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General: MARTÍ Y LA REVOLUCIÓN CUBANA
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 01/02/2013 00:22

Martí y la Revolución Cubana

Autor: Frei Betto

08:10 pm
30
Ene
2013

La última semana de enero se conmemorará en La Habana, patrocinado por la Unesco, el 160 aniversario del nacimiento de José Martí, sobre el equilibrio del mundo.

La historia de América Latina es rica en líderes sociales que encarnaron, en sus ideas y actitudes, utopías libertarias. Sin embargo son raros los que, si por milagro resucitaran del sepulcro, verían aplicados efectivamente sus sueños y proyectos. Uno de ellos es José Martí, que vería en la Revolución Cubana, que su sacrificio no fue en vano. José Martí murió con las armas en las manos, en 1895, defendiendo la emancipación de Cuba del dominio español.

Su lucha echó raíces que florecieron en el proyecto de soberanía y liberación nacionales, con una expresiva resonancia internacionalista, llevado a cabo por el pueblo cubano en las seis últimas décadas, bajo el liderazgo de los hermanos Fidel y Raúl Castro.

Gracias a Martí la Revolución Cubana preservó su cubanidad, su originalidad, sin dejarse encorsetar por conceptos dogmáticos, que en otros países socialistas produjeron tan nefastas consecuencias. Martí tenía el don de ser un hombre de acción sin dejar de ser un intelectual refinado, un pragmático y un espiritualista. Nunca perdió el sentido crítico e incluso autocrítico.

Martí vivió quince años en los Estados Unidos, en Nueva York, entre 1880 y 1895, cuando allí se estaba gestando una transformación que imprimiría al capitalismo su carácter agresivo. Al mismo tiempo le posibilitó el contacto con lo que había de más avanzado en los pensamientos filosóficos, científicos y espirituales. En la sociedad norteamericana Martí constató lo que significa desarrollo económico centrado en la apropiación privada de la riqueza, indiferente a las reales necesidades humanas, y cómo esa concepción egocéntrica limitaba la vida espiritual.

El papel de Cuba en el equilibrio de América Latina y el Caribe tiene sus raíces en el siglo 18, cuando, gracias a la influencia del enciclopedismo, la cultura cubana adquirió identidad y expresión. En ese proceso destacaron hombres de profundo sentido espiritual, como el obispo Espada, Félix Varela, Luz y Caballero, para culminar en Martí y en los que él formó, como Enrique José Varona, mentor de los jóvenes universitarios en los comienzos del siglo 20.

Lo que marcó la generación de Varela, Luz y a continuación la de Martí fue la capacidad de asimilar las nuevas ideas iluministas sin sacar los pies del suelo latinoamericano y caribeño. Hay un principio de educación popular que se aplica muy bien a esas figuras históricas, y que también explica la originalidad de sus pensamientos: la cabeza piensa donde pisan los pies.

En las motivaciones del ideario que los movía estaba el sufrimiento de los pueblos indígenas y de los esclavos, la saña colonialista, la lucha pionera de mi hermano de hábito fray Bartolomé de las Casas, los principios cristianos de la sacralidad radical de cada ser humano, considerado como hijo amado de Dios, independientemente de su clase, etnia o actividad social.

La lucha por la libertad y la justicia fue iniciada, en nuestro continente, por los pueblos indígenas. Millones de ellos fueron encarcelados, ahorcados, quemados vivos, decapitados y descuartizados. Tupac Amaru clamó contra la opresión colonialista. Hatuey, líder indígena de Cuba, fue quemado en una hoguera; consta que cuando le preguntaron si quería aceptar la religión de sus verdugos españoles, para de ese modo asegurarse un lugar en el cielo, preguntó si ellos también irían al cielo al morir, y al responderle que sí, Hatuey dijo que entonces no quería estar con ellos en el paraíso… También las mujeres indígenas, como Bartolina Sisa y Micaela Bastidas, lucharon y murieron en defensa de los derechos de sus pueblos.

Todos estos antecedentes explican la Revolución Cubana y el por qué ella destaca como factor de resistencia en América Latina. Antes de la victoria en Sierra Maestra nuestro continente era zona de ocupación y extorsión, de explotación y sumisión a los países más poderosos de Occidente. La Revolución Cubana puso un ‘basta ya’ al imperialismo, recató el espíritu de soberanía de los pueblos caribeños y latinoamericanos, despertó la conciencia crítica de nuestra gente, fomentó movimientos libertarios, comprobó que la utopía puede transformarse en topía y que la esperanza nunca es en vano.

Cuba venció al colonialismo español eliminando la esclavitud y asegurando su independencia como nación. Con la victoria de la Revolución le impuso límites a la expansión imperialista de los Estados Unidos.

Y se dio luego un movimiento de liberación nacional que abrazó el proyecto socialista. Pero el equilibrio se mantiene. Martí no fue remplazado por Marx; la fe religiosa de los cubanos no fue eliminada por el materialismo histórico y dialéctico; el arte no se dejó desvirtuar por los estrechos límites del realismo socialista. Lo que en el pensamiento europeo sonaba como antagónico, acá, en América Latina y el Caribe, se reveló paradójico. Lo que parecía irreconciliable del otro lado del océano acá representa convergencia, como el marxismo privado de dogmas o el cristianismo desprovisto de arrogancia elitista, pero sensible al clamor de los pobres, lo que desembocó en la Teología de la Liberación.

(Traducción de J.L.Burguet)



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De: Ruben1919 Enviado: 01/02/2013 00:35

En el apóstol se encuentra la raíz de la nacionalidad cubana

Por Iván Becerra

Cintio Vitier expresó hace algún tiempo que en José Martí se ubican la brújula y el escudo para enfrentar los retos actuales y venideros de la sociedad moderna. Los cubanos lo sabemos bien. Hemos aprendido como nunca que la vigencia del Maestro no es una frase, sino una realidad que indica el camino.

Especialmente en los tiempos que transcurren, cuando se afianza un genuino sentimiento patriótico que responde al empeño de defender y mantener la soberanía nacional.

Martí es la más importante arma estratégica de la Revolución cubana desde el punto de vista ideológico. La libertad -dijo-cuesta muy cara, y es necesario resignarse a vivir sin ella o decidirse a comprarla por su precio.

Y, por supuesto, está claro que el Apóstol -como proclamó el Juramento de Baraguá- no se refería al dinero cuando subrayó ese principio.

Puntos de vista martianos sustentan las acciones de Cuba contra el interés de ofender y distorsionar la historia del país, hecho vigente en la confrontación ideológica con Estados Unidos.

Desde la desaparición de la URSS y el campo socialista europeo, Washington anticipó cada día el derrumbe del socialismo cubano.

Sólo la justeza de la Revolución, la capacidad de resistencia del pueblo, el liderazgo de Fidel Castro y una política de amplio consenso y consulta popular propiciaron la permanencia y el avance del proceso cubano. Es decir, la unidad.

La misma unidad que promulgó el Partido de Martí. La misma unidad con que hoy el país enfrenta a la Ley Helms-Burton, al bloqueo genocida, a la asesina Ley de Ajuste Cubano, al cerco que trata de ahogar por hambre y enfermedades al pueblo. Pero como siempre, bajo la enseñanza martiana, todos somos uno.

Tributo a la Historia

La Revolución Cubana entregó a la memoria de José Martí una obra audaz y singular a favor del ser humano. Y, con todo derecho, exige respeto para ella.

Del Apóstol tomaron las actuales generaciones la esencia de la República que debió nacer de las batallas mambisas, pero que sólo se concretó el 1ro de enero de 1959.

Siendo pobres, rodeados de enormes obstáculos que en algún momento llegaron a parecer insalvables, los cubanos han preservado conquistas que son un proyecto martiano.

El vicepresidente cubano Carlos Lage dijo hace algunos años que los sufrimientos impuestos al país por el bloqueo y la desaparición de la URSS y el campo socialista europeo constituyeron una "Fernandina económica".

El golpe del doble bloqueo fue durísimo. Pero, como en las guerras independentistas, a pesar de los contratiempos, las ideas justas triunfaron.

La obra realizada por el pueblo cubano en los 42 años más recientes sembró una semilla honorable en el corazón del país. Ese sentido de la dignidad se manifestó en ese período y nunca se resquebrajó, ni siquiera en 1962, cuando el país estuvo a punto de ser borrado por el fuego atómico imperialista.

La nación es hoy el sujeto de una batalla de ideas en una etapa de nuevos desafíos. Lucha para hacer polvo, con la inteligencia de Martí y bajo la guía de Fidel, los planes de Estados Unidos, orientados a convertirla en algo menos que una colonia.

Los cubanos siguen demostrando que resignan sus valores ante la codicia. Que no cambian las ideas, ni la historia, ni el himno ni el escudo que representan su identidad y objetivos.

Un hombre como una llama

Para analizar las complejidades que rodean a Cuba en los inicios del milenio es imprescindible acudir a José Martí porque sus criterios en torno a conceptos como autodeterminación, solidaridad, nuevo orden económico, penetración cultural, globalización y otros temas tienen una vigencia sobresaliente.

Los cubanos estamos seguros de que los procedimientos y proposiciones del Apóstol no sólo constituyen una línea de conducta política nacional, sino que amplían el horizonte a favor de la supervivencia y el desarrollo de los países pobres.

Martí sufrió muy joven los grilletes y el trabajo forzado de la prisión. Enfrentó peligros, recorrió muchas naciones y vivió casi como un peregrino con el dolor del coloniaje de su patria. Fue el más universal de los pensadores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XIX.

Martí nunca se detuvo, ni en la acción ni en el verbo. Sentía pasión por la dignidad. Y, con ese sentimiento, cayó por la libertad de Cuba, y también por la del continente americano.

La muerte del Maestro, y la de Antonio Maceo –como señaló hace algún tiempo Raúl Castro- facilitaron a Estados Unidos concretar sus proyectos expansionistas en torno a Cuba. La figura del Apóstol fue mediatizada durante decenios, hasta que la Generación del Centenario lo definió como el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada.

Actualmente, José Martí es un arma estratégica de los cubanos en la Batalla de Ideas. En cambio, los enemigos de la Revolución siguen manipulando la imagen del Héroe Nacional.

La impronta de un proceso socialista vinculado a la soberanía y la independencia de la patria ha demostrado la verdadera vigencia de las ideas del Maestro.



 
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