¿Por qué ese temor a la palabra "vejez"? ¿Por qué el ocultamiento de la edad se estima como una manifestación de coquetería? ¿Cuál es la razón del miedo a las arrugas, las canas o la calvicie? Somos una sociedad que le teme a la vejez.
En el pasado el anciano era el que acumulaba la sabiduría y se constituía por derecho propio, en el consejero natural de cada comunidad. El anciano era la memoria colectiva decantada por la serenidad que otorgaba el tiempo vivido. Por eso las nuevas generaciones encontraban en ellos respuestas a los problemas de la vida.
En el pasado, con un sentido trascendente de la existencia, se miraba a la vejez como una etapa de realización plena. Hoy, frivolizados y empobrecidos por la óptica humanista, carentes de sensibilidad espiritual, sumidos en una visión intrascendente de la existencia, la vejez ha pasado a ser la antesala de la nada. Por eso asusta y se pretende conjurar de cualquier forma. Según pasan los años, nos hemos acostumbrado a no llamar a las cosas por sus nombres.
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