada que ver con la religión del
Estado totalitario del Vaticano (donde hay tantos beatos y meapilas falsos). Y
por eso no me avergüenzo decir que pido, con todo mi corazón, por la salud de
Hugo Chávez. Y estoy seguro que los no creyentes me acompañarán en mi súplica
sincera. Los NO CREYENTES también son mis hermanos, que los amo y los respeto,
aunque no compartan conmigo mi creencia. Y aprendo de ellos la solidaridad que
muestran hacia los pobres, a los menos favorecidos de esta sociedad, donde
impera el capitalismo criminal y sin escrúpulos para aplastar a los pueblos que
piden justicia y libertad.
Por
Hugo Chávez rezo, hermanos.