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General: MANELIC
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De: OSCARJ (Mensaje original) |
Enviado: 18/01/2013 22:22 |
MANELIC
Como una cabra arisca bajó de su montaña, de su montaña que era salvajemente huraña como su espíritu hecho a las bravas alturas, como su cuerpo en donde dejaron huellas duras el sol de fuego, el soplo de las tormentas locas y mordidas de lobos y arañazos de rocas.
Bajó de los picachos a la llanura un día; allá dejó el rebaño, la choza, la jauría, los agrios vericuetos, las claras soledades dominio de las águilas y de las tempestades.
Arriba dejó todo cuanto su vida era, y con un dulce sueño dentro del alma fiera, vino a la tierra baja, a tierra misteriosa que miraba de lo alto como una vaga cosa que no le era dado conocer hasta cuando bajase por la amada, que le estaba esperando.
¡ La amada, la hembra llena de suavidad, aquella que él miraba en las noches temblar en cada estrella, a la que luego en sueños como una luz veía, y que en el sol brillaba al despertar el día, aquella en que pensaba sin tregua año tras año, viendo cómo, en los riscos se ayuntaba el rebaño, y cómo en el silencio del monte adormecido, las águilas buscaban el calor de su nido ¡
Y así vibrante bajo las pieles de su sayo, su ser, quizás engendró de una cumbre y un rayo, ingenuo y primitivo, enamorado y fuerte, el pastor bajó un día de cara hacia la suerte.
¡ Y ahí , en la tierra baja, en la tierra del amo, Manelic halló cruda decepción al reclamo de un amor que él quería nuevo, fértil y suyo, ¡suyo no más! Alegre como un temprano arrullo de tórtola, como eco de canción un cariño como un regazo donde durmiese como un niño ¡
¡ Y supo que ahí, lejos de los hoscos rediles que dejó en la montaña, los hombres eran viles, más viles y traidores que las malas serpientes que abajo se arrastraban lo mismo que las gentes!
¡ Y supo que su amo, el amo que le daba la mujer que allá arriba como un cielo soñaba, era más vil que todos y que también mentía, y que era como un lobo que robaba y huía ¡
Supo algo más horrible: la mujer de su sueño era del amo. El amo era el único dueño de todo: de la tierra, del amor, de la vida ¡... El era sólo un siervo, la bestia encarnecida, una cosa... un pedazo de carne esclavizada, sin derechos, sin honra, sin amor y sin nada!
Y entonces, entre el asco de toda la mentira, de toda la cruel beja del mundo sintió ira, ira trágica noble de león provocado que se ha dormido libre y despierta enjaulado. Y oyó que de él reían como de simple y bobo, ¡ De él que igual que un hombre estrangulaba a un lobo ¡ Ya no pudo más ¡ Un día se alzó contra el tirano y le arrancó la vida. ¡ Con su plebeya mano se hizo justicia el siervo... ¡ Todos enmudecieron Ante el soberbio triunfo y estupefactos vieron cómo el pastor hirsuto, labraba bestia huraña, ¡ Con su mujer en brazos se volvió a su montaña ¡
¡ Oh, Manelic ¡ ¡ Oh plebe que vive sin conciencia de tu vida oproviosa, que arrastras la existencia dócil al yugo innoble, que adormeces tu alma de hierro, en el marasmo de ignominiosa calma ¡
¡ Oh Manelic, oh carne santa y pura del pueblo, carne abierta bajo el golpe del látigo infamador; despierta ¡
Cuando entre la impudicia de los hombres te sientas, cuando en tu pecho el odio desate sus tormentas, cuando todo te nieguen y te insulten el orgullo, levántate y exige que te den lo que es tuyo ¡ Levántate. ¡ Tú eres la fuerza y el derecho ¡ Si te estrujan la vida, si te infaman el lecho, si te pagan la honra con mezquino mendrugo. No envilezcas de miedo soportando al verdugo ¡
¡ No lamas como un perro la mano que te ata ¡ haz pedazos los grillos, y si te asedian, ¡¡ Mata ¡! No temas nada y hiere, porque Dios es tu amigo y por tu brazo a veces desciende su castigo. ¡ Que la soberbia aleve halle tu brazo alerta, que a veces es justicia que la sangre se vierta ¡
¡ Oh Manelic ¡ ¡ Oh plebe que vives en la altura ¡ Ven a la tierra baja, desciende a la llanura, y cuando aquí te arranquen en miserable robo Tu ilusión, que tus manos estrangulen al lobo ¡ ¡ Que lo fulmine el rayo que vibra en tus entrañas, y después, con lo tuyo, regresa a tus montañas ¡.
Antonio Mediz Bolio. |
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Lindo poema que yo llamaría de protesta maya
Antonio Mediz Bolio Cantarell: Poeta Yucateco
Considerado el intelectual yucateco más importante de la primera mitad del siglo pasado y el dramaturgo más valioso del período carrancista, Antonio Mediz Bolio Cantarell nació el 13 de octubre de 1884 en la ciudad de Mérida, Yucatán.
Aunque actualmente se le recuerda únicamente como el autor de La tierra del faisán y del venado, su producción literaria fue vasta y muy variada, pues lo mismo incursionó con éxito en el Teatro como en la poesía, el ensayo, y el periodismo.
Se graduó como abogado en la Facultad de Jurisprudencia de Mérida.
Se inició como periodista en 1898 en la Revista “El Salón literario”; en 1903 publicó poemas suyos (su poesía es considerada modernista, con tintes románticos) en la revista “Pimienta y Mostaza bajo el seudónimo de “Radamés” y entre 1911 y 1924 colaboró también con “La Revista de Mérida”. Fue director de la revista “La Arcadia” de 1905 a 1906 y “El Ateneo de Mérida” en 1916. También dirigió los diarios “Nueva Era” y “El Intransigente” (1912).
Se exilió en la Habana, Cuba cuando Victoriano Huerta usurpó el poder en 1913, pues el era partidario de Francisco I. Madero. Ahí escribió para “El Heraldo de Cuba” artículos contra la dictadura de Huerta. A su regreso dirigió la Escuela de Bellas Artes de Yucatán durante el gobierno de Salvador Alvarado, así como “La voz de la revolución” al lado de Antonio Ancona Albertos.
En su faceta como político es digno de mencionar que fue Presidente, en 1919, de la Legación Mexicana para los Festejos del Día de la Raza en Madrid; entre 1920 y 1921 fungió como encargado de negocios en España y Colombia; fue primer secretario y encargado de negocios interino en las legaciones en Argentina, de 1921 a 1922 y en Suecia entre 1923 y 1924; y, por último, enviado especial y ministro plenipotenciario en Costa Rica y en Nicaragua de 1925 a 1932.
A su regreso a México, se desempeñó de 1932 a 1934 como Director de Acción Cívica en el Distrito Federal; fue también director de cultura popular del Partido Nacional Revolucionario en 1936; director del Departamento de Arqueología del Museo Nacional de 1937 a 1939; así como representante del estado de Yucatán en la Ciudad de México; y consultor de la Presidencia de la República bajo el mandato de Miguel Alemán. Fue también precandidato a la gubernatura de Yucatán en 1933 y Senador de la República en 1952.
Como docente impartió clases de lengua y literatura mayas en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Escuela de Verano, de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1935 a 1939.
Como dramaturgo fue muy prolífico y ya había dado a conocer varias de sus obras desde Yucatán como Alma bohemia, en 1905, Vientos de montaña en 1908 y México estrena Mirza en 1906, El marquesito enamorado, en 1916, y La ola en 1918.
A pesar de lo extensa y multifacética que pudiera resultar su producción literaria, sin duda alguna su obra más valiosa fue “La tierra del Faisán y del Venado”. Con respecto a esta obra, en una carta en la que le pide a Alfonso Reyes que escriba un prólogo para su libro él la define así: “He pretendido hacer una estilización del espíritu maya, del concepto que tienen todavía los indios sobre sus orígenes, su grandeza pasada, sobre la vida, la divinidad, la naturaleza, la guerra, el amor, todo dicho con la mayor aproximación posible al genio de su idioma y a su estado de ánimo en el presente... He pensado el libro en maya y lo he escrito en castellano...”. Ocho años después de su publicación, Mediz Bolio da a conocer su traducción de El libro de Chilam Balam de Chumayel, desde Costa-Rica, en el año de 1930. En esa época, Mediz Bolio es designado Socio Correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y en 1946 es elegido Socio de Número en sustitución de Antonio Caso.
Con respecto a sus poemarios podemos citar: “Evocaciones”, publicado en 1903; “La casa del pueblo del Mayab”, en 1928, “Las cuatro Colmayel” y “La tierra es mía”, ambas en 1953. Aunado a sus trabajos puramente literarios, también fue autor de las letras de “El caminante del Mayab”, “Campanitas de mi tierra”, “Xtabay” y “Yucalpetén”, todas musicalizadas por Guty Cárdenas, con quien pensaba realizar una serie de doce canciones con aires de leyenda. La prematura e inesperada muerte de Guty truncó este proyecto y los temas restantes se vieron para siempre perdidos.
Su obra “A la sombra de mi Ceiba” se publicó en 1956 en México por la Editorial Botas con el subtítulo de “Relatos fáciles”. En noviembre de ese mismo año se le rinde un homenaje en Yucatán con motivo de los 50 años del estreno de su obra “Alma bohemia”. En este homenaje participan alrededor de veinte escritores e investigadores, entre los que destacan Andrés Henestrosa, Juan Rejano y Pedro Garfias. Se le otorga una gran cantidad de diplomas y es nombrado “Doctor Honoris Causa” por el Instituto Campechano de Cultura.
Andrés Henestrosa lo describía así: "Vive en Yucatán, en su finca de Ochil cercana a la ciudad de Mérida, Antonio Mediz Bolio, patriarca de las letras yucatecas contemporáneas. Como una Ceiba, el viejo escritor se encuentra sembrando en su tierra, con las ramas y las hojas, las flores y los frutos al viento de su pueblo y al amparo de un cielo y un sol familiares".
Gracias a la obra de Antonio Mediz Bolio, el siglo XX fijó su atención en el legado milenario de la cultura maya. Falleció a la edad de 73 años, el 15 de septiembre de 1957 en la Ciudad de México.
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