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General: Sudamérica ve una Europa paralizada por el miedo
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من: t-maria2 (الرسالة الأصلية) |
مبعوث: 20/01/2013 16:49 |
Sudamérica ve una Europa paralizada por el miedo
Intelectuales de América Latina observan con preocupación la
resignación con la que los ciudadanos europeos afrontan el atropello de
sus derechos
El europeo que trate de cruzar un paso de peatones en Buenos Aires
quizás se sorprenda al comprobar cómo casi ningún conductor respeta el
semáforo en verde para el transeúnte. Sin embargo, lo más llamativo no
es eso, sino la mansedumbre con que los caminantes ven cómo se les echan
encima motos, coches y autobuses y se quedan quietos y callados; a
veces saltan o corren tratando de sortear los coches, siempre sin
rechistar, como si asumieran que cuando impera la ley del más fuerte no
tiene sentido reclamar los derechos. La escena, tan cotidiana en las
calles de América Latina, puede servir para explicar el asombro que
buena parte de los intelectuales de este continente sienten al ver la
“resignación” con que Europa acepta que el mayor peso de la crisis
económica recaiga sobre las espaldas de los más débiles.
El filósofo argentino Ricardo Forster, simpatizante con el Gobierno de Cristina Fernández,
recuerda que en la Argentina de los noventa el discurso hegemónico era
el de los economistas ortodoxos. Y la expresión en boga era “esto es
inexorable”. Las peores medidas económicas parecían inevitables. “Eso
significó el miedo a las mutaciones. Europa guarda el miedo de sus
propios excesos: las revoluciones, los fascismos, el estalinismo,
dejaron el miedo como herencia. Y ahora, ciertas ideologías de la
ortodoxia económica trabajan sobre ese miedo: miedo a perder lo que se
tuvo, la estabilidad. Es genuino el miedo. Algo parecido ocurrió en la
Argentina de los noventa. El hombre común y corriente siente la
sensación de que delante de sí hay un abismo, una fragmentación, una
pérdida de derechos… He estado hace poco en España y algunos amigos
catedráticos me han contado cómo les han quitado las pagas extras, lo
que aquí llamamos aguinaldos. Eso no sucedió en Argentina ni en los
peores momentos de la crisis. Y ellos me lo decían con cierta
resignación. En Francia, sin embargo, la sociedad sigue teniendo una
conciencia del rol del Estado mucho mayor. Pero es un momento muy
desafiante, muy rico. Las sociedades opulentas piensan cada vez menos.
Ojalá esto ayude a Europa a mirarse a sí misma, repensarse”.
Europa continúa siendo para muchos latinoamericanos un espejo donde
mirarse. Pero el espejo, cada vez se ve más lejano y empañado. “Una
crisis financiera (o muchas juntas, con sus respectivos correlatos
sociales) no pueden echar abajo siglos de crecimiento cultural”, señala
el peruano Dante Trujillo, director-fundador de la revista literaria Buen Salvaje.
Pero esa decadencia, unida al “desarrollo económico y el crecimiento
cultural de Sudamérica” permite a Trujillo replantearse “quién es hoy el
buen salvaje”.
El escritor uruguayo Mauricio Rosencof observa una Europa fluctuante,
“que quiere y no puede”, una Europa donde se ven contenedores de basura
cerrados con candados para que los españoles no retiren alimentos que
pueden estar en mal estado. “Eso, teóricamente, debería dejarse para
América”, señala.
El actor peruano Jason Day cree que “aunque aun hoy un viaje a París
es un viaje a París, la atención se la roba quien ya pasó una semana en
la China o unos días en Singapur”. “El peruano promedio conduce coches
orientales. Ni el Ferrari ni el Aston Martin son para nosotros. Aunque
los admiramos y deseamos, sabemos que corresponden a otra realidad. ¿A
qué aspiramos? A ‘ganarle a Chile’, a hablar chino, a negociar con
coreanos y, tal vez, algún día, por qué no, a conocer París, donde murió
nuestro César Vallejo querido. Eso, porque sigue dando cierto status
social tener una foto en los Campos Elíseos. Para un reducido grupo de
intelectuales, artistas, académicos y personas de mucho dinero, Europa
sigue siendo el continente de la alta cultura. Berlín, para los que
saben, es el centro cultural del mundo. Está a la vanguardia en arte,
música, diseño, arquitectura... Pero nada de eso tiene mayor
trascendencia en la vida diaria del peruano promedio. En cualquier caso,
no pasa desapercibida para nadie la cantidad de europeos que están
llegando al país para quedarse; sabemos que por allá no la están pasando
muy bien. Y sabemos cómo se siente no pasarla bien”.
Esa consciencia de que Europa atraviesa por muy mal momento puede
generar desconfianza hacia los inversores europeos. El argentino Horacio
A. Losoviz, presidente de Indra en Buenos Aires, cree que la crisis ha
reducido la “credibilidad sobre la posibilidad de recibir inversiones de
esos países”. Y la falta de credibilidad “incrementa la idea de que se
intentará llevar mayores utilidades [beneficios] y capital a la
“metrópoli” para cubrir pérdidas actuales en sus propios mercados”.
“Ante esto es fundamental mostrar que esas empresas tienen estrategias
internacionales que prevalecerán sobre el nacional de su origen. Los
diversos accionistas que participan en las bolsas de distintos países
exigen razonabilidad y eficiencia global, sin importarles el lugar de
crecimiento de sus empresas y de colocación de las inversiones”.
Algunos intelectuales lamentan que el espejo no solo haya quedado
lejos y empañado, sino roto. El abogado chileno Carlos Peña, rector de
la universidad santiagueña Diego Portales y analista político en el
diario El Mercurio, recuerda que durante muchos años, “durante
la primera mitad del siglo XX, nada menos”, el modelo a seguir para la
élite política e intelectual chilena fue el europeo, visto como “un
estado de derechos universales crecientes”. Pero… “El quiebre de la
democracia –el golpe de 1973-- fue el fracaso final de ese esfuerzo. La
dictadura sustituyó entonces el sueño europeo por el sueño americano. En
los años ochenta, los Chicago Boys lograron hegemonizar a las
élites y entonces el modelo americano se transformó en el más apetecible
y el mejor: un estado contributivo, donde cada uno recibe en proporción
a su esfuerzo. El resultado fue la privatización de la vida: la
educación, la salud y la vivienda se transformaron en logros
individuales que cada uno debía obtener sobre todo gracias a su
esfuerzo”. Chile vivió así el paso de un modelo en que los derechos eran
susceptibles de ser exigidos a la comunidad a otro donde imperaban los
“logros que cada uno debía alcanzar”. Con lo cual, “a fines de la
segunda mitad del siglo XX Chile transitó del sueño europeo al
americano. Pero luego surgió el malestar. Desde el año 2008 en adelante,
la ciudadanía (la misma que gozó de los frutos de la modernización a la
americana) empezó a quejarse por la excesiva privatización de la vida.
Las élites entonces empezaron a mirar a Europa”.
Los chilenos comenzaron entonces a reclamar la expansión de los
derechos en el área de la educación y la salud. “Pero entonces se
encontraron con que Europa estaba en crisis y que la expansión de
derechos al parecer no era del todo posible. Esa es la significación que
la crisis de Europa posee para Chile: que todos los sueños parecen
haberse roto”, concluye Peña.
El chileno Carlos Peña no es el único en pensar que los males de Europa, tarde o temprano, afectarán a América Latina.
“Europa alcanzó, durante los últimos veinte años, estándares de
democracia, transparencia, pluralismo, cuidado de las minorías, cultura y
equidad social como ninguna otra región del mundo”, recuerda el
periodista y escritor argentino Jorge Fernández Díaz. “Fue un modelo y
un faro para muchos países. Y por lo tanto, su actual crisis tiene un
impacto negativo en esas mismas repúblicas emergentes, donde se utiliza
estas nuevas tristezas europeas como coartadas para infringir las reglas
de la democracia y practicar sin complejos nacionalismos rancios y
populismos de distinto pelaje. Para los conservadores de nuestras
naciones la culpa de la crisis la tiene el “excesivo” Estado de
bienestar. Para los hombres de izquierda se debe a la práctica uniforme
del neoliberalismo. En mi humilde opinión, ha quedado suficientemente
demostrado que dejar en libertad a los buitres del mercado y a la vez
sujetar el cambio monetario han sido las verdaderas razones de esta
caída”.
Por aquí y por allá resurgen las voces en Latinoamérica que protestan
contra la hegemonía del mercado sobre la política. Una de las más
notables es la de Roberto Lavagna, ministro de Economía con los
peronistas Eduardo Duhalde (2002-2003) y Néstor Kirchner (2003-2005). Lavagna fue uno de los grandes responsables al sacar a su país de la gran crisis de 2001.
Hoy se muestra muy crítico con la política de Cristina Fernández, pero
coincide con Fernández al sostener que el resto de Europa hace mal en
tratar de cumplir las exigencias de Alemania y del Fondo Monetario
Internacional: “Los recortes que destruyen poder de compra en la
población son recesivos y no dan resultado en el término de los
equilibrios fiscales. Alemania orientó esa corriente, sostenida además
por un Gobierno de la Unión Europea en Bruselas sin ningún poder ni
influencia y un Fondo Monetario Internacional que siempre sostuvo esta
receta. Esta fue la receta que le ofrecieron a Argentina y que nosotros
rechazamos en el año 2002”. “A mí me asombra las enormes sumas de dinero
que se le dan a los bancos y me pregunto: ¿Por qué no atender a los
consumidores endeudados? Porque atendiéndolos a ellos, dándole
reprogramaciones de los préstamos, bajándoles tasas de interés,
etcétera, terminan haciendo que el consumidor recobre parte de la
confianza y empiece a demandar y a poner en marcha la economía. Solo veo
en Europa la esperanza absurda de que dándole fondos a los bancos los
bancos van a dar créditos y de esa manera van a permitir que la economía
vuelva a avanzar. Pero resulta que, cuando uno les da fondos, los
bancos utilizan esos fondos no para dar créditos sino para mejorar su
situación de capital. Con lo cual, no hay más créditos y aún si hubiera
créditos, probablemente la gente no estaría dispuesta a seguir
tomándolos porque están sobreendeudados”.
En medio de tanta frustración, Liniers, uno de los dibujantes de
historietas más conocido de Argentina, quiere extraer un mensaje
optimista: “Ustedes los europeos no están acostumbrados a los ciclos de
diez años. Acá los plazos casi siempre fueron así. En 2001 nos robaron
la plata. Como ahora a ustedes. Recuerdo que en los años ochenta, cuando
yo era chico, me robaron el walkman en una estación de tren.
Fue un ladrón que vino y me dijo: 'Te voy a cagar a trompazos si no me
das eso’. Me sentí tremendamente enojado y humillado. Pero al llegar a
casa mis viejos me consolaron. Y de forma muy rápida uno se da cuenta de
que la gente buena siempre está ahí. En Europa les están robando el walkman
ahora, pero la gente creativa sigue ahí. Eso no se pierde. Si tuvieron a
Cervantes, a Velázquez y a Caravaggio… Ya está, nos cagaron a todos”.
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“China quiere una UE más fuerte e influyente, pero distinta de EE UU”
Cui Hongjian, director de Estudios Europeos en el Instituto de
Estudios Internacionales de China, señala que Pekín quiere "aprender de
Europa en materia de justicia social"
“En los dos últimos años, las relaciones entre China y Europa
han experimentado un gran progreso. En conjunto, son buenas. No tenemos
ningún conflicto grave, aunque haya algunos problemas como demandas
antidumping. Pero esto es natural porque Europa es un gran socio
estratégico de China”, asegura Cui Hongjian, director de Estudios
Europeos en el Instituto de Estudios Internacionales de China.
Cui, de 42 años, habla en una pequeña sala muy funcional en la sede
de este centro de pensamiento (think tank), ligado al Ministerio de
Asuntos Exteriores, en Pekín. “La Unión Europea (UE) y los países
europeos son muy importantes para China, no solo en lo que respecta a
los intercambios comerciales sino a los asuntos globales. Nuestra
relación es sistémica y completa”.
El comercio entre China y la UE se ha cuadruplicado en los 10 últimos
años, hasta alcanzar 428.000 millones de euros en 2011. La Unión
Europea es el mayor socio comercial de China y su principal destino
exportador, mientras que China es el segundo socio para Europa después
de Estados Unidos.
Cui asegura que uno de los principales puntos que comparten China y
Europa es que ambos quieren tener un “desarrollo pacífico”. “Cuando
Europa plantea una intervención militar en algún país, es para detener
algo, no para conseguir algo”, dice en referencia a Estados Unidos.
“También compartimos una visión multipolar del mundo, aunque a veces
tenemos una idea distinta sobre este concepto. Para Europa,
multipolaridad significa multilateralismo. Aún necesitamos encontrar
puntos comunes más prácticos para tratar asuntos difíciles como Siria o
Irán”.
Entre los puntos de fricción, menciona las diferencias comerciales,
como la reciente investigación antidumping a los paneles solares chinos,
y los derechos humanos. De estos, sin embargo, dice que “no suponen un
gran problema entre China y Europa, pero los políticos europeos
necesitan plantear este asunto en China con frecuencia para responder a
la opinión pública”. “Y entiendo cuál es la percepción de los europeos
sobre los derechos humanos porque han sido educados así”.
Asegura que uno los aspectos que más valoran los chinos de Europa es
su experiencia en la resolución de las diferencias históricas, “cómo se
hizo la integración para superar los problemas dejados por la Segunda Guerra Mundial”.
Y dice que, según una reciente encuesta de una universidad, más del 70%
de los chinos tiene una imagen favorable de Europa. “Esto es porque no
tenemos disputas territoriales ni grandes problemas, y porque el poder
de Europa es un poder suave. Para la mayoría de los chinos, Europa es un
lugar pacífico, bonito y romántico. Y los europeos tienen un estilo de
vida atractivo”.
Cui afirma que en los dos últimos años, sin embargo, la preferencia
de los chinos por Europa “ha caído un poco” por dos motivos: la crisis
de la deuda —“se preguntan por qué los europeos discuten tanto y no
emprenden acciones”— y la existencia de noticias negativas sobre China y
cómo en los últimos 10 años no ha habido progreso en temas como la
concesión del estatus de economía de mercado y el levantamiento del
embargo de armas, que Europa impuso tras la violenta represión de las
manifestaciones de la plaza Tiananmen, en 1989.
Una de las dificultades a las que se enfrenta China en su trato con
Europa es la gestión de las relaciones a nivel de la Unión, por un lado,
y con los Estados miembros, por otro, según dice. “Esto despierta a
veces suspicacias, y hay quienes argumentan que China pretende crear
división en la UE. Los dos últimos años, China ha incrementado muy
rápido la cooperación con Alemania, y esto ha hecho preguntarse a
algunos en Europa dónde está la política común europea. China también ha
incrementado la relación con los países centroeuropeos y esto también
ha planteado interrogantes”.
Cui asegura que Pekín lo ha hecho para ganar tiempo porque, según
dice, durante este tiempo, el 90% de los temas debatidos en la UE ha
sido sobre la crisis de la deuda y China no puede esperar para potenciar
sus relaciones con los diferentes países, especialmente cuando sus
exportaciones a Europa han caído debido a dicha crisis. “China tiene que
hacer algo para detener este declive de las exportaciones. Además, hay
una demanda de estos países en este sentido”.
El investigador cree que la falta de una cabeza única decisoria en
Europa es una dificultad para China. “Pero también lo es para Europa”,
advierte. Sin embargo, reconoce que el sistema tiene sus ventajas. “A
veces, es buena para China esta diplomacia de equilibrios, tener algunas
relaciones con la UE y otras con los miembros para influir en Bruselas.
Pero, creo que, cuando haya una sola persona para tratar con China,
quizás sea mejor porque habrá mayor eficacia. La clave es en qué
contexto se produce esto. Si Europa tiene unos Estados Unidos de Europa
como unos Estados Unidos de América, con intención de superpotencia y
unilateralismo, será malo porque quizás haya más confrontaciones entre
las tres grandes potencias”.
Cui asegura que “China tiene que hacer frente a muchos y variados
desafíos al mismo tiempo” y “tener una relación práctica y fructífera
con Europa será muy útil para que logre un crecimiento económico
estable”. “Además, la cooperación mutua es buena para el mundo, para
poner freno a las superpotencias. Debemos trabajar juntos para construir
un mundo más equilibrado, en el que Estados Unidos no controle todo”.
El investigador dice que China se ha vuelto hacia Europa después de
mucho tiempo de mirar a Estados Unidos. “En los últimos 30 años, China
ha logrado un alto crecimiento económico, pero esto ya no es suficiente.
China quiere tener un desarrollo estable y sostenible durante otros 30
años, así que ahora es un buen momento para aprender más de la
experiencia europea. Queremos crecimiento económico, pero necesitamos
también justicia social. Y la experiencia en esto está en Europa. Quizás
en los últimos 30 años, China aprendió demasiado de Estados Unidos”.
Cui afirma que “lo que China desea ver es una Unión Europa más
fuerte, más poderosa y más influyente, pero distinta de Estados Unidos,
que nunca cambie sus ideales de ser una potencia suave y de contribuir
al mundo”.
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“Más que una crisis de Europa, vivimos un cambio de civilización”
El magnate mexicano opina que “Europa debe vender activos e invitar
al sector privado a que haga la inversión que el Estado ya no puede
seguir haciendo”
A los 72 años de edad, el hombre más rico del mundo hace un alegato en contra del retiro a temprana edad. Carlos Slim Helú
tiene una apretada agenda y no ha terminado una reunión cuando ya se
están congregando en torno a su mesa los convocados a la siguiente. En
esta entrevista sobre la situación europea argumenta que en su modelo
actual el Estado de bienestar construido en Europa se ha vuelto
insostenible. Explica que, entre otras cosas, se requieren ajustes para
garantizar que quienes están en el paro reciban capacitación para
empleos ligados a las nuevas necesidades. Aboga además por establecer
una edad de retiro más alta que incluya un esquema donde en los últimos
años se trabajen menos, aunque más largas, jornadas laborales.
El presidente honorario de Grupo Carso
(América Movil) ofrece su consejo para salir más pronto de la crisis:
“Lo que Europa debe hacer son dos cosas: vender activos, que bajen su
endeudamiento y sus déficits, pero también invitar al sector privado a
que haga la inversión que el Estado ya no tiene por qué seguir
haciendo”.
Pregunta. Recientemente usted declaró en una
entrevista: “Tú lees los números y los números te dicen lo qué está
pasando”. ¿Qué le dicen los números de Europa? ¿Que está pasando ahí?
Algunas políticas recesivas que se están siguiendo para hacer los ajustes agudizan más el problema
Respuesta. Es una combinación de números, de
conceptos y tiene también que ver incluso con la historia y la evolución
de las cosas. Desde hace 10.000 años, en las sociedades la tecnología
ha ido provocando los avances de civilización: la rueda, el alfabeto, la
navegación, los molinos, todo. Ese avance normalmente ha sido
paulatino, continuo. Pero de repente hay grandes cambios tecnológicos,
revoluciones tecnológicas, que provocan grandes cambios de civilización.
Pasó con la sociedad industrial, sobre todo en su segunda etapa, a
principios del siglo XX, y ahora con la sociedad tecnológica, avanzada,
acelerada. Después de pasar por una época posindustrial estamos viviendo
esta nueva civilización en la que los paradigmas son muy diferentes a
los de las sociedades agrícolas, en donde el poder era monolítico, había
esclavitud, no había derechos humanos. Hoy estamos 180 grados al revés,
esta nueva civilización es de democracia, libertad, derechos humanos,
cuidado del medio ambiente, competencia, productividad, globalización...
Este gran cambio tecnológico tiene muchas consecuencias. Después de la II Guerra Mundial
ha habido un gran desarrollo de Europa, un gran crecimiento económico,
crecimiento de la población también, pero sobre todo un gran crecimiento
de la incidencia fiscal de los gobiernos, que hacen una recaudación
sustancialmente alta del producto interno y, además de eso, tienen
déficit. Entonces están tomando una gran parte del producto interno. Y
las razones principales de lo que está pasando son que, después de la II
Guerra Mundial, los gobiernos y el Estado establecieron un Estado de
bienestar cada vez mayor que ya se volvió insostenible. Es necesario
hacerle algunos ajustes a este Estado de bienestar establecido. Se
necesitan algunos cambios estructurales, que se ve que no están
haciendo, y están acudiendo a la tradicional receta del ajuste del
déficit fiscal a través de aumento de impuestos o reducción de gasto
público. En ese Estado de bienestar las personas se están jubilando a
los 60 años en algunos lados, cuando la esperanza de vida cuando alguien llega a los 60 años probablemente es de 85 o más años,
y es de esperar que siga creciendo. Hay programas de salud universal,
que son muy importantes, pero poco eficientes y muchas veces abiertos a
los turistas. Entonces empieza a haber un seguro de salud que no obedece
a causas normales, sino que los turistas se aprovechan de esas
condiciones para hacer uso de los servicios médicos, acceder a
operaciones quirúrgicas o prótesis yendo al país que los ofrece
gratuitamente. Lo más grave que está pasando, y ahí sí los números
hablan de una manera implacable, es la gran cantidad de desempleados,
especialmente jóvenes. Eso desde el punto de vista social, económico y
en general es muy preocupante en el caso de Europa. Y no se ve que se
esté pensando en la solución de ello. Ya no es importante si el PIB
crece un punto o dos o menos dos. De todas maneras los niveles de ingreso per cápita siguen siendo altos,
no habrá una regresión a niveles de subdesarrollo. Lo grave es que ya
los niveles de desempleo son muy altos, y que algunas políticas
recesivas que están siguiendo para hacer los ajustes agudizan más el
problema.
P. ¿Qué cambios estructurales se requieren para el Estado de bienestar?
R. La edad de retiro debe ser mayor, porque en el
pasado eran sociedades de mucho trabajo físico, en la sociedad
industrial había que estar en la máquina, había que trabajar físicamente
y había un gran desgaste. Ahora son sociedades de servicios, en donde
lo importante no es la fuerza física ni el trabajo físico, sino la
experiencia y el conocimiento. En una sociedad del conocimiento, es una
tristeza que a la mejor edad del ser humano alguien deje de estar
ocupado cuando a los 60 años está en su mejor momento.
El actual estado de bienestar ya se volvió insostenible. La edad de retiro debe elevarse
P. ¿Usted ya estaría retirado?
R. ¡Uy, desde hace mucho! Eso es absurdo. En una
sociedad del conocimiento la gente con más experiencia y conocimiento se
desaprovecha porque se queda sin trabajo. Creo que debe haber una
jubilación mucho más tardía. Yo diría a los 70 años por dar una cifra,
pensando en que las personas van a vivir 85 y más años; cuando ya una
persona llega a los 65 o 70 años la esperanza de vida es mayor, la
esperanza de vida hoy puede ser 75 o 77 cuando se nace, pero el que ya
libró los primeros 70 años de vida se puede ir más para adelante. Cuando
ya llegó uno a esas edades la esperanza es mayor. Por otro lado creo
que hay que buscar por supuesto continuar con la salud universal, más
eficiente, mejor cuidada, regulada, evitando los abusos, con más
inteligencia. También debe haber redes de protección social a un nivel
adecuado y que en los programas de retiro se les pague a las personas
por capacitarse para una reconversión laboral. Es decir: yo no tengo
empleo, entonces en lugar de que me den 1.000 euros, sí, que me los den,
pero tengo que ir de tal hora a tal hora a capacitarme en equis número
de actividades en las que va a haber demanda laboral, no en las que ya
no hay demanda laboral. Es muy importante que los gobiernos estudien, y
en general los especialistas, en dónde se van a generar los nuevos
empleos en los próximos 5 o 10 años para desde ahora capacitar a las
personas para esos empleos, e impulsar las actividades en donde se van a
generar esos nuevos empleos para darle cabida a las personas nuevas que
lo demanden. Además también cabe hacer programas de empleo, sobre todo
en el caso de Europa, con fórmulas de trabajo de tres o cuatro días. En
lugar de cinco días de ocho horas laborales, que se trabajaran tres días
de 11 horas. Los tres o cuatro días restantes serían de un descanso que
permite leer, actividades de entretenimiento, la convivencia familiar,
acceso a la cultura, educación, viajes...
P. Es un cambio cultural.
El sistema nervioso de esta civilización es la tecnología de la información
R. Estamos viviendo un cambio de civilización total,
con nuevos paradigmas y lo que tenemos que hacer son los cambios
estructurales que este requiere. Hay que hacer los cambios. No es posible pensar en que haya un 50% de jóvenes sin empleo, o 30% o 25%.
No es posible pensar que el sistema de bienestar siga creciendo
reduciendo la edad a la que se jubila la gente. Los planes de paro o de
seguro al desempleo deben estar ligados a una reconversión laboral para
que persona que está desempleada hoy, que se dedicaba a cierta
actividad, se le prepare para otras actividades, porque si no nunca va a
encontrar empleo en lo que sabe hacer, tiene que aprender para tener
una capacidad multiempleo, que tenga capacidad para diversos empleos.
Cuanta más preparación tiene una persona, más posibilidades tiene de ser
una oferta mejor y más facilidad de emplearse. Hace cuatro décadas, Alvin Toffler
hablaba de las crisis que se provocan en los cambios de civilización.
Lo que está pasando en Europa, y en el mundo en general, es una crisis
de cambio de civilización. Al aumentar la productividad, al ser más
eficientes, al globalizarse, al dejar de ser competitivos para la
producción de ciertos bienes, empiezan a provocarse este tipo de
problemas ante los que se tienen que hacer cambios de fondo para
resolverlos. Y hablando de números, los números no dan para sostener
estos programas. Si se hacen los números de cuánto cuesta el valor
actual de la jubilación de la población económicamente activa con empleo
y sin empleo, resulta insostenible. Entonces lo que hay que hacer son
esos ajustes y, claro, ofrecer algo a cambio, las gentes trabajan más
años y trabajan menos horas durante probablemente los últimos 15 años, o
los últimos 10 años o 20 años. Está ligado a trabajar más años y
probablemente menos días, menos horas y eso permite además una vida más
plena. Porque al final lo que combate la pobreza es el empleo, el empleo
satisfactorio, que además dignifica a la persona, el empleo no solo es
una responsabilidad social, sino una necesidad emocional.
P. Desde los ojos de un inversionista, ¿dónde están en este momento las oportunidades en Europa? ¿En qué sectores?
R. Primero es muy importante que se resuelvan estos
problemas estructurales. Veo difícil que los países una vez que han
alcanzado el desarrollo regresen al subdesarrollo, no hay muestras
sustanciales de ello. Sí hay muestras de que otros avanzan más que
ellos, que adelantan... Europa pasará algunos tiempos difíciles, pero
habrá que llegar a encontrar las soluciones y continuar su desarrollo.
Hay actividades que van a ser más generadoras de empleo, porque son
actividades que van a ser más intensas y amplias en su funcionamiento.
Una de ellas es la tecnología de la información, son campos atractivos,
con futuro. Por supuesto la salud va a ser muy importante como
inversión, la educación, el entretenimiento, el cuidado de las personas
mayores, el turismo... En el momento en que se corrijan las cosas todas
estas actividades van a ser generadoras de empleo. Muchas de las que van
en esa dirección serían interesantes inversiones para las personas en
Europa y en el mundo, en cualquier lugar van a ser cada vez más
demandantes, con más inversión, con más actividad económica y más
empleo. Es una sociedad, debe estar muy claro, la mundial, de servicios.
Creo que haciendo las correcciones Europa sigue siendo una zona con un gran potencial de desarrollo
P. Aunque todo el mundo está muy preocupado y
pesimista, usted está haciendo inversiones en Europa ¿es sintomático de
que ya está esperando la recuperación?
R. No, no. Pero creo que las inversiones en negocios
de tecnología son muy intensivas en capital, y hay cambios tecnológicos
muy rápidos y siempre ha sido uno de nuestros principios mantenernos en
la vanguardia de la modernidad y de la tecnología. El que no invierte,
si ya está en el negocio, pierde calidad en sus servicios, pierde la
alternativa de ofrecer más servicios o pierde participación de mercado y
atención a sus clientes. Los clientes van a escoger a aquellas empresas
que tengan inversiones que les permitan ofrecer los servicios de
vanguardia, la preferencia de los clientes en general están ligadas a
ello, y por eso es muy importante en este sector que hagamos estas
inversiones. El sistema nervioso de esta civilización es la tecnología
de la información y estamos al principio de su desarrollo. Aunque lo que
hemos visto en estos últimos 10 años es enorme y muy importante,
estamos al principio. El potencial de inversión y de actividad en estos
campos creemos que es muy grande.
P. Sus inversiones, como las recientes en empresas
telefónicas de Holanda y Austria, ¿constituyen el principio de una
estrategia de incursión más agresiva en el mercado europeo?
El tipo de cambio del euro es tan alto que le quita competitividad a Europa
R. Ya lo estamos haciendo, porque el objetivo de
haber entrado en forma minoritaria es apoyar a la administración y a las
empresas, principalmente, para que incrementen sus inversiones para
poder tener una mejor infraestructura, lo más avanzada que se pueda, e
impulsar la inversión de estas empresas.
P. ¿Está descontando que los líderes europeos se van a tener que poner de acuerdo muy pronto?
R. No veo por qué tiene que ser una decisión
conjunta, cada país debería tomar sus propias decisiones. Lo que
necesitan hacer son los cambios estructurales y cada país debe hacerlos y
corregir. Cuando un país europeo tiene una captación fiscal muy grande y
además tiene un déficit, creo que en algunos casos más de la mitad del
producto interno lo manejan los gobiernos, incluyendo el déficit fiscal,
y aparte de que tiene una gran captación fiscal, tiene también
endeudamiento porque tiene déficit fiscal, pues ¿cómo puede corregir
esos déficit fiscales excesivos? Supuestamente subiendo ingresos, es
decir, subir impuestos, que ya son altos; o bajando egresos que
significa recesión, o vender activos. Yo creo que lo que debe hacer
Europa es vender activos. El Estado hace demasiadas cosas. Lo que debe
hacer son dos cosas: vender activos, que bajen su endeudamiento y sus déficits,
pero también invitar al sector privado y a esos grandes recursos que
hay en todo el mundo, por la política monetaria laxa que hay en Estados
Unidos y en Europa también, y por las bajas tasas de interés, a que
hagan la inversión que el Estado ya no tiene por qué seguir haciendo.
Uno de los paradigmas de esta nueva civilización es que el Estado se
hace más chico y la sociedad civil se hace más grande. El mundo está
atrasado en ese sentido. Tiene que haber una mayor promoción de la
sociedad civil, que participe más en muchas actividades de gobierno,
pero también que invierta en lugar de que todo lo tenga que invertir el
Estado, por ejemplo en las autopistas. Hasta los hospitales y las
escuelas pueden ser financiadas con dinero privado y con eso el Estado
quita presión a sus necesidades financieras. Se necesita inversión para
que haya actividad económica y para que haya empleo se necesita
actividad económica.
P. ¿Ve resistencia a entrar a ese modelo?
R. No, no sé por qué no se hace. Yo creo que es
inercia. Inercia. Porque estamos viendo que además la medicina que se
está planteando es la tradicional, es la que se aplica a los países en
desarrollo hace muchos años. Antes yo decía que las crisis en los países
subdesarrollados las pagaban los consumidores y en los desarrollados,
los ahorradores. En los países desarrollados acudían simplemente a bajar
la tasa de interés y se componía todo. Pero son tantos los excesos que
ha habido, básicamente es un problema de excesos, que hay que
sacrificarse ahora, el ahorrador con tasas negativas, y el consumidor
con políticas recesivas.
P. ¿Cuál es su posición sobre el futuro del euro?
R. Creo que debe sobrevivir. Deben buscar políticas
fiscales que se cumplan. Lo único que podría observar es que un tipo de
cambio del euro muy alto, ante un dólar que ha buscado devaluarse con
todas las monedas para hacer algunas correcciones de tipo comercial y de
cuenta corriente, queda de un nivel tan alto que le quita
competitividad a Europa, entonces en muchos sentidos provoca que Europa
se vuelva una especie de economía cerrada, en donde solamente los que
están alrededor del euro pueden comerciar entre ellos, pero que les
cueste trabajo exportar hacia otros lados o tener capacidad competitiva.
P. ¿Cuál es su plan a medio y largo plazo en Europa?
R. Nosotros no vamos a lo coyuntural, lo que estamos
invirtiendo es con un concepto de largo plazo. Las inversiones que
hemos hecho, y nuestro planteamiento, es de largo plazo. No estamos
invirtiendo porque vale 100 y para que suba a 120 o 200 y venderla.
Largo plazo en el que por eso se vuelve muy importante la inversión,
capex le llaman allá ¿no?, inversiones de capital para tener empresas de
vanguardia en los mercados en donde están.
P. ¿A los líderes europeos les ha faltado imaginación, creatividad, arrojo?
R. Se antojaría más liderazgo.
P. ¿Qué de la experiencia mexicana de lidiar con crisis le recuerda lo que está pasando en Europa?
R. Por ejemplo en el sistema bancario sería ideal un
poco más la fórmula americana de la capitalización preferente que a
fondo perdido, minimizar el pago de la sociedad, que sea más una especie
de capitalización temporal, por ejemplo, un saneamiento. Otra cosa: los
gobiernos están muy endeudados. ¿La deuda la tiene quién? Privados.
Bueno, pues buscar cambiar activos por deuda, reducir las deudas,
eliminar los déficit fiscales, bajarlos. He sostenido que en virtud de
la crisis de la deuda externa de 1982, y con el Consenso de Washington,
nos volcamos hacia el exterior, más exportación, aperturas comerciales,
tipos de cambio con flexibilidad para poder exportar mejor con
devaluaciones, apertura a la inversión, privatizaciones que sanearon al
sistema fiscal de nuestros países... Desde hace varios años creo que es
muy importante volcarnos a apoyar el desarrollo de la economía interna,
la economía doméstica. Como se van a cerrar los mercados externos creo
que es muy importante volcarnos en nuestros países, sin menoscabo de
nuestro comercio exterior y nuestra actividad externa, a desarrollar
mucho la actividad doméstica. Eso permitiría más actividad, más empleo,
subir la masa salarial de manera importante, que va a ser la solución
que China va a encontrar, hay que ver qué tanto logra China hacer para
que lo que deja de exportar sea sustituido por consumo interno. Lo que
debe hacer Europa es corregir sus problemas, hacer los cambios de fondo
que tenga que hacer, más allá de que su peso económico en el corto plazo
disminuya o se mantenga. Creo que haciendo las correcciones Europa
sigue siendo una zona con un gran potencial de desarrollo, que puede
estar a la vanguardia en muchos sentidos, sobre todo si hace las
correcciones y anticipa muchas de las cosas que habrá que hacer, como lo
que hablábamos de la edad de jubilación combinado con los días de
trabajo, y que eso dé capacidad de que trabajen otras personas, porque
ahorita lo importante es que las máquinas trabajen 24 horas y que las
personas sean las que trabajen menos.
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