- Columna de vehículos militares franceses avanzando en territorio africano de Mali.
Y el ganador del Óscar a la Mejor Secuela de 2013
es… La Guerra Global contra el Terror (GGCT), una producción del
Pentágono. Que abandonen toda esperanza todos los que pensaban que el
asunto se había acabado con la eliminación cinematográfica de
“Gerónimo”, también conocido como Osama bin Laden, reducido a un cameo
fugaz en la cinta de justificación de la tortura Zero Dark Thirty.
Ahora es oficial –proveniente de la boca del león, el jefe del Estado
Mayor Conjunto, general Martin Dempsey, y debidamente publicado en el
sitio de AFRICOM, la filial africana armada del Pentágono. Basta de al
Qaida “histórico” oculto en algún sitio en los Waziristanes, en las
áreas tribales de Pakistán; ahora le toca a al Qaida en el Magreb
Islámico (AQMI). En boca de Dempsey, AQMI “es una amenaza no solo para
el país de Mali, sino para la región, y si… no es encarado, podría
convertirse en una amenaza global.”
Con Mali elevado ahora a la condición de “amenaza” para todo el
mundo, se prueba que la GGCT será indefinida. El Pentágono no ironiza;
cuando, a principios de los años 2000, los guerreros de poltrona
acuñaron la expresión “La Guerra Prolongada”, realmente querían decirlo.
Incluso bajo la doctrina de “dirección desde atrás” del presidente
Obama 2.0, el Pentágono apunta inequívocamente a la guerra en Mali, y no
solo a la guerra en las sombras [1].
El general Carter Ham, comandante de AFRICOM, ya opera bajo la
suposición de que los islamistas en Mali “atacarán intereses
estadounidenses”.
Por lo tanto, están enviando los primeros 100 “consejeros” militares
estadounidenses a Níger, Nigeria, Burkina Faso, Senegal, Togo y Ghana,
las seis naciones miembros de la Comunidad Económico de Estados
Africanos Occidentales (ECOWAS) que formarán un ejército africano
encargado (por las Naciones Unidas) de reconquistar (¿invadir?) las
partes de Mali bajo la influencia islamista de AQMI, su facción
disidente MUJAO y la milicia Ansar ed-Dine. Ese mini-ejército africano,
por supuesto, es pagado por Occidente.
Los estudiosos de la Guerra de Vietnam serán los primeros en notar
que el envío de “consejeros” fue el primer paso del siguiente cenagal. Y
dejando a un lado una ironía definitivamente no "pentagónica", EE.UU.
entrenó durante los últimos años a soldados malienses. A su debido
tiempo muchos de ellos desertaron. En cuanto al capitán Amadou Haya
Sanogo, espléndidamente entrenado en Fort Benning, no solo dirigió un
golpe militar contra un gobierno elegido de Mali, sino que también creó
las condiciones para el auge de los islamistas.
Nadie, sin embargo, presta atención. El general Carter Ham está tan
excitado ante la perspectiva de que AFRICOM acumule más actuaciones que
Led Zeppelin en su apogeo, y que él mismo adquiera un estatus de
salvador icónico (¿Carter de África?), que está confundiendo sus
datos. [2]
El general parece haber olvidado que AFRICOM –y la OTAN– apoyaron (y
armaron) irremediablemente a los rebeldes de la OTAN en Libia que fueron
la vanguardia combativa en la guerra contra Muamar Gadafi. El general
sabe que AQMI tiene “mucho dinero y muchas armas”.
Pero cree que los que abandonaron Libia y se llevaron sus armas, eran
“mercenarios pagados por Gadafi, y que “muchos de ellos provenían del
norte de Mali”. No, general, no eran mercenarios de Gadafi; en su
mayoría eran rebeldes de la OTAN, los mismos que atacaron el consulado
de EE.UU., en realidad una estación de la CIA, en Bengasi, los mismos
que viajan a Siria, los mismos que andan sueltos por todo el Sahel.
¿Qué se propone Argelia?
En el momento justo, el primer ministro británico David Cameron oyó
la Voz de su Amo, y anunció que la intervención en Mali durará años “o
incluso décadas”. [3]
Este martes, la creme de la creme del establishment de los servicios
de inteligencia británicos se reúne para planificar nada menos que una
guerra pan-Sahara/Sahel, para la cual quieren otra “coalición de los
dispuestos” al estilo de Bush. [4]
Por el momento, la participación británica significa aún más
“consejeros” en las acostumbradas categorías de “cooperación militar” y
“entrenamiento de seguridad”, mucho dinero y, por último pero no menos
importante, Fuerzas Especiales en modo de guerra en las sombras.
Todo el escenario llega completo con otro providencial “Gerónimo”:
Mokhtar Belmokhtar, alias “El Inatrapable” (por lo menos para la
inteligencia francesa), el líder del MUJAO que fue el cerebro del ataque
al campo de gas In Amenas en Argelia.
¿No habremos visto esta película? Claro que la vimos. Pero ahora –es
oficial– Mali es el nuevo Afganistán (como ya informó Rebelión en Arde,
Mali, arde, Mali, el Afganistán africano el 21 de enero de 2013). Dice
Cameron: “Tal como tuvimos que enfrentarnos en Pakistán y Afganistán, el
mundo tiene que unirse para enfrentar esta amenaza en el Norte de
África”. Correcto: Belmokhtar ya está ensayando para su aparición en un
cameo en una secuela de Zero Dark Thirty.
De modo que ahora está claro dónde se ubica la “relación especial”
anglo-estadounidense de Pentágono/Africom/inteligencia británica – con
los franceses bajo el presidente François Hollande, reconvertido en
señor de la guerra, “dirigiendo” momentáneamente el camino hacia la
Operación Cenagal Africano. Crucialmente, nadie en la Unión Europea,
aparte de los británicos, está suficientemente loco como para seguir los
pasos del señor de la guerra Hollande.
En comparación, lo que definitivamente no está claro es dónde se
ubica la clave de esta ecuación –Argelia– desde el punto de vista de la
GGCT occidental.
El hecho número uno es que el nuevo “Gerónimo”, Belmokhtar, y su
Brigada Mulathameen (“Los enmascarados”), cuyo “Batallón firmado en
sangre” atacó en Argelia como un subgrupo, goza de vínculos
extremadamente confortables con la inteligencia secreta argelina. En
cierto modo, esto podría verse como un remix de la relación entre los
talibanes –y al Qaida “histórica”– con el Servicio de Inteligencia
Interservicios (ISI) paquistaní.
La reacción ultradura de los militares argelinos al ataque islamista
era predecible (es lo mismo que hicieron en los años noventa en su
guerra interna contra el Frente de Salvación Islámico): No negociamos
con terroristas; los matamos (junto con numerosos rehenes). Lo hacemos
solos, sin extranjeros entrometidos, y preferimos una censura total de
la información.
No es ninguna maravilla que este modus operandi haya provocado un
rosario de levantamientos de cejas en la “relación especial”
anglo-estadounidense. De ahí, la conclusión de Washington y Londres: no
podemos confiar en los argelinos. Nuestra GGCT –el capítulo
Sahara/Sahel– se librará sin ellos. Tal vez, incluso contra ellos.
Un factor serio que complica las cosas es que los cerca de 40
islamistas (incluidos libios, sirios y egipcios) cruzaron por lo menos
1.600 kilómetros de desierto y llegaron de Libia, no Mali. Tenían que
contar con “protección” seria – cualquier cosa desde inteligencia
suministrada por una potencia extranjera a argelinos cualificados y bien
informados. Los rehenes hablaron de secuestradores “con acento
norteamericano” (incluyendo a un canadiense al que Reuters ha llamado
“Chedad”) y todos ellos sabían exactamente dónde se encontraban los
extranjeros dentro del complejo. [5]
El profesor Jeremy Keenan de la Escuela de Estudios Orientales y
Africanos en Londres lo ubica en términos de una operación de bandera
falsa argelina que fue por mal camino. [6]
Argel puede haber querido señalar a Occidente que los bombardeos
franceses en Mali serían inevitablemente contraproducentes; pero luego
Belmokhtar trastocó todo el asunto ya que estaba furioso porque se había
permitido a los franceses que utilizaran el espacio aéreo argelino para
bombardear Mali. En cierto modo, podría verse como otro remix de la
revuelta de los talibanes contra el ISI.
La opinión pública argelina siente profundas sospechas, por decir lo
menos, de los motivos de todos los protagonistas, incluidos el gobierno
argelino y especialmente Francia. A continuación cito una muestra
fascinante. Vale la pena citar in extenso esta perspectiva, de un
profesor de ciencias políticas, ya que resume claramente la “conducción”
francesa en el nuevo capítulo de la GGCT.
En una entrevista con el periódico en idioma francés Le Soir
d’Algerie, el profesor de ciencias políticas Ahmed Adimi describe la
intervención como un intento de “debilitar Argelia” y un “paso en un
plan para la instalación de fuerzas en la región del Sahel”. La tesis de
Adimi es que Francia ha trabajado durante años para desestabilizar el
Sahel como medio para fortalecer su posición geopolítica.
Cuando se le pregunta si la operación francesa en Mali era
consistente con la resolución 2085 del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, Adimi declara que la resolución “no plantea un gran
problema de por sí. Las potencias occidentales la han utilizado para
intervenir y adoptar resoluciones a fin de justificar sus operaciones
militares. Esto ya ha pasado en Irak. De hecho, la operación francesa
puede parecer legal ya que tiene lugar a pedido del presidente en
funciones de Mali. Sin embargo, es importante recordar que el actual
gobierno llegó al poder en un golpe. Respecto a la intervención, era
ciertamente predecible pero los franceses han precipitado las cosas. […]
Esos grupos terroristas están siendo manipulados por potencias
extranjeras,” y sigue argumentando que se “permitió” que esos grupos
pasaran al sur a Konna como medio para justificar la intervención
francesa.
Adimi argumenta que los argelinos han “estado haciendo sonar la
alarma sobre la situación en el Sahel en general. Ahmed Barkouk y yo
mismo hemos organizado varios seminarios sobre este tópico. Discutimos
el papel de Francia y su compromiso en la región. Francia fue la que
estuvo tras la creación del movimiento por el Azawad, y hablo
ciertamente de la organización política y no del pueblo de Azawad, que
tiene derechos como comunidad. Los franceses sabían que su intervención
en Libia llevaría al retorno de los militares tuaregs favorables a
Gadafi a Mali. También planificaron la entrega de las provisiones de
armas libias a lo largo del Sahel. Ese proyecto es transformar la región
en un nuevo Afganistán, el resultado de una planificación a largo
plazo.”
Tariq Ramadan, en un artículo devastador, [7]
también desenmascara a París, haciendo la conexión entre la dudosa
intervención “humanitaria” de Sarkozy en Libia y el actual impulso de
Hollande por proteger a un país “amigo”, todo combinado con la
hipocresía de décadas de Francia a la que no le importa en lo más mínimo
el sufrimiento de “el pueblo” bajo diferentes dictaduras africanas.
Pero el Óscar al Mejor Guión Hipócrita ciertamente va para la actual
preocupación francesa-inglesa-estadounidense de que Mali pueda ser el
nuevo campo de juego de al Qaida, cuando los principales campos de juego
son en realidad el norte de Siria apoyado por la OTAN (hasta la
frontera turca), el norte de Líbano y la mayor parte de Libia.
Sigamos el oro y sigamos el uranio
Incluso antes de que sea posible analizar enteramente la miríada de
ramificaciones –muchas de ellas imprevistas– de la GGCT expandida, hay
dos frentes que deben ser cuidadosamente observados en el futuro
cercano. Por lo tanto sigamos el oro y sigamos el uranio.
Sigamos el oro. Numerosas naciones tienen lingotes de oro depositados
en la Reserva Federal de Nueva York. Incluyen, fundamentalmente,
Alemania. Recientemente, Berlín comenzó a pedir que se le devuelva su
oro físico, 374 toneladas de la Banque de France y 300 toneladas de un
total de 1.500 toneladas de la Reserva Federal de Nueva York.
Adivinad lo que dijeron esencialmente los franceses y los
estadounidenses. ¡No tenemos oro! Bueno, por lo menos ahora mismo.
Tardará cinco años hasta que el oro alemán en Francia sea devuelto, y no
menos de siete años para el alijo en la Reserva Federal en Nueva York.
Resultado final: tanto París como Washington/Nueva York tienen que
presentar como puedan el verdadero oro físico.
Y ahora Mali encaja maravillosamente. Mali –junto con Ghana–
representa hasta un 8% de la producción global de oro. De modo que si
alguien está desesperado por conseguir el artículo genuino –oro físico–
tiene que controlar Mali. Imaginad si todo ese oro cayera en manos de…
China. Ahora sigamos el uranio. Como sabe cualquiera que se haya
interesado por el caso del óxido de uranio de Níger antes de la invasión
de Irak, Níger es el cuarto productor de uranio del mundo. Su mayor
cliente es –¡sorpresa!– Francia. La mitad de la electricidad de Francia
proviene de la energía nuclear. Sucede que las minas de uranio en Níger
están concentradas en el noroeste del país, en la cadena occidental de
las montañas de Air, muy cerca de la frontera maliense y una de las
regiones bombardeadas por los franceses.
El tema del uranio está íntimamente conectado a sucesivas rebeliones
de los tuaregs; hay que recordar que, para los tuaregs, no existen
fronteras en el Sahel. Todas las recientes rebeliones de los tuaregs en
Níger ocurrieron en tierras del uranio, en la provincia Agadez, cerca de
la frontera de Mali. De modo que, desde el punto de vista de los
intereses franceses, imaginad la posibilidad de que los tuaregs logren
el control de esas minas de uranio y comiencen a hacer negocios con…
China. Pekín, después de todo, ya está presente en la región.
Todo este crucial tejemaneje geoestratégico, “Occidente” combatiendo a
China en África, con AFRICOM ayudando al señor de la guerra Hollande
mientras adopta la perspectiva de la Guerra Prolongada, realmente
invalida el síndrome de la repercusión negativa. Es impensable que los
servicios de inteligencia británicos, franceses y estadounidenses no
hayan previsto las ramificaciones negativas de la “guerra humanitaria”
de la OTAN en Libia. La OTAN estuvo íntimamente aliada con salafistas y
salafistas-yihadistas, temporalmente reconvertidos en “combatientes por
la libertad”. Sabían que Mali –y todo el Sahel– estarían posteriormente
repletos de armas.
No, la expansión de la GGCT al Sahara/Sahel ocurrió intencionalmente.
La GGCT es el regalo que sigue rindiendo; ¿qué podría superar a un
nuevo teatro de guerra para el complejo industrial-militar-de
seguridad-de contratistas-de medios franco-inglés-estadounidense?
Oh, sí, también hay que tener en cuenta ese “pivoteo” hacia Asia. Uno
daría un dedo –extraído al estilo islamista– para saber cómo y cuándo
tendrá lugar el contragolpe de Pekín.