El trauma de Lázaro Fariñas

Cuba actualidad, Santa Fe, La Habana, (PD) En Estados Unidos viven más de dos millones de cubanos. Solamente en Miami vive cerca de un millón. Pero solo uno de ellos me intriga. No le gusta el pluripartidismo, tampoco el ambiente electoral que se vive en ese país cada cuatro años y mucho menos su economía, una de las más importantes del mundo. Dice, lo dejó escrito en enero de este año, que "el mundo entero debería tener piedad con los latinoamericanos que residimos en el sur de la Florida".

Me refiero al periodista cubano Lázaro Fariñas, radicado en Miami desde hace más de cincuenta años. Se queja, el muy infeliz, de ser atacado en las calles, de estar sometido a un intenso bombardeo.

Son bombas que al parecer jamás le han hecho ni un rasguño en su cuerpo. Pero vamos a creerle a Fariñas, con su cara de buena gente, de amante fiel de la dictadura castrista, la que trata de elogiar en sus escritos publicados en el periódico Juventud Rebelde, de Cuba, redactados desde su misma casa, quien sabe si mientras contempla extasiado las lindas playas de Miami.

El pobre Fariñas padece de traumas sicológicos producto del ¨bombardeo¨ que sufre en esa ciudad norteamericana. No importa que se le vea en la foto con sus buenos cachetes, su barba bien peinada y sus espejuelos a la moda. Fariñas sufre por no vivir rodeado del latifundio del marabú que adorna los paisajes cubanos, por no poder vivir en Centro Habana, con sus explosiones subterráneas y sus edificios a punto de caerse, por no poder vivir en un país donde el descontrol y la chapucería están a la orden del día, por no poder beber de la mala y escasa leche que los viejos tienen que comprar a dólar el litro, los que no pueden consumir pescado, para poseer menos riesgo de trombosis.

Este colega nuestro no va preso como mis compañeros cuando dicen "abajo Fidel, abajo la Dictadura". Él puede escribir contra un país que le ha dado refugio toda una vida, sin que lo lleven a una unidad de policía.

Todo parece indicar que no le agrada la abundancia de comida, la libertad, el Estado de Derecho que disfruta como un fanático de izquierda, dentro del monstruo imperialista.

No sé quién me dijo que Fariñas se fue de Cuba cuando Miami era de los pobres, cuando por 50 dólares se podía hospedar en los hoteles de Miami Beach y por 25 centavos se entraba a los cines Roxy y Cameo para ver "El día que se paralizó la tierra". Pero el asunto es que sigue viviendo allí, en Miami, sin que nadie lo moleste, en vez de vivir, por ejemplo, en la calle Infanta, o Galiano, en La Habana, una ciudad destruida por una dictadura y mirando, extasiado, la suciedad de las calles y el desplome de sus edificios .
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