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Un gobierno que actúa contra el pueblo es ilegítimo
Un gobierno que no es elegido por el pueblo es siempre ilegítimo. Pero un gobierno que es elegido por el pueblo para, una vez alcanzado el poder, hacer lo contrario de lo prometido, es también ilegítimo. El hecho de haber ganado unas elecciones no le da derecho a hacer lo que le da la gana, no le da derecho a darle la espalda al electorado que le votó. El pueblo, en estas condiciones, tiene perfecto derecho a exigir su dimisión. El pueblo tiene derecho a que sus gobiernos gobiernen de acuerdo con el mandato popular. Ésta es la esencia de la democracia, de la soberanía popular. Hay que cambiar este sistema que permite que los gobiernos, aun siendo elegidos por el pueblo, actúen en su contra sistemáticamente.
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No tenemos una democracia real
La democracia no consiste sólo en elegir a nuestros gobiernos. De nada sirve elegirlos si luego no cumplen sus compromisos electorales. Un gobierno democrático debe gobernar de acuerdo con el interés general, debe responder ante el pueblo. No se trata de elegir a nuestros dictadores cada X años. Actualmente, a la hora de votar, no tenemos mucho donde elegir, casi no podemos escuchar a otras formaciones políticas, pues las mayoritarias acaparan los grandes medios de comunicación, apenas nos explican los programas electorales, nuestros votos no valen igual dependiendo de a qué partido se vote y desde qué lugar se haga. Por si todo lo anterior fuera poco, nuestros votos son simplemente cheques en blanco. El pueblo no tiene aún realmente el poder. Por esto los ciudadanos de a pie nos sentimos impotentes. No nos representan. Nosotros les votamos pero ellos actúan contra nosotros, representan los intereses de ciertas élites. La democracia es el gobierno de la mayoría respetando a las minorías, los derechos humanos de todos los individuos. ¿Dónde está el gobierno de la mayoría? Lo llaman democracia y no lo es. Esta “democracia” es una estafa.
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Hay alternativas
Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad decía el ministro de propaganda de la Alemania nazi. A base de repetirnos machaconamente en los grandes medios de comunicación (controlados por personas con mucho dinero o por políticos a su servicio) que no hay alternativas, mucha gente se cree esta mentira. El pensamiento único es un claro síntoma de que vivimos en un sistema alejado de la auténtica democracia. Como comprobamos cualquiera de nosotros en nuestras experiencias vitales cotidianas, casi siempre hay alguna alternativa. Basta con acceder a otra prensa, disponible en Internet, para descubrir que existen alternativas, no sólo para salir de cualquier crisis, sino que también para construir una sociedad distinta, más justa, más libre, más racional. Sin embargo, mientras no tengamos un sistema realmente democrático, en el cual exista una verdadera libertad de prensa, en el cual toda la prensa sea independiente, informe y no manipule, dichas alternativas no podrán ser conocidas por la mayoría de la población. Por ahora, sólo quienes tienen acceso a Internet y conocen ciertas páginas, quienes con su iniciativa se atreven a investigar, quienes tienen una rebeldía innata, pueden liberarse del pensamiento único. La igualdad de oportunidades, entre las ideas, entre las personas, es el ADN de la democracia. En la vida en sociedad la libertad no es posible sin la igualdad en las relaciones sociales. Cuando todas las ideas tengan las mismas opciones de ser conocidas, cuestionadas, probadas, es cuando realmente podremos resolver los grandes problemas crónicos de nuestra sociedad.
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Otro sistema es posible
Debemos cambiar el sistema político para que los gobiernos gobiernen de manera diferente, para que estén obligados a gobernar de acuerdo con el interés general, para que respondan ante el pueblo. De un sistema podrido es muy difícil que surjan gobiernos que no lo estén. La democracia representativa puede mejorar mucho si, entre otras cosas, tenemos una ley electoral donde todos los votos valgan igual, si los programas electorales son de obligado cumplimiento (mandato imperativo), si los gobiernos pueden ser expulsados inmediatamente del poder si el pueblo así lo desea (revocabilidad), si hay referendos frecuentes y vinculantes, si los poderes son independientes entre sí (sobre todo respecto del poder económico). No podemos esperar que un partido político financiado por la gran banca o por el gran capital gobierne para favorecer al pueblo, gobernará siempre para quienes le financian. Además de todo esto, la democracia (realmente) representativa debe complementarse con la democracia directa, la cual hay que priorizar siempre que sea factible. Asimismo, hay que exportar la metodología democrática a la economía, al centro de gravedad de la sociedad. Nuestra actual democracia puede y debe ser regenerada. Y esto se hace a través de un proceso constituyente en el que el pueblo toma la iniciativa para construir una nueva Constitución. El pueblo tiene derecho a elegir su régimen político. La transición a la nueva democracia debe hacerse con la máxima participación popular posible. No habrá democracia real sin una transición real.
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El pueblo debe luchar
No podemos esperar ingenuamente que los mismos que nos están hundiendo nos salven. La democracia real no vendrá de arriba. Las élites que nos gobiernan necesitan evitarla. Quienes se enriquecen a nuestra costa no quieren la democracia, no desean la igualdad. Necesitan que nos creamos que tenemos una democracia para que su dictadura camuflada continúe. Nos usan como marionetas para hacer con nosotros lo que quieren. Sólo les interesa que votemos para legitimar su dictadura disfrazada de democracia. Los hechos nos están demostrando con contundencia que no tenemos una democracia y que seremos nosotros, los ciudadanos corrientes, el pueblo, quienes deberemos luchar por ella. Ningún derecho ha sido nunca regalado. La libertad nunca es concedida, es conquistada. No sólo debemos luchar para no perder los derechos que tanto costaron lograr en el pasado, debemos luchar también, sobre todo, para que nunca puedan arrebatárnoslos, para no vivir bajo la amenaza permanente de la involución. No sólo debemos luchar para no retroceder sino que también para seguir avanzando. No dejemos que nos distraigan con cortinas de humo. De poco sirve la soberanía nacional si no se ve acompañada de soberanía popular. No perdamos de vista lo esencial. Debemos luchar por la democracia real, por el poder del pueblo. La solución es la democracia. El pueblo debe asumir el protagonismo de su destino. Del pueblo depende. Sólo el pueblo puede salvar al pueblo.
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¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros?
En primer lugar, informarnos mejor, practicar el pensamiento libre y crítico. Debemos tener una mentalidad mucho más abierta. Es imprescindible que diversifiquemos nuestras fuentes de información, que contrastemos suficientemente, entre la prensa más conocida y la menos conocida, entre la capitalista y la anticapitalista. Cuanto más contrastemos, mejor. Más Internet y menos televisión. Concienciémonos y concienciemos a nuestro alrededor. A nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo,.. El boca a boca, tradicional y digital, es imprescindible. Es posible y necesario un sistema mejor. La clave está en la democracia, en desarrollarla. Salgamos a la calle para intentar cambiar el sistema. Promocionemos libros, artículos, noticias, webs,... Usemos las nuevas tecnologías para propagar ideas alternativas, para romper el nefasto y artificial pensamiento único. Votemos responsablemente, con coherencia, a aquellos partidos políticos que apuesten por hacer cambios profundos, por regenerar la democracia. Demos oportunidad a otras organizaciones. No olvidemos las traiciones. Por lo menos, dejemos de votar a los partidos que sistemáticamente nos toman el pelo. Como mínimo, dejemos de echar más leña al fuego, de realimentar al actual sistema. Hagamos las huelgas, hablemos con nuestros compañeros de trabajo para unirnos. Seamos activos. Entre todos podremos. Es una tarea de todos, menos de un 1%.
El sistema hace al individuo, pero el individuo también contribuye a que el sistema sea de tal o cual manera. Cada uno de nosotros tiene una parte de responsabilidad en la situación general que tenemos. Si queremos cambiar las cosas debemos cambiar radicalmente de actitud. Debemos despojarnos de la comodidad, de la apatía, de la indiferencia, del conformismo, del derrotismo, del miedo, del individualismo, del sectarismo. El sistema lo hacemos entre todos, depende fundamentalmente de la manera de comportarse del conjunto de la ciudadanía. Indudablemente, unos pocos (los políticos, los banqueros, los grandes empresarios) tienen mucho más poder que el resto, pero si el pueblo se une, esas minorías no tienen nada que hacer. Somos muchos más que ellos. El pueblo unido jamás será vencido. Debemos luchar colectivamente, pero también individualmente. Cada uno puede aportar su granito de arena, no debemos eludir nuestra parte de responsabilidad en espera de esa necesaria unidad de acción. Al mismo tiempo que trabajamos por unirnos, por organizarnos, por luchar de manera colectiva, contribuyamos al cambio cada uno de nosotros en el día a día. Cambiar la sociedad requiere un esfuerzo titánico, el cual debe ser distribuido todo lo posible. No se trata de que unos pocos se esfuercen mucho sino de que muchos se esfuercen un poco. Si sólo unos pocos llevan la batuta, tarde o pronto, se agotarán, además de que los excesivos protagonismos personales son siempre peligrosos para la causa democrática. ¡Sí se puede! Otro mundo es posible y necesario. De ti y de mí depende.
Blog del autor: http://joselopezsanchez.wordpress.com/