
La noticia de que la hija de un vicepresidente cubano ha decidido quedarse en Tampa atiza, en estos días, el debate sobre la escisión generacional del castrismo y la “traición ideológica” del Hombre Nuevo. Es una polémica que siempre me pareció confusa: los “hijos de papá”, que tanto revuelven la bilis de algunos, siempre han sido parte significativa de una estadística más amplia, ese amplio sector de cubanos que escogió emigrar en busca de una nueva vida. La culpa política no se trasmite de manera genética, y aunque sin duda hay casos puntuales de vástagos que usan el exilio como campo de inversión del dinero y los intereses del régimen, la mayoría de los “hijos de” que hoy residen fuera de Cuba son personas que sencillamente decidieron hacer su propia vida al margen de un sistema fracasado.
En realidad, no son más ni menos castristas que el resto de los emigrados cubanos de su generación. En muchos casos, se trata de una élite educada para una sucesión generacional que nunca llegó, y que tras comprobar sus oportunidades frustradas prefirió empezar, muchas veces desde cero, en otro lugar.
Tratando de organizar mis ideas, he hecho una lista rápida de algunos hijos de altos funcionarios del gobierno cubano que actualmente viven fuera de Cuba:
Alina Fernández Revuelta, hija de Fidel Castro;
Juan Juan Almeida, hijo del comandante Juan Almeida Bosque;
Javier Leal, hijo del Historiador de la Ciudad y miembro del Comité Central Eusebio Leal Spengler;
Agustín y Ramirito, hijos del comandante Ramiro Valdés Menéndez;
Antonio Luzón, hijo del General de División y vicepresidente del Consejo de Ministros Antonio Enrique Luzón Batlle;
Josué Barredo, hijo del director de Granma, Lázaro Barredo;
Ofelia Crombet, hija de Jaime Crombet Hernández-Baquero, miembro del Comité Central del PCC;
Iván, Lily y Juan Carlos, hijos de Ministro del Interior José Abrantes, condenado en la Causa 2/89;
Déborah y Ernesto, hijos del General de División Leonardo Ramón Andollo Valdés;
Sergio Montané, hijo del comandante Jesús Montané Oropesa;
Yotuhel Montané (preso por tráfico de drogas), nieto del comandante Jesús Montané Oropesa;
Cynthia, Mirell y Romy Vallejo, hijas del comandante René Vallejo;
Alexis y Margarita Roca, hijos del Ministro de la Industria Alimenticia, Alejandro Roca Iglesias, preso por corrupción;
Diana Ochoa, hija del general Arnaldo Ochoa Sánchez, condenado en la Causa 1/89;
Ileana y Antonio de la Guardia Jr, hijos del coronel Antonio de la Guardia Font, condenado en la Causa 1/89;
Héctor Jr, hijo del coronel Héctor El Güiro Carbonell Méndez, condenado en la Causa 2/89;
Raquel Serguera, hija del comandante Jorge Papito Serguera;
Diana y Deborah Cuza, hijas del ex jefe de la marina y contralmirante José L. Cuza Téllez-Girón;
Acacia y Marcos Gómez, hijos del comandante Delio Gómez Ochoa y Acacia Sánchez Manduley;
Raúl, María Teresa, Piqui y María Victoria: hijos de Marta Artecona, coronel del MININT, fallecida en Miami;
Gustavo Rodríguez López-Callejas, hermano de Luis Alberto Rodríguez López-Callejas e hijo del General de División Guillermo Rodríguez del Pozo;
Alexis Padrón, hijo del mayor Amado Padrón Trujillo, condenado en la Causa 1/89;
José Pepito Padrón, hijo del ex coronel del MININT y fundador de la Corporación CIMEX, José Luis Padrón;
Camilo Loret de Mola, hijo del coronel y viceministro del SIME Gustavo Loret de Mola;
Iván López, hijo de José López Moreno, ex director de JUCEPLAN;
Angelito Machaco Ameijeiras, hijo de Ángel Machaco Amejeiras Delgado;
Tania Ameijeiras, hija del comandante Efigenio Ameijeiras Delgado;
Carlos, Elizabeth y Niurka Lahite, hijas del coronel Carlos Lahite y la Teniente Coronel Daysi López Azcaño;
Juan Carlos y Sasha Figueredo, hijos del comandante Carlos El Chino Figueredo Rosales;
Lisa Pérez Rottman, hija de Orlando Pérez Rodríguez, vicepresidente de la corporación CIMEX;
Ramón, Laura, Yoyo y María Victoria Ibarra, los hijos de Kiko Ibarra, viceministro de la Construcción;
Rolando Anillo, hijo de René Anillo Capote, ex viceministro de Relaciones Exteriores;
Aicel Gálvez Amaro, hija del General de Brigada William Gálvez Rodríguez;
la hija de José Pepe Ramírez Cruz, fundador de la ANAP; el hijo del comandante Belarmino Castilla; la hija de Pedro Álvarez, el de ALIMPORT…
Se trata —por supuesto— de una lista incompleta, a la que siempre podrán contribuir los lectores. Este name dropping provoca cierto morbo, para qué negarlo. Pero lo realmente interesante del asunto sería recopilar los testimonios de estas personas; preguntarles por qué salieron de la isla, si pesó más la purga contra sus padres, el desencanto del sistema, la necesidad de progresar o de construir un mundo propio. Como enseña aquella célebre novela de Turgueniev, Padres e hijos, una fractura generacional oculta muchas veces otras coordenadas más complejas: un cambio en la visión del mundo, el ascenso del nihilismo, las frustraciones sentimentales…
Cuento entre mis amigos a varios hijos de embajadores, militares, ministros y viceministros. Son lo más cerca que estuvo Cuba de tener una clase media postrevolucionaria. Algunos lo tuvieron más fácil, pero no por ello su exilio me resulta menos legítimo. A fin de cuentas, nunca he creído en el igualitarismo y opino que no hay nada más socialista que el rencor de clase. El diluyente de la servidumbre ideológica que sostiene sistemas como el cubano es un tema complejo, que no merece ser reducido a la lógica del ajuste de cuentas generacional. El exilio masivo también fue una manera de atemperar, como escribía ayer Yoani Sánchez, los paternales furores ideológicos de otra época. Me consta que hay verdaderas tragedias familiares detrás de una lista de apellidos y que en muchos casos los “hijos de papá” y los simples “plebeyos” fuimos víctimas del mismo Leviatán. Me sorprende que hay mucha gente que casi hubiera preferido ver consumado el nepotismo del fatum revolucionario: que los hijos ocuparan los puestos de sus padres, para poder juzgarlos por el mismo “pecado”.
Yo, en cambio, no entiendo ni comparto ese interés en recordar la culpa de un apellido o de una crianza privilegiada; prefiero que hayan escogido irse de un país en ruinas a otro donde se imaginan más libres, más prósperos y más felices.
"REVOLUCIONARIOS PERO DESDE LEJOS,,,,,,ASI CUALQUIERA"