Un total de 117 cardenales decidirán en marzo y desde la Capilla Sixtina quién será el sucesor de Benedicto XVI al frente del Obispado de Roma, en lo que se conoce como 'Cónclave' o reunión del Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica Romana. Y representarán a 50 países de los cinco continentes: 61 europeos; 33 americanos; 11 asiáticos; 11 africanos y 1 de Oceanía.
Así lo ha explicado el experto de la Universidad de Navarra, el sacerdote César Izquierdo, quien recuerda que fue Juan Pablo II quien en 1996 fijó todos los aspectos de la elección del nuevo sucesor de Pedro en la Constitución Apostólica 'Universi Dominici Gregis'.
El perfil, italiano y de entre 70 y 80 años
De los 117 cardenales, la mayoría son de nacionalidad italiana, en concreto 28, pese a que el propio Benedicto XVI ha tratado en las últimas ordenaciones cardenalicias de limitar esta posición. En este contexto se explican decisiones como realizar dos ordenaciones en un solo año, o apostar por nombramientos de cardenales de diversos ámbitos más alejados de Europa y que han llevado el catolicismo a otros lugares del mundo.
Rejuvenecer la curia y diversificarla han sido las dos razones que han llevado a Benedcicto XVI a tomar estas decisiones. Ideas que demuestran que pese a todo, hemos estado ante un Papa atrevido y más reformador de lo que muchos puedan pensar.
Así, a finales de noviembre Benedicto XVI decidió nombrar a seis nuevos cardenales electores, procedentes de Estados Unidos, Colombia, India, Nigeria, Líbano y Filipinas, para evitar la mayoría de italianos a la hora de nombrar a un futuro sucesor de Pedro.
Tras la italiana, la nacionalidad más numerosa es la norteamericana: 11 cardenales son de Estados Unidos. Alemania le sigue con 6 cardenales; con 5 se sitúan los países de España, Brasil e India; con 4, Polonia y Francia; con 3, México y Canadá; y con 2, Portugal, Argentina y Holanda.
También ha un gran número de países que tienen un cardenal elector en el cónclave, entre ellos Sri Lanka, Cuba, Kenia, Tanzania, Austria, Australia, Sudán, Líabno, China o Irlanda, entre otros.
En cuanto a las edades, los cardenales electores no pueden tener más de 80 años, y entre los 70 y los 80 se sitúan la mayoría de los cardenales que entrarán en el cónclave, en concreto, 81; después, hay 33 cardenales cuyas edades están comprendidas entre los 60 y 70, y 3 cardenales menores de 60 años. Estos son el cardenal Rainer Maria Woelki (Colonia, Alemania); el cardenal Luis Antonio Tagle, de Filipinas y el cardenal Baselios Cleemis Thottunkal, de la India.
Los que no hayan cumplido 80 años
El cónclave debe estar formado por los cardenales de la Santa Iglesia Romana que sean electores, es decir, todos aquellos que no hayan cumplido los 80 años antes del día de la muerte del Papa, o día en el que la Sede Apostólica quede vacante, que será el próximo 28 de febrero.
Generalmente, el cónclave se convoca 15 ó 20 días después del fallecimiento del Santo Padre pero, en este caso, Izquierdo señala que se congregará nada más producirse la renuncia del Sumo Pontífice.
Así, a partir de ese 28 de febrero, fecha en la que Benedicto XVI renuncie, será el cardenal Camarlengo o secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, el que convoque en un breve espacio de tiempo el cónclave para nombrar a su sucesor. Es el que se encarga de la administración de los bienes y de los derechos temporales de la Santa Sede desde que fallece el Pontífice y hasta que se elige a uno nuevo.
"Cuando murió Juan Pablo II fue el propio Ratzinger el que presidió el cónclave y dirigió todas las reuniones", recuerda Izquierdo, al mismo tiempo que destaca que entre los 118 cardenales que elegirán al nuevo Papa --5 son españoles-- no se encontrará el propio Benedicto XVI, tal y como ha avanzado esta mañana el portavoz del Vaticano en rueda de prensa.
De esta forma, la reunión de los cardenales electores tendrá como tarea la elección del nuevo Papa y en concreto estará conformada por 117 cardenales electores (que no han cumplido los 80 años de edad en el momento de la elección), de los 209 con los que cuenta el Colegio Cardenalicio.
No puede haber contacto con el exterior y vale el auto-voto
Así las cosas, para la elección del Sumo Pontífice todos los actos deben desarrollarse dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano, en lugares y edificios determinados, cerrados a los extraños. Previamente, todos los cardenales electores deberán haber recibido y tomado una conveniente acomodación en la llamada 'Casa de Santa Marta', construida en la Ciudad del Vaticano.
En este sentido, Izquierdo recuerda que, mientras dura el cónclave, los cardenales tienen prohibido el contacto con el exterior, y nadie no autorizado puede acercarse a los cardenales o hablar con ellos mientras dura el cónclave.
Además, los cardenales tienen estrictamente prohibido presentar su candidatura o hacer propaganda de sí mismos. Eso sí, señala que la elección se realiza mediante escrutinio, el voto debe ser secreto, donde el 'auto-voto' es válido, aparte de que debe decirse por una mayoría de dos tercios del colegio cardenalicio que sea elector.
El proceso de votación en el cónclave se divide en tres partes: 'pre-escrutinio' (donde se preparan las papeletas y se elige, entre otros puntos, quién será el encargado de leerlas), el 'escrutinio' propiamente dicho, así como 'post-escrutinio', donde se recuentan los votos y queman las papeletas.
Con ello, en la tarde del primer día se realiza un escrutinio, que se repetirá hasta en los tres días siguientes, dos veces por la mañana y otras dos por la tarde, hasta que no se consiga la citada mayoría dos tercios.
"Si al cabo de tres días no se ha conseguido el sucesor se convoca un día para el retiro y la oración de los cardenales", indica Izquierdo, pudiendo llegar hasta las 21 votaciones. En el caso de que no se pongan de acuerdo, el escrutinio vuelve a interrumpirse y se prosigue con los dos cardenales que hayan obtenido mayor número de votos. Eso sí, puntualiza que estos dos cardenales "tienen voz pasiva y no pueden votar".
Fumata blanca o fumata negra
Los escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice.
Inmediatamente después, los escrutadores proceden a quemar las papeletas. Si la votación no ha sido fructífera las papeletas se queman con paja húmeda y se crea la 'fumata negra', símbolo de que no ha habido consenso.
En cambio, en el caso de que se haya conseguido la mayoría de los dos tercios para contar con un nuevo obispo de Roma se producirá la 'fumata blanca', una columna de humo blanco que sale de la Capilla Sixtina al terminar la exitosa ronda de votación.
Posteriormente, tendrá lugar la proclamación del mismo desde el balcón de la Basílica de la plaza de San Pedro del Vaticano, con el 'Habemus Papam', una expresión en latín para significar que ya se ha proclamado un nuevo Papa, donde ya el nuevo Santo Padre impartirá su primera bendición 'Urbi et Orbe'.
Finalmente, Izquierdo explica que si algún cardenal se niega al cargo no se le puede obligar a aceptarlo. El de Papa lleva aparejados, entre otros títulos, el de Sumo Pontífice, Pastor Supremo de la Iglesia Católica, o el de Jefe del Estado Vaticano.
- Estos son los 117 cardenales de la Iglesia Católica menores de ochenta años, con su país de origen, su fecha de nacimiento y el momento en el que se convirtieron en cardenales:
Nacidos en 1933:
Geraldo Majella Agnello, Brasil 19/10/1933 21/02/2001
Juan Sandoval Iñiguez, México 28/03/1933 26/11/1994
Severino Poletto, Italia 18/03/1933 21/02/2001
Raffaele Farina, Italia 24/09/1933 24/11/2007
Francisco Javier Errázuriz Ossa, Chile 05/09/1933 21/02/2001
Godfried Danneels, Bélgica 04/06/1933 02/02/1983
Joachim Meisner, Alemania 25/12/1933 02/02/1983
Kasper Walter, Alemania 5/3/1933, 21/2/2001
- Nacidos en 1934:
Carlos Amigo Vallejo, España 23/08/1934 21/10/2003
PUEDE SER CUALQUIERA. en UNA ÉPOCA LOS TÍTULOS ECLESIÁSTICOS SE VENDÍAN. HUBO UN PAPA DE DOCE AÑOS. célebre por sus fechorías y muertes. que fue expulsado de Roma. Fíjate el grado de corrupción de algunos. papas
Octaviano, que tomó el nombre de Juan XII, fue elegido papa a la edad de 18 años, el 6 de diciembre del año 955. El era nieto de una prostituta muy bella de nombre Marozia. Esta mujer, junto con su madre Teodora, fueron conocidas como un par de prostitutas que atravez de sus fornicaciones, intrigas y asesinatos, consiguieron poner y deponer papas a su antojo.
Teodora de roma, habiendo sido la esposa de un poderoso senador romano, manipulaba la política romana explotando el hecho que su hija Marozia era la amante del papa Sergio III. Teodora que a su vez había sido la amante de dos clérigos, después de la muerte de Sergio III, consigió hacerlos papas a ambos : Anastacio III (911-13) Y Landón ( 913-14).
Edwar Gibbón en su obra Decline and Fall of the Roman Empire (1830, cap. XLIX) dice: La influencia de dos prostitutas Marozia y Teodora, estaba fundada en su riqueza y hermosura, y en sus intrigas políticas y amorosas. El más esforzado de sus amantes era recompensado con la mitra romana.... El hijo bastardo de Marozia, su nieto, y su bisnieto, (una rara genealogía) se sentaron en la silla de san pedro.
Al papa Juan XII, que como ya hemos mencionado fue nieto de Maroiza se le atribuyen los siguientes hechos:
Cometió incesto con su madre. Cometió incesto con sus hermanas. Cometió incesto con su sobrina.
Y por si esto fuera poco; mantenía un harem en el palacio Laterano. El tipo era tan fornicario que a las mujeres de ese entonces se les prevenía que no fuesen a la iglesia de san juan Laterano, ya que podrían ser violadas por su "santidad" el papa.
El Obispo Liudprand de Cremona, observador papal y cronista de ese tiempo, dijo al respecto: Las mujeres temen venir a la iglesia de los santos apóstoles pues han oído que hace poco Juan llevó por la fuerza a varias mujeres peregrinas a su cama, casadas, viudas y virgenes indistintamente... (Byzantine Christianity: Emperor; Church and the West, Rand McNally, 1982, pp. 103-4)
Nota del Editor: Bruce Schneier es un experto en tecnologías de seguridad y autor de Liars and Outliers: Enabling the Trust Society Needs to Survive. En 2005, antes del cónclave que eligió a Benedicto XVI, Schneier escribió un artículo sobre el proceso en su blog. Este ensayo es una versión actualizada, el cual refleja nueva información y análisis.
(CNN) — Mientras el Colegio Cardenalicio se prepara para elegir a un nuevo papa, especialistas en seguridad, como yo, nos preguntamos sobre el proceso. ¿Cómo funciona y qué tan difícil sería hacer fraude en el voto?
Las reglas para las elecciones papales están inmersas en la tradición. Juan Pablo II las codificó por última vez en 1996, y Benedicto XVI, en buena medida, dejó las reglas intactas. La "Universi Dominici Gregis sobre la vacante de la sede apostólica y la elección del pontífice romano" es verdaderamente detallada.
Cada cardenal menor de 80 años tiene derecho a votar. Se espera que 117 voten. La elección se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, dirigida por el Camerlengo de la iglesia. Las boletas son totalmente de papel, y todos los conteos de los votos se hacen a mano. Los votos son secretos, aunque todo lo demás es abierto.
Primero está la fase de "preescrutinio"
Se le entregan "por lo menos dos o tres" boletas de papel a cada cardenal, pues se supone que un cardenal tendrá boletas adicionales en caso de que cometa un error. Después se elige al azar entre los cardenales a nueve funcionarios electorales: tres "escrutadores", quienes cuentan los votos; tres "revisores", quienes verifican los resultados de los escrutadores; y tres "enfermeros", quienes recogen los votos de quienes están demasiado enfermos como para estar en la capilla. Los distintos grupos de funcionarios son elegidos al azar en cada votación.
Cada cardenal, incluyendo a los nueve funcionarios, escribe a quién elige para papa en una boleta rectangular de papel "en la medida de lo posible con una caligrafía distinta a la suya para que no pueda ser identificado". Después dobla el papel a lo largo y lo sostiene en lo alto para que todos lo vean.
Una vez que todos escribieron su voto, empieza la fase de "escrutinio" de la elección. Los cardenales se dirigen al altar uno por uno. En el altar hay un gran cáliz con una patena —el plato de metal de poca profundidad que se utiliza para guardar las hostias durante las misas— la cual se encuentra en la parte superior del mismo. Cada cardenal pone su boleta doblada en la patena. Después levanta la patena y deposita su papeleta en el cáliz.
Si un cardenal no puede caminar hasta el altar, uno de los escrutadores —ante la mirada de todos— realiza el procedimiento por él.
Si alguno de los cardenales está demasiado enfermo como para estar en la capilla, los escrutadores entregan a los enfermeros una caja cerrada vacía con una ranura, y los tres enfermeros, de manera conjunta, recogen esos votos. Si un cardenal está demasiado enfermo para escribir, le pide a uno de los enfermeros que lo haga por él. La caja se abre, y las boletas se ponen sobre la patena y dentro del cáliz, uno a la vez.
Cuando todas las boletas están dentro del cáliz, el primer escrutador lo sacude varias veces para revolverlas. Entonces el tercer escrutador transfiere las boletas, una por una, de un cáliz a otro, contándolas en el proceso. Si la cifra total de votos no es la correcta, se queman las boletas y todos vuelven a votar.
Para contar los votos, cada boleta se abre, y el voto es leído por cada escrutador en turno, y el tercero lo hace en voz alta. Cada escrutador escribe el voto en una hoja de registro. Todo esto se hace a la vista de los cardenales.
El número total de votos emitidos por cada persona es escrito en una hoja separada de papel. Las boletas con más de un nombre (sobrevotos) son nulas, y supongo que lo mismo sucede con las boletas en las que no se escribió algún nombre (subvotos). Es mucho más probable que haya boletas ilegibles o ambiguas, y supongo que también se descartan.
Después está la fase de "postescrutinio". Los escrutadores cuentan los votos y determinan si hay un ganador. Todavía no hemos terminado.
Los revisores verificar todo el proceso: las boletas, los conteos, todo. Y después se queman las boletas. De ahí es de donde proviene el humo: blanco si se ha elegido un papa, negro si no —el humo negro se logra al echarle agua o una sustancia química especial a las boletas—.
Para ser elegido papa se requiere el voto mayoritario de dos tercios más uno. Aquí es donde el papa Benedicto realizó una modificación. Tradicionalmente se había pedido una mayoría de dos tercios. El Papa Juan Pablo II cambió las reglas para que, después de cerca de 12 días de votaciones infructuosas, la mayoría simple fuera suficiente para elegir a un papa. Benedicto revocó esta regla.
¿Qué tan difícil sería hacer fraude?
En primer lugar, el sistema es completamente manual, haciéndolo inmune a la clase de ataques tecnológicos que hacen que sean tan riesgosos los sistemas modernos de voto.
En segundo lugar, el pequeño grupo de votantes —los cuales todos se conocen entre sí— hace que sea imposible que alguien ajeno a ellos pueda afectar la votación. Se limpia y se cierra la capilla antes de la votación. Nadie va a vestirse de cardenal y a colarse en la Capilla Sixtina. En resumen, el proceso de verificación de la votación es casi tan bueno como ninguno que se vaya a encontrar.
Un cardenal no puede colocar boletas falsas en la votación. El complicado ritual de la patena y el cáliz asegura que cada cardenal vote una vez —su voto es visible— y también mantiene sus manos fuera del cáliz que contiene los demás votos. No es que no lo hayan pensado: los cardenales portan "hábito coral" durante la votación, el cual tiene mangas transparentes de encaje bajo una capa roja corta, lo cual hace que sea mucho más difícil llevar a cabo trucos de prestidigitación. Además, la cifra total de votos marcaría un error.
Las reglas anticipan esto de otra manera: "Si durante la apertura de las boletas los escrutadores descubrieran dos boletas dobladas de tal manera que parecieran haber sido depositadas por un elector, si estas papeletas tuvieran escrito el mismo nombre, se cuentan como un solo voto; sin embargo, si llevan escrito dos nombres diferentes, ninguno de los votos será válido; sin embargo, en ninguno de los dos casos se anula la sesión de votación". Me sorprende, como si esto pareciera posible que sucediera gracias a un accidente y diera lugar a que solamente no se cuenten los votos a favor de los cardenales.
Las boletas de las votaciones anteriores son quemadas, lo cual hace que sea más difícil utilizar algunas de esas para volver a colocarlas en las urnas. Pero hay un deltalle: "Si, no obstante, debe llevarse a cabo inmediatamente una segunda votación, las boletas de la primera votación serán quemadas solo al final, junto con las de la segunda votación". Supongo que tan solo hay una columna de humo para las dos elecciones, pero sería más seguro quemar cada conjunto de boletas antes de la próxima ronda de votación.
Los escrutadores se encuentran en la mejor posición para modificar los votos, pero es difícil. El conteo se lleva a cabo de manera pública, y hay varias personas que verifican cada paso. Sería posible que el primer escrutador, si fuera bueno en el juego de manos, intercambiara una boleta por otra antes de registrarla. O para el tercer escrutador intercambiar votos durante el proceso de conteo. Hacer las boletas más grandes haría que fueran más difíciles estos ataques. Así también el control de las boletas en blanco, y solo distribuir una por voto a cada cardenal. Argumentan que los cardenales cambien de opinión durante el proceso de votación, por lo que la distribución de boletas adicionales en blanco tiene sentido.
Hay tantos procesos de verificación que no resulta posible para un escrutador registrar mal los votos. Y ya que son seleccionados al azar para cada votación, la probabilidad de que sea seleccionado un grupo que previamente se haya puesto de acuerdo es extremadamente baja. Más interesante sería tratar de atacar el sistema de selección de los escrutadores, el cual no está bien definido en el documento. Influir en la selección de los escrutadores y revisores parece un primer paso necesario para influir en las elecciones.
En caso de existir un paso endeble, es el conteo de los votos.
No hay razón alguna para hacer un preconteo, y esto le da el escrutador que hace la transferencia la oportunidad de intercambiar boletas legítimas por otras que previamente haya metido en su manga. Agitar el cáliz para distribuir al azar las boletas es algo inteligente, pero poner las boletas en una jaula de alambre y agitarla sería más seguro, aunque menos reverente.
También me gustaría agregar algún tipo de guante blanco para prevenir que un escrutador oculte una mina de lapicero o la punta de un lápiz debajo de sus uñas. La exigencia de escribir el nombre completo del candidato ofrece cierta resistencia contra este tipo de ataques.
Probablemente el mayor riesgo es la complacencia. Lo que podría parecer hermoso en tradición y ritual durante la primera votación podría fácilmente convertirse en algo incómodo y molesto después de la veinteava votación, y habría la tentación de tomar atajos para ahorrar tiempo. Si los cardenales hacen eso, el proceso electoral se vuelve más vulnerable.
Una modificación al proceso hecha en 1996 permite que los cardenales vayan y regresen de sus dormitorios a la capilla, en lugar de estar encerrados en la capilla todo el tiempo, como anteriormente se hacía. Esto hace el proceso un poco menos seguro, pero mucho más cómodo.
Por supuesto, uno de los enfermeros podría hacer lo que quisiera al transcribir el voto de un cardenal enfermo. No hay manera de prevenir eso. Si el cardenal enfermo estuviera preocupado por eso, no en lo privado, podría pedirles a los tres enfermeros atestiguar la boleta.
También hay grandes desincentivos sociales, en realidad, religiosos, para hacer fraude en la votación. La elección se lleva a cabo en una capilla y en un altar. Los cardenales prestan juramento mientras emiten su voto. El cáliz y la patena son los implementos utilizados para celebrar la Eucaristía, el acto más sagrado de la Iglesia Católica. Y a los escrutadores explícitamente se les exhora a no formar ningún tipo de cábala o camarilla o hacer planes para influir en las elecciones, bajo pena de excomunión.
El otro riesgo importante para la seguridad del proceso proviene de lo que pueda escuchar el mundo exterior. Se supone que la elección es un proceso completamente cerrado, del cual no se comunica nada al mundo excepto quién salió como ganador. En el mundo actual, con su alta tecnología, esto es muy difícil. Las reglas establecen explícitamente que se registre la capilla para buscar dispositivos de grabación y transmisión "con la ayuda de personas de confianza con capacidad técnica demostrada". Eso era mucho más fácil en el 2005 que lo que será en el 2013.
¿Cuáles son las lecciones?
En primer lugar, que los sistemas abiertos llevados a cabo dentro de un grupo conocido hace que sea mucho más difícil el fraude electoral. Cada paso del proceso electoral es observado por todos, y todos se conocen entre sí, lo que hace que sea más difícil que alguien se salga con la suya.
En segundo lugar, es más fácil que las elecciones sencillas y en pequeña escala sean seguras. Este tipo de proceso funciona para elegir a un papa o a un presidente de un club, pero sería imposible para una elección a gran escala. La única forma en que los sistemas manuales podrían funcionar para un grupo más grande sería a través de un mecanismo tipo piramidal, con pequeños grupos reportando los resultados obtenidos manualmente en la cadena hacia autoridades de tabulación más centrales.
Y en tercer lugar: cuando se deja que un proceso de elección se desarrolle con el curso de un par de miles de años, el resultado será algo sorprendentemente bueno.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente aBruce Schneier.
ciudad del vaticano. El Papa Benedicto XVI seguirá llamándose Su Santidad Benedicto XVI, tendrá el título de Papa emérito o Romano Pontífice emérito, vestirá sotana blanca, sin esclavina, y calzará zapatos marrones, especialmente los que le regalaron unos artesanos durante su viaje a México del año pasado. A dos días de que deje de ser pontífice, el Vaticano informó también ayer de que Benedicto XVI a las ocho de la tarde de Roma del 28 de febrero -momento en el que ya no será Papa- dejará de usar el Anillo del Pescador, que simbolizan el poder pontificio.
El anillo quedará inutilizado, al igual que el sello de plomo que se usa para sellar documentos importantes, entre ellos las bulas.
La normativa vaticana contempla que el anillo del Papa se destruye cuando muere el Pontífice, o renuncia, como en este caso, para evitar cualquier eventual falsificación de documentos pontificios.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, manifestó que la decisión de cómo tiene que ser llamado Joseph Ratzinger la ha tomado "principalmente" el Papa, tras consultar con el cardenal camarlengo (que gestiona la Iglesia durante la llamada Sede Vacante), Tarcisio Bertone, con la Secretaría de Estado y con el colegio cardenalicio. Lombardi informó asimismo de que Benedicto XVI abandonará el Palacio Pontificio del Vaticano a las 16.55 horas de Roma (15.55 GMT) del día 28.
Será despedido en el Patio de San Dámaso por un piquete de la Guardia Suiza y en un automóvil, acompañado del Secretario de Estado, el cardenal Bertone, se trasladará al helipuerto del Vaticano, de donde en un helicóptero viajará hasta Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma.
En el helipuerto de la Villa Pontificia será recibido por las autoridades civiles y religiosas locales y alrededor de las cinco y media de la tarde local (16.30 GMT) se asomará al balcón principal de la residencia papal para saludar a los fieles reunidos en la plaza.
el último acto público Ese será el último acto público del Papa y la única señal visible que anunciará que Benedicto XVI ya no es Papa se verá a las ocho de la tarde, cuando la Guardia Suiza que presta guardia en la puerta del palacio de Castel Gandolfo concluya su servicio y abandone el lugar. A partir de ese momento, la Guardia Suiza dejará de prestar servicio a Ratzinger, cuya seguridad seguirá estando garantizada por la Gendarmería Vaticana.
Lombardi informó también de que el 1 de marzo, ya en plena Sede Vacante -el interregno que va desde que fallece o renuncia un Papa y hasta que es elegido el sucesor- el decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Angelo Sodano, convocará a los purpurados a las congregaciones (reuniones) preparatorias del cónclave, cuya fecha se decidirá en esos días. Visto que el día 1 es viernes, lo más probable es que la primera congregación de cardenales se celebre a partir del día 4, la semana siguiente.
Mientras tanto, Benedicto XVI prosiguió ayer su jornada como siempre. Los martes no tiene audiencias y lo dedicó a rezar y leer documentos y a preparar la mudanza y ver qué documentos llevará consigo.
Ratzinger se llevará a Castel Gandolfo documentos y apuntes privados, mientras que los del pontificado y los de la época en que fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe quedarán en el Vaticano para ser archivados.
despedida multitudinaria Hoy celebrará la audiencia pública de los miércoles, que será la última del pontificado y se desarrollará en la plaza de San Pedro. Ya han sido entregadas más de 50.000 entradas (que son gratis) y se espera que esa cifra se duplique. El Papa pronunciará la habitual catequesis y realizará el tradicional recorrido entre el público en el papamóvil, y la única novedad es que no habrá el besamanos final (el reducido grupo de cardenales, obispos y personalidades a los que suele saludar todos los miércoles), ya que -dijo Lombardi- todo el mundo querría despedirse y así se evitan preferencias. A la audiencia tienen previsto asistir algunas personalidades políticas, como el presidente de Eslovaquia, Ivan Gasparovic, los capitanes regentes de San Marino y el copríncipe de Andorra, Joan Enric Vives. A esas personalidades las saludará después, en privado, en la sala Clementina del palacio apostólico.
Lombardi destacó que estas últimas horas de pontificado se desarrollan en un clima de plegarias y con misa de acción de gracias por el pontificado.
El portavoz del Vaticano también destacó que están llegando miles de mensajes de todo el mundo al Papa, al que la gente expresa su gratitud y cercanía.
las claves
El Motu Proprio promulgado por Benedicto XVI da a los cardenales la potestad para adelantar el comienzo del cónclave antes del 10 de marzo, según explicó el que fuera portavoz del Vaticano con Juan Pablo II, Rafael Navarro Valls. En declaraciones a la Cadena Cope, Navarro Valls indicó también que la nueva reunión del colegio cardenalicio para la elección del nuevo pontífice incluye "muy pocas novedades" respecto a normativas anteriores. Entre las aportaciones de Benedicto XVI al cónclave destacó la que recoge "la excomunión automática para cualquiera que infrinja el secreto absoluto y perpetuo por lo que directa o indirectamente tenga que ver con la elección del nuevo Papa". Por otra parte, señaló que se mantiene la norma de que haya cardenales que puedan excusarse de asistir al cónclave "por enfermedad u otro impedimento grave. Sin embargo, recordó también que se mantiene la obligación de que "bajo ningún pretexto o motivo" puede impedirse o votar ser elegido a los cardenales electores. El también catedrático de Derecho Canónico señaló asimismo que la histórica renuncia de Benedicto XVI es, a su juicio, "la mayor caída de poder en toda la historia".
La última audiencia pública del Papa Benedicto XVI podría reunir unas 100.000 personas en el Vaticano
Tras la renuncia de Benedicto 16, el gobierno de la Iglesia pasa automáticamente a las manos del Colegio de Cardenales, según la normativa dada por Juan Pablo II en 1996, en el documento Universi Dominici Gregis. Una vez llegados a Roma los cardenales, se les lee este documento. Y con juramento los prelados quedan obligados a guardar secreto.
Con la renuncia del papa todos los cardenales de la Curia Romana, incluso el Secretario de Estado, que equivale a un primer ministro, quedan dimitidos automáticamente. Y sólo tres permanecen en sus funciones: el camarlengo, responsable de la transición y la elección del nuevo pontífice; el penitenciario mayor, para que se mantenga abierta la puerta del perdón de los pecados reservados a la Santa Sede, o sea aquellos de los cuales sólo ella puede conceder el perdón; y el vicario de la diócesis de Roma.
Los poderes del colegio cardenalicio, en la fase transitoria, son limitados. No puede, por ejemplo, modificar las reglas que rigen la elección papal, ni nombrar nuevos cardenales (que serán los electores del nuevo papa), ni tomar ninguna decisión que pueda recortar la autoridad del futuro pontífice.
Se prepara la Capilla Sixtina para el cónclave. Quedan sus pendidas las visitas turísticas, y un equipo de seguridad examina cada detalle en busca de aparatos electrónicos. ¿Pero quién garantiza que alguno de los miembros del equipo no actúa bajo soborno de algún cardenal o de gobiernos interesados en manipular a la Santa Sede?
Son convocados a recluirse los cardenales que todavía no hayan cumplido ochenta años dos días antes del inicio del cónclave. En esta ocasión se prevé que serán 117 los electores.
Hasta la elección de Karol Wojtyla quedaban todos alojados en el Palacio Apostólico, cuyas dependencias eran poco confortables para bastantes de los huéspedes. Las habitaciones necesitaban ser divididas por tabiques, y los servicios higiénicos compartidos.
Juan Pablo II autorizó la inversión de veinte millones de dólares en la construcción de la Casa Santa Marta, hospedería para funcionarios del Vaticano y visitantes eclesiásticos. Los cardenales electores se trasladarán en bus hasta la Capilla Sixtina. En el cónclave la ocupación de sus 108 suites y 23 cuartos individuales, todos con servicios higiénicos privados, se hace por sorteo, excepto para los cardenales que exigen cuidados especiales por motivo de edad o de salud.
El cónclave comienza tan pronto haya habido el tiempo suficiente para que todos los cardenales lleguen a Roma. En 1922, en la elección de Pío XI, los cardenales de Norteamérica y de Sudamérica perdieron el cónclave porque los barcos no llegaron a tiempo. Hoy día los viajes aéreos lo hacen todo más fácil.
Si un cardenal se atrasara tiene derecho a entrar en el cónclave y participar en la elección. Pero una vez dentro, ninguno de ellos puede salir hasta que sea elegido el nuevo papa, excepto en caso de enfermedad o accidente con peligro de la vida y con el consenso de la mayoría de sus pares.
Junto con los cardenales electores entran también en el cónclave el secretario del Colegio de Cardenales; el maestro de ceremonias papales; dos religiosos de la sacristía papal; un asistente del cardenal decano; unos pocos frailes o monjes de diferentes idiomas para actuar como confesores; dos médicos; y el personal del servicio de cocina y limpieza, que suelen ser religiosas.
Ningún cardenal puede llevar asistente personal, excepto un médico particular en caso de enfermedad grave. Cero computadoras, celulares, periódicos, televisiones, radios, tablets o aparatos de grabación de sonido o imagen. Se mantiene una sola línea telefónica, para uso del camarlengo en caso de emergencia.
Sólo tres cardenales tienen derecho a disponer de un escritorio: el penitenciario mayor, el vicario de la diócesis de Roma y el párroco de la basílica de San Pedro.
Las normas de la Iglesia prohíben pactos o confabulaciones electorales antes del cónclave. Esto remonta al papa Félix 4° (526-530), quien presionó al clero y al senado de Roma para elegir como sucesor suyo a Bonifacio, su arcediano. Los senadores promulgaron un edicto vetando cualquier discusión sobre la elección del futuro papa mientras el actual siguiera vivo.
Según las normas cualquier católico varón mayor de 35 años es candidato virtual a papa y podría calzar las sandalias del pescador, aunque sea laico. Si resultare elegido, primero debería abandonar a su familia y ser consagrado obispo inmediatamente, como sucedió con Juan 19 (elegido en 1024) y Benedicto 9° (elegido en 1032).