Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat maravillaron al público quiteño la noche del pasado viernes, llevándolo de la emoción a la risa y también a las lágrimas, en un viaje por el mar de sus canciones, junto a la Orquesta del Titanic.
A las 21:02, se apagaron las luces del coliseo Rumiñahui, que lucía con un lleno total, como una señal de que llegaba el contraataque de los pájaros. Sabina y Serrat, de leva y corbata, arribaron al escenario iluminado, en medio de la euforia de sus fanáticos, algunos de los cuales habían asistido con sombreritos negros al más puro estilo de Sabina. Los cantautores españoles, el uno de Madrid y el otro de Barcelona, cargaron con todo en el ataque: hicieron gala de su talento musical, combinado por una serie de diálogos jocosos, llenos de sarcasmo, y hasta se dieron el gusto de mostrar uno que otro pasito de baile.
Fueron 28 canciones, entre las nuevas, escritas a cuatro manos y que son parte de la reciente producción discográfica y las de siempre, las más legendarias, que adquirían un gusto especial al oírlas cantadas en una suerte de transposición: unas veces las de Sabina, más crudas e irreverentes, en la voz de terciopelo de Serrat. Otras veces, los versos románticos de Serrat, en la voz de lija de Sabina.
La primera: Ocupen su localidad y, enseguida, sonaron las notas de Acuérdate de mí, que habla de un amor ausente al que se recuerda tratando de olvidarlo. Ambos dieron las gracias por la presencia multitudinaria del público quiteño, pese a la lluvia y el frío nocturnos. Empezaban entonces los disparos de los pájaros, siempre en tono de camaradería, pero con el humor y el sarcasmo a flor de piel: Sabina agradecía estar en el escenario “bajo el ala generosa y bien amada del maestro de maestros Joan Manuel Serrat”. A lo que Serrat respondía con falsa modestia: “A mí me gustó siempre ayudar a la gente que empieza”. Sabina contestaba: “Eso es verdad, él siempre está para ayudarnos a la juventud”. Risas y aplausos fuertes del público.
De inmediato la canción Algo personal de Serrat, que la cantaron ambos, bailando una suerte de charleston con tap. La cuarta canción Y sin embargo llenó de emoción al público, que la cantó a todo pulmón. Le siguieron las interpretaciones de La Orquesta del Titanic, que da nombre al nuevo disco; De cartón piedra (Serrat) y 19 días y 500 noches (Sabina).
Durante la noche los maestros se entregaron en el escenario y compartieron generosamente sus canciones el uno al otro. Esto no quería decir que no estuviera siempre presente una suerte de lucha de egos que ambos la sobrellevaban haciendo chistes al respecto.
Sabina contó que hace 40 años él era una rata de alcantarilla y Serrat ya un músico consagrado, y explicaba que para ese entonces el calibre artístico de Serrat estaba entre “Dios, Antonio Valencia y JulioJaramillo”. Mientras que Sabina dice de sí mismo: “Yo estaba entre el Chavo del 8, Evaristo y La torera”. Sus palabras fueron ampliamente celebradas por los asistentes. También confesó que hace 40 años para conquistar a una mujer, él cantaba canciones de Serrat.
Luego vino la canción del nuevo disco Cuenta conmigo, Eclipse de mar, Mediterráneo y Señora. Hubo tiempo para contar otras anécdotas. Serrat agradeció a Sabina que le haya dejado en su testamento algunas canciones para que él las cantara. Aclaró eso sí que así se harán populares. En cambio Sabina se adjudicó para sí la inspiración de algunas canciones legendarias de Serrat. Así contó un par de chistes sobre que cuando Sabina fue a ver un concierto de Serrat en un bar, Sabina estaba fumando aquellos cigarrillos que dan risa. De pronto entró Serrat y le dijo: “Chaval préstame eso”. Al fumarlo le preguntó y tú cómo te llamas. A lo que Sabina contestó: Me llamo Joaquín, señor. Serrat le había respondido: “Tu nombre me sabe a hierba”. Nuevas carcajadas del público. Sabina le rindió un homenaje a su retecuatachona Chavela Vargas con En el Boulevard de los sueños rotos. Serrat conmovió con su interpretación de La Magdalena.
Sentados ante una mesa, cantaron Esos locos bajitos, una de las canciones más tiernas y profundas sobre los hijos. No faltaron Para la Libertad, Contigo, Cantares, Noches de boda, Que se llama Soledad y Fiesta. Tres veces el público llamó de nuevo al escenario a los cantautores, que no se hicieron de rogar.
Datos
El concierto fue abierto por el saxofonista ecuatoriano Cristian Hidrovo, quien arrancó fuertes aplausos del público por su impecable presentación.
El vicepresidente de la República, Lenin Moreno, y el presidente del Banco Central, Pedro Delgado Campaña, estuvieron presentes en la velada.
Hubo buen control de seguridad y se impidió casi en su totalidad la venta de alcohol y cigarrillos.