Publicado el febrero 19, 2013 por Yohandry Fontana

Por M.H. Lagarde
La bloguera mercenaria escribió hoy en su twitter que había sostenido
una conferencia de prensa y que todo le había salido de maravilla. La
maravilla para, quien un día antes había asegurado y perjurado a un
grupo de activistas revolucionarios brasileños que ella estaba en contra
del bloqueo a Cuba, fue posar ante la prensa nada menos que como vocera
del gobierno de Estados Unidos.
Según un cable de ANSA la bloguera, quien considera un insulto que se
le llame agente de la CIA, “puso como prioridad que el gobierno cubano
“cumpla con requisitos necesarios” para establecer relaciones con
Estados Unidos, que mantiene un embargo económico a La Habana desde
1962′.
“En general, veo en toda América Latina un cierto silencio, una
cierta distancia del tema de los derechos humanos en relación a Cuba. Lo
hacen para no incomodar al presidente Raúl Castro y tratar de
integrarlo, entonces no hablan sobre las violaciones de derechos humanos
que se cometen en Cuba”, dijo al diario O Estado de Sao Paulo.
“Eso de no hablar de los derechos humanos no es una buena política
-prosiguió- porque al final se olvida que el pueblo debe ser el centro
de la diplomacia, soy partidaria de la diplomacia popular”.
La multipremiada bloguera debe haber sido nombrada por Kerry en
algún nuevo cargo del Departamento de Estado. ¿Cómo puede la pobre,
simple y perseguida bloguera de La Habana, que según ella nada tiene que
ver con Langley, hablar con tanta autoridad de la política de
Washington hacia Cuba?
Según la nueva miembro de diplomacia “popular”, a quien en La Habana
la conocen en la SINA, pero no en la esquina de su casa: “para
reestablecer relaciones con Estados Unidos, Cuba debe optar por un
modelo de democracia exigido por Washington y otros países”.
“Lo que ocurre es que en esa normalización de relaciones no se puede
olvidar el tema de los derechos humanos. No se puede dejar de lado una
serie de requisitos necesarios que Cuba debe cumplir para poder
establecer relaciones no apenas con Estados Unidos, sino también con
otros países”, afirmó.
Tras semejante discurso cualquiera diría que Yoani Sánchez es más
plattista que Platt, o sea, el senador Orville H. Platt, cuyo nombre
sirvió para bautizar a la Enmienda que, a principios del siglo XX,
convirtió a Cuba en una neocolonia de Estados Unidos. Pero no es el
caso, la bloguera mercenaria cubana lo más seguro es que no tenga la
menor idea de quién fue el senador de Connecticut.
A los nuevos anexionistas de la Isla, clásicos vividores cubanos
acogidos al cuentapropismo de la USAID, más que Platt lo único que les
interesa es la Plata.