Creo haya sido mi generación, la integrada por jóvenes y niños en el año 1959 cuando arribaron los Castro al poder, la más incauta y romántica de todas las que la sucedieron. Tomamos las banderas entregadas por nuestros padres sin mirar para atrás y nuestra inocencia fue muy bien utilizada, no solo por nuestros progenitores, demasiado manipulada por el régimen naciente. Fuimos soñadores y laboriosos, creímos vehementemente en el futuro y nos entregamos sin condiciones a la construcción de una nueva sociedad. Fuimos rompiendo con viejos esquemas, tabúes, tradiciones, cánones, usos y costumbres. Confiamos que al hacerlo seríamos mucho más libres y sin percatarnos, el libertinaje se convirtió en una disciplina de nuestras vidas. Libertinaje que nunca comprendimos estaba dirigido a cortar ese cordón umbilical que nos unía al poder e influencia de nuestras familias, nos consideramos erróneamente libres. Caímos fulminados por los primeros cantos de sirenas, consignas, himnos, promesas y la eterna palabra "Patria". Aprendimos a rechazar cualquier voz diferente a la nuestra y siempre escuchábamos el eco de aquellos gritos exaltados de nuestros padres gritando ¡Paredón! ¡Paredón ¡Paredón!
El tiempo fue pasando sin que nos diéramos cuenta, ocurría mientras permanecíamos embriagados entre los festejos realizados por tantas metas cumplidas. Todas se cumplían y sobrepasaban, nos enterábamos por los noticieros. Mientras eso sucedía, el tono del discurso fue cambiando, todo estaba prohibido, todo era desviación ideológica, todos eran nuestros enemigos. Inventaron o importaron métodos de castración indolora, al menos corporalmente. Una simple "evaluación" funcionaba mejor que el más profesional escarpelo utilizado en cirugía, no dejaba cicatrices en el cuerpo. Era indoloro en apariencias y todos comenzaron a temerle hasta despertar entre nosotros ese miedo que nunca nos abandonó y convirtió en cobardes, ¿Existirá otra palabra para describirlo? Esta es la que conozco.
"¡Donde comienza el deber termina la amistad!" Escuchamos en un discurso y fue desapareciendo la palabra amigo, sobrevivió la del "socio". No conformes, aplicamos esas reglas a nuestras familias, aprendimos a delatarlos. Nunca llegamos a entender que la familia es el pilar de cualquier sociedad, ¿qué estábamos construyendo entonces? Los que lograron encontrar la respuesta se marcharon de mil maneras, muchos perecieron en ese intento. ¿Los socios? Siempre se caracterizaron por estar de acuerdo con todo lo que venía de arriba, lo manifestaban levantando la mano. ¡Qué levanten la mano los que están de acuerdo! Decía el secretario de aquella reunión y allí estaban los "socios" dispuestos, algunas veces levantaban las dos. ¡Qué levanten las manos los que están en contra! El secretario observaba el salón y todas permanecían bajas. ¡Qué levanten la mano los que se abstienen! La abstención era un voto concedido al enemigo según ese concepto revolucionario que se impuso en nuestra isla. ¿Se acuerdan de eso? Por supuesto que no, pertenecemos a un pueblo carente de memoria. ¡Qué levanten la mano los que están de cuerdo en la sanción impuesta al compañero Perico! Todas se levantaban, nadie preguntaba, nadie te defendía, estabas ausente y hasta tus "socios" te condenaban. Luego, tranquilamente y como si no hubiera pasado nada, volvían a compartir contigo ese trago acostumbrado y que generalmente tú pagabas. Pero esa pachanga también fue cortada de raíz, no se podía compartir con el enemigo sin correr el riesgo de "ensuciarse". Fue a partir de aquella fecha que todos te abandonaban como cualquier nave a la deriva, tus socios fueron presas del miedo, no querían perder el derecho al bono de una lavadora "Aurika", un televisor "Caribe", una semana en las casitas del sindicato en la playa o que su hijo perdiera el derecho a la beca. Cualquier cosa era más importante para los socios que tú. ¿No se acuerdan de eso? Por supuesto que no, pertenecemos a un pueblo carente de memoria.
Mi generación fue la más sana de todas las paridas en esa tierra, la más inocente e incauta, la más laboriosa y emprendedora, la que se entregó totalmente de cuerpo y alma. Pero todo tiene un límite en la vida y cada uno de nosotros lo sabe perfectamente. La vida es una sola y hay que vivirla, concepto muy bien asimilado en nuestras mentes herejes, ateas, impías, fornicadoras, un verdadero logro de esa revolución que luego del "Período Especial" muestra un lado falso de la moneda. Hoy tan creyentes como Chávez y el mismísimo Cardenal Ortega, oportunista diría yo. Mi generación derivó en la más dañina que ha pasado por ese país, los veo en los desfiles y escucho sus manifestaciones. No aceptan estar equivocados y mucho menos ser los responsables de la destrucción de nuestra isla. No lo hicieron con sus propias manos, ellos no son responsables directos de este crimen, solo han sido cómplices directos por cobardía, pasividad y miedos, quizás por no perder el bono de un televisor. Lo cierto es que toda la obra de sus sueños en ese futuro inalcanzable e inexistente, se ha transformado en maldad y odios, frustración y negación de los errores cometidos. Los veo y escucho utilizando el mismo discurso de siempre. Olvidan que para sobrevivir a tiempos tan difíciles, se vieron obligados a encerrar en sus closets lo poco que les quedaba de orgullo mientras sus hijas se prostituían para aliviar el dolor de sus estómagos. Muchos han partido sin ver el resultado total de sus obras, la trasmisión de ese miedo y cobardía a sus propios hijos.
El tiempo no se detiene y han llegado a estas tierras el fruto de nuevas generaciones. La mía escapó de una manera diferente a la de ellos, los míos escaparon en balsa o desertaron de misiones oficiales. Sufrieron severos castigos por esa manifestación de rebeldía, aquella finca no acepta a ovejas descarriadas. Muchos de los míos no pudieron escapar, el miedo a montarse en una balsa se impuso ante la valentía que produce la desesperación, se quedaron y han muerto o continúan desfilando en la plaza. Sus hijos han tenido pocas vías para escapar, la balsa es la menos utilizada. Aparecen las lanchas rápidas y ese tráfico humano del que varios gobiernos se mojan con sus dólares, pero no son muchos los que pueden pagar más de $10 000 dólares. Queda entonces la visa que otorga una tibia vagina o un erecto pene caribeño, cubano. ¿Quiénes son los padres de esos jóvenes prostituidos para escapar? Los mismos de mi generación, la aberración moral en sus desesperos, los convirtió en cómplices de algo por la que tanto lucharon, la erradicación de la prostitución. Peor aún que el dolor experimentado por nuestros abuelos, las putas de sus épocas ejercían el santo oficio en barrios destinados a ello. Los de mi generación fueron tan cobardes que lograron conciliar el sueño escuchando los gemidos de sus hijas en su propia casa.
No ha sido la única manera de escapar de aquel infierno, existe una visa algo más honorable, la que ha otorgado aquel abuelo español al que este gobierno le robó el fruto de sus sacrificios, el trabajo de toda una vida. Me refiero al gallego casi olvidado y condenado por nosotros mismos, los de mi generación y la de sus hijos. No todo el mundo puede ser gallego, no cuentan los negros que fueron sus esclavos aunque mantengan sus apellidos. Lo cierto es que esa segunda generación y parte de la mía, ha sabido explotar al máximo las cenizas de sus difuntos. ¡Aplausos! Yo celebro cualquier vía de escape que se presente para abandonar ese paraíso celebrado por tantos idiotas en el mundo.
Hasta aquí todo muy bien, solo en apariencias. Veo y escucho las manifestaciones de viejos que comienzan a molestar y apestar en la isla, pertenecen a mi generación. Solo que allá y debido a la mala vida que les deparó ese futuro por el que aparentemente "tanto" han trabajado, su envejecimiento ha sido demasiado acelerado. Veo y escucho las manifestaciones de sus hijos cuando se encuentran del lado de acá y me espanto, no quisiera oírlos ni verlos. En términos generales manifiestan ser "apolíticos", aparentemente no les importa nada de lo que ocurre en la isla, luego te das cuenta que todo es falso, lo son y serán como sus padres, aceptaron muy bien que les inocularan sus cobardías y cobardes son. No desean manifestarse en contra de lo que ocurre en su tierra y no los culpo, me inclino por condenar a sus padres, los que pertenecen a mi generación. Son indiferentes, insensibles ante el dolor nacional, carentes de identidad, puros "parias" que nacieron en cunas "revolucionarias". Repito, no los culpo ni condeno, considero que son en apariencias "inocentes", bueno, mientras no se demuestre lo contrario.
Si mantuvieran esa postura de indiferencia ante lo que sucede en el país que se vieron obligados a abandonar, sus presencias en estas tierras pasarían inadvertidas. Resulta que no es así, sus posiciones "apolíticas" son falsas. Leo algunas notas que circulan por Internet y los encuentro manifestando que "Rajoy" es un hijo de puta, como si pudiera resolver en solo unos meses los daños causados por Zapatero. ¿Y si lo fuera? ¿Dijeron algo en contra de la tiranía que los condujo hacia ese país? ¡Vergüenza deberían sentir ante la memoria de sus abuelos! Apellidos que los libró de dar el culo o la vagina para llegar casados con un Pepe a España. Los leo o escucho manifestándose en contra del sistema de salud y seguridad social de EE.UU o Canadá. ¡Pendejos son al protestar en estos países cuando mantuvieron silencio en el suyo! Estas y otras innumerables manifestaciones me han obligado a mover las teclas.
¡Me gustas cuando no escribes sobre Cuba! Me dijo un día una amiga y luego esa expresión, repetida con diferentes palabras, me llegó desde un punto distante de donde vivo. Preferiría escribir sobre mis aventuras en el mar, mis putas felices, muy distintas a las de Gabriel Márquez, quisiera escribir sobre perros y las tormentas de nieve, pero no puedo permanecer indiferente ante tanta mierda. ¿Son apolíticos o pendejos? Me inclino por la última palabra. Apolíticos ante el caso cubano, indiferentes ante sus problemas, crisis, miserias, hambre. Apolíticos que pagan la humillación de una visa para regresar a su país mientras los extranjeros no necesitan hacerlo para templarse a sus hermanas. Apolíticos para pagar uno de los pasaportes más caros del mundo que los desacredita como ciudadanos de honor por donde quiera que transiten. Apolíticos que tiemblan cuando llegan a cualquier aeropuerto de la isla en calidad de "esclavo visitante". Apolíticos que olvidaron las causas de su destierro y hoy pregonan ante el mundo que se sienten esclavos en los países de residencia. ¿Qué cojones hacen aquí, por qué no regresan? Yo sé que pedirles silencio o algo de cordura atenta contra los derechos concedidos en estos países a la libertad de expresión. ¿Hicieron algo por esa libertad en su tierra? ¡No y nunca lo harán, nacieron esclavos y cobardes!
¡Me gusta cuando no escribes sobre Cuba! Resuenan esas palabras en mi mente, me gustaría hacerlo, Cuba ni me va, ni me viene. Ya lo he manifestado en diferentes oportunidades, no me duerme ningún símbolo creado por el hombre, yo pertenezco al lugar donde voy a morir y no moriré de nostalgia.
Mi generación fue muy inocente, soñadora, cándida, laboriosa, siempre viviendo con una esperanza en algo que no existe. Luego se transformó en la más dañina que ha parido esa tierra, hoy los veo y escucho por televisión, se mantienen aferrados a sus fracasos por los miedos sembrados en sus huesos. Mi generación trabajó para exportarnos a sus hijos, los que hoy se presentan como apolíticos, mucho más cobardes que sus padres, demasiado miserables y serviles. Quisiera no escribir sobre Cuba, lo deseo infinitamente, pero cuando los leo o escucho, comparo sus palabras con la postura adoptada por los hijos de Payá Sardiñas y solo me resta una pregunta. ¿No sienten vergüenza ante estos jóvenes como ustedes? ¿Por qué no eligen mejor meterse la lengua en el culo? Como hicieron en Cuba ustedes y sus padres. Como siempre digo en cada una de mis exposiciones, existen cubanos que no son merecedores de estas palabras, hay excepciones, muy pocas, pero las hay.